Probando, probando... (Capítulo 1)
Esta es una historia doble, la de atracción y la del deseo entre un tío y una sobrina, que nunca se han dicho nada mutuamente, solo en sus respectivos pensamientos, en los que ambos anhelan cumplir un sueño fuera de su parentesco.
A ti, Andrea…
Gracias por contarme todos tus secretos, cada uno de tus sueños, tus vivencias, tus fantasías, gracias por ofrecerme tu historia, pero sobre todo gracias por existir, por ser como eres, tan bonita, tan simpática, tan sensual y tan increíblemente atrayente que quisiera ser tu tío. ¿Me adoptas?
Probando, probando…
Capítulo 1
No sé en qué momento concreto he comenzado a sentir una poderosa atracción por mi tío Pablo, supongo que son cosas que se sienten cuando eres apenas una cría, no lo sé, pero él no representa para mí ese papel exclusivamente de tío, sino muchísimo más, casi el padre que nunca tuve, pues soy hija de madre soltera y él se ha ocupado de nosotras desde el principio, especialmente de mi educación y de mi bienestar.
Cuando idealizas a esa persona que representa tanto para ti, siempre creas esa figura adorada en exclusiva, que pones en un pedestal y crees que es el hombre de tu vida en todos los sentidos, supongo que es lo que llaman el complejo de Electra, aunque no sé muy bien si eso se aplica a tío y sobrina, sin embargo, todo eso que suele ocurrir a habitualmente a muchas adolescentes, me ocurrió también a mí, pero no se detuvo con la edad, sino que lo que podía haber sido algo pasajero, se ha ido incrementando, hasta convertirse en una obsesión hoy en día. De un tiempo esta parte la imagen de mi tío ya no es solo la afectiva, sino la puramente sexual, la imagen masculina ensalzada y que no hace más que multiplicar mi deseo y mis “bajos instintos”.
Ahora me estoy preparando para la gala benéfica a la que me ha invitado y hoy me siento más especial y cachonda que nunca, porque representa mucho para mí el hecho de que me haya elegido como su pareja para esta gala. He llegado a pensar si por fin todos mis sueños se están cumpliendo y mi tío ve en mí a algo más que a su sobrina y un cierto atisbo de atracción y placer oculto que yo anhelo. Eso es lo que quiero pensar. Estoy muy nerviosa eligiendo mi vestido. Quiero estar resplandeciente, pero sobre todo muy sexy exclusivamente para él.
Hoy es el día de la cena benéfica y yo como empresario del mundo del café contribuyo con una importante suma en esta gala, pero también representa buenos contactos con autoridades y clientes. Después de que mi esposa haya rechazado en varias ocasiones acudir conmigo a dicha recepción pues siempre es reacia a las fiestas y no le agrada nada tener que saludar a tantas personalidades, he tenido que buscarme otra acompañante. En cuanto se lo he dicho a mi sobrina Andrea, no lo ha dudado ni un instante. Me siento muy contento por eso y además orgulloso de que sea mi pareja en esta noche tan especial.
Desde que esta tarde he ido preparándome para la cena, no he dejado de pensar en Andrea y es que últimamente no me la quito de la cabeza, pero no de la forma que creo que debería, sino sintiendo algo que me impide verla como mi sobrina y sí como esa mujer que me tiene loquito. Ahora mismo estoy empalmado soñando con su cuerpo y es algo que no puedo remediar. Trato de evadirme de esos pensamientos poniéndome la pajarita y observándome en el espejo, que ofrece mi cuerpo vestido tan elegante, por cierto que este traje me ayudó a elegirlo ella. Me sienta realmente bien, me hace mucho más juvenil y es que uno a sus 49 años siempre quiere representar menos edad, intentando seducir en todo lo posible, para que las mujeres se fijen en uno, especialmente las más jóvenes, pero si a eso le sumas la idea de agradar a Andrea me hace estar más que cachondo.
Cuando llego a su casa para recogerla en mi coche, casi me da algo: Andrea sale por la puerta llevando un vestido rojo muy ajustado, tanto, que se dibujan perfectamente sus impresionantes curvas. Es la tentación andante. Nunca la he visto tan arrebatadoramente sexy. Su gran escote, marca un canalillo seductor. Su pelo recogido en un gracioso peinado, deja caer sobre un costado una especie de trenza de su largo pelo moreno. La minifalda de su vestido muestra unas piernas larguísimas, que se alzan aun más con unos vertiginosos zapatos de tacón, algo que hace que mi polla de un primer aviso bajo el pantalón. No puedo evitar sentirme nervioso ante ese bombón de sobrinita. Salgo del coche y ella se va acercando hasta donde estoy de una manera felina y tremendamente sexy. Esos andares son hipnotizantes.
− Hola tío. ¡Qué guapo! – me dice plantándome dos besos mientras me aferro a su estrecha cintura.
− Tú sí que estás guapa, princesa – le digo admirando su espectacular cuerpo.
− Gracias… ah y gracias también por invitarme a esta cena.
− A ti, preciosa, es un placer – contesto totalmente sincero.
Sabía que mi vestido rojo tan ceñido iba a impresionar a los invitados de esa cena benéfica, pero veo que a quién ha dejado boquiabierto en primer lugar es a mi tío Pablo y me encanta ver esa cara, que indiscutiblemente es de puro deseo y esta vez no creo en absoluto que sean figuraciones de las mías. Noto en esos ojos una forma bien diferente de mirarme. Veo que se fija con detenimiento en cada detalle que resalta mi vestido, desde mi escote a mis piernas, pasando por mis curvas bien resaltadas con la prenda tan ajustada. Estoy encendida por dentro, no lo puedo remediar, a pesar de querer disimularlo, pero viéndole así a él, mirándome, estando además tan elegante y tan guapo, vestida yo también así, los dos juntos a punto de partir hacia esa cena como si fuéramos una pareja, me siento cachondísima y no dejo de preguntarme ¿Qué puede sentir él por mí?
