Probador caliente. Yumina. Tercera parte. Fin.
Yumina tras probar un lento mete y saca por atrás, prueba ahora el verdadero placer de que la follen en el parking, oculta por las puertas de dos vehículos, mientras su macho alfa le rompe su culo y su cornudo le hace tragar por su boca, pero ¿quién disfruta más, el corneador, el cornudo o Yumina?
Nota de autor:
Esta es la última parte de esta historia real en la que Yumina experimenta otra de sus fantasías sin saberlo por el autor, la de tener un encuentro en un lugar público aparte del probador de ropa.
Comencemos el último trayecto:
Yumina noto como le ardía su culo tras sacarse mi polla, y así me lo dijo, aunque con una cara de felicidad y con un tono de voz muy cachonda perdida, tanta era la excitación que tenía dentro de sí, que me indico mientras buscaba un pañuelo de celulosa dentro de su bolso para poderse limpiar un poco:
— Me ha gustado mucho aunque no sé si es normal que sienta por dentro de mi culo este quemazón, pero supongo que tú si sabrás porque es esta sensación.— No paraba de besarme mientras ponía su mano con el pañuelo por todo su ano, para ir limpiando todo lo que salía, ya que incluso quiso tocar con su otra mano mi polla pero yo ya estaba también limpiando los restos de parte de su interior, y veía que ella tenía como un imán en su mano porque no podía parar de tocarme y notar que seguía estando algo más dura de lo normal, por eso siguió indicándome.— Pero quiero que sepas que no me duele nada mi culo, la verdad es que siempre había oído que el follar por atrás suele doler, pero contigo no he sentido ni siento nada de dolor, es más, incluso tengo ganas de que me vuelvas a follar.— siguió comentándome con cara de vicio, con deseo de que no paráramos de follar, casi me suplico que la follara, solo que no era el momento, ya que aunque uno se limpie bien su herramienta, siempre queda algún resto y eso puede infectar su vagina.— Que te parece si salimos y le cuento todo a mi cornudo de lo que hemos hecho aquí y nos metemos los tres para que él vea como me la metes por el culo?
A ver, si es cierto que era tentador el volver a follarle el culo a Yumina, pero también hay que pensar que no es bueno estar casi más de media hora metidos en un habitáculo de una tienda de ropa, sin hacer que piensen mal las dependientas de dicho local, por eso, le indique que mejor era salir para que ella le contará todo lo que habíamos hecho, mientras yo entretenía a una de las encargadas y así incluso ver si le había molestado el que estuviéramos tanto tiempo en el probador, ya que nunca se sabe cómo va a reaccionar la gente y mejor limar posibles asperezas. Por eso, en cuanto yo estuve vestido, me salí primero del probador, viendo la cara de alucine del cornudo, que estaba como mirando unas prendas para su esposa. Me acerque a él y le comenté que su esposa ya había dejado de ser virgen, cosa que para él le supuso poner una cara de sorpresa mezclada con una excitación, tanto fue así que note como le temblaban las manos y entonces le dije que en breve saldría su zorra esposa del probador, para que le contará todo.
Efectivamente, Yumina salió al instante, recolocándose su melena y llevando algunas de las prendas que había seleccionado para probárselas, solo que no uso ninguna, por lo que haciendo el papel de que no le gustaban, las dejo en las perchas de donde las había escogido. Su cornudo se acercó a ella casi temblando, pero estuvo con su esposa, charlando muy pegados, y supuse que era el momento de que yo fuera a ver como se habían tomado las dependientas eso de estar tanto rato, por lo que me fui directamente a la encargada de tienda más madura, una chica de unos treinta años, la verdad es que era muy simpática pero no era tonta, sabía que habíamos hecho algo dentro. Por eso, mientras Yumina y su marido escogían otras prendas y seguían charlando, bueno, más bien ella le contaba con todo detalle y con algunos gestos, pero en voz baja a su marido, todo lo que habíamos hecho y supongo que siguió contándole que estaba mucho más excitada que antes de entrar, por lo que incluso el cornudo la besaba y acariciaba su brazo, en sinónimo de que estaba orgulloso de su zorra esposa.
