Probador caliente. Yumina. Primera parte.
Conocer a un matrimonio en donde la mujer le gusta que la vea su cornudo marido consentidor hace que uno se sienta más humano, pero si encima le gusta ponerse caliente en el probador de una tienda y luego que la usen hasta sacar la hotwife que tiene dentro. Corneador maduro con malagueña casada.
Contacte con un matrimonio hará unos días, bueno, semanas, por medio de un anuncio en una página de contactos (que no voy a decir el nombre, ya que no se regala la publicidad aún) y en mi anuncio ponía claramente “Deseo follarme a tu esposa y que tú lo veas o al menos escuches como goza ella de verdad y te dice que aprendas a darle sexo del bueno”, aunque reconozco que a veces es mejor ir directo al grano y no poner muchas flores para poder follar.
Es cierto que me contestaron muchas supuestas parejas, pero me quede con una que la verdad, me llamo la atención porque respondía la mujer, no el hombre como siempre ha pasado, sino que ella me mando el mensaje tal cual escribo ahora.
“He visto tu anuncio, ya que mi marido me lo ha enseñado. Tras ver otros varios anuncios en donde si decían aproximadamente lo mismo que tú, pero no tan directos, y quiero conocerte, porque mi marido se muere de ganas de verme follar con otro hombre, así que, dime si te interesa. Tengo cuarenta y un años y mi marido tiene diez más. Creo que eres lo que buscamos, pero mejor saber un poco más de ambos, ¿no?”.
Siempre he pensado que cuando una mujer casada busca otros hombres y el marido lo sabe es porque o el marido le gusta tener el rol de cornudo y disfruta viendo a su bella esposa gozar con otros, o porque el marido ya se ha cansado de meter en el mismo sitio, de tener que aguantar la calentura de su esposa y además de que no le apetece, por tanto, supuse que, en este caso, el marido ya tenía esa manía llamada “monotonía conyugal” y quería experimentar otras facetas.
Cierto es que vivimos algo alejados, por tanto, incluso es una ventaja para que no molesten personas allegadas o personas que vivan en la misma localidad.
Mande un mensaje al email que me mandaron con su respuesta, y aunque el marido quería que tuviéramos un contacto mucho más rápido, a través de una de las aplicaciones de mensajería o chat del móvil, yo le dije a la pareja que primero habría que ver si tendríamos un buen rollo y conexión antes de darnos los teléfonos, a lo que la mujer indico que también estaba de acuerdo con mi pensamiento, por eso, como se acercaban estas navidades pasadas del 2019 y 2020, pues creí oportuno ver como irían las cosas.
A ella la llamaré “Yumina” porque eligió ella su nombre, y a él, lógicamente “el cornudo” porque así es como le gusta que le llamen, y porque si le pongo otro diminutivo, digamos que no sería acorde a lo que desean ellos. Cierto es también que desean que esta historia sea contada como paso y como seguirá pasando, por eso, vamos con la primera parte de una historia larga.
Como estábamos en esas fechas vísperas de la navidad, pues como toda persona tiene que empezar a pensar en comprar regalos para la familia y para uno mismo, por eso cuando recibí un mensaje de aquella pareja en donde el cornudo deseaba que nos encontráramos en algún sitio con público y ver cómo iba reaccionando su esposa, pues le comente que yo tendría que ir algún día a un centro comercial para mirar posibles regalos de navidad, a lo que ambos me contestaron que estaría bien quedar y así vernos, y con la excusa de ir a comprar cosas, pues veríamos que podría pasar, por eso, quedamos un día de diario, es cuando hay menos gente y se puede disfrutar más de las compras.
Así que llego el día, y les dije en que parte del centro comercial estaría más tiempo, porque cuando vas a comprar ropa sobre todo para uno que suscribe la historia, pues me pasa que no siempre encuentro ropa de mi talla o a mí gusto, por eso les indique como era, y sobre qué hora estaría en una de las tiendas que más suelo ir, por tanto, así tendrían una pista de cuando vernos. También indico que nos mandamos fotos (vestidos) pero sin el rostro, porque no hay que sorprender a la primera de cambio. Estuve como una hora mirando ropa, si, una hora, que parece mucho o poco tiempo, pero cuando miras, ves, te pruebas y vuelves a escoger más ropa, las horas se pasan volando, menos mal que me fui para después de la hora de comer, por tanto, la tarde la tenía digamos que bien ocupada.