Me invita a meterme en el coche y yo hago los movimientos más lentos y exagerados de lo normal, intentado ser más melosa y seductora de lo que nunca he sido con él, pero me apetece mucho hacerlo, me siento eufórica sabiendo que soy el centro de sus ojos. Sé que ahora que está detrás de mí, estoy segura de que tiene su vista clavada en mi culo y eso hace que sienta un escalofrío por todo mi cuerpo. Al sentarme en mi asiento, el vestido se baja ligeramente ofreciendo más porción de muslos hasta casi llegar al límite. Me encanta de nuevo ver esa mirada suya a mi cuerpo y a mis piernas. ¡Dios que calentura tengo!
Trato por todos los medios que mi sobrina no note la erección que ya es más que contundente. Otras veces me ha cautivado su hermosura y siempre mostré el mayor disimulo ante ella, pues se trata de mi sobrina y no es lógico que muestre nada más allá de lo fraternal, pero ese vestido rojo es una tentación y sin duda va a formar parte de una nueva fantasía en mis traicioneros pensamientos.
En cuanto llegamos al lugar donde se celebra la gala, salgo del coche para abrir la puerta y ver salir de nuevo a ese bombón que tengo por sobrina. Agarrado a su cintura la llevo hasta la entrada donde todo el mundo se queda prendado de su hermosura. Mis sentimientos son ciertamente encontrados, por un lado me molestan esas miradas lascivas hacia ella, pues no puedo evitar mi instinto protector a la que es casi como una hija para mí, pero por otro me siento orgulloso de haberla invitado y de que sea mi impresionante acompañante en esa gala. Muchos no saben que es mi sobrina e imaginarán que es una chica a la que ellos pueden mirar, pero solo yo puedo follar… ¡ojalá fuera así!
Tengo la ocasión de presentarle a mi sobrina al alcalde y los ojos de este se pierden en el escote de Andrea. Vuelvo a sentir esa mezcla de celos y orgullo, pero es lógico que despierte esa expectación, pues su belleza siempre ha sido el centro de atención a donde quiera que vaya, es una mujer espectacular, que ya había impactado a más de uno en otras ocasiones, llegando a ser incluso finalista en un certamen de belleza local, pero esa noche, Andrea está aun más arrebatadora que nunca y además es mi acompañante, ¿Acaso no debo sentirme más que orgulloso?
Reconozco que durante toda la cena soy objeto de lascivas miradas por parte de innumerables invitados, especialmente de los caballeros, algo que me encanta y es lógico, ya que soy una de las más jóvenes de la fiesta y he conseguido ensalzar mis mejores atributos, por eso que siempre me gusta lucirme y ser deseada por los hombres, es algo que me pone caliente siempre, pero esta noche yo quiero ser más deseada por un único hombre, mi tío, ser no solamente su acompañante, sino su mujer por una noche y que me desee como si lo fuera realmente. Noto en sus ojos una mirada diferente a otras veces, que a mí me parece de deseo, ese que siempre he querido sentir y no sé si por culpa del vino, de mi vestido o de la noche mágica, yo pienso que mi tío me ve como esa mujer que se follaría con ganas. Por un momento llego a pensar que no hay ningún parentesco entre nosotros, aunque todo esto, lógicamente es sólo fruto de mi imaginación.
− ¿Entonces estoy guapa con este vestido? – le pregunto melosa al oído cuando nos sientan juntos en la gran mesa redonda junto a otros invitados.
− ¿Bromeas, bebe?, ¡Estás deslumbrante!, no hay más que ver cómo te miran todos.
− ¿Y tú?, ¿Me miras? – le digo de pronto.
Percibo en la cara de mi tío un claro nerviosismo ante mi pregunta, nunca antes le he visto tartamudear así, ni buscar una excusa para cambiar de tema rápidamente. Me gusta ponerle en ese compromiso y saber que le agrado más, me excita.
Su pregunta me incomoda, aunque por dentro estoy deseoso de decirle lo mucho que la deseo, poder agarrarme a su cuerpo y besarla como estoy soñando en este momento al ver sus labios tan cerca, notar ese busto embutido en ese escote, como si sus tetas quisieran salirse o sus muslos robustos bajo esa fina tela o incluso decirle cuánto me gustaría despojarla de su vestido y verla desnuda. Ella está ahora hablando con el invitado de su izquierda y aprovecho para seguir degustando las curvas que ensalzan esa prenda tan ajustada. Su busto se ve prominente, sus caderas más grandes y sus piernas debido al pequeño vestido muestran una gran porción que desearía tocar en ese momento y notar su suavidad. Ella sigue charlando y cuando vuelve su cabeza me descubre mirando sus piernas.
− ¿Entonces este sábado celebramos tu 23 cumpleaños en mi finca? – digo de pronto disimulando al haberme descubierto.
− Sí, claro, ¿prepararás un asado? – pregunta mi sobrina.
− ¡Claro, mi niña!
− ¡Qué bien!, ¿Y qué bikini quieres que lleve? – me suelta de pronto.
− Ese que tienes de color rosa – respondo sin pensar y luego me arrepiento de ser tan claro y tan rápido en mi respuesta.
Nada más oír su contestación le dedico una sonrisa sabiendo que ese bikini le causa tan buena sensación y lo cierto es que a mi también me encanta, pues me queda francamente bien.
− Vaya, entonces… ¿te gusta mi bikini rosa? – le pregunto pasándome la lengua lascivamente por los labios.
− Claro, hija, te sienta muy bien – responde él intentando no mostrar demasiado interés, pero yo noto el enrojecimiento de sus mejillas.
− Pues yo había pensado en llevar un tanga nuevo de color negro que me he comprado. – añado jugando con un mechón de mi pelo.
− ¿Un tanga? – pregunta asombrado.