Mientras yo me puse a charlar con la encargada que la llamaré Cristina, en donde me pude fijar que, aunque me sonreía, quiso decirme claramente que no sabía lo que había pasado, pero que no se suele tardar tanto tiempo en probarse las prendas que la mujer que se había metido conmigo en el probador, lo hubiera hecho, y que, si no le molestaba, pues que nos fuéramos de la tienda. Es cierto que tenía razón dicha encargada que era morena, con un uniforme en consonancia con el resto de sus empleadas, de color todo negro, para no marcar mucho y sobre todo para que la gente supiera quien es clientela y quien personal de la tienda. Pero yo en ese momento incluso me sentía mal, porque no es cuestión de dar esa impresión, por lo que mientras Yumina seguía charlando con su marido, un cornudo que estaba incluso intentando rozarse con su esposa, de la excitación tan grande que le estaba produciendo oír todo lo que su mujer le estaba relatando, pues yo quise al menos no llevarme un mal sabor de boca de la tienda, porque podría haber pasado olímpicamente de la encargada, y que nos fuéramos de la tienda incluso sin hacer gasto de nada, pero nunca es bueno comportarse así en la vida, porque no sabes cómo te pueden devolver las cosas a lo largo de nuestra vida, así que, me puse a charlar con ella, intentando que se suavizará un poco la cosa, pero en vez de negarse ella a cualquier excusa que yo le diera, pues acepto una invitación mía a comer cualquier día que ella quisiera, sin más motivo que el placer de una comida y relajada, aparte también es que le dije que le daría durante un mes, masajes en su cuerpo, sobre todo, en las piernas y espalda, ya que tantas horas de pie en una tienda siempre tiene que cargar mucho. Supongo que la invitación a comer como que le daba igual, pero la acepto, pero sé que eso de tener un bono de treinta sesiones de masajes para descargar los músculos, incluso yendo a su domicilio sin gasto alguno para ella, pues fue el motivo de que aceptará. También lo fue el que le dije a Yumina y a su cornudo que hicieran el gasto de comprar algunas prendas, y claro que lo hicieron, por lo que con Cristina ya tenía medio convencida para volver a disculparme. Aunque debo de decir, que descubrir esa tienda con esos probadores de ropa, fue lo mejor que he hecho en mucho tiempo, porque no es fácil encontrar estos habitáculos hoy en día.
Por eso, en cuanto acabamos de salir de la tienda, una vez acabada toda cita, toda disculpa incluso por Yumina hacia Cristina, y toda compra que pago el cornudo con una cara de felicidad, pues hizo que me entrarán ganas de rematar la jugada sexual, por lo que mientras íbamos tranquilamente hacia el parking en donde teníamos los coches, le dije al cornudo:
— ¿Qué te parece si tu zorra esposa, te hace una mamada en tu coche, mientras yo me la follo por detrás y ves como ella vuelve a ser enculada pero esta vez más rápido para que así le llenes la boca y ella se trague eso que tienes a punto de estallar dentro de ti?— Indico que en este momento fui bastante cabrón, porque sabía que él necesitaba si o si, descargar toda el morbo que llevaba dentro, además sabía que deseaba ver como su esposa se tragaba mi rabo por su culo, y sobre todo, sabía que quería ver como su culo aceptaba de nuevo mi polla, por lo que siendo sincero, se lo dije para calentarlo como un horno y que no pudiera negarse a ver dicho espectáculo.
Por eso, en cuanto llegamos a nuestros coches, al estar juntos, me metí en el mío, lo puse en funcionamiento y lo gire para el lado contrario, es decir, que pudiera tener con las puertas de los dos coches, como un sitio cubierto de miradas ajenas, y cuando acabe de hacer la maniobra, fue cuando llegue a Yumina y le dije:
— Ahora, con las puertas abiertas de los asientos de piloto, vamos a tener como un espacio protegido para hacer lo que quiero hacerte, y es que mientras a tu marido, sentado en el asiento, le haces una gran mamada, yo te voy a volver a follar tu culo, pero esta vez tu cornudo podrá mirar y notar lo puta que eres cuando te folle tu culo. Y como sé que aún tienes algo de gel dentro, pues no vamos a meterte nada, solo mi polla y tú vas a gozar de verdad. — En este caso, reconozco que tenía unas ganas tremendas de romperle el culo, tanto que incluso Yumina me metió la lengua en mi boca y no paraba de meter su mano dentro de mi pantalón, para notar que ya estaba otra vez duro y con ganas de penetrarla.
