¿Principio de nada, final de algo? – III

Este relato será una mezcla del presente sin saber lo que sucederá y de un pasado divertido y excitante.

Al día siguiente de nuestro encuentro en el parking, estaba sentado tomando mi café después de una mañana complicada y ajetreada, relajándome, sabía que ese jueves Adriana no acudiría y posiblemente el viernes tampoco. Lo dejaría ya para el lunes. Como siempre no me preocupaba mucho.

Pero quien si apareció fue Tiano su marido, la expresión de su cara no me decía nada, ni bueno ni malo. Me saludo con la mano, se acercó a la barra pidió lo que iba a tomar y se vino hacia mi mesa, esta vez no hizo como las otras veces, preguntar si se podía sentar, se sentó directamente. Deje lo que estaba haciendo y le preste atención.

  • Buenas tardes, Carlos, ¿Cómo te va?

  • A mi bien. ¿Por?

  • Jajaja… como eres, es una forma de iniciar una conversación.

  • Pues tu dirás.

  • Vale iré al grano. Yo creo que los tres queremos lo mismo. Pasarlo bien y…

  • Te entiendo, estoy de acuerdo contigo.

  • Pues si estás de acuerdo conmigo, ¿Por qué puteas así a Adriana? Con lo que la está costando.

  • No la puteo, fíjate tú y yo, aquí hablando tranquilamente de todo, sin tapujos. Cuando ella haga lo mismo, seguro que nos empezaremos a entender.

  • Es que perdóname, pero cualquier otro ya habría entrado a saco.

  • Me parece que ya te lo dije y si no lo hice te lo digo ahora, yo no soy cualquier otro.

  • Joder… te ha salido un ramalazo de chulo… CHULO. No me digas que no.

  • Pues te lo digo, NO.

  • Pues Adriana está muy cabreada, lo mismo es ella la que ahora no querrá.

  • Pues la respeto, si no le gusto, pues a otra cosa.

  • Joder… eres inflexible. ¿Qué quieres que te diga? Que le gustas, pues sí. Que es nombrarte y se pone cardiaca, también. Que besas de película y que tienes unos dedos maravillosos… ya te lo dije.

  • Entonces… ¿Dónde está el problema? o ¿Cuál es el problema?

  • Hombre… que cedas un poco, que no se lo pongas tan difícil. Que le des un poco de aire, ya me entiendes…

  • Según se vaya abriendo ella, yo iré dándola aire. Cuando no le de apuro, vergüenza… lo que sea y no se corte al saludarme por ejemplo. Que tome algo de iniciativa.

  • Intentare convencerla. No le digas que hemos hablado, porque no se si le diré que he tomado un café contigo.

  • Ves, hasta tú te cortas con ella.

-No, no es eso… es que Adriana es mucha Adriana. Que parece muy dócil, manejable pero las apariencias engañan, por lo menos con ella, que tiene un carácter de mucho cuidado, que cuando saca el genio, me echo a temblar. Que lo mismo por eso este tan cabreada contigo, la sacas de su zona de confort y se pone atacada. Cede, cede…

  • Te lo repetiré de nuevo que parece que no me oyes… Es que yo no soy igual que esos tíos que tu piensas. Mi ritmo, mi historia va de otra manera. Que me gusta controlar todo, si, puede ser y no la puteo, la enseño.

  • Que la enseñas… ¿No te entiendo?

  • La enseño a dejarse llevar, a saber gozar, a no reprimirse y sobre todo a obedecer.

  • Macho, que fuerte, como si fuera domarla.

  • Muy apropiado el término.

  • Pues es una yegua salvaje, ya te digo que no es de las que se puedan domar.

  • Pues entonces no estaremos a entendernos.

  • Si cedemos todos en algo… de todas maneras, ella hasta el lunes no iba a volver por aquí, porque dice que contigo no quiera tener nada más.

  • Entonces esta todo claro, cada uno por su camino.

  • Espera joder, déjame terminar de hablar. Eso es lo que dice, pero la conozco y nunca la he visto así, sé que está contigo en la cabeza todo el tiempo. Quiero intentar convencerla de que venga mañana y tu podías hacer un acercamiento. Que conste que no le voy a decir nada de que nos hemos visto. Bueno, no sé, que lo mismo al final se lo digo. Pero por si acaso no lo comentes.

  • Si no se trata de un acercamiento, se trata de que ella se deje de ñoñerías y sea valiente, que sea adulta y de la cara, que no se acobarde.

  • Te conozco poco y veo que contigo no voy a hacer carrera. Porque lo pones muy difícil.

  • Soy como soy. No es que lo ponga difícil, es que se lo que quiero en esta vida. Lo tengo muy claro.

  • ¿Siempre te sale bien? ¿Siempre eres así? ¿Nunca cedes?

  • Siempre soy así, no siempre me sale bien, de echo si la última vez me hubiera salido bien, no estaríamos hablando tu y yo. Lo de ceder es muy relativo.

Seguimos tomando café y hablando de otras cosas, aunque en algunos momentos volvimos a la conversación de su mujer. El llego a la misma conclusión que yo, lo más seguro que su mujer no viniera hasta el lunes, aunque Tiano me decía que la trataría de “picar” para que viniera al día siguiente que era viernes.

Se fue no muy convencido y al verlo pasar por la cristalera iba pensativo. Durante lo que quedo de día no volví a pensar en nada referente a Adriana y Tiano. La mañana siguiente que era viernes 13, día malo para algunas culturas, religiones y en algunos países.

Viernes, mañana resolviendo todas las incidencias de la semana y dejando preparada la semana entrante. Hasta no hace mucho, los viernes eran entretenidos. Era un día en el que departía con Victoria, que además de trabajar juntos éramos muy amigos, al igual que con su mujer. Es más solíamos comer ellas dos y yo los viernes, como tuvimos unas diferencias, había tensión y un poco de malestar, más que por su parte por la mía. Fue más tenso de lo habitual. Acabamos sobre las tres de la tarde, me marche rápido y comí como casi siempre de una manera frugal. Pero antes de irme Victoria que es un poco supersticiosa me dijo… “Acuérdate de que es viernes 13, día de malos augurios” ni me moleste en decir nada. Porque igual que adaptaba todas las fiestas foráneas, también adaptaba las supersticiones de fuera.

El día me había ido bien y el fin de semana se presentaba mejor. Me entretuve comprando un par de cosas y llegue mas tarde a mi “escondite” particular. Eran las cuatro de la tarde. De un vistazo vi que había tres mesas ocupadas y el resto libre, normal en viernes. Pedí de entrada un café doble, no había tomado todavía ninguno en el día.

Apenas me había puesto el café, me salto un aviso de que me había llegado un mail. Me dije lo miro no lo miro… y recordé que estaba esperando la aceptación de un presupuesto importante, no lo dude y mire. No era lo que esperaba, era un mail de una persona digamos especial, leí el mail y lo primero que pensé, que si lo hubiera sabido no lo hubiera abierto, porque lo primero que me llamo la atención, fue la frase HIJO DE PUTA, aunque luego vi que la adornaban un poco, mucha, mucha gracia la verdad que no em hizo, perolo mismo tenían razón. Luego lo leería con más detalle.

Me había dejado un poco rallado, con lo bien que llevaba el dichoso viernes 13. Entro Adriana que venía con el móvil pegado a la oreja. Se paro junto a la máquina del tabaco, el camarero le hizo una seña, sobre algo del café y ella afirmo con la cabeza. Termino su llamada y en vez de dirigirse a su mesa habitual, se dirigió a la mía, dejo su móvil encima de la mesa, su bolso en una de las sillas, luego su chaquetón encima del bolso, se sentó se colocó la melena y por fin dijo…

  • ¿De qué vas, eh? ¿Te entrenas para ser tan chulo? Pues que sepas que a mí ni tú, ni mil como tú, me dan miedo, que chulitos como tú me los como con papas. Que a mi marido podrás tenerlo embaucado, pero conmigo ni en tus mejores sueños.

  • ¿Puedo hablar ya?