− Sí, de esos que se te ve todo el culito, aunque seguramente a la tía no le hará mucha gracia.
− No, definitivamente, no. – añade nerviosamente.
− Jajaja, tranquilo que era una broma.
Lo cierto es que mi tía es bastante anticuada, de esas que se escandalizan por todo, reacia a que yo lleve ropas “sugerentes” o bikinis, principalmente cuando voy a su casa de campo, así que no quiero imaginarme qué diría al verme con el tanga. Siempre me he preguntado cómo debe ser la vida sexual entre ellos, conociendo a la carca y beata de mi tía. Pienso que seguramente no pasan del misionero y no muy a menudo, precisamente. Miro a los ojos a mi tío e intento trasmitirle telepáticamente lo mucho que me gustaría sentir su polla bien adentro de mi coño.
Entre el vestido ajustado de mi sobrina, que no puedo dejar de mirar constantemente adherido a sus curvas, añadido al comentario del tanga, me aumenta el nerviosismo a pasos agigantados. Mi mente no deja de imaginar aquel cuerpo embutido en un tanga y aunque otras veces la he visto en bikini, imaginarla con uno de esos que se cuela por el culito y deja a la vista sus posaderas, es para tener hasta taquicardias. Pero mi nerviosismo aumenta cuando llega el momento del baile y ella se empeña en que salgamos a la pista. Por mucho que le digo que no soy buen bailarín y que me aprietan los zapatos, ella parece querer otra cosa.
− Venga, tíito, no seas aburrido, vamos a bailar – insiste ella tirando de mi mano.
− Solo un baile. – respondo serio y a continuación ella lo corrobora con una sonrisa para llevarme a continuación junto a otras parejas bailando.
Es solo un baile, lo sé, pero mi mente sigue dando vueltas y todo resulta una auténtica tortura para mí, primero por no saber a donde agarrarme ni hasta donde poder pegarme a su cuerpo, pues no quiero que note la erección que a esas alturas se muestra en plenitud y porque cada vez que mis manos sujetan su estrecha cintura o el principio de sus caderas, mi miembro parece cobrar vida, dando un respingo. No quiero quedar en evidencia delante de ella y que pueda pensar lo depravado que soy, al estar empalmado por su culpa. Bailar con esa diosa es el sueño de cualquiera, pero yo no puedo evitar pensar que estamos solos ella y yo, desnudos en medio de aquella sala de baile.
Me siento en la gloria, así, abrazada por mi tío, percibiendo cómo sus fuertes manos se sujetan a mi cintura, haciendo que todo mi cuerpo se estremezca. A medida que nos movemos por la pista algún dedo roza accidentalmente el comienzo de mi culito, y siento todo un chispazo recorrer mi espalda y cómo mi coño se humedece por momentos. Estoy realmente cachonda y hago todo lo posible por arrimarme a él, pero en cambio mi tío intenta no acercarse más de lo aconsejable con su sobrina, quizás creyendo que me siento incómoda y es precisamente todo lo contrario. Cuánto me gustaría poder notar su sexo contra el mío, sentir toda su hombría… incluso en un momento del baile, llego a pensar que estamos desnudos… bailando solos él y yo. Por cierto ¿Cómo se verá mi tío desnudo al completo? ¿Cómo será su verga? ¿Cómo follaría conmigo?
Tan a gusto me siento abrazada bailando con mi tío y con mis cada vez más traicioneros pensamientos que el tiempo se me pasa volando y cuando me quiero dar cuenta, la gala termina y después de despedirnos de algunos invitados, volvemos a casa, sin que lamentablemente pase nada más de lo ansiado, porque a mí me hubiera gustado que nos besáramos en el coche, que hubiera pellizcado mi culo o que me hubiera dicho lo buena que estoy o lo mucho que desearía follarme… Hubiese echado un polvo con él aquí mismo, dentro del coche, con que solo me lo hubiera insinuado, aun a riesgo de ser vistos por todo el mundo.
Nos despedimos con dos castos besos en las mejillas y vuelvo a quedarme prendado con su olor y la suavidad de su piel, para terminar viendo como entra en casa con esos andares tan seductores. No puedo dejar de pensar en ella, desde que apareció en esta noche, con su espectacular vestido, cuando estuvimos bailando, en el momento de acariciar su estrecha cintura, reviviendo el momento de su pecho pegado a mi cuerpo o cómo mis manos descendieron hasta notar el comienzo de sus posaderas.
Sin duda que mi sobrina se ha convertido en una mujer y hay algo en mi interior que no me deja pensar en ella como la niña que siempre cuidé, como la hija que nunca tuve. En este momento viéndola caminar con su meneo de caderas y sus largas piernas avanzando, se me queda la imagen grabada y una erección que tendré que apagar nada más llegar a casa con una paja en su honor. Solo puedo ver a Andrea como una mujer, por mucho que me empeñe en borrar esas imágenes de mi mente, ella es la criatura más increíblemente bella y sensual que nunca haya podido conocer. Me siento mal al pensar así, pero es inevitable.
Al llegar a casa y meterme en la cama, mi mujer duerme plácidamente pero yo saco mi miembro a escena y comienzo a pajearme soñando con el infartante cuerpazo de mi sobrinita continuamente, imaginando que no es mi mano la que mece mi polla, sino la suave y fina mano de mi sobrina, luego mi pensamiento recorre sus curvas, sus caderas, sus tetas y su boca, imaginando como mi polla se mete entre esos labios, pensando en cómo debe ser sentirlos apretados sujetando mi barra de carne, cuando de pronto me corro como nunca pensando en la boca y en las piernas de Andrea. He puesto las sábanas perdidas, espero que mi mujer no lo note cuando se levante.