Así que, Yumina bajo la cremallera del pantalón de su cornudo, y saco lo que tenía casi duro como una piedra, se la metió en su boca y tardo poco en vaciarse el pobre dentro de ella, por lo que en cuanto acabo de tragarse todo, se incorporó ella y sonriendo me dijo que ya había acabado y podría follarla el tiempo que quisiera. Indique al cornudo que se acercara al culo de su puta esposa y que me ayudará agarrando y separando los cachetes, para que viera como ella solita se tragaba lo que antes se había metido en su culo, pero ahora fue ella, que tras notar mi capullo en la entrada de su agujero oscuro y notando que su cornudo le abría las nalgas, pues fue cuando se echó para atrás del todo, con lo que de su boca salió un gemido casi jadeo, pero sin llegar a ser un grito, de lo rápido que se lo trago.
El cornudo estaba que no cabía en sí, emocionado, con su polla al aire que volvía a crecer, lo poco que le creció y viendo con sus propios ojos como el culo de su hotwife se tragaba literalmente toda mi polla, pero toda, no dejo ni que se viera un poco, fue un golpe tan rápido y fuerte, que cuando quiso comprobar si había entrado toda, se percató de que efectivamente, tenía una esposa que tragaba un rabo por su culo. Entonces le hice el gesto de que soltará ya el culo de su mujer, para así yo poderme agarrar a sus caderas, y como antes se lo había hecho lento, por la delicadeza de que la primera entrada tiene que ser lenta y suave, pues ahora tenía ganas de ser lo contrario, es decir, rudo, brutal, por eso, en cuanto empecé a follarle como si le estuviera follando su coño, ella, Yumina no paraba de jadear, tanto era el volumen de sus jadeos, que le dije al cornudo que le metiera de nuevo en su boca, para así apagar un poco los sonidos que salían de la boca de ella, y lo hizo, se la metió entera, creo que incluso le atraganto por lo rápido y directo que fue al meterlo todo, hasta que la nariz toco el bello púbico del cornudo.
Ella solo se movió con mis embestidas en su culo, es decir, le hacia la mamada a su marido con el movimiento de su cuerpo mientras le daba yo bien rápido y duramente en su culo, total, seguía teniendo lubricante dentro, y por eso se lo hice algo más rápido, aunque la verdad es que tenía ganas de romperle el culo de verdad, que me gusto desde el primer momento.
Cuando el marido cornudo estaba a punto de volver a correrse dentro de ella (haciendo que le durará más su orgasmo) y ver que yo tardaba en llenarle de nuevo el culo a su guarra esposa, se la saco para no acabar dentro de ella, y se vino hacia donde yo estaba para ver in situ como le destrozaba el culo a su esposa, cosa que solo de ir y venir, y de notar como el culo rebotaba contra mi cadera, pues el marido estaba en un trance de alegría, de estupor, de alucine, de sorpresa y todo con su polla erecta y con ganas de ver todo lo que le hacía, todo lo que ella sentía, vamos, ni en las mejores películas porno que hubiera visto en su vida, podría ver semejante espectáculo. Yo seguía bombeando rápido y fuerte el culo. Yumina seguía jadeando y pidiendo más y más, que no parará de destrozar su culo, mientras con una mano se estaba masturbando su clítoris que lo tenía completamente hinchado y mojado por los flujos vaginales que le salían y hacían que se humedeciera en todo el rato que estuve taladrando su culo.
Empecé a tener ganas de correrme, pero no quería hacerlo en su culo, sino más bien tenía ganas de metérselo dentro de su vagina, por eso, en cuanto estuve a punto, le dije al cornudo que le diera de mamar a su zorra esposa, que necesitaba ya una buena descarga de leche para alimentarse y entonces yo se la saque de un golpe de su culo, dejando bien abierto dicho orificio, se la metí de una estocada en su coño y seguí rápido y veloz dentro de ella, para así vaciarme dentro, con empujones que hacían que su garganta se tragará todo lo que su cornudo le estaba dando. Yumina empezó también a correrse, y así acabamos casi agotados por la follada entre los dos coches. Me salí de ella y me senté en el asiento de mi coche, viendo como ella seguía tragando lo que su marido le estaba dando, hasta que se la dejo bien limpia. El cornudo también se sentó en su asiento, alucinando de como su esposa lo había exprimido, de como ella se había tragado por su culo y coño una buena polla, y lo más importante, viendo como su guarra esposa tenía una cara de felicidad mientras se relamía sus labios, mientras veía como se tocaba su coño notando como salía también mi leche, que la recogía con sus dedos y se la llevaba a la boca, para así degustar la leche de sus dos hombres, el macho alfa que tenía detrás de ella, y de su cornudo marido que le había dejado una de las mejores corridas que le había dado en su vida.