De repente, cuando salí del probador en donde me estaba probando unos pantalones, pude ver a Yumina como estaba mirando algunas prendas, pero al cornudo no lo vi y pensé que estaría fuera de la tienda, como buen cornudo, ojeando el horizonte por si me veía. Me acerqué por detrás de ella y le dije:
— Estás más buena en persona que en fotografía, — mientras ella se giraba y me veía, — y ahora dime donde está tu cornudo marido, que no le he visto en la tienda. — Mientras le pasaba mi brazo por su costado y le daba un buen beso en sus labios, a lo que ella respondió metiendo su lengua directamente en mi boca, y con ansia.
Pero tras acabar de besarnos, se separó de mí y me dijo:
— Le he mandado que vaya al coche a por su móvil, que me lo he dejado a propósito y así tenía la excusa de poder verte en tu tienda, o en la que nos dijiste que estarías. — Mientras se pegaba a mi cuerpo, indicando que no le apetecía que separarse de mí. La verdad es que a veces las mujeres hacen cosas que no se esperan sus maridos, pero hizo algo que me excito mucho, y es mandarlo a otro sitio y así no vería lo que pasaría en breve.
Me pregunto si estaba ocupado y le indique que realmente me estaba probando unos pantalones y que acabaría pronto, pero ella me indico que deseaba verme probando algunos de los que yo ya había descartado, porque la opinión de una mujer siempre es mejor que la de uno mismo, o eso quiso darme a entender, pero vamos, que no necesito que me aconsejen, aunque pensé en que si se venía conmigo al probador, podríamos incluso intimar más y estando más reservados de la posible gente que estaba también comprando en la tienda, por lo que la invite a que fuera delante mía hacia la zona de los probadores en dicho establecimiento. Lo hice realmente para poder ver el cuerpo que tiene por la parte de atrás que, aunque iba con una falda de vuelo larga, hasta casi los tobillos, deseaba ver como esa mujer casada me ofrecía ver su silueta, y la verdad es que incluso tuve una buena erección viendo como realmente andaba, por lo que en cuanto entro en el habitáculo, cerré la cortina tras pasar yo y aunque era algo estrecho el lugar, pudimos estar los dos cómodamente.
Tras cerrar la cortina y sabiendo incluso que se podría ver algo por las esquinas, no me corte ni un pelo y volví a abalanzarme sobre ella, pegando su espalda contra la pared y buscando su boca con mi boca, nos fundimos de nuevo en un largo beso haciendo que nuestras lenguas jugaran al molinillo acelerado, mientras mis manos iban una directamente a subir su falda y la otra a meterse dentro de su ropa interior, que por cierto, me encanta el encaje y ella sin saberlo, me puso incluso más cachondo perdido, cuando note que entre su culotte de encaje y su coño ya había un calor y una humedad que no sabía cómo responder, por eso, ni me paré a tocar nada, aparte un poco la tela hacia un lado y metí mis dos dedos entre sus labios, para así hacerle una hermosa paja dedil, hasta que ella empezó a gemir mientras nuestras bocas se devoraban.
En este momento yo ya tenía la polla que me estallaba dentro de mi bóxer y de mi pantalón, por lo que sin esperar más, me baje la bragueta, desabroche el botón del pantalón y acto seguido saque mi dura polla para restregarla contra sus labios, mojados, hinchados y ardientes, a lo que ella incluso separo aún más sus piernas, subiendo una de ellas encima del taburete en donde tenía alguno de los pantalones que me había probado, para facilitar el que yo siguiera con lo que estaba haciendo, pero no quise aún meterle nada, simplemente que gozara de la situación, por lo que mientras ella no paraba de agarrarme el culo con sus manos, yo restregaba mi capullo por sus labios e incluso su botón, erizado y más que hinchado.