Hoy es el día de mi 23 cumpleaños y acudimos a casa de mi tío en el campo, donde tiene una plantación de café y una finca con una preciosa casa y una piscina enorme. Como en otras ocasiones él lo ha preparado todo esmeradamente para celebrar ese día tan especial para mí. Su casa en el campo posee un gran terreno donde poder descansar, tomar el sol y disfrutar de un baño, además de deleitarse de una maravillosa barbacoa que él maneja como nadie, pues aparte del rico asado, siempre nos cocina auténticas delicias.
Desde el día de la cena, no he vuelto a ver a mi tío, pero de alguna manera me siento ahora más cerca de él, más que como cómplice, como el de ese hombre que me mira con otros ojos, imagino estar más cerca de poder intimar más de lo normal con él, al menos eso es lo que yo no dejo de dar vueltas en mi cabeza, soñando con sus besos, sus caricias, su cuerpo apretado contra mí. Solo con pensarlo, estoy excitadísima y noto la humedad en mi sexo. Era así antes, desde hace tiempo, pero desde la famosa gala benéfica, ya no pienso en otra cosa y solo recuerdo sus ojos mirándome el escote, o esas ojeadas a mis piernas que me ponen tan caliente. ¿Volverá a mirarme así en mi fiesta de cumpleaños? Estoy esperando ansiosa y cachonda ese momento tan especial. Estoy deseosa de que me vea con el bikini y ver sus ojos recorriendo mis curvas, como si realmente me deseara… al menos eso es lo que yo quisiera.
La primera en llegar a la fiesta de cumpleaños de Andrea es su madre, que es mi preciosa hermana Rosa y que por cierto se ve guapísima luciendo un vestido de color verde de flores y de gran vuelo en su falda con un escote generoso.
− ¡Estás preciosa, hermana! – le digo al llegar a mi lado y dándole un par de besos.
− Calla, adulador – me repite ella sonriente como si fuera un simple halago. –
Lo cierto es que mi hermana es portadora de una gran belleza y yo orgulloso de tenerla, pues a sus 42 años posee una elegancia y un cuerpo de infarto que lógicamente es la envidia de muchas mujeres, especialmente mi esposa, que desgraciadamente no alcanza a tener esas maravillosas curvas, ni de lejos. Siempre ha mirado a mi hermana como rival de belleza, pero desgraciadamente no tiene nada que hacer. Sin embargo hay otra mujer que sí puede superar ese nivel y es mi sobrina Andrea, que ha heredado lo mejor de su madre: su simpatía, su cuerpo, sus ojos, su sensualidad… El rostro es parecido, las piernas de ambas son largas, las curvas también son impresionantes o sus redondos culos… quizás mi hermana tenga más volumen de pecho, pero las dos son preciosas, aunque francamente la que me tiene en vilo y me parece la mujer de mis sueños, es mi preciosa sobrina Andrea. Desde la cena benéfica, la cosa se ha vuelto obsesiva, no dejo de pensar en ella, sueño con pellizcar sus pezones, sobar su culo, acariciar la rajita que debe ser suave y divina...
Mi tío Pablo ha organizado una vez más una fiesta por todo lo alto, pero realmente, lo que me habría gustado es que estuviéramos solos, él y yo, que me dijera al oído lo mucho que me desea desde la noche de la cena y poder besarle de una forma que yo siempre he soñado, alejada de los castos besos de tío y sobrina, sino imaginando que me atrapaba con su boca, muerde mis labios y nuestras lenguas se enredan en un juego infinito… incluso imaginar que estamos desnudos y jugar a atraparnos, a acariciarnos, a follar sobre la hierba o dentro del agua…
− ¿Qué piensas nena? – me pregunta de pronto mi novio, Jorge, que camina junto a mí.
− No, nada, cosas mías. – respondo algo azorada, pues parece estar adivinando mis pensamientos lascivos hacia mi tío.
− Pareces en otro mundo.
Le sonrío algo forzadamente y aunque he sido siempre absolutamente sincera con mi novio, en cuanto a lo que me gusta, me atrae o lo que me excita, no soy capaz de confesar lo siento por dentro con mi tío. Jorge y yo somos una pareja muy abierta que disfruta de la sexualidad sin objeciones, incluso si tenemos la oportunidad de disfrutarla fuera de la pareja, lo aceptamos sin condiciones, llegando a contarnos los detalles de cada uno de nuestros escarceos, pero en esa ocasión es distinto, no me veo con fuerzas ni remotamente de confesarle lo que siento por mi tío.
En cuanto oigo la voz de Andrea llegando a casa, con su contagiosa alegría, no puedo remediar sentir nuevamente ese nerviosismo extraño y algo en mi interior que me inquieta. “Es mi sobrina” me repito constantemente a mí mismo, pero sin embargo no puedo dominar esa atracción cada vez más incontrolable.
El siguiente en entrar a la finca es Jorge, el novio de Andrea, con el que me llevo francamente bien. Estoy contento de que sean pareja porque sé que la quiere mucho. Nos damos un abrazo, pero inmediatamente después desvío mi mirada hacia mi sobrina que viene justo detrás. Está preciosa con unos pequeños shorts vaqueros medio deshilachados, con los que se muestra la largura de sus torneadas piernas. En la parte de arriba lleva un top blanco en el que se adivina que no lleva sostén debajo. Sus enormes ojos me miran de esa forma en la que uno no puede más que sentir un tremendo deseo hacia ella, sus perfilados labios son la otra parte que no se puede evitar admirar deseando besarlos sin cesar, por no hablar de sus curvas. ¡Pero qué buena está!
− ¡Tío, hola! – dice con su blanca sonrisa y abrazándose a mí, colgándose de mi cuello como hace siempre.
Su pecho se pega a mi tórax y su sexo inevitablemente también al mío. Me agarro rápidamente a su cintura y la separo levemente de mí, pues no quiero que note que algo allá abajo está creciendo desde que ha hecho su aparición.