Yumina casi sujetándose con los bordes de las puertas, me dijo:
— Eres un cabrón, me has destrozado mi culo, pero no me duele, es más, tengo ganas de que solo tú me lo folle, — y mirando a su marido le dijo, — y tú nunca me follaras mi culo, eso le pertenece el honor a ese hombre que has visto como me lo ha hecho, es para él en exclusiva, pero a ti, siempre me tragaré por mi boquita.
Con esta afirmación, Yumina estaba indicando a su marido cornudo las nuevas órdenes que iba a tener desde ahora, que solo se dejaría follar por él pero que su leche siempre estaría en su boca, y que su culo ya pertenecía a otro hombre, el que estaba recuperando el aliento y mirando el culo de su mujer, de esa hembra que había tenido la mejor experiencia de su vida, el saber que tenía a un marido feliz por ser cornudo, el tener a un hombre en condiciones que le había dado una de las mejores sesiones de folleteo de su vida, y encima tenía ya la experiencia de tener sexo en lugares públicos como un par de probadores de ropa y en el parking de un centro comercial en donde podrían verla, pero que supieron poner los coches para que no se viera mucho.
Yumina estaba feliz, tan feliz que me dio su número personal, y con el cual solo tendría contacto con ella. El marido solo sabría cuando nos veríamos, si ella quería decírselo. Es más, le dijo a su esposo:
— Y no busques a más tíos para que me follen por una larga temporada, porque por ahora estoy muy satisfecha de este macho que ahora mismo voy a sentarme encima de él, mientras tú ves lo puta que soy cuando me saben dar lo que necesito.
Efectivamente, se sentó encima mía, notando incluso yo como su coño aún expulsaba líquidos, pocos la verdad, pero no para de estar húmeda, mientras me empezaba a besar y meter su lengua en mi boca, que sabía a sexo, sabia a leche mezclada y sabia a la guarra que estaba siendo ella.
Por eso, en cuanto nos pudimos recuperar y vestir, nos despedimos y cada uno se fue para su casa, Yumina y su esposo en su coche, y yo en el mío, pero en el trayecto hacia mi casa recibí un mensaje que no leí hasta llegar a mi domicilio porque no me gusta tener distracciones cuando conduzco, pero que en cuanto aparque el coche, vi que era una foto de Yumina, sentada en el asiento del copiloto, con las piernas abiertas, con su falda recogida, sin su tanga y tocando sus labios, y el mensaje decía lo siguiente “mira a mi esposa, que ya es tu hotwife, como se toca deseando de nuevo tener sexo contigo, y que me ha dicho que te ponga la foto de su coño para que sepas que desea que la sigan follando, por eso me ha pedido que te la enviara”.
Bueno, no es que sea de piedra, pero sabía que había sacado a la zorra guarra que Yumina escondía dentro de su cuerpo y también sabía que aparte de estar agotada de tanta follada, su cuerpo le pediría más, o más bien su mente estaba tan caliente y con tantas ganas que en el trayecto a su casa, haría algo para demostrar a su marido que necesitaba más, pero hoy no era el día de seguir follándola, por eso le mande yo un mensaje a ella, diciendo lo siguiente “sé que vas a estar todo el día cachonda perdida, es más, te vas a masturbar unas cuantas veces e incluso le pedirás a tu marido que te coma el coño y te lo intente follar, pero recuerda que mi polla te ha dado mucho placer y eso tu cornudo no lo va a poder sustituir en unas cuantas semanas, así que disfruta de tu momento excitante, porque hasta que no pasen las navidades no voy a volver a quedar contigo para romperte y abrirte tu culo como buena puta y zorra que eres, eso sí, te dejo que folles con quien quieras, que te lo mereces por ser tan caliente y salida”.
Así me despedí de ella, aunque reconozco que en muchas noches ella me ha llamado y me ha enviado mensajes muy calientes, indicando que su culo me echa de menos, y que su coño y su boca no se satisfacen con lo que le hace su cornudo. Pero las navidades son época de descanso para muchos corneadores y uno de ellos soy yo, por eso, ahora escribo este relato real, para que sepan que estoy de vacaciones sexuales, aunque también tengo que contaros la historia con Cristina, esa encargada de tienda de ropa, pero eso será en otro relato.
Espero que les haya gustado y, sobre todo, que disfruten de lo que muchos gozamos en la realidad.