Sabía que ella quería ya que la follara, pero también deseaba que el cornudo al menos lo viera, por lo que me separe de su boca, mirando a sus ojos, con una sonrisa picarona y diablesca, mientras ella no paraba de jadear casi sin sonido, y de tocarse las tetas, por encima de su jersey, porque parece ser que estaba algo cachonda y caliente, por la situación, por el morbo de que nos pillará alguien haciendo lo que estábamos haciendo, o simplemente porque ya estaba cachonda nada más vernos. Fuera lo que fuera ella me pidió que la follará salvajemente, pero es que yo no hago caso de lo que una mujer casada en esa circunstancia me pueda decir, prefiero seguir disfrutando de su cuerpo, del deseo que tiene y de ver hasta dónde puede aguantar sin suplicar que la destroce el coño a base de pollazos, pero también es verdad que estar tan cerca de su cueva, que estaba muy lubricada y que incluso me hubiera dado mucho placer meterle todo de un solo empujón, me hizo pensar un poco mientras seguía subiendo y bajando mi polla por entre sus labios, mientras ella no paraba de tocarse sus pechos por encima de su sujetador y jersey, y de morderse el labio inferior mientras me veía y notaba, a la vez que sentía lo que le estaba haciendo, para así notar como en aquel instante le hubiera dado igual que le hiciera, pero no le hice nada más que eso.
Cuando Yumina se acercó a mi oído y me susurro con jadeos que la follara ya, sabía que, si seguía jugando con su coño, podría incluso hacer que ella tuviera un orgasmo solo con ese movimiento, por lo que uno que es un cabrón a veces, hice eso. Le hice una hermosa paja solo con mi capullo frotando su clítoris, sin entrar dentro de ella, y subiendo y bajando con mi mano apoyada en mi tronco, para incluso apretar más contra ella. No aguanto mucho, la verdad, sé que esa tortura si se sabe hacer es casi como cuando ellas se rocían con el chorro de agua de la alcachofa en la ducha, y visto como reacciono su cuerpo vibrando e intentando agarrarse a mí porque del interior de su vagina estaban explotando sus ovarios en un orgasmo intenso, pues seguí siendo lo que ella estaba en ese momento buscando, un cabrón que, sin penetrarla, la hiciera que se corriera. Y vaya si lo hizo.
Espere a que ella dejará de jadear y vibrar y entonces le hice un gesto con mi mano libre y mi boca, de que me hiciera una mamada, pero en ese momento sonó su móvil, en donde el cornudo le estaba haciendo una llamada, supongo que para ver donde estaba, porque no la veía dentro de la tienda, a lo que ella respondió que estaba a punto de hacerme una gran mamada en uno de los probadores y que si deseaba ver como se la hacía, solo tendría que asomarse un poco al que estaba con la cortina sin cerrar por los lados. Dejo encendido el móvil, notando como el cornudo estaba escuchando, y sin poder tocarse, porque él no estaba digamos que en un sitio en donde nadie le viera de hacerse una paja, pude ver por una de las esquinas como llegaba él y de reojo miraba lo que la cortina le dejaba ver, que era claramente, a su esposa, agachada casi de rodillas, y metiéndose mi polla en toda su boca, que, aunque no la tenía del todo dura, digamos que le costó un poco tragarse toda.
El espectáculo era digno de una película de los “Awards” o dicho de otra forma más conocida, “los premios del cine porno estilo los Oscars del cine convencional”. Por un lado, un hombre que estaba mirando de reojo para que nadie de la tienda o de personas que estuvieran comprando le pudieran decir algo, al estar mirando fijamente sobre lo que pasaba dentro de un probador. Por otro lado, la esposa casi arrodillada, metiéndose una polla dentro de su boca, que antes había estado masturbando su clítoris y había conseguido que tuviera su primer orgasmo. Por otro lado, yo disfrutando de una maravillosa mamada hecha por una mujer casada, con su marido fuera, que le daba igual si había llegado a verla o no, pero no que se cansaba de tragar, de mamar, de chupar, de lamer y de hacer una follada de boca ella sola. Hasta que noté que Yumina volvía a tocarse, pero esta vez por dentro de su falda, supuse que literalmente estaba frotando de nuevo su botón sexual, para así estimularse más, pero luego me conto que mientras me hacia la mamada se estaba metiendo tres dedos dentro de su coño, para al menos notar y sentir como la iba a follar en grosor, porque lo que ella tenía en su boca deseaba tenerlo dentro de su coño.