Aunque pueda parecer un abrazo como los de siempre, desde luego para mí no, la sensación que yo tengo es mucho más intensa de lo yo misma hubiera podido desear, sabiendo que aunque sea un imposible, que es mi tío y que no deba pensar así, pero mi cuerpo juega a otra cosa, atrapada con la imagen de la fuerza de sus brazos, soñando su cuerpo desnudo, imaginando estar siendo penetrada por él.
Me suelto de su abrazo y de todos esos prohibidos pensamientos, para no levantar ninguna sospecha y repitiéndome a mí misma, ¡Es tu tío, joder!
− ¡Hola, preciosa! – me dice con su gran sonrisa y con esa mirada que me encandila cuando nos quedamos uno frente al otro.
− ¡Hola tío, qué bien huele! – le comento y a continuación le beso en la mejilla aspirando no el aroma que desprende el asado, sino su propia piel, esa que tanto me cautiva.
El olor de su piel se impregna en la mía. Acaricio levemente su pelo de forma cariñosa y vuelvo a fijarme en su boca mientras habla, aunque casi no puedo prestarle atención a lo que dice, solo imagino cómo deben ser esos labios atrapando mi polla, hasta que se acerca a mi oreja para contarme uno de sus secretos y sus bromas, como suele hacer, pero esta vez, despierta otros instintos en mí.
− He traído el tanga. – me dice en un susurro.
− ¿Cómo? – pregunto asombrado.
− ¡Que no bobo, que la tía nos mata! He traído el rosa que te gusta. El tanga para otro día. Cuando estemos solos – añade con su blanca sonrisa.
Mi cara debe ser un poema, pero desde luego la sola idea de verla en bikini ya es todo un espectáculo, lo de imaginarla con tanga es punto y aparte, pero sí que tiene razón en eso de que si lo hubiera traído, mi mujer nos mataba. A ella por su descaro y su provocación y a mí por desvelarse mis instintos y pensamientos en cuanto la viera. Lo cierto es que envidio a Jorge, porque es sin duda, el que recibe las caricias de sus dulces manos, el que es besado por esos carnosos labios, el que muerde esos juguetones pezones o el que penetra ese chochito tan anhelado. Mi erección no cesa pensando en eso.
Cuanto me hubiera gustado que me dijera las ganas que tenía de verme con ese nuevo tanga, sin embargo, mi tío no parece sentir lo mismo que yo, al menos no hace comentarios picantes al respecto, como yo hubiera deseado.
De algún modo yo quiero provocarle, sacar algo de él que nunca he conseguido hasta ahora. No sé por qué me comporto así, me siento en el fondo muy mal por actuar de esa manera, por ser tan provocadora, especialmente con él, pero es inevitable. La idea de haberle podido enseñar mi tanga, hace que me moje entera. Ciertamente ese pequeño bikini es un regalo de Jorge y sólo me lo pongo para contentarle a él, sin embargo, imaginar que mi tío me lo pudiera ver puesto, me vuelve loca.
Al final saco mi bikini rosa de la bolsa, que sé cuánto le gusta también. No llega a ser tan reducido como el tanga, pero es igualmente pequeñito. Me meto en la casa y tras saludar a mi tía, me despojo de la ropa en la habitación que suelo usar cuando me quedo allí a dormir.
Me miro desnuda al espejo, doy un giro sobre mí misma y me lanzo un beso de aprobación de ese cuerpo que se refleja y que imagino ver acariciado y besado por mi tío una vez más. Me pongo por fin el bikini y salgo decidida al jardín sabiendo que todos me mirarán.
Yo sigo en la parrilla dándole la vuelta a la costilla, cuando aparece en el jardín mi hermana Rosa con un bonito bañador estampado de una pieza que estiliza su figura, está realmente preciosa y vuelvo a sentir ese orgullo de hermano, pero cuando me quedo alucinado es cuando la que aparece a continuación es Andrea, dejándome boquiabierto una vez más con ese bikini rosa, que es pequeñito y con el que poco hay que dejar a la imaginación.
Ella siempre me ha parecido espectacular en bikini, pero ese en especial, que porta de forma magistral, mucho más atrevido que sus otros bañadores de siempre. La mirada de mi esposa no parece estar en la misma onda, porque creo que siente algo de celos y cierta envidia, por la juventud de Andrea, su gracilidad y su sensualidad, que irradia con cualquier cosa. Ver a mi sobrinita con minifalda, con tacones, con pantalones ajustados o escotes atrevidos, supone siempre una alteración que no puedo evitar y un descontrol de mi mente, que me traicione, haciendo que esas imágenes formen parte de mis fantasías más ardientes, con ese bikini, además parece una diosa, el sueño de cualquier mortal... ¡Mi sueño!
Al salir con el pequeño bikini, la primera en poner objeción ha sido mi tía, aunque no pronuncie una palabra, pero su mirada lo dice todo. Mi madre se limita a observarme con su cara de orgullo de hija, algo que siempre me encanta y me da tanta seguridad. La mirada de mi novio es un poema, se le ve extasiado al verme, pero lo que más me llama la atención es la mirada de mi tío, sin duda le he impresionado una vez más, a pesar de conocer ese bikini y aunque quiera comportarse como un padre, es un hombre y sin duda he logrado captar su atención. Eso me hace sentir muy feliz y francamente cachonda.
− ¡Cariño, estás impresionante! Me encanta como te sienta ese bikini – me dice mi novio agarrándome por la cintura.
− ¿No me queda muy pequeño? – pregunto inocentemente sin dejar de mirar a los ojos a mi tío.
− Estás buenísima – me dice Jorge, dándome un beso en los labios. – tengo ganas de quitártelo – añade en un susurro para que nadie pudiera oírle.
Me sitúo junto a mi tío con la naturalidad de siempre y le ayudo a preparar las hamburguesas para irlas llevando a la mesa, momento que aprovecho para caminar de forma sensual, primero por mi novio con el que juego a provocarle, pero a quién yo quiero seducir realmente era al otro hombre que me tiene loca.
