Prisioneros sexuales
Carolina, la guardia cárcel, conoce a un interno que desatará sus pasiones más profundas y atrevidas, convirtiéndose ella misma en prisionera de sus pasiones...
Buenas a todos, mi nombre es Carolina, tengo 28 años, soy media petisa (1,63m), tengo el pelo rubio enrulado hasta un poco más abajo de los hombros, labios carnosos, ojos verdes, soy media tetona pero más bien culona; siempre me la elogiaron todos aunque únicamente mi marido, Pedro, tuvo el privilegio de hacerme una vez un anal. Siempre fui de hablar sin rodeos, muy directa y sin vueltas a la hora de contar intimidades. Soy guardia cárcel en una comisaría y esa semana me tocaba hacer turno de noche hasta la mañana. Entré ese día y en la celda había un tipo enorme, de esos bien rústicos y medio desaliñado. Tenía una remera blanca descosida mangas cortas y un jean rotoso. Era medio calvo y barbudo con brazos bien fornidos. Al irse mi compañera me despide con un:
-Ese es “Roco”, Caro. Es medio zarpado no le hagas caso... lo vengo cuidando unos días. -estaba acostado y se notaba que era grandote porque le quedaban las piernas colgando de la cama estándar.
Ya más tarde cuando quedamos solos y a eso de las 21h me tocó pasarle el paquete de comida. Cuando se lo acerco, me habla:
-Gracias linda, -dice mirándome el escote de la camisita descaradamente- qué suerte que me viniste a cuidar vos y se fue la otra zorra...
-De nada, ¿porqué le decís así a Brenda? Es buena mina...
-Se ve que no la conocés bien, ayer me hizo bañar con agua helada para ver si se me encogía la verga, la muy puta...
-Ah, pero el agua caliente es un privilegio -le dije rápido jocosa, aunque me llamó la atención su comentario- ¿y porqué quería comprobar eso?
-Usted perdone, pero es que está loca con mi verga, me hace pajearme 4 o 5 veces todas las noches que ella se queda de guardia...
-¿Enserio? no me dijo nada de eso, ja, ja, qué atorranta... bueno, seguro igual que eso no te molestaba tanto...
-Si, me hacía ver porno de gays, la muy perra, apenas se me ponía morcillota con esa mierda... se ve que a ella le gusta...
Reí disimulada de mala.
-Bueno, yo te voy a dejar ver porno del que quieras si te portás bien...
-¿A usted le gusta mirar porno con su marido? -me devolvió rápido entrando en confianza.
-Sí, a veces miramos, pero a Pedro le calientan más las tetonas que las culonas como yo...
-¡Ja! cada cual con sus gustos, aunque usted parece que no se queda atrás ahí arriba... yo prefiero igual un buen culo carnoso de mina sucia. Me calientan las minas que son bien guarras -me dijo más confianzudo.
-Seguro te cogiste a varias... por eso estas acá...
-No, me cagó mi suegra, por eso estoy acá. La puta me denunció porque no quería cogérmela más y le contó a su marido que es juez. Por eso me cagaron y ahora me como este garrón.
-¿Te cogías a tu suegra? ¡Qué hijo de puta! -dije sorprendida, acomodándome en el escritorio.
-Una vez me agarró en pedo y cogimos de lo lindo, su hija estaba de viaje y yo estaba re caliente. Estaba muy buena la señora, se llevan 12 años con mi ex pareja. Y a partir de ahí siempre me amenazaba con que si no la cogía, se lo contaba todo al marido y a mi novia... y bueno, así lo hizo la conchuda.
-Sí escuché casos así... eso te pasa por pija dulce jajaja
-Y bueno, es que les encanta cuando ven una buena verga como la mía, no están acostumbradas, jajaja
-Ah ya... todos dicen lo mismo jaja -le contesté risueña, mientras me reclinaba en la silla del escritorio a espaldas de él.
-¿Usted alguna vez vió una de 21cm bien dura? -me dijo el muy puto. Yo me dí vuelta enseguida pensando en los 13cm de mi marido y mi novio anterior, que incluso tenía una más pequeña.
-En las películas porno sí, jaja ¿Vos tenes una así de grande? -le pregunté intrigada poniéndome media putita.