Estuve al menos como una media hora sacando brillo a mi sable con su boca, y lógicamente yo deseaba más de ella, pero no era cuestión de levantarla, ponerla contra la pared, de espaldas a mí, levantar su falda tapando toda su espalda, bajarle el culotte de encaje hasta sus rodillas y destrozar su coño a base de una follada casi silenciosa, porque sé que cuando follo a alguna amiga así, no se puede evitar el sonido que hace mi cadera contra sus muslos y culo, no puedo evitar el sonido que hace un coño muy mojado mientras mi herramienta la revienta por dentro, y no puedo evitar que esa mujer jadee, gima o tenga una respiración algo escandalosa mientras yo intento no jadear cada vez que la penetro. Por tanto, era hora de volver a ser un caballero con una dama que me estaba haciendo que sintiera ganas de sacar a la zorra que llevaba dentro, pero era mejor hacerlo en otro lugar, por lo que le saque mi polla totalmente brillante por su saliva de su boca. Ayude a que ella se levantará. Le saque la mano de debajo de su falda, por cierto, ya tenía algo de jugos de su orgasmo anterior, por lo que me los lleve sus dedos a mi boca y me trague su liquido blanquecino, mientras ella no paraba de relamerse e intentar buscar con su otra mano mi polla, para tenerla bien agarrada, y que no me escapará de ella. Pero también notaba como en el otro lado de la cortina, alguien se intentaba tocar su paquete por la escena que estaba viendo de su esposa con un hombre alto y que la había pillado haciendo una de las mejores mamadas que había visto y sentido en su vida. Era hora se salir de aquel probador. De pagar las prendas que me iba a llevar. De ver como ella se recomponía y hablaba con su cornudo marido, para indicarle todo lo que habíamos hecho antes de que llegará él, así incluso podría ver la cara de salido perdido y de excitado del cornudo, mientras su mujer le contaba todo al oído. También podría ver como ella incluso le pediría que nos viera follar en algún sitio, o incluso de irnos en su coche como así me dijeron, a algún sitio en donde estuviéramos mejor y acordes para poder echar ese polvo que ella ya necesitaba.
Por eso, en cuanto salimos de la tienda, se acercó Yumina a mí y me dijo que nos podríamos ir a otro sitio, para acabar lo que habíamos empezado en el probador, que necesitaba sentir mi polla dentro de ella, y que, además, su cornudo lo viera o al menos lo oyera, porque también deseaba que él estuviera contento de lo zorra que es su esposa, con un hombre que, aunque lo conocía de unas cuantas semanas charlando, era la primera vez que lo tenía en directo. Yo acepte, pero les dije que primero podríamos dejar lo que había comprado, en el maletero de mi coche, y que los seguiría a donde dijeran, para así, con los dos coches, incluso tener mejor zona oculta de miradas indiscretas o que no eran bien recibidas para lo que íbamos a hacer a continuación. Por eso, cuando íbamos para el parking, al llegar a mi coche, le dije a Yumina que se acercará a mi maletero. Levante su falda un poco y con mis dos manos le quite su culotte, totalmente empapado de sus jugos, y le dije que se lo metiera en la boca de su cornudo. Que no se lo sacará de la boca hasta que llegáramos a un sitio algo escondido de donde estábamos.