  • No, espera que no he terminado. Entérate que ya no va a suceder nada mas y que lo que sucedió fue un error. Por culpa de mi marido principalmente y lo que hayáis hablado Tiano y tú, es papel mojado. ¿Te queda claro? Y a hora si, si quieres decir algo…

  • Poco que decir, porque no merece la pena decirte nada, pero contestare a tus preguntas. No voy de nada, solo me entreno físicamente, porque hay que cuidar el cuerpo. Todo claro y cristalino. Lo que he hablado con tu marido queda entre nosotros y eso que no le dije todo lo que pensaba de ti.

  • ¿Ya está?

  • Ah sí, que yo no he embaucado a tu marido, que él se embauca solo, no le hace falta ayuda y es mas he rechazado hacer alguna cosa que me pidió. ¿Por qué? Porque tampoco me va la vida en tener algo contigo.

  • Pue no es eso lo que me ha contado Tiano. Porque según el tenías mucho interés, pero me veías muy cobarde.

  • En ningún momento he dicho o expresado ese… “mucho interés” que dices. (Desconcertada, azorada y descolocada)

  • Me acabo de quedar muerta. ¿Entonces que habéis hablado Tiano y tú?

  • No hablamos de nada en particular, por lo menos que se importante. Lo mas así, fue que él me dijo que cediera contigo un poco, para facilitar las cosas y me negué.

  • Estarás ahora mismo pensando, que manera de hacer el ridículo y que menuda tonta que soy.

  • Jajaja… no, que va. Puedo pensar otras cosas pero eso no. Porque si tu marido te ha contado otra cosa, no es culpa tuya.

  • ¿Qué piensas si se puede saber?

  • Que acabo de leer un mensaje que me dicen entre otras lindezas que soy un hijo de puta y luego tu vienes montando la jarana. Lo que pienso, que menudo día… jajaja.

  • Lo mismo es que tienen razón, ¿O no? Jajaja.

  • No lo descarto, que quien me lo dice es una mujer con carácter, en algo me la recuerdas.

  • Como yo no hay ninguna, soy única. Seguro que soy yo mejor. ¿A que si?

  • Pues no

  • ¿Es que tú nunca tratas de quedar bien? Porque podías haber dicho que si y hubieras quedado como todo un señor. No decir que no, que es una grosería.

  • Pues añadiré lo de grosero a los piropos que me echan. No entiendo que prefieras que te mienta, no…

  • Ya que eres tan claro, que piensas de mí, de nosotros y que le has dicho a Tiano de mí.

  • Que había que enseñarte, él me dijo que si quería decir domarte, le respondí que sonaba mejor ese término. (Abrió mucho los ojos) Lo que pienso de ti, que quieres pasarlo… a tope, pero a la vez te cortas. Que cuando decidas dejarte llevar, seas obediente… lo pasaras y lo harás pasar muy bien. Por eso no pretendo esforzarme, no quiero estar perdiendo el tiempo para que luego te eches atrás. Se lo comente a Tiano, primero lo debes tener muy claro y luego desearlo. Ya está.

  • Lo que más me ha llamado la atención lo que has dicho de enseñar, porque Tiano lleva años diciendo que lo que necesito es alguien que me dome, que me someta. Me haces el favor de ser sincero a esta pregunta… ¿De verdad tú ves estos gustos por llamarlos de alguna manera, que tiene Tiano, normales? Porque pienso mucho que es que me está dejando de amar, que se ha cansado.

  • Si está enamorado o no, si está cansado o no, eso no lo puedo saber. Quien mejor lo puede saber eres tú y en eso las mujeres si tienen un sexto sentido. Lo que si se, es que no es nada anormal el que tu marido quiera probar nuevas cosas.

  • Pero que es lo que harías tú de especial, que no me haga el. No lo entiendo.

  • Ahora estas mintiendo. Cuando te he tocado yo, te he notado que querías mas, sobre todo el ultimo día, hubieras hecho lo que yo hubiera querido. Te rompías de placer. Di la verdad.

  • Bien vale, si, fue algo… distinto, novedoso.

  • ¿Que te haría? Sexo en todas sus modalidades, con situaciones novedosas, con el morbo al máximo y haciéndote hacer lo que no te has atrevido a hacer nunca.

  • Tu que sabrás de lo que a mí me ha aparecido o me apetece. Con relación a lo del sexo en todas sus variantes, en eso tocas con hueso. Porque a mí lo de las “lluvias” ya sabes, como que no me van, con la escatología menos.

  • A mí tampoco, en eso coincidimos.

  • Espera que no he acabado. Con lo de hacerlo por detrás, “nanay de la China” y tampoco lo de recibir azotes como en las películas XXX, que no soy una actriz porno y que no.

  • Pero si no lo has probado, como sabes si te gusta o no.

  • Esa teoría no es válida, porque tampoco he probado los ojos de cordero, que a Tiano le chiflan y a mí me dan ganas de vomitar. Aun así te diré y sin darte detalles, que lo he probado, porque Tiano es de probar todo y no salió bien, no me gusto ni un poquito. Por eso no le deje acabar, veía las estrellas.

  • Eso es falta de experiencia y la inexperiencia es muy mala para estos asuntillos.

  • Jajaja… mas o menos lo que me decía Tiano, no te va a doler mucho, enseguida te adaptaras… una mi…

  • A ti que te gusta más, salir los viernes por la noche o los sábado noche.

  • Depende. Cualquiera de los dos días me va bien si hay algo interesante donde ir e inclusive salir las dos noches, todo dependiendo del a que, como, donde, para que…

  • Pues esta noche salimos los tres. No conozco todavía mucho Valencia, pero si conozco un par de sitios interesantes para salir por la noche. Ahora eso sí, quiero que te vistas para mí, que tu marido te ayude y le dices que quiero que vayas muy sensual, provocativa. Sin ropa interior, salvo medias, nada de pantys.

  • Ya me dirás para qué. No estoy dispuesta ni a vestirme así como dices y tampoco a que vuelva a pasar lo de los otros dos días. A mí no se me torea.

  • No te toreo, te estoy “domando” y hasta que no digas que eres mi puta y que quieres que te folle, las cosas se harán como yo diga. Esta noche a las diez y media en…

  • No esperes que te llamemos, que no lo haremos.

  • Es que no te he dicho que me llaméis, te he dicho que a las diez y media estéis allí, que tendré un sitio preparado.

  • Olvídalo, no vamos a ir. Luego no digas que te hice perder el tiempo.

El tono de su voz me decía que estaba loca por ir a ese sitio que le había dicho. Estaría luchando consigo misma. Si no me equivocaba, se iría a su casa, le contaría a su marido todo lo que habíamos hablado, sobre todo lo último, incluso se lo diría indignada, pero esperando que su marido la tratara de convencer, para ella poder decir que iba casi obligada y que lo hacía por hacerle un favor a él. Necesitaba dejarse convencer. Si era cierta mi teoría o no, lo vería a las diez y media de la noche.

Diez de la noche, ya he llegado, de momento no hay mucho movimiento. Es un sitio que está cerca de mi trabajo, de los primeros que conocí y como muchas noches, cuando por las circunstancias que sean, nos hemos tenido que quedar hasta tarde trabajando, invito a tomar algo y vamos todos ahí. Lo que ha hecho que me conozcan y que tengan una muy buena atención conmigo.

He llegado antes, para poder elegir el sitio más adecuado, porque un poco más tarde ya habrá mucha gente. No he tenido ningún problema en elegir y una vez que me he sentado, han puesto un cordón para que nadie se cuele en ese lugar, como hacen en algunos otros sitios.

Diez y media de la noche, entran varias personas, pero ninguna ellos. Seis minutos después por mi reloj, entran Adriana y Tiano. Él va vestido de sport. Ella tacones, melena recogida y un chaquetón, que no permite ver que lleva puesto, salvo que llevaba medias o pantys. Entran como perdidos, se acercan a la barra, mientras hablan entre ellos.

Al camarero que tengo por mi zona, le digo que si hace el favor de indicarles que estoy aquí, sin ningún problema se acerca habla con ellos, señala hacia donde estoy y se acercan. Saludo primero a Adriana, dos besos cerca de las comisuras de sus labios y con un brazo medio abrazándola contra mi cuerpo, tocando ligeramente el inicio de su culito. Luego le saludo a él. Adriana se quita el chaquetón, me mira esperando ver como la miro, se le nota mucho.