-Si no me hace ver porno entre hombres se la muestro -me dice el guacho y ya sentí mi concha mojarse mientras reímos. Estábamos entrando en confianza muy rápido con Roco. Algo diferente me atraía hacia él. La conversación se daba fluida, naturalmente.
-Jaja no, no te voy a hacer ver eso, quedate tranquilo. Me caes bien por ahora. Okey, cuando termines tu cena te puedo poner el canal condicionado para que al fin te pajees con lo que te gusta y ahí me la mostrás si querés... -le respondí cachonda sin pensar que era verdad. Así pasó y cuando puse la tele justo no andaba el cable, no había señal. -Hu, parece que no anda el cable...
-Bueno no importa, -me dice- cuénteme alguna historia suya media porno, que seguro tiene, así me la imagino y con eso ya me alcanza para ponerla dura y mostrárle...
Se manoseó el pantalón, recostado, y sacó de repente su terrible verga ancha y venosa semi erecta frente a mis ojos que no creían lo que veían. De inmediato se me humedeció toda la concha y me puse super hot. Era irresistible ese pedazo de carne y cómo se lo empezó a amasar haciendo aparecer una cabezota rosada cuando se estiraba el cuero hasta abajo. No sabía qué decirle...
-Uy Roco, jaja de verdad no me mentías con lo de tu pija... ¡es enorme! -me senté de nuevo en la silla pero me acerqué un poco a su celda. El muy puto se terminó de bajar los pantalones, no llevaba calzoncillos, quedando en el catre sólo con su remera puesta. Tenía un culo duro y re parado, el guacho, estaba para comérselo. No era muy musculado pero era fornido, más bien macizo. De inmediato se acomodó y me mostró bien todo su paquete. Sus bolas también eran enormes, solo un poco más pequñas que mi puño cerrado y no eran muy peludas, tenía pelos en el pubis más que nada. Se pajeaba mirándome con una mano y con la otra se acariciaba esas pelototas.
-¿Alguna vez hizo alguna cosa bien zarpada, Carolina? Cuénteme... -me dijo risueño. Yo estaba como hipnotizada con ese pedazo viendo como se lo meneaba.
-Mmm no tanto, mi marido es medio clásico para esas cosas... lo máximo fue un anal con él un día y bueno, algunas fotos hots a veces o videitos, pero los borro enseguida jaja...
-¿Y se los mostraba a él o se los pasaba a alguien más?-Puede que a alguien más jajaja -le confesé nerviosa riendo, recordando algunas de mis travesuras. Su pija se puso más firme.
-Ya me imaginaba jaja usted es bastante brava se me hace... qué lástima las borró... le hubiera pedido que me las muestre si no le molestaba.
En ese momento no pude con mi genio y me dejé llevar por ese cosquilleo que estaba haciendo agua mi ropa interior. Se me ocurrió juguetear un poco con él y moría de ganas por ver ese palo enorme bien erecto cómo escupía todo su jugo.
-Sí, te imaginás que si me las encuentra mi marido me mata jaja a veces revisa mi celular. Y no, no me molestaba mostrártelas jaja -le dije ya sin mucho disimulo de mi calentura.
-¿Y si en vez de fotos me muestra un poco ese culo rico que tiene? ¿se animaría así me puedo pajear con algo que valga la pena realmente y puede ver bien mi pija dura cómo es?
Ese comentario terminó de encenderme y me puse en modo porno al instante. Estaba decidida a más que eso si me lo pedía, quería agarrar ese pedazo con mis propias manos y besarlo, lamerlo bien y tragármelo todo. Reí nerviosa mirándolo y sonriéndole.
-Sos un hijo de puta, Roco... me muero de curiosidad por ver tu pija bien dura jaja Bueno dale, voy a cerrar todo así no puede entrar nadie y te muestro bien mi culo sólo para vos -me levanté y preparé el lugar. Bajé un poco la luz y apagué el sector por las dudas aunque realmente era un lugar tranquilo, nunca había habido ningún inconveniente en esta delegación. Ya en la habitación de vuelta Roco había movido la cama más cerca de los barrotes y se había quitado la remera, estaba recostado en bolas manoseándose ese pedazo increíble.