Me está costando una enormidad mantener una conversación con mi sobrina y sobre todo teniéndola al lado con aquel reducido bikini. Tengo que disimular mi erección a todas luces y me coloco un trapo de cocina sobre mi cintura como si quisiera evitar mancharme con la preparación del asado, aunque lo que quiero es que no se vea una delatadora empalmada. De vez en cuando se acerca mi hermana y yo disimulo como si no pasara nada, pero juro que es realmente difícil mantener la compostura.
Andrea, además de mostrar su espectacular cuerpo, se mueve con esa gracia y ese arte que me tienen realmente ido. Su novio y ella se zambullen en la piscina y juegan durante un buen rato, momento que aprovecho para meterme junto a ellos, como siempre, pero esta vez para disimular el bulto de mi bañador y bajar mi calentura. Yo encubro mi bulto, porque no quiero ni que mi hermana y mucho menos mi mujer noten mi alteración, pero es que el corazón me late tan fuerte, que parece que es escuchado por los demás, más aun cuando mi sobrina juega a salpicarme o a meterme la cabeza bajo el agua con inocentes juegos en la piscina, pero cuando su fina piel roza la mía, aquello es un chispazo que revoluciona todas mis hormonas y cuando sus tetas rozan por un instante mis muslos en una ahogadilla, me pongo malo o peor aun cuando en un accidental choque su pelvis se clava con la mía durante apenas un segundo veo las estrellas y al mismo tiempo me siento fatal, creyendo que ella lo ha podido notar.
Creo que apenas ha sido un segundo, pero en los juegos bajo el agua, he notado en uno de esos movimientos fortuitos, el sexo de mi tío chocar contra el mío. Ha sido fugaz y al mismo tiempo maravilloso. He podido percibir una dureza extrema, contra mi coño, más que evidente. Se puede decir que ese momento fue inesperado, muy tenue, pero increíblemente mágico. ¡Estaba empalmado!
Durante la comida no puedo despejar esa imagen bajo el agua y ese contacto impensado entre nuestros cuerpos que me ha mantenido cachonda durante todo el día. ¿Mi tío se habrá puesto cachondo conmigo o era una reacción normal?
El resto de la velada, la pasamos como siempre, celebrando mi cumple, soplamos las velas y me han sorprendido con innumerables regalos, sobre todo con ropa que me encanta. Mi tío me ha regalado una preciosa pulserita para el tobillo que siempre llevaré puesta.
Cuando me ha entregado mi regalo se lo he agradecido como a todos, pero pegando mi cuerpo mucho más de la cuenta contra el suyo, haciendo que pueda sentir mi cuerpo medio desnudo adherido el suyo. No sé cómo describir esa sensación, pero es la de tener al hombre de mis sueños aferrado a mi cuerpo y en ese momento pensar que me diga lo mucho que me desea… tanto como yo a él. Sin embargo mi tío se limita a sonreír. De reojo, mi tía pone un mohín de enfado, no sé si por ver mi atrevimiento con mi tío o porque este se ha puesto muy nervioso con su sobrina pegada a su cuerpo. He intentado por todos los medios volver a intentar sentir esa erección de nuevo, pero él hábilmente se ha retirado de mi cuerpo en el momento justo.
Aunque me cuesta disimular, lo intento a todas luces, en primer lugar porque me siento muy alterado ante la belleza de mi sobrina y casi vigilado por mi mujer a cada gesto que hago, pero he aguantado el tipo estoicamente todo lo que he podido, incluso cuando ese cuerpecillo juvenil tan hermoso, se ha pegado al mío. Esa chiquilla me lleva por el camino de la amargura, pues cada vez que yo intento escabullirme ella se pega a mí o luce sus encantos con esa inocencia que no parece vislumbrar nadie más que yo. El hecho de notar su cuerpo con ese pequeño bikini sin nada más rozando su piel con la mía y casi volviendo a rozar nuestros sexos, he aguantado de su cintura para que esa unión no se produzca de nuevo.
No dejo de pensar en el momento en el que tuvimos el choque bajo el agua donde tuvo que percibir mi empalme chochando directamente entre sus piernas, ¿se habría dado cuenta de que estaba excitado y que tenía mi polla a tope? Por más que miro a sus ojos, no veo respuesta, pero ha tenido que haberlo notado, ¿qué pensará de mí? ¿Qué soy un degenerado por excitarme con su cuerpo? ¡Por Dios, es mi sobrina! – pienso una y otra vez. Puedo jurar que he hecho todo lo posible por despejar mi mente y pensar en otra cosa, pero con esa preciosidad correteando de aquí para allá, con ese reducido y sexy bikini, resulta realmente complicado. ¡No puedo evitarlo!
Tras la comida, nos hemos sentado en las tumbonas y disfrutamos de la tertulia, del café y de las miradas curiosas de mi tía, mi madre, mi novio y por supuesto mi tío cada vez que yo salgo al jardín con un modelito, de los que me han ido regalando en este día. Todos aplauden al verme salir cada vez, pero mi tía se ve que lo hace por cortesía, pero su rostro serio indica su desaprobación, cuando yo salgo en minifalda o una blusa muy ceñida y desfilo ante todos. Yo, al mismo tiempo, procuro mostrar lo mejor de mí, seduciendo a los dos hombres: mi novio, que me piropea constantemente y especialmente a mi tío, que no dice nada, pero se ve que no me quita ojo. Yo le sonrío, le hago guiños, sonrisas o movimientos sensuales y todo es distinto desde la famosa cena, él me mira diferente.
− Me tienes loco, nena – me dice mi novio al oído en una de mis apariciones con una falda corta de cuero.
− ¿Ah sí? – le respondo con tono juguetón.
− Que ganas tengo de que estemos solos. Necesito comerte.
− Vaya, ¿estás caliente? – le pregunto al oído pero es obvio que mi chico se siente pletórico al verme, lo cierto es que es tan ardiente como yo.