Va vestida de forma sensacional y llamativa, no me extraña que se hubiese puesto ese chaquetón. Minifalda, muy mini de color negra y una blusa color melocotón de manga larga, anudada en la delantera, sin botones y que dejaba un escote eterno y se veía claramente que no llevaba sujetador.

Tiano estaba orgulloso, se le notaba mucho. Sabía que cualquier hombre que viera a su mujer la desearía y seguro que tendría una erección y todo orgulloso… “¿A que está muy guapa? ¿Así es como la querías? Porque todo se lo he elegido yo”y mi contestación, fue con un poco de mala leche y para provocar, “Hombre… un poco conservadora, pero se la ve muy bien” Tiano no sabía que decir y quien si lo sabía era Adriana… “Nada, si quieres venia desnuda… “¿Tu que pasa, nunca estas conforme?”

No quise responder y me senté, ella se sentó en el centro, quedando su marido a su izquierda y yo a su derecha. Pasada una hora, la mala tensión desapareció para ir surgiendo un ambiente tentador, donde la provocación y la excitación eran palpables. Aunque la música y el ruido todavía eran aceptables y se podía hablar tranquilamente, me acerque a su oreja para susurrarle…

“Me ha gustado como has venido, me obedeciste y… ¿No traes nada de bajo? ¿Son medias?”Adriana chulescamente… “No te voy a contestar a eso, porque es una indiscreción por no decir una grosería”. Puse mi mano sobre su rodilla mientras la decía… “Pues si no me contestas a eso, tendré que averiguarlo por mis medios” ella rápidamente llevo una de sus manos a la mía para impedir que siguiera subiendo la mano y a la vez cruzo las piernas.

“No ves que puede vernos cualquiera y nunca se sabe con quién te puedes encontrar” era casi imposible que nos vieran y si nos veían tampoco sería nada del otro mundo. Para que eso no ocurriera su marido estaría atento a que no nos pillara y así se lo explique, dándome la razón Tiano. A Adriana no le convencía mucho la idea pero…

Mi mano fue subiendo y quito sus manos, hice que descruzara las piernas, lo hizo pero no me daba más facilidades, hasta que llegue a su coñito, que estaba indefenso, no había nada que lo “protegiese” y mis dedos enseguida se mojaron, estaba tan cachonda como los estábamos su marido y yo. Le susurre al oído… “Ves como poco a poco vas siendo mi puta… ya te va faltando menos, pero te falta” le bese el cuello, lo succione, lo lamí y se estremeció profundamente, dejando escapar un largo suspiro.

Mis dedos la acariciaban sin darle tregua, en algunos momento apretaba con sus piernas, para a continuación relajarlas. Las tenía dobladas y las fue estirando, hasta tenerlas del todo estiradas y en tensión, no quise putearla y deje que se corriera, mientras nos besábamos apasionadamente. Relajo sus piernas, pero yo no relaje mis dedos seguí con mis caricias y también follándola profundamente con mis dedos.

Tiano nos miraba y de vez en cuando miraba a nuestro alrededor, mientras estaba masturbando a su mujer, me puse a hablar con él, como si fuera de lo más normal. El alucinaba y le costaba seguir la conversación. Adriana empezaba a resoplar como si tuviera un ataque de ansiedad, estaba otra vez a punto. Esta vez giro su cabeza y me mordió el hombro, soltando un buen berrido, que lo amortiguo con mi hombro y su cuerpo tuvo unos espasmos más que evidentes.

Se tapo la cara con sus manos y seguí sin darle tregua, quiso apartar mis manos, pero fue más que un querer, un amago de recuperar la compostura. Pero rápidamente se dejó acariciar de nuevo y mientras hablaba con Tiano, ella abría mas las piernas, ya estaba en una situación que casi todo le daba igual. Me acariciaba mi mano con las suyas y en algunos momentos esa caricia se convertía en una presión de mi mano para que tocara en algún sitio en concreto. Esta vez cuando note que se correría de nuevo, pare.

Me agache y me coloque entre sus piernas, aquí sí que salto diciéndome de corrido… “¿Qué haces? ¿Qué quieres hacer? Estás loco, ni se te ocurra, quítate de inmediato, Tiano di algo… HAZ ALGO… NO VES QUE SE DARA CUENTA TODO EL MUNDO” Tiano lo único que dijo fue… “Si te callas nadie se va a dar cuenta, que si se dan cuenta es por lo escandalosa que eres”

Justo en ese momento de impase, metí mi cabeza entre sus piernas y aunque ella tuvo buenos reflejos agarrado mi cabeza, para impedir que llegara, llegue. En cuanto noto mi lengua y solo unos segundos de esfuerzos. Paso de tratar de apartar mi cabeza a acariciar mi pelo. Sus gemidos fueron en aumento, a pesar de la música que ahora estaba alta, la podía oír. No tardo nada en correrse y aunque me quiso quitar una vez se corrió, no me quite y logre hacerla correrse dos veces más. Quise seguir, pero Tiano nos avisó para que paramos. Se acercaban dos parejas, que al final no llegaron a donde estábamos nosotros.

Adriana dijo que tenía que ir al aseo y cuando se levantó, se tambaleo un poco diciendo… “Madre mía… uf… me tiemblan las piernas, madre mía” Tiano la acompaño hasta el baño y se volvió, venia muy risueño.

  • Carlos eres especial. Has logrado lo que yo nunca logre. Quiere que nos vayamos los tres a nuestra casa, a la tuya, a un hotel… donde sea. Dice que tienes una lengua “mortal” que igual que besas, haces lo demás…

  • Pues de momento no iremos a ningún sitio.

  • No fastidies, ¿POR QUE?

  • Porque es ella quien tiene que pedírmelo.

  • Joder… no seas así, no se lo pongas tan difícil.

  • No hay más que hablar.

  • No si eres un cabrón o un cabezón y no quiero ofender.

  • No ofendes, tendré un poco de las dos y no te preocupes que hoy ya me han llamado hijo de puta quien menos me lo esperaba, así que… jajaja…

  • Pues a ver qué hago ahora… menudo follón me dejas…

Adriana venia radiante, mucho más que al empezar la noche. Lo que aproveche para levantarme y una vez que llego ella, la morree en condiciones y después de ese tremendo morreo me fui al aseo. Los deje los dos hablando. Que no se crea nadie que no tenía ganas de follarla, quería que no fuera un simple polvo, quería sacra todo lo que podía dar, aunque fuera solo una vez y luego cada uno por su sitio, pero esa primera vez lo tendría que dar todo.

Cuando regrese, los dos tenían mala cara, estaba claro de que ella no pensaba decir nada. Tenía cara de niña pequeña, con una rabieta porque le han quitado su juguete. Solté la pregunta que o bien hacía que ella se soltase o que ella se cabrease del todo… “¿Bueno y ahora que hacemos?” Adriana me miro con mucho cabreo para decirme… “Pues nosotros irnos a nuestra casa que ya se ha hecho muy tarde” totalmente seca. Me sonreí y dije pues nos vamos todos. Al salir una despedida bastante fría por parte de ella y un apretón de manos con Tiano, que ponía cara de circunstancias.

A continuación cuento una experiencia sucedida hace años, con Paqui… una madura osada y atrevida. Relato que ya publiqué con anterioridad y que decía que… “lo mejor… encontrar a una casada madura con ganas de gozar, porque eso la convierte en la “fruta” más dulce para un paladar”.

Había pasado ya casi una semana, desde el encuentro con Mercedes, Raquel y Cristina, yo tenía el deseo de que me llamaran para invitarme ese fin de semana, pero el silencio seguía. Tenía también muchas ganas, porque esa semana estuve de trabajo hasta arriba. D. Agustín el director adjunto, no paraba de mandar trabajos. Era el primero en llegar y solía ser el último en marcharse. Cuando llegue a la sala de descanso nuestra, vi a todos con cara de disgusto, pregunte a unos que ya salían y lo único que me dijeron fue… “Puafff… ¡CENA!” y se fueron. En un rincón estaban Micaela y Rosana fumando, estaban con una tercera mujer que me presentaron, se llamaba Marina y venia de Madrid. Era de la misma edad que ellas y también estaba de buen ver. Les pedí disculpas por mi intromisión y les pregunté qué era eso de la cena.