-Ah te pusiste cómodo jaja... bueno putito, ¿querés ver bien esta colota?
-Hu si, me calienta mucho que me digas así, putarraca... bajate esa calza y mostráme esa cola... -dijo animándose también a más al escucharme hablarle así. Me recliné sobre la mesa de espaldas a él y fui bajando poco a poco mi calza parando bien la cola y exhibiéndole la tanguita rosa que tenía. Quedé solo con las botas puestas, la camisita y el cinto. Enseguida me habló excitado- ¡Ah, qué hermoso orto tenés, Caro! Se nota que te entrenás bien... qué delicia esa tanga metida en tu ojete... mirá como está mi pija ya por vos... ¿te gusta?
Me doy vuelta mirándolo sexy con mis ojitos verdes y veo su mástil erecto como un caballo que no lo podía creer. Era una pija inmensa que parecía de mucho más de 21cm...
-¡Uy puto, qué gigante tu pene, por dios!... ¡nunca vi nada así, debe ser más del doble de la de mi marido!...
-Esto no es un “pene” es una pija de un hombre de verdad, putita -me dijo exhibiéndomela bien mientras se paraba y quedaba firme hacia arriba no sé como. Le pasaba el ombligo casi 5cm o un poco más-, mirá como tenés toda mojada esa conchita.. no das más vos también de caliente, pajeate si querés...
Caí en la cuenta que me veía de frente y por mis piernas chorreaban mis flujos. No lo dudé y me senté en la mesa abriéndome mientras llevaba una mano a mi vagina caliente y hecha sopa, sin apartar la mirada de esa cosa inmensa.
-Me pusiste demasiado hot, putongo... estoy a mil con tu pijota... de verdad nunca vi nada así -le confesé jadeando, sintiendo una revolución en mi interior-, me vuelve loca...
-A ver, correte esa tanguita y mostrame esa conchita puta acabadita que tenés -me dice agarrándose duro la vergota y haciendo que se hinchen sus venas... Era un hijo de puta zarpadísimo, parecía un actor porno, estaba despertando mis pasiones y fantasías prohibidas más profundas y salvajes.
-¿Así? -dije bien sexy mostrándole mi vagina semi depilada. Yo también soy de llevar el pubis algo peludito. Y juguetee un poco con mi clítoris y me pasé el dedo índice sobre los labios empapados -¿ves bien? Estoy toda mojada, mirá... -corrí más la tanga y con la otra mano me abrí la concha, dándole un buen panorama. Se estaba yendo todo al carajo pero era riquísimo el juego erótico este. El guacho se acercó a la reja y dejó que su vergota pasara entre los barrotes.
-Poneme en la pija tu tanguita que quiero oler cómo te acabaste mirándome... -me desafió el zarpado. Me la quité enseguida y me acerqué hasta él, obedeciéndolo.
-Sos bien zarpadito, puto, ¿eh? Te gusta bien chanchito... -le dije ya súper en confianza colgándole mi tanga y rozándole un poco con los dedos adrede, como una caricia, su verga. Era impresionante, como todo mi antebrazo de largo pero ancho y venoso. Se llevó mi prenda a la nariz y aspiró extasiado, después se la metió en la boca, que pensé se la comía, pero estaba saboreando mis jugos, el muy bestia.
-Qué delicia de olor a concha tenés, Carolina... vas a hacer que me acabe sólo con ésto... -dijo enseñándome unas gotas de semen que le salían de la punta de la pija.
-Uy corazón... ¿te calienta eso? A mí también me excitan los olores íntimos, pero a mi marido siempre le dio asco... -le conté, hundiendo mis dedos mientras me pajeaba mirándolo fijo. Era verdad, a Pedro le parecía asqueroso jugar con nuestros olores pero a mi me re calentaba.
-Trae esa mano que quiero chuparla toda -me dijo, y casi tuve un orgasmo mientras me mordía los labios, excitadísima. Me quité el cinto y me acerqué extendiendo la mano empapada. Roco tomó mi brazo fuerte con su manota, muy masculino, y me olió bien los dedos para luego meterse toda mi manito a la boca caliente lengueteándomela. Tenía su vergota a centímetros de mi cuerpo, era aberrante su tamaño -Qué rico, putita... ahora metete un dedo en el culo que quiero sentirlo -siguió el guacho, y no me creía lo que oía, era un animal que me excitaba al extremo.
