Prisionero total (2)
segunda parte de un hombre esclavizado por una ex-convicta.
Prisionero total (2)
Mi compañera de celda, la sádica chica que me tenía esclavizado me llevó a casa donde vivía con su novia y me presento a ella:
-Hola, como te prometí aquí está tu esclavo, te lo regalo porque de momento es de mi propiedad y ahora es tuyo, pero ten en cuenta que yo podré seguir utilizándolo, de todas formas no creo que a ti te preocupe, tu disfrutas tanto con los machos como con las hembras y yo solamente con las hembras, por lo cual sólo lo utilizaré como esclavo que me limpia la ropa, me lame el chocho, mi retrete sobre todo como mi montura , que es como más lo usaré, pero siempre cuando tu no lo estés usando, porque siempre será primero de tu propiedad que de la mía.
-Te agradezco de me digas eso, así lo tendré bien claro, yo lo quiero para que me produzca placer, sobre todo con su sufrimiento, quiero darle latigazos a diario para que no olvide a quien pertenece ni cual es su condición, también me gustaría como tu montarle para que vea quien es su propietaria, pero aparte de practicar algo de sexo con el, siempre como esclavo, quisiera también como a ti que me sirviera de retrete.
-No hay ningún problema, si nos compaginamos bien nos lo podemos tener a tiempo completo sirviendo a una o a otra, y también el tiempo que quede libre lo podemos alquilar y cobrar por sus servicios y además si no tuviese nada que hacer siempre nos vendrá bien en las tareas de la casa
Yo estaba temblando al ver como programaban mi futura vida sin tener en cuenta que también era humano pero no me atrevía a a comentar nada, tenía mucho miedo a la reclusa, me dio muchas palizas y me utilizó de muchas maneras sobre todo de montura y de papel higiénico, aparte de de los alquileres que de mía hacía a las otras reclusas y que me hicieron temerla mucho pues a veces me cambiaba por un simple trago de güisqui y dejaba que yo estuviese sometido a otra reclusa por un tiempo determinado, ya comente que yo soy de naturaleza débil y estas chicas eran de la calle, acostumbradas a pelear y muchas de ellas eran bastante fuertes y les gustaban mucho humillar y dominar a los machos, y más si los tenían como esclavos.
Lo primero que hizo mi antigua dueña fue darme unos cuantos latigazos con el nuevo látigo que había comprado para someterme y una vez que estuve tendido en el suelo sin poder casi moverme a causa del dolor, las dos y sin previo aviso vinieron con un hierro de marcar y al rojo vivo y me lo pusieron en una de mis nalgas y sin ninguna compasión me marcaron como si de una bestia se tratara.
-Ya está le dijo mi ex-dueña a su novia y ahora mi dueña, lo tienes marcada con tus iniciales, ahora te pertenece y será tuyo para siempre, pero ten en cuenta que tienes que tener mano dura y que siempre sepa que tu eres su dueña y que el no podrá escapar de la esclavitud a la cual le vas a tener sometido, ahora sería bueno que antes de que se recupere y aunque esté dolorido por la marca, que lo cabalgues durante un par de horas para que sepa que tu con tus bridas y espuelas eres su ama.
Continuará .