Después de escapárseles unas risitas, Micaela dijo… “Ah, es verdad que tu no lo sabes, que eres nuevo. Pues que nuestro iluminado director adjunto, cada mes o mes y medio, nos hace el favor de invitarnos a una cena de confraternización con nuestras respectivas parejas, donde es voluntario ir, eso dicen y donde él durante la cena nos sermonea con el trabajo, la unión, el espíritu de compañerismo… y que sepas que el no tener pareja no es bien visto por su excelencia”, todo esto lo dijo con una importante dosis de sarcasmo. Ante mi cara de incredulidad, me contaron que era así y que lo de “voluntario” era ironía, porque el que faltaba ya iba de culo. Ahora el que sonreí fui yo, que les dije que como a mí no me habían invitado…

La alegría me duro poco, porque al salir me avisaron de que D. Agustín me buscaba, fui a su despacho y me conto lo de la cena del sábado, explicándome que era para conocernos todos mejor, para hermanarnos y que por supuesto, no era obligatorio, que era de carácter voluntario y acto seguido me preguntó, si iría a la cena. No me hacía ni pizca de gracia, pero dije que sí. Sonrió y se quedó muy tranquilo. Al salir estaban las mujeres riéndose y me avisaron, que además era con traje y corbata para los caballeros. Lo único que me faltó oír.

El sábado a las nueve de la noche, me presenté en el restaurante, uno muy conocido en Alicante. Donde tiene unos reservados para grupos y desde donde se ve el puerto. Cuando llegue estaban casi todos en la barra esperando, todas las mujeres iban muy atractivas. La que más me impacto por su belleza, su dulzura, fue la esposa de Enrique, el pesado. Me la presento como María Francisca, ella se puso un poco colorada y me dijo que la llamara Paqui, que lo de María y lo de Francisca, no le gustaba.

Puse una de mis mejores sonrisas, le dije que lo que ella quisiese y a continuación, le di dos besos, dándole el segundo muy cerca de la comisura de sus labios, haciéndolo descaradamente y de una forma muy suave. Paqui tendría sobre los 45 años y de las mujeres más voluptuosas que he visto, donde su escote, haría babear a cualquiera. Ya sabía dónde trataría de sentarme.

Ya estábamos todos, menos el gran jefe claro está, que todos decían que le quedaban como unos diez minutos para llegar, vi que todo era como un ritual. Efectivamente a los diez minutos hizo su entrada, junto a su mujer. Parecían reyes y nosotros sus súbditos. Después de saludarse todos, D. Agustín me presentó a su mujer Lorena, no era como me la había descrito Joan. Era una mujer muy atractiva, con mucho estilo y una mirada profunda, penetrante y con la intensidad de unos llamativos ojos. Me quede impactado. Esa noche no sabría a quién mirar si a Paqui o a ella o a las dos, me habían hipnotizado. Lorena con pelo corto, rubio ceniza y Paqui melena morena, vaya contraste más bonito.

Durante la cena, que me tocó enfrente de los “reyes”, porque al sentarme a la izquierda de Paqui, no me quedo más remedio. Don Agustín rápidamente se interesó por mi situación personal, si tenía pareja y esas cosas. Salí del paso, diciendo que, al estar viajando tanto, no me dio tiempo. Fue cuando le explico a su mujer mi historial viajero, se lo sabía de memoria, era verdad lo de que tenía buena cabeza. Luego le preguntó a su mujer si yo, no le recordaba a alguien, la mujer me miró fijamente y dijo que no, que no le recordaba a nadie, pero en su cara vi duda y que tal vez estuviera mintiendo, lo que hizo que en mi interior sonaran las alarmas. En cuanto pude, me excusé y fui al aseo.

Yo presumo también de tener buena cabeza, me puse a pensar a toda velocidad, si los conocía a los dos, donde podía ser, no nos movíamos por los mismos círculos. Pero me di cuenta de que si, que algo había en ella, que me llamaba la atención, como si la hubiera visto anteriormente. A eso le sume, la cara de enfado y cabreo, cuando me vio su marido por primera vez.

¿Podría ser que nos conociéramos de algún local swinger?, estuve pensándolo, pero rápidamente lo descarté. No se arriesgarían a ir a ningún local en Alicante, donde podrían reconocerlos, además de que esa mujer era muy tímida, muy distante, no era el prototipo de una mujer liberal. Regresé a la cena y fue transcurriendo, dentro de lo que se podía decir, cierta normalidad. Con quien más hablaba era con Paqui. Lo que aproveche para rozarle con mí pierna. Fue automático, la roce y ella la apartó al instante.

En cuanto volvió a ponerla en su sitio, volví a repetirlo, quería que se diese cuenta de que no fue accidental. Esta vez se dejó hacer. Apreté mi pierna contra la suya un poco más, para luego apartarme y ver que sucedía. No tardo en rozarme ella. Lo que hizo que iniciáramos un “juego” muy excitante y morboso. Mientras estábamos Paqui y yo con ese tonteo, vi sonreír a Lorena y me dio un escalofrió por todo mi cuerpo.

Esa sonrisa me recordaba a alguien, pero que no sabía a quién o simplemente era que me estaba obsesionando. Para cerciorarme, le pregunte a Paqui con disimulo si la mujer del jefe siempre llevaba pelo corto y ella me contestó, que la conocía desde hace once años con el mismo tipo de pelo. Otra vez me quede desconcertado. Al final me autoconvencí, que sería muy parecida a otra mujer y punto. Ya estábamos en los postres y mi cabeza ahora estaba pensando, como hacer, para ir a tomar una copa con Paqui y el pesado de su marido.

Nuevamente mi gozo en un pozo, aunque a medias, porque resulta que nos iríamos a tomar todos, unas copas por ahí. Lo que es la vida el pesado de Enrique, me caía ahora más “simpático”, lo que son las cosas. Lo que me tenía un poco “alterado” era que cada vez que veía a la mujer del jefe, más me recordaba a alguien, ¿Pero a quién? Nos empezamos a levantar una vez finalizada la cena y dijeron de ir a un pub, en el mismo puerto, no hacía falta sacar los coches del parking. Íbamos paseando hacia el pub en varios grupos, yo iba en el grupo que iba Paqui, ya que su marido, junto a otras personas iban pegados al jefe. Paqui y otra de las mujeres, me preguntaron una cosa que me dejo con más dudas, la pregunta fue que, si conocía a Lorena, la mujer del jefe. Les dije que era la primera vez que la veía, se sonrieron y me dijeron que no me había quitado el ojo en toda la cena, les contesté que eran imaginaciones suyas.

Cuando llegamos al pub, se decidió que nos quedaríamos fuera por los que fumaban. Mientras se iban a sentar, le dije al oído a Paqui que me guardara un sitio y me fui sin esperar respuesta al aseo. Justo al salir me encontré que Lorena venia hacia los aseos, cuando nos cruzamos, me sonrió muy tímidamente y la intensidad de su mirada, con esos ojos penetrantes me volvieron a impactar.