-Mmm... ¿querés sentir mi culito? ¡Qué chanchito sos! jaja... me encanta. Mi marido dice que tengo un culo muy grande y gordo, que debo perder peso...
-Debe ser un maricón jeje tenes un culo hecho para cogerlo. Quiero olerte bien ese ano traspirado que seguro tenés, amor -me dijo cariñoso. En ese momento sentí que ya era suya por completo. Me puse de espaldas a él, cerca de los barrotes y me abrí la cola con las dos manos levantándola bien para que aprecie todo en detalle. Sentí que sus manos aferraban mis nalgas y cómo se agachaba trayéndome hacia él, quedando de rodillas. Hundió su cara dentro de mi cola, pegando su nariz a mi ano sudado, mientras con sus labios apoyados en mi concha me daba como unos besitos. Morí de placer y me acabé al instante. Hurgaba olfateándome el culo con la cara restregándome su nariz, barba y boca de arriba a abajo sobre mi ano y conchita mientras jadeábamos juntos de placer.
-Ah corazón, estás riquísima... ¿me dejás lamerte bien todo? -preguntó como si hiciera falta. Puse mis manos sobre las de él en mi cadera y pegué mi culo bien levantado a la celda en puntitas de pié.
-Sí, amor, comeme toda... -asentí perdida en gozo y placer, disfrutando como nunca. De inmediato comenzó a introducir su lenguota ancha en mi culito, dándome un masaje delicioso y comencé a manosearme las tetas mientras me relajaba.
-¿Te gusta? -preguntó cachondo-, tenés un agujero delicioso... ahora te voy a comer esta concha jugosa que tenés...
-Siiii amor... por favor, saboreame bien -le supliqué suave desprendiéndome la camisita-. Me encanta ésto... ¡Dios, quiero más!
-Yo también -respondió mordiéndome un cachete y dandome besitos suaves en toda la cola. Con su dedo grueso anular me empezó a pajear metiéndomelo de a poco junto con su lengua que no paraba de lamerme el flujo que me chorreaba sin parar y su nariz hundida en mi ano aspiraba descaradamente bien cerdo.
-Ay puto, me estás cogiendo con tu dedote... parece el pito de mi esposo... no pares, voy a lechearte toda... -dije súper zarpada quedando en tetas y tirando la camisa y el corpiño al piso. Ya estábamos casi en pelotas los dos a excepto de mis botas. Sentí su dedo bien profundo que me taladraba rudo y después su lengua que me llenaba el agujero entero, comía mi concha fogosa que no paraba de acabar, tenía un orgasmo tras otro cada vez más intensos. Se fue parando lentamente detrás mío y sus manos recorrieron todo mi cuerpo hasta mis pechos, apretándolos firmes mientras pellizcaba mis pezones duros y comenzaba a besarme el cuello. Su vergota asomó entre mis piernas y quedé como sentada sobre ella. Parecía que yo ahora tenía un pene que incluso era más grande que el de Pedro. -Huy, putongo... ¡mirá tu pijota lo que es! -dije súper trola, mirando alucinada ese trozo pegado a mi concha que la abría de labios bañandosela con mis jugos.
-Cerrá las piernas y apretala -me ordenó y así lo hice. Era una sensación deliciosa, como si me hubiera crecido una brutal verga de repente. -Agarrala con tus manos y pajeala, amor... hacé como si fueras hombre y tuvieras este pedazo jaja -La intenté tomar con las dos manos pero era tan ancha que no llegaba a cerrarlas, más así apretada con las venas hinchadas, la cabezota estaba coloradísima. Empecé a moverme con mi cuerpo un poco hacia atrás y adelante gozando también con mi concha, al mismo tiempo que Roco seguía lamiéndome, besando mi cuello y sobando mis tetas. Su barba se sentía hedionda junto a mi cara lo que me calentaba increíblemente más. Dejé caer un hilo de saliva hasta su pija y se la bañé para pajearlo duro. Era lo más rico y zarpado hasta el momento que había experimentado en mi vida.