− Sí, pero no soy el único.
− ¿Cómo?
− ¿No has visto cómo te mira tu tío? – me dice de pronto.
− ¿Cómo dices?
− Le tienes loco también y creo que se le ha puesto dura como a mí. – añade con su sonrisa burlona.
Tanto mi sobrina como su novio me miran fijamente, pero yo intento disimular leyendo el diario, como si no me diera cuenta. Por un momento me parece que se fijan en el bulto que forma mi bañador, pero por otro lado pienso que todo es fruto de mi imaginación. Llego a pensar que ella le ha contado el incidente en la piscina, pero después lo he descartado porque eso le hubiera puesto celoso a Jorge y ella no me habría delatado.
El caso es que mi mente me tortura y me parece ver en Andrea mayor erotismo del que he captado hasta entonces, creo que o bien mi obsesión va en aumento o realmente me está provocándome en cada gesto. Cada vez que aparece en el jardín con un modelo diferente tengo la sensación de que lo hace de forma más sensual. Sus escotes se ven tan atrayentes, sus piernas robustas y largas, su espalda erguida con una blusa abierta, sus muslos suaves con una minifalda, sus andares provocativos con meneo de caderas en el momento de ir calzada con tacones, o unos jeans tan ceñidos que casi se pueden adivinar sus labios vaginales dibujados debajo. Tengo que seguir leyendo y dejar de mirarla. ¡Es tu sobrina, Pablo! – me repito a mi mismo incesantemente.
Las palabras de mi novio y las continuas miradas de mi tío han conseguido dejarme totalmente anonadada y es que no acabo de creérmelo. ¿Realmente él se ha fijado en mí de forma distinta a otras veces? ¿Me mira como una mujer deseable en lugar de verme como su sobrina? ¿He conseguido que tuviera una erección por mi culpa?, ¿Lo de la piscina no ha sido impresión mía? ¿Sigue empalmado toda la tarde cada vez que yo salgo con un modelito distinto?, ¿Desde la cena famosa, mi tío me trata como una mujer y no como a su sobrina?
− No sé por qué dices eso – le digo de pronto en voz baja a mi novio tras pensar en lo que me acaba de comentar
− ¿El qué? – pregunta él sin saber a qué me refiero
− Eso que has dicho de que mi tío se ha fijado en mí y está empalmado. No puede ser…
− Cariño, es inevitable fijarse en ti, pero es que creo que no solo se ha fijado, sino que está babeando. No se lo reprocho, estás para comerte y yo también la tengo dura. – añade acariciando mi muslo con suavidad y haciendo que mire al bulto que hay bajo su traje de baño.
− Eres bobo – le digo.
− Es cierto, nos tienes locos – añade con una sonrisa.
− Es mi tío, Jorge. No puede ser – le recrimino.
− ¿Acaso no ves como te mira? – me repite.
− ¿Cómo tú a mamá? – le contesto de pronto cuando veo como se le van los ojos tras el culo de mi madre.
Él se ha puesto ligeramente colorado y aunque otras veces hemos hablado de mi madre, en este momento sé que estoy en lo cierto, mi chico no puede evitar admirar a mi madre, algo que siempre me lleva a tener pensamientos contradictorios, pues por un lado me gusta y por otro siento celos de mi propia madre. No se lo puedo reprochar, mi madre es realmente preciosa y con un cuerpo de locura, es lógico que a mi chico se le vayan los ojos.
El resto del día ha pasado más o menos como siempre, aunque yo sigo embobado viendo a mi sobrina corretear por el jardín, como cuando era una niña, pero ahora es una mujer… una impresionante mujer, por cierto. También mi hermana parece estar haciendo las delicias de Jorge porque este no deja de observarla el culo y el escote que ofrece su bañador. Es lógico, aunque es su futura suegra, mi hermana es una mujer muy atractiva y sexy, casi tanto como su hija, porque para mí esta sigue siendo única.
Ahí me fijo en las tres mujeres y lo diferentes que son. Mi esposa ha perdido el atractivo de su juventud y algo entrada en carnes, teniendo casi la edad de mi hermana, parece muchísimo mayor, no tiene ni de lejos la figura o el atractivo de esta y luego está mi sobrina, además de su belleza, desborda simpatía, erotismo, alegría que lo inunda todo. En un momento en que las veo charlando a las tres, pasa Jorge a mi lado, dándome un golpecillo en la espalda.
− ¿En qué andas, tío? – me pregunta sonriente.
− No, nada… con la mente en blanco – disimulo- ¿Y tú?
− Yo fijándome en Andrea, está riquísima con ese bikini, ¿verdad? – me pregunta de sopetón.
− Sí, claro, le sienta muy bien. Y mi hermana también está muy guapa. – añado sabiendo que, aunque lo disimule, ese es su punto flaco.
Me preguntaba si Jorge ha podido notar que yo miro a mi sobrina de otra manera, pero lo descarto, porque seguramente se hubiera mosqueado conmigo o no me hubiese hecho ese comentario con tanta naturalidad.
La fiesta transcurre sin más “incidentes” pero sin que yo pueda seguir pensando en mi sobrina, en desearla cada vez más.
Apenas ha pasado una hora desde que terminó mi fiesta de mi cumpleaños y no me quito a mi tío de la cabeza. Mi novio y yo entramos en el cine pero cuando comienza la película yo estoy con mis pensamientos en otro lugar, sin dejar de imaginar que mi tío ha podido pensar en mí, creyendo en que realmente ha dejado de verme como siempre. Estoy con una gran duda ¿Y si todo es verdad? ¿Y si mi tío me desea como yo a él?