Al llegar a las mesas, ya que ocupábamos varias, vi que había un sitio junto a Paqui, mis colegas estaban “absortos” escuchando al “predicador”, yo me senté junto a Paqui y le di las gracias al oído, aprovechando que nadie podía ver mi boca, saque la punta de la lengua y se la pase por la oreja. Se limitó a decirme casi entre susurros… “Eres un joven descarado y muy atrevido. Queriendo conquistar a la mujer de su compañero y eso no está nada bien”, poniendo una sonrisa. Mi contestación fue… “Que no intentaba conquistarla, solo meter mi boca entre sus piernas”, ella se puso un poco “seria” y me pregunto… “¿Por qué yo…?”, no dude, “Porque tú eres mucho arroz para tan poco pollo” le conteste y al oírme decirle eso, se echó a reír y se atraganto. Me dijo… “He oído llamar a mi marido cualquier cosa, menos pollo… jajaja…”

Cada vez la noche estaba siendo más divertida, por lo menos para mí y para algunas de las mujeres. A Lorena se la veía exageradamente tímida, estaba como cohibida. Ya no sabía si era así porque si, o era por guardar las distancias. Pero ya pasaba de ella y estaba tonteando con varias, que como el alcohol les soltó algo la lengua, la situación se puso divertida y candente. Sobre todo, cuando cambiaron la música, poniendo salsa y bachata. Es lo bueno que tienen un grupo de maduras con un hombre más joven, aunque no estaban sueltas del todo por estar el gran jefe. Pero a pesar de ello, bien que se rozaban y mi polla no fue inmune a esos roces. Se miraban entre ellas, hacían comentarios subidos de tono…

Vimos que se levantaban los “reyes” y nos acercamos, se despidieron de nosotros y se fueron, la despedida fue como el recibimiento, mucha parafernalia en la gente. Cuando nos quedamos solos, alguna pareja se quiso ir, pero algunas mujeres decían de seguir allí, que ahora más relajados estaríamos mejor. Yo me había perdido casi toda la conversación, por lo que dejo caer D. Agustín, pronto sería el director y alguno de los presentes podría ser que le sustituyera, lo que ocasiono en todos, la gran curiosidad de quien podría ser.

El caso, que pasaron del resto de los mortales que allí estábamos y a mí como que tampoco me preocupaba nada, porque podría ser cualquiera menos yo, así que me dije, a divertirme. Ellos se quedaron fuera y nosotros dentro a bailar, ahora sí que se cortaban mucho menos. En uno de esos bailes, cogí a Paqui desde atrás, agarre bien su cintura y bailando, le pegue mi polla en toda la rajita de su culo, quedando bien colocada entre sus nalgas y ella bien que lo aprovecho.

Cuando se quitó, se daba aire de forma exagerada con su mano, diciendo que le subían los calores y todas se reían. Bailando así, entre unas y otras me tenían cardiaco perdido. Ya eran cerca de las cuatro de la mañana y cerraban. Se hizo la “recolecta” para pagar y empezamos a despedirnos. Paqui se puso muy pesada con su marido, porque no quería que condujera, ya que había bebido bastante y ella tampoco podía conducir porque había bebido también.

Otras parejas llamaron a algún taxi, dejando sus coches en el parking, para recogerlos al día siguiente. Me ofrecí para llevarlos, Enrique decía que no hacía falta y Paqui decía que muchas gracias, que aceptaban. Él se sentó delante conmigo, no es que fuera borracho, iba algo tomado, pero consciente de todo. Todo el camino, que no fue muy largo, no paramos de mirarnos por el espejo retrovisor Paqui y yo. Mientras el marido hablaba sin parar, yo me mordía el labio, pasaba mi lengua y ella hacia como quien no quiere la cosa lo mismo. Una vez que llegamos a donde vivían, Enrique insistió en tomar la última en su casa, Paqui secundo la propuesta y yo acepte. Iba loco por “meter”

Aparqué y subimos a su casa. Era una buena zona y el piso bastante grande. Mi decepción llego, cuando Enrique servía las copas y decía… “Paqui, ves a ver, como están los niños”, fue como una puñalada en la tripa, si había niños… no había nada que hacer. Pasado un buen rato regresó Paqui, se había quitado el sujetador, porque se notaban sus tetas algo caídas y los pezones bien marcados. Le dijo a su marido… “Están dormidos y la nana también”, además de los niños tenían una nana, ya solo faltaban los abuelos, haría un rato el paripé y me iría, no me gustaba perder el tiempo. Enrique se puso a hablar de lo del puesto de subdirector y me bombardeó con un montón de preguntas, sobre a quién veía yo más capacitado, para alegrarle la noche, le dije que para mí el. Eso le alegro hasta un punto inesperado para mí.

Mientras él bebía y se animaba más por mi respuesta, su mujer no paraba de hacerme un Sharon Stone, fijándome que no llevaba nada debajo. Ahora el que me alegre fui yo. Trataba de averiguar, si era solo una provocadora, si estaban de acuerdo los dos, si ella quería algo más… era cuestión de no tener prisa y ver qué pasaba, aunque el tiempo se nos echaba encima. Enrique se levantó para ir al baño, cuando nos quedamos solos ella en voz baja, pero desafiante, me dijo… “Ahora veremos si eres pollo o gallo, o si la fuerza se te va por la boca. Ahora cuando te despidas, te metes en la cocina que esta junto a la puerta de entrada y me esperas allí”

Nada más entrar Enrique dije que ya era tarde y que me iba, el trató de convencerme para que me quedara otro rato, pero dije que era mejor que me fuera. Él se despidió de mí, diciéndome que era más simpático de lo que parecía… y se puso un poco pesado, su mujer que fue muy “diligente” se ofreció a acompañarme a la puerta y así lo hizo. Llegamos a la puerta de la casa e hizo todo el paripé, me dio hasta dos besos, abrió la puerta, pero me hizo meterme en la cocina. Dejo la puerta corredera a medias y la luz apagada.

Hubo un leve silencio hasta que oí a Paqui decir… “Venga, vamos a la cama que ya es hora” y el que le respondía… “Si, que estoy que me caigo de sueño, que me parece que me he pasado con las copas. Menos mal que ha dicho que se marchaba…”, los oí irse a su habitación y quedarse todo a oscuras y en silencio. Menuda papeleta si alguien aparecía por agua o por lo que fuera en la cocina.

Aunque paso poco tiempo, se me hizo eterno hasta que Paqui en voz baja decía que recogería todo y que volvía, no oyéndose ningún tipo de respuesta ni de comentario. Entro en la cocina y esta vez sí cerro bien la puerta corredera, que hizo un poco de ruido. No me dijo nada, me agarro la mano y me llevo hacia una puerta que abrió, encendió la luz, había una cama pequeña y una tabla de planchar, ropa en un cesto, preparada para planchar. Me dijo que me pusiera cómodo, dejo la puerta entornada, encendió una luz de una lampara y apago la del techo.

Venía con un salto de cama, de lo más provocador. Se le transparentaba todo, no quedaba nada para la imaginación. Sus tetazas algo caídas, sobre todo por el tamaño, sus pezones bien puntiagudos. Una vez que encendió la lampara, se dio la vuelta y me miro de forma muy provocadora, se acercó a mí, me abrazo, poniendo su boca en mi oído para decirme, que esta primera vez, tenía que ser sin ser muy escandaloso, que no había porque despertar a nadie y a continuación, me mordió el lóbulo de mi oreja. Se veía que tenía prisa, nunca me desabrocharon y me bajaron los pantalones a esa velocidad.

Paqui se agacho para ayudarme a quitarme los pantalones y después se quedó mirando mi polla, levanto la cabeza para mirarme y saco la lengua, lamiéndome la polla entera, eso sí, sin dejar de mirarme. Lo hacía muy bien y provocaba con mucho arte. Teníamos poco tiempo, había que aprovecharlo lo mejor posible, estábamos en una situación de mucho peligro, pero en una situación de lo más morboso.

Hice que se tumbara en la cama, pero antes de hacerlo ella se quitó el salto de cama, estaba como se suele decir muy jamona, pero con un atractivo muy sensual. Me agaché y empecé a comerme su coñito, que estaba muy mojado. Ella me atrapo la cabeza con sus dos muslazos. No me dejaba escapar, decía que no podíamos hacer ruido, pero, aunque aguantaba los gemidos, su respiración además de acelerada, era fortísima, como una respiración ronca.

Una de las cosas que más me gusto, fue cuando empecé a follarle con mis dedos su coñito, mientras seguía lamiendo su clítoris. Contra más rapidez usaba en mis dedos, más se aceleraba y el punto culminante fue cuando introduje uno de mis dedos en su culo, además de no poner pegas, me dio todas las facilidades. Notaba la tensión de su cuerpo, como parecía que dejaba de respirar, conteniendo el aliento todo lo que podía, hasta que soltaba una bocanada de golpe, así estuvo varias veces, hasta que se corrió de forma extensa, abundante y casi estrangulándome con sus muslos. Cuando aflojo sus piernas, me subí con toda mi boca empapada con sus jugos y nos besamos calientemente.