-Esooo así... así putarraca... asíii ¿ves lo que es una verga de verdad? mirá tenés vos una ahora jajaja
-¡Jajaja es lo más, amor.!.. -reí extasiada sin parar de restregarme y de pajearlo- ¡ésto es una verga de enserio posta! No lo que tuve toda mi vida... mirá estoy sentadita en tu palotote como si fuera tu muñequita jajaja Sos lo más delicioso que probé, bebé, quiero ver como sale toda tu lechota, dale bebé, dale... -apreté con mi mano su glande que la abarcaba toda.
-¡Jajaja esoo, pajeá duro como que es tu pija jajaja! -empezó a moverse conmigo también, alentándome a que le siga estrangulando ese pedazo más rápido. Nuestros cuerpos estaban bien pegados sólo separados por los barrotes moviéndose hacia atrás y adelante, me sacaba como una cabeza y media de alto. De pronto sentí que mi concha expulsaba un chorro de flujo, como nunca, sobre su pija que se puso tan dura que estaba sentada literalmente sobre ella y comenzó a brotar de la cabezota una fuente de semen caliente como a un metro de distancia sobre el piso, mientras gozábamos juntos gimiendo.
-¡Guau, vida! Mirá lo que es esto jaja... -dije enloquecida oliendo su leche que chorreaba de mis manos. Era un aroma fuerte, como de un animal en celo, nada que ver al de mi marido. Había un charco de semen en el piso.
-Ahhh... qué rica pajeada, bebé... ¡como me acabaste la pija! ¿porqué no probas el gusto también de esa leche? -dijo sobándose el brutal pedazo empapado medio morcillota y sentándose en el catre. Comencé a lamer de mis dedos los restos y sabían delicioso... -Eso amor, hiciste un buen trabajo, te mereces el premio jeje...
-Mmm si, sos un guarro como nunca pensé encontrar, Roco... sos increíble... tu leche es un placer, no sé como voy a volver a ver a mi marido después de vos... me hiciste gozar como nadie jamás... -le revelé sentandome frente a él en la silla reclinable. Iba a tener que limpiar todo aquél enchastre.
-Olvidate de ese marica, me tenés a mí para darte todo lo que necesitás y más... ahora sabés lo que es un macho de verdad que aprecia una buena hembra caliente como sos, Caro -dijo olfateándose la mano mientras jugueteaba con su paquete mirándome fijo.
-Sí, mi putongo tenemos dos semanas para hacer lo que queramos, te tengo solo para mí. Y después cuando te trasladen voy a visitarte hasta que te suelten. Y si querés después podemos estar juntos cuando quieras...
-Hu Caro me matás, amor... me estás volviendo loco también -dijo cariñoso- ¿De enserio harías eso por mí casi sin conocerme?
-Sí, creo que sí, bebé -le respondí honesta sintiendo una conexión especial increíble con él. Después nos quedamos charlando de la vida mientras limpiaba y volvía a encender todo, dejando la delegación a la normalidad. Era súper agradable y sexy, cada vez me calentaba más, el guacho y me abría más como mujer contándole todas mis fantasías hasta las más zarpadas que siempre había tenido y él las suyas. Estábamos calentándonos de nuevo con la charla pero me di cuenta que ya casi me tenía que ir.
-Me voy, corazón, voy a esperar a la noche ansiosa -le dije acercándome a la celda- mañana quiero probarte yo esa cosa enorme que tenes ahí abajo...
-Dale putonga, hasta más tarde, te espero ansioso también -dijo, y me aferró fuerte y me clavó un besazo de lengua mientras me amasaba el culo que me hizo mojar toda.
Cuando llegué estaba Pedro pero ni se percató de mi, así que fui a la ducha directamente y me di un buen baño recordando todo lo que pasó mientras me masturbaba imaginándome lo que haría esa noche. Desde ese día no podía ni verlo en bolas más a mi marido, no era digno ya de esta carne. Sólo ansiaba saciar mis demonios sexuales con Roco en todo momento, dar rienda suelta a mis perversiones más guarras con ese hombre de verdad. Me preguntaba cómo sería tener ese monstruo hundido hasta el fondo de mi culo, mi concha y mi garganta. Lo deseaba fuerte.
Continuará...