Miro a Jorge que sigue concentrado en la película, pero no soy capaz de contarle lo que siento y lo que pienso. Me limito a jugar con mis dedos en el bulto de su pantalón que rápidamente cobra vida. Él se queda algo sorprendido, mirando alrededor por si alguien se ha podido dar cuenta, pero la oscuridad de la sala es mi aliada, por lo que me envalentono y bajo la cremallera de sus jeans y meto mi mano acariciando su enorme polla que está dispuesta a recibir mis caricias. Comienzo a pajearle mientras él sigue alucinado. Acerco mi boca a la suya y comienzo a besarle, intentando meter mi lengua en su boca, buscando apagar mi calor y mi sed. Estoy realmente cachonda y aunque mi chico se preocupa con el hecho de poder ser vistos, yo no puedo esperar y sigo besándole con ganas y pajeándole, esta vez con su polla fuera del pantalón.
− Jorge, tócame, estoy cachonda – le digo soltando el botón de mi short para que me meta mano allí mismo.
− ¿Estás loca? Nos pueden ver. – dice él mirando a un lado y a otro.
− ¿Ahora eres tú el remilgado? ¡Tócame el coño! No nos ven, está todo oscuro y necesito tus dedos ahí.
Mi novio no puede reprimir su sonrisa y las ganas de cumplir mi petición. En cuanto su mano se cuela por la cinturilla de mi pantalón y bajo la tira de mis braguitas alcanza mi sexo, que está empapado y comienzo a jadear al sentir sus dedos jugando con mi rajita y mi clítoris inflamado. Intento apagar mis gemidos contra su brazo. Él se siente pletórico porque sé cuánto le gusta darme placer y al mismo tiempo recibir esa paja que sabe que domino como nadie. Apenas me da tiempo a disfrutar del momento, pues estoy pensando en mi tío y con eso me corro en pocos segundos, como pocas veces, de una forma intensa, sin poder evitar imaginar en la oscuridad de este cine que es mi tío Pablo quien mete sus dedos en mi coño y no mi novio. Me aferro a su brazo y apago mis gemidos en un intenso orgasmo, cerrando los ojos y con la imagen de la cara de mi tío en mi mente, soñando con una mano que juega con mi coño empapado.
− ¡Cariño, me corro! - me despierta mi chico de mis dulces sueños cuando estaba envuelta en fantasías con mi tío.
Veo que mi mano ha estado acelerando sobre el miembro de Jorge y está a punto de reventar. No puedo dejar que se corra allí mismo pues podría saltar su carga por cualquier parte, así que bajo mi cabeza y me meto su polla en la boca comenzando a mamarla con todas las ganas. Apenas cuatro metidas hasta mi garganta y mi pobre novio se corre abundantemente dentro de mi boca, haciendo que todo su cuerpo se tambalee. No es por nada, pero soy una experta mamadora y él lo disfruta a tope. Me encanta comerme sus 19 centímetros hasta hacerlos desaparecer por completo. Me trago hasta la última gota y después de limpiarle los restos de su polla con mi lengua le planto un beso y él me dice en susurros.
− ¡Estás loca!
Si supiera, el pobre, que me he corrido pensando que era mi tío quien me metía mano y que era su polla la que me acabo de comer…
Esa noche, al acostarme, sigo con una excitación fuera de lo normal y me arrimo a mi esposa que está leyendo un libro y no parece muy dispuesta tener sexo conmigo. Sigo besando su cuello, rozando su pecho sobre el camisón, pero ella retira mi mano, aunque insisto, necesito apagar esa calentura que me tiene loco desde que ha aparecido mi sobrina esta mañana. Mi esposa sigue sin mostrarse muy colaborativa, pero me basta con que se deje tocar, al menos sin que note que no es por ella por quien estoy tan cachondo, necesito apagar mi calentura. Mi polla está a tope y la pego a su cadera. Ella me mira y sonríe, por un momento he conseguido que crea que me tiene caliente, que es ella la que me ha encendido, pero es Andrea la que está en mi mente. Sueño con poderle insertar mi polla tiesa a mi sobrina, quiero ver que es ella la que está en la cama conmigo. Cierro los ojos y vuelvo a soñar con las increíbles curvas de Andrea, imaginándola caminar desnuda por el jardín, moviendo sus caderas, con sus ojos penetrantes, sus labios, su sonrisa.
− ¿Qué te pasa cariño? – me pregunta mi esposa.
− Necesito follarte, me tienes loco – respondo de inmediato pero creyéndoselo estar diciendo a Andrea.
− ¿Tan caliente estás? – afirma mi esposa sonriente y orgullosa de creer despertar esos instintos en mí.
− ¡Mucho, quiero follarte!
Me coloco sobre ella y parece que ya me da pie a continuar con mis avances, permitiendo que retire su braguita y dejando que mi glande acaricie sus labios vaginales para comenzar a penetrarla a continuación, lentamente, con los ojos cerrados pensando que es el coño de mi sobrina el que está siendo follado. Mi esposa apenas gime en cada embestida y yo en cambio estoy cada vez más desbocado, follándomela con fuerza sintiendo la juventud de Andrea bajo mi cuerpo, quiero pensar que es ella la que está debajo y no mi mujer. Veo su linda cara, sus labios, su sonrisa, su cuerpo en mis pensamientos y no puedo contener por más tiempo el orgasmo, hasta que por fin me corro, dentro de ella, resoplando agitadamente tras esas embestidas frenéticas que le he atizado. Es Andrea, es Andrea… pienso cerrando mis ojos.
− Cariño, sí que estabas caliente – me dice mi esposa sorprendida por ese ímpetu y esa fogosidad con la que me he empleado y habiéndome corrido tan pronto..
− Claro, mi amor, sabes que me pones caliente – disimulo.
− Hace tiempo que no te veía así.
Aquello parece convencerla, pero lo que mi esposa no puede imaginar es que me la he follado pensando en mi sobrina y creyendo que era ella la que estaba debajo de mí y que era su coño el que había albergado mi polla. Esto es una locura… lo sé, pero no puedo remediarlo.
CONTINUARÁ…
Juliaki