Mientras nos besábamos, mi polla quedo pegada a la rajita de su coño y ella se meneaba bien, para provocarme más calentura, al igual que se la provocaba ella, se le notaba demasiado. Hasta que me dijo con voz cachonda… “Tenemos poco tiempo y ya es hora de que me ensartes con ese cañón que quema, que arde. Que lo llevo deseando toda la noche”, se la iba a clavar, cuando me dijo que le gustaba mejor poniéndose como una perra. Y se colocó a cuatro patas, eso fue bestial, ver ese culazo, no me pude aguantar y le dije… “Que zorra que eres, te pones así para provocarme más, tu culo pide a gritos unos buenos pollazos…”, ella se limitó a reírse y me dijo que ya lo sabía, pero que primero un ratito por su chocho. Parecía mentira, estaba más apretadita de lo que se podía esperar. Se notaba como rozaba a pesar de lo mojada que estaba.

Por eso empecé suavemente, hasta que la cosa empezó a ir mejor. Entonces empecé a follar su coñito, con buenas embestidas, que ella solo decía, que era un animal, pero que siguiera. Que no parara. Sin esperármelo se volvió a correr, es que tardo poquísimo en hacerlo. Se quedo como relajada, se movía suavemente, como saboreando mi polla y yo mientras metía un par de dedos en su culo. Se le escapo una pequeña risotada y le pregunte por ello, contestándome… “Que llevas toda la noche mirándome el culo, loco por follártelo, que se te nota mucho, lo que me pone a mil, me encanta hacerlo por el culo, pero no sé yo con eso que calzas tu…”, me dio un poco de bajón, porque no sabía si era una disculpa para no dejarme probar su culito. Me miro, vio mi cara y sonriendo dijo que ahora mismo volvía.

Tardó segundos, en volver, traía una mano a la espalda, hasta que volviendo a sonreír… “No hay nada mejor ni más sano que… EL ACEITE DE OLIVA” y me enseño una aceitera pequeña. Me la dio y se colocó tumbada boca abajo, no me tuvo que decir nada más, deje caer un chorro de aceite y se lo fui metiendo con mis dedos en su culo, ella gemía y me miraba. Me decía si es que me creía que se iba a quedar con las ganas de probarlo por su culo. Una vez que ya creía que estaba su culito más que preparado, me coloqué detrás de ella y sin prisas empecé a meterle mi polla. Costo un poco al principio, estaba muy, muy apretado y ella decía, que le daba la sensación de que era la primera vez que se lo hacían, poco tarde en tener toda mi polla dentro.

Una vez que estaba toda dentro, me recosté sobre ella y le dije… “Uuuhhhmmm… que calentito y apretadito que tienes tu culito… es una delicia”, Paqui con voz temblorosa y medio graciosa me respondió… “Gracias por decir que mi culazo es un culito… y claro que esta apretadito, el único que lo ha probado ha sido Enrique y te puedo asegurar, que hay diferencias MUY GRANDES… jajaja… y dejemos de hablar y no te pares”, fui aumentando mis movimientos, sacándole algún “quejido-suspiro-gemido”, lo que me llevo a ir embistiendo ese culazo con más ganas, pero sin excederme, hasta que ella empezó a levantar un poco su culo, para recibir mejor mis embestidas. Entonces me puse a embestirla a tope, mientras ella tenía una mano metida por debajo de su cuerpo, tocándose su coño.

Le avise de que me corría y ella me pidió que le llenara su culo, cuando sintió los primeros chorretones de mi corrida, ella mordió la almohada, para gritar libremente y amortiguar esos gritos, movía el culo con fuerza, se estaba corriendo también. Nos quedamos los dos quietos, sin movernos. Hasta que ya me levanté yo y a petición de ella, saqué mi polla muy lentamente, escapándosele un… “Uuuhhhmmm…” cuando la saque del todo. Se dio la vuelta, me acaricio la cara y me dijo… “Me has destrozado el culo, pero ha sido toda una experiencia deliciosa…” me alegre de oírla. Luego me dijo que lo lamentaba mucho, pero que no podía usar el baño, que lo entendiera y le dije que no pasaba nada, que ya me asearía en mi casa. Me quiso dar su número de teléfono y le dije que no, que, si quería que nos viéramos otra vez, que averiguara mi teléfono. No le hizo mucha gracia, pero así nos despedimos, saliendo de esa casa con sumo cuidado.

El lunes cuando llegue al trabajo, me di cuenta de que el comentario de D. Agustín en referencia a quien ocuparía su puesto, había producido algunos cambios sutiles en los jefes de departamento. No era mi imaginación, porque Joan me comento que pasaba algo y se lo conté. Aproveche para preguntarle por la mujer de D. Agustín. Su opinión fue que era una mujer demasiado tímida, que le aburrían enormemente las comidas o cenas de la empresa, que por lo que sabía, solo le preocupaba su familia, sus hijas. Que una tenía 22 años y estaban locos porque se echara un novio trabajador y responsable, era la hija mayor, la pequeña tenía 20 años, pero por lo que se ve, era muy estudiosa y responsable. Terminando el comentario diciéndome, que tuviera cuidado, no fuera que me trataran de liar con una de las hijas. Ni caso hice a ese comentario.

Pasaron tres días, yo me llevaba muy bien con la gente y un día me dijeron que era el cumpleaños de una de las mujeres que trabajaban allí, que si quería participar en el regalo y dije que sí. También me dijeron que al salir del trabajo irían a tomar una copa para celebrarlo y darle el regalo, que, si quería ir, dije que contaran conmigo, me dijeron el lugar. Estando en mi despacho, terminando varias cosas pendientes del día, me metí en mi correo corporativo y vi que me acababa de llegar un mail. El remitente eran unas iniciales. Lo abro y me encuentro con lo siguiente…

“De cerca estas mejor, impones mucho, tus ojos seducen al momento, tu sonrisa te hace muy seductor, tus labios están para morderlos y tu boca para comérsela”

Lo primero que pensé, es que o se trataba de una broma o de una confusión. Así que le contesté a quien fuera, que se había equivocado de destinatario y seguí trabajando. Cuando me vuelve a avisar el ordenador de la entrada de un nuevo mail.

“No ha habido ningún error. Se que eres Carlos. Y tengo varias dudas que quiero que me resuelvas. ¿Eres tan bueno follando como dicen?, ¿Eres tan salvaje?, ¿Es cierto que tienes un rabo descomunal?, ¿Es verdad que aguantas tanto sin correrte?, ¿Eres tan dominante como cuentan? Y sobre todo… ¿Eres tan buen MACHO CORNEADOR y DISCRETO como cuentan?”

En este segundo mail, flipe literalmente. Solo puse una respuesta… “Di antes quién eres y luego veré si contesto. De lo contrario no des el coñazo, que tengo cosas más importantes que hacer”, estuve atento por si llegaba alguna respuesta, pero no llego nada y justo cuando iba a apagar el ordenador, apareció otro mail, en el que decía… “Eres un imbécil creído”, a este no le di respuesta, pasé literalmente y me fui hacia el cumpleaños, que ya llegaba tarde.

De camino al pub que me habían dicho, llegue a la conclusión de que era alguien que quería “quedarse” conmigo. Una vez entre en el pub, vi que el único hombre que iba era yo. De “jefes” estábamos solos, Micaela de contabilidad, Rosana la jurídica y Amparo de informática, que era a la que menos conocía. Luego había trece mujeres más y yo. Micaela me comento que los hombres siempre pasaban de estas celebraciones, como la del amigo invisible en navidad.