A Yumina, eso la puso incluso más caliente y salida, porque eso nunca lo había hecho, y menos darle a su marido, su culotte, empapado en sus jugos y orgasmo. Oliendo a sexo. Y que encima condujera él para buscar un lugar alejado de las miradas del público que no había sido invitado a ver dicha película real. Además, ella iría tocándose, porque digamos que cuando a una mujer la pones tan caliente, es tontería que no se toque, sobre todo cuando ella antes se había metido tres dedos en su coño para estimularse y dilatar un poco, y sabiendo que yo iría detrás de ellos, con mi vehículo para ver a donde iríamos y así poder follarla como ella deseaba, con su marido presente aunque lo viera o no, pero sabiendo que la zorra de su esposa estaba abierta de piernas mientras otro hombre la destrozaba y follaba como una buena puta que estaba siendo y deseaba serlo. Así que, conduje detrás de ellos y nos salimos de la carretera principal, por un camino en donde suelen ir los tractores para el campo, hasta llegar a un sitio en donde nadie nos podría ver, y entonces, cuando salió ella del coche, sabía que era el momento de torturar psicológicamente al cornudo, porque lo invite a que se metiera en la parte de atrás de su coche, y cerrando las puertas y ventanas, quitando de su poder, las llaves que ponen en contacto todo el funcionamiento eléctrico del coche, pudiera ver y si acaso oír a su esposa, pero no podría acercarse a nosotros, solo ver y oír.
Entonces, le quite la falda a Yumina, y dejando todas sus piernas y culo al aire, le azote un poco su culo, abriéndolo con mis manos, para que su cornudo viera lo que le hacía. Ella se dejaba hacer, pero me pedía que la follará ya, que me dejará de jugar y que se la metiera ya, que además hacia frio, y es verdad, en diciembre, en mitad del campo, a eso de las 4 de la tarde, hace frio, por tanto, sin apenas pensarlo, me bajé mis pantalones por el medio muslo, y aunque necesitaba que me hiciera una mamada para ponérmela dura de nuevo, lo que hice es volver a realizar el movimiento de mi capullo contra su clítoris. Pero ella no aguanto mucho, y notando que no la tenía del todo dura, se la metió directamente dentro de su coño, mientras se tumbaba en el capo del coche de su cornudo, mientras se subía su sujetador para así poder tocarse sus pezones, duros como diamantes y abriendo sus piernas todo lo que pudo, echo la cabeza hacia atrás, viendo la cara de su marido a través del cristal y cuando la empuje un par de veces dentro de su coño, yo ya la tenía dura, por eso, estuve casi una hora bombeando su coño, a veces duramente y así sus tetas se movían por mis empotramientos, y otras veces lentamente, para que incluso ella se tocará su clítoris.
Yumina creo que tuvo varios orgasmos, pero el mío tras una hora y media dando bombeos en su coño, necesitaba ya vaciar mis huevos, y se lo dije que si lo quería dentro o fuera. Ella pensó que al estar sin protección podría haber algún problema, pero le dije que luego le diera el regalo a su cornudo, y que le chupara todo lo que saliera de ella, por lo que me dijo que me corriera dentro de ella, que así tendría premio su cornudo, y no aguante mucho más, acelere mis embestidas hasta que me corrí dentro de ella, mientras su marido no paraba de mirar, de ver cómo le estaba follando un hombre, encima del capo de su coche, que no podía o no debía de salir de él, para ver realmente lo que estaba haciendo, porque el cornudo, no sabía que se la había metido sin condón, por tanto, cuando se la saque, ya flácida, Yumina cerro rápidamente sus piernas para que no saliera ni una gota de mi leche. Yo le hice un gesto al cornudo para que saliera de su vehículo, y cuando llego a donde estábamos, totalmente con su polla sacada y su mano llena de leche de su orgasmo, su esposa le dijo que le limpiara bien su coño y se tragará todo lo que saliera de él.
El cornudo nunca se había tragado el semen de nadie, y hoy estaba probando la mezcla de los orgasmos de su zorra esposa y el caldo de mi leche, todo mezclado y caliente, saliendo de ella, mientras ella no paraba de limpiarme con su boca mi polla, que estaba llena de parte de los orgasmos que había tenido mientras la follaba.
Así fue como Yumina tuvo nuestro primer encuentro, eso sí, volvimos a la tienda, unas horas más tarde, porque ella se quería probar un par de prendas y cómo iba sin su culotte, deseaba que yo estuviera dentro del probador, mientras su cornudo buscaba un sitio para cenar los tres, reservando una mesa y así poder seguir nuestro encuentro, pero eso será contado en la segunda parte de esta historia.