Probando algo nuevo

Un chico decide ver si tiene más suerte cambiando de rol sexual.

Tengo 30 años, soy delgado, lampiño, y con nula vida social, no era un tipo muy popular, y arias veces envidié la posición de las mujeres, que no tienen que ser competitivas ni rudas, sino más bien dulces y acogedoras.

Me aburría mucho y para salir de esto comencé a chatear mucho, y para probar algo distinto me puse nombres de mujer para ingresar al chat y dedicándome a calentar a los hombres y ayudándolos a masturbarse por la red. Los calentaba tanto que me mostraban sus penes por cam, lo que no me molestaba para nada, y hasta me hacía gracia verlos eyacular gracias a mis palabras.

Para dar un paso adelante, instale una cámara web, me conseguí ropa de mujer y empecé a frecuentar paginas de travestís, mostrándome por cam y excitando a los tipos con mis poses.

Varios de ellos me proponían citas, a las que decía que no, ya que no es lo mismo verlos masturbarse por internet a tenerlos frente de mí con ganas de culiarme, pero por otro lado esas citas mejorarían mi vida social y sexual, aunque fuera de un modo distinto al que yo quería como hombre.

Pero de todos modos pensé que debía probar y acepté la invitación de un tipo con la condición de que no pasara nada, solo conocernos y pensando que sería más facil de controlar acepte citarme con Luciano, un chico de 19 años. Con el que frecuentemente me contactaba.

Lo cite en mi depto. para jugar de local, y vestido de hombre, a pesar de lo cual me saludo de beso en la mejilla y me tomo fuerte de la cintura, muy seguro de si mismo. Venía con bastante licor un su mochila, abrió una botella de vodka, me ofreció un trago, junto con regalarme una rosa y chocolates, parece que el chico sabía lo que hacía.

Lo dejé sentado en el sofá y fui a mi habitación a cambiarme, entre a la pieza y deje la rosa y los chocolates en la cama, y pensaba que de hombre nunca tuvieron un detalle tan lindo conmigo, por lo que creí que debía retribuirle tratando de verme lo más linda posible para él.

Me puse medias con portaligas, corset, todo en color negro, tanguita pequeña, faldita escocesa y zapatos taco aguja de color rojo, una peluca rubia completaban mi atuendo.

Me miré al espejo antes de salir, el corazón me latía a mil y no lograba ver si me veía bonita o ridícula, junte valor y salí de mi habitación, caminando muy femenina, poniendo un pie delante del otro, y contoneando un poco las caderas.

Luciano no había perdido el tiempo, puso música y la luz más tenue. Apenas me vio se quedó con la boca abierta, se deshizo en elogios a mi belleza y trató de abrazarme, lo detuve recordándole que esta cita solo era para conocernos.

Yo había preparado una pastas, así que le pedí que pusiera la mesa para cenar, lo hizo, se sentó y le serví la comida, sintiéndome casi como una esposa atendiendo a su marido.

Mientras comía me hablaba de su vida, que trabajaba, que era mecánico, y aprovechaba de tomarme la mano, atrapar mis piernas entre la suyas, poner una mano sobre mis muslos y acariciarlos, en fin, se notaba que ni iba a ser fácil sujetarlo.

Se levantó de la mesa, me llevó hasta el sofá y comenzó su ataque rodeándome la cintura, obligándome con su fuerza a sentarme en sus piernas, con lo que pude sentir se miembro duro y erecto, sus manos rápidamente tomaron el control de la situación y podía sentirlas por todas partes, subiéndome la faldita, acariciando mi culito, alo que respondí sacando su pene del pantalón y masturbándolo, mientras me comía el cuello, su lengua se metía en mi boca, hasta que me sostuvo en sus brazos y me condujo a la cama.

Allí le baje el pantalón y me lleve su verga a la boca comenzando a comerla mientras mis manos recorrían sus nalgas. Me quitó la tanguita y sus dedos en mi ano prepararon lo que seria la embestida final entre mis nalgas. Tirados en la cama se colocó detrás de mí y levantando una de mis piernas dejo a su merced mi hoyito, y sentía la punta de su miembro presionando la entrada hasta que logro metermela, la sentía como un pedazo de fierro caliente dentro de mi, abriéndose paso en mi conducto anal. Me encontraba totalmente entregada a mi chico, pensando que un tipo que era casi un niño me estaba convirtiendo en su mujer, me dolía pero no me importaba, queria que mi niño lo pasara bien conmigo, y que tuviera ganas de volver a tomarme. Así se derramo dentro de mi, y se quedó apegado a mi espalda descansando y diciéndome cosas dulces, que me hacían desear darle todo el placer posible. Tres horas después se marchó y nos prometimos vernos de nuevo.

Yessenia.