Todas estaban casadas o vivían con alguien. El único soltero era yo. Al ver que yo era el único hombre y además el más joven, sabía que sería el “blanco” de las bromas que se produjesen, sería inevitable. La del cumpleaños estaba apenada porque cumplía 40 años y varias de las que había, le dieron la bienvenida por entrar en el bando de las cuarentonas maduritas, riéndose todas. Las copas corrían con facilidad y otra le hizo el comentario de que ya era una MILF. Nuria que era la que cumplía los años, puso cara de extrañeza y pregunto lo que quería decir eso. Fue cuando dijeron que lo contestara yo. No quise ser cortante ni hacerme el vergonzoso, pero tampoco quería ser muy directo, así que salí dl paso diciendo… “Se refiere a mujeres maduras que son atractivas y sexualmente deseables”

Varias se rieron y una que se llama Techi dijo… “Jajaja… que fino que es. No le hagas caso Nuri, quiere decir -MADRE A LA QUE ME GUSTARÍA FOLLARME- ¿O no?”, Nuria se puso roja como un tomate. Techi volvió al ataque… “No te pongas roja, que es verdad, fíjate en ti, has tenido dos embarazos y ahí estas, con un culo y unas tetas envidiables, las piernas más bonitas que se puedan desear, lo único que te falta es un poco más de vicio en tu cara… jajaja”, tu qué opinas Carlos, ¿No está para…?, me limite a levantar los hombros y Nuria dijo que no me comprometiesen. Parecía que la cosa ya quedo ahí y se relajaban todas. Algunas estaban y eran muy graciosas, contaron montones de chistes, anécdotas… me lo estaba pasando mejor de lo que podía haber esperado.

Luego llegó el momento de las confidencias, por no decir de cotilleos. Los oía y me limitaba a sonreír y en algunos casos a reírme totalmente. Se notaban las copas de más, que no quería decir que estuvieran borrachas ni mucho menos. Sin nadie esperarlo, la que yo creía que era muy seria, Micaela, abrió la boca para meterse conmigo…

“Tú no te rías tanto, que yo se muchas cosas de ti, que tenemos gente conocida en común… que, si no estuvieras, ya habría contado… jajaja” y casi al unísono, dando palmadas empezaron a decir… “QUE CUENTE, QUE CUENTE…”, pensando que era un farol, porque yo que supiera no teníamos conocidos en común, le dije con cierto tono chulesco y con mirada desafiante… “Pues cuenta”. Micaela se frenó y decidió callarse, ante el abucheo de las mujeres y mi torpedad fue decir de manera accidental, se me escapo… ”Si lo sabía…”

Micaela de forma ofuscada dijo… “Esas tenemos… pues voy a contar. Aquí el amigo es una fiera en la cama, bueno en la cama y donde te pille… jajaja”, la respuesta de varias fue, que no había sido tan fuerte. Micaela dio un sorbo grande a su bebida y continúo envalentonada… “Le gustan las maduras, no le des la espalda y menos te agaches, que es un maestro en dar por detrás, bueno dicen que un catedrático. Jajaja… y que le encanta hacerlo con el marido delante… aquí donde lo veis es todo una maquina sexual. Y su cosota es de tamaño muy especial… jajaja”, mientras decía todo eso, hubo un silencio sepulcral y alguna que otra mirada hacia mi persona. Varias entre ella Nuria y Techi, dijeron que no se lo creían, que eso serian habladurías. Techi me pregunto si era cierto y todas se volvieron a callar. Mi respuesta para no mentir, porque no tenía necesidad de hacerlo, fue que por lo que veo es cierto que tenemos alguna persona conocida en común y que es tan indiscreta como Micaela.

Micaela me miro con rabia. Techi que seguía con mucha curiosidad me pregunto si no tenía remordimientos de estar con una mujer casada y mayor que yo, como si tampoco me daba corte hacerlo con el marido delante y lo que más le llamaba la atención era lo que hacía el marido. Para zanjar el tema, le dije a Techi, que lo mismo no era una conversación apropiada para el resto.

Varias dijeron que ellas también tenían curiosidad ahora y las que no dijeron eso, tampoco dijeron que cambiáramos de tema. Respondería de forma escueta y lo más aséptico que pudiera. “Remordimientos ninguno, siempre que me lo pase bien. No me da ningún corte hacerlo con el marido mirando o participando, lo que haga mientras estoy con su mujer es cuestión suya”

Ya creía que estaba todo zanjado cuando me dijeron que no había contestado el motivo de con una mujer casada y madura. Respiré profundamente y dije… “Las maduras son normalmente mejores amantes, más dispuestas a gozar y de vuelta de los prejuicios. Si a eso le añades que está casada, normalmente llega un punto de aburrimiento en el matrimonio y cuando se desbocan son todo pasión y ya está”

Se abrió un “debate” interesante cuando varias dijeron que estaban muy enamoradas de sus maridos, que sería imposible hacer el amor con otro. Ahora el que me reí fui yo, soltándoles… “Es que no está reñido el que estés enamorada con lo otro. Yo en esos casos no hago el amor, es más simple, me limito a follar”, más de una se atraganto y mientras decía eso, estaba seguro, de que alguna ya le había puesto los cuernos a su marido o como mínimo lo habían pensado.

Algunas luego empezaron con el tema moral y cuando acabaron de soltar su argumento, me miraron para saber qué opinaba y me limite a decir que cada cual era responsable de su moral, pero que no podían imponérsela a los demás. Durante todo este tiempo, la única que estuvo en silencio fue Micaela. Su cara era de rabia, de duda, tal vez de arrepentimiento… aunque no podía asegurarlo, Y que en el trabajo era muy seria, distante y muay profesional, guardando siempre las distancias con todo el mundo.

Mientras la conversación con el resto fue de alto contenido sexual, pero siempre desde el buen rollo, Micaela a pesar de que le preguntaban, se limitaba a sonreír forzadamente y poco más. Ya se habían ido alguna de las mujeres hacía rato y los que quedábamos empezábamos a despedirnos. Una cogió el dinero de todos y se fue a pagar con otra. Nuria y Techi seguían con su cantinela de querer saber, hasta que Micaela les dijo que ya estaba bien, entonces dijeron que iban al aseo. Justo entonces Micaela me dijo que quería hablar conmigo antes de irnos, sobre lo que había pasado. Quise quitarle importancia, pero insistió. Como donde vivía ella me pillaba de camino, me ofrecí a llevarla y así matábamos dos pájaros de un tiro, la llevaba y me contaba. Dudó, pero acepto. Puedo asegurar que no llevaba ninguna doble intención. Una vez en mi coche, no me dio tiempo ni de arrancar…

  • Lo primero pedirte perdón, porque me he pasado mucho. No debía de haber comentado lo que me habían contado. Tienes todo el derecho del mundo para estar enfadado conmigo, no suelo ser así. Supongo que ha sido el alcohol, aunque eso no me justica. Tenemos que trabajar juntos y no es bueno que tengamos una enemistad. Por lo que te pediría que me dijeras que puedo hacer para solucionarlo. (Clara, directa y todavía un poco nerviosa)

  • Poco me dejas que decir, ya te he dicho que está olvidado. Un momento malo lo tiene cualquiera.

  • Eso no me vale, me dejas peor. (Me fije más en ella y si de normal estaba bien, ahora tenía un punto más excitante)

  • Pues para que te quedes bien, dime quien te hizo el comentario y… ya está. Que con esto no quiero decir que lo que dijiste fuera verdad.

  • Eso no me lo puedes pedir, seria traicionar a dos buenas amigas.

  • Ah… ¿Qué son ¡DOS!? Que sorpresa, si yo pensaba que había sido una solo. Pues no se me ocurre otra cosa. Lo pensare y si un día se me ocurre algo, te lo diré. Pero que sepas que, por mí, no vamos a tener mal rollo en el trabajo.

  • ¿Qué habrás pensado de mí? ¿Qué opinión tendrás ahora? (Lo dijo con cierta preocupación)

  • ¿Es una pregunta?

  • La verdad que era una pregunta retórica. Ahora si quieres contestarla puedes.

  • A nivel profesional o laboral, sigo pensando lo mismo. Eres muy buena en tu atea, muy trabajadora, algo distante, pero debes ser justa, porque la gente que trabaja contigo, tiene buena opinión de ti y te valoran. Eso no lo pueden decir todos los jefes o jefas. Y a nivel personal… mejor me lo reservo, porque sería meterme en un terreno pantanoso, que suelo ser tan sincero, que algunas veces me excedo.

  • Ya que estamos… continua, que sé recibir las críticas.

  • No si no serían críticas.

  • Entonces ni te lo pienses, dime…

  • Te veo a nivel personal, como una mujer madura, que tratas de impresionar a nivel profesional siempre, como si tuvieras que estar demostrando siempre algo. Según contabas esta noche lo mío, veía en tu mirada, mucha curiosidad y un poco de deseo, en romper tu monotonía matrimonial. Dabas la sensación de querer provocar en mi algo, aunque no sé el que. Luego siempre vistes con pantalones o faldas hasta las rodillas, cuando esta noche he podido comprobar que tienes unas piernas muy bonitas, se te nota como acomplejada y no se le motivo, porque físicamente estas muy bien. Salvo que tu marido no te deje vestir de otra manera, que entonces… serías tonta por hacerle caso y de él… no quiero ni opinar.

  • Muchas gracias por la parte de que estoy bien. No es que mi marido me prohíba vestir de una manera u otra, pero sé que no le gustaría y por respeto a él. Y…

  • Vamos pregunta, no te quedes con ganas, que sé que quieres preguntarme algo.

  • Si es verdad, pero no sé cómo hacerlo.

  • Muy fácil, no le des vueltas y pregunta.

  • Mmmmm… En caso de que todo lo que he dicho fuera cierto… ¿No te da remordimientos luego? ¿Cómo puedes ser capaz sin estar enamorado de hacer…? ¿Y los maridos que dicen, que hacen…?

  • Veo que tienes muchas preguntas. No me da remordimiento ninguno. Distingo el sexo del amor. Aunque es verdad que si hay amor puede saber mejor el sexo. Y sobre los maridos… pues disfrutan cuando saco lo… “mejor” de sus mujeres.

  • ¿Qué es eso de lo mejor?

  • Pues la “puta” que llevan dentro.

  • ¡Hala! Que bruto y te has quedado tan fresco al decirlo. Que naturalidad. Debe ser tu juventud.

Se la notaba azorada, pero también “nerviosa”, en un semáforo me fije en su mirada y no te algo de excitación. Seguramente por toda la conversación. De buenas ganas la hubiera dado un buen morreo, pero no era el mejor momento. Otra cosa hubiera sido estando el coche bien parado. Ya llegábamos a su casa, me fue indicando y me señalo un camino junto a unos setos, para que la dejara allí, que era donde estaba su portal. Estaba todo demasiado oscuro. Le comenté que ya podían poner más luz, que eso era una boca de lobo. Ella me dio la razón, por lo que me dijo ya se habían quejado varias veces al ayuntamiento.

Una vez pare el coche, me baje de él, le abrí la puerta y le dije que la acompañaría hasta su portal, que no me gustaba dejarla sola. Ella me dijo que no hacía falta, pero como insistí, me dio las gracias. No era una calle de paso y a esas horas no había ni un alma por allí. Según caminábamos hacia su portal, le dije… “Ves cómo es una pena, esa misma falda con cinco dedos menos de tela, harían que con esos tacones que llevas, tus piernas se vieran perfectas”. Se limito a reírse y decirme que no fuera mentiroso. Ya en el portal, hablamos las últimas palabras y estuvo todo muy cerca de pasar algo, rompiendo ese momento Micaela, que tuvo más juicio que yo y se dio cuenta de que estábamos en la calle, en su portal. Se giro de golpe y despidiéndose sin más, abrió la puerta y se metió dentro del portal.

Me quede mirándola, no había encendido la luz, se fue directa hacia el ascensor, yo sujetaba la puerta y cuando en la oscuridad del portal, apareció la luz de la cabina del ascensor, Micaela, se giró para decirme adiós con la mano y se me quedo mirando. Rápidamente me metí dentro del portal, si ella no quería nada, se metería en el ascensor y me dejaría solo, de lo contrario…

No se subió, se quedó mirando cómo me acercaba y al llegar nos morreamos con muchas ganas. Se oyó un golpe fuerte, era su bolso que se le cayó al suelo. Eso la asusto y creía que se había acabado todo, pero no, ella misma cuando recogí el bolso del suelo y se lo di, tiró de mi hacia un hueco donde estaban las escaleras. Seguimos besándonos y acariciándola por encima de la ropa. Los pezones los tenía hinchadísimos. No me permitía que le metiera mano por debajo de la falda, pensé que lo mismo estaba con la regla, pero cuando intente desabrochar su blusa, tampoco me dejaba. “Pico y pala, pico y pala” y al final se fue dejando. Primero desabroche su blusa y deje sus tetas libres, me dedique a lamer y mordisquear sus pezones. Ella se limitaba a acariciar mi cabeza.

Ahora una de mis manos estaba entre sus piernas, aunque ella no me facilitaba mucho las cosas. Era cuestión de tener paciencia. Y así fue, poco a poco, fui venciendo su “resistencia”, llegando por fin a sus braguitas, que ya estaban húmedas. Empecé a masturbarla con mucha suavidad, sin prisas. Lo hacía por encima de sus braguitas, no me molestaban. Micaela ya flaqueaba mucho, porque sus piernas además de abrirse se flexionaban un poco de vez en cuando, era como un movimiento involuntario. Ella solo me decía ronroneando, que no tenía 18 años, que no estaba bien lo que hacíamos, que estaba casada… que además en un portal, esto lo decía como si fuera escandaloso.

Quise ser un poco “malo”, le di la razón y quité mi mano. Se quedo desconcertada, sin saber que decir, hasta que me beso apasionadamente y cogiendo mi mano, la llevo de nuevo debajo de su falda. Ahora si estaba más decidida, me facilitaba todo, estaba muy cachonda. Coloco mi mano en su coñito, por encima de sus braguitas. Vuelvo a acariciar suavemente el clítoris, hago distintos movimientos con mis dedos, subo y bajo, la presión y la intensidad, no para de mover su pelvis y de mojar sus braguitas, porque ya no es humedad lo que hay en ellas.

Me resulta fácil “atrapar” su clítoris con dos dedos. Es grandecito y duro. Me pide casi sin voz, que lo haga por debajo de sus braguitas. Pero no la hago caso. Su contorsión la lleva casi a quedarse de puntillas. Veo y siento que está a punto de correrse y suelto de golpe, su preciado clítoris, me suelta un… “Mierda…” y luego se contiene. Vuelvo a tocarla, pero esta vez con toda la palma de mi mano, mis dedos esta vez van más a sus labios vaginales, los acaricio de arriba a abajo. Ella acompaña el movimiento de mi mano, con el movimiento de su cuerpo, pegándose lo más que puede a mi mano. Cuando la veo más frenética, relajo mis movimientos, notando su desesperación contenida.

Lo hago varias veces, la noto totalmente entregada y deseosa de correrse. No lo puede ocultar, se le nota mucho. Otra vez coloco mi mano en todo su coño, abro mis dedos, colocándolos de tal manera, que junto sus labios vaginales y atrapo su clítoris con ellos, como si le hiciera un sándwich. La empujo contra la pared y aprieto mi mano bien, haciendo movimientos con mis dedos, para que sus labios “pajeen” su clítoris. Sabiendo también que el notar el roce de sus braguitas, pondrá un punto más de sensibilidad. La voy a hacer que se corra, pero ella no fiándose de que le pueda hacer lo de las otras veces, aprieta bien mi mano con sus manos, nos morreamos y noto como se retuerce todo su cuerpo mientras se corre de forma abrupta.

Una vez que termina de correrse, quiere seguir, pero quito mi mano y ella me dice que le haga lo que quiera, que después de hacerle algo que ni ella misma se lo había hecho tan bien, que continuara… y en ese momento le dije que no, que ya se había terminado por esa noche. Ella me miro en la oscuridad del portal y solo me dijo… “¡¿Por qué?!”, contestándole simplemente que… “En otra ocasión, será mejor, siempre que vengas a buscarlo”, soltó una risita y me dijo… “¿No estarás hablando en serio? La iniciativa siempre la toma el hombre”, al escuchar eso di una carcajada, pidiéndome ella que bajara la voz y que no sabía porque me reía. Le tuve que decir que eso era muy anticuado.

Me empecé a despedir de ella y Micaela no llegaba a entender, el motivo de mi actitud. Le tuve que explicar que lo hacía, porque lo mismo al día siguiente se arrepentía y al no haber “llegado” a más, le ayudaba a justificarse. Ahora si me despedí hasta el día siguiente.