¿Principio de nada, final de algo? – I

Este relato será una mezcla del presente sin saber lo que sucederá y de un pasado divertido y excitante.

Regrese a España a finales de noviembre, había sido un viaje que se me hizo muy largo y tedioso. Aun así me vino bien para ver todo de otra manera. Nada más llegar me puse al día en mi trabajo y como la primera mañana fue muy completa, estaba deseando ir a mi lugar preferido a tomar un fantástico café y relajarme. Llegue mas tarde de lo habitual, entre otras cosas porque no fui en moto y aparcar me llevo su tiempo. Al entrar en la cafetería, había gente que nunca había visto, mi mesa estaba libre y el que lleva el café, me saludo muy afablemente… “Creía que te habías muerto, desapareciste sin avisar. Y no era yo el único que me preocupaba que ahí tu amiga (refiriéndose a Adriana que estaba sentada dándole que te pego a su móvil) me ha preguntado casi todos los días” con el mismo tono gracioso le respondí una chorrada.

Me senté, deje mis cosas y cuando me disponía a ir a saludar a Adriana, para disculparme de no haber dicho nada por la suspensión del sábado que quedamos, ella se levantó, me echo una mirada de indiferencia con un toque de desprecio y se marchó. Me encogí de hombros y luego vi, que estaba en la calle hablando o haciendo que hablaba por teléfono, ni hice amago en salir. Ese fue mi primer día después de mucho tiempo.

Segundo día en mi lugar del café. Llegue a mi hora, era un momento relajante porque como en ese momento estaba yo solo de cliente. El día anterior estuve pensando en llamar a Tiano, disculparme por no haber avisado, pero después del careto de su mujer pase de hacerlo. Se oye abrir la puerta y es Adriana, viene matadora. La veo con distintos ojos a como la veía antes de irme de viaje. Pero veo que sigue con esa mirada displicente, me sonrío y muevo mi cabeza.

Se queda con las gafas de sol puestas, estoy seguro de que me mira, esperando alguna reacción en mí, pero que no se producirá. Llegan unas amigas, se quita las gafas se dan besos de saludos y se ponen a hablar. Un cuarto de hora después llega Tiano, las saluda y se viene a hablar conmigo muy eufórico.

-Hombre amigo Carlos, el desaparecido. ¿Qué te sucedió? Nos tenías preocupados.

-Hola Tiano, lo primero disculparme. De la noche al día tuve que hacer un viaje fuera de España y se alargó más de lo que yo quería.

-¿Pero algún problema, algo grave?

-Que va todo de lujo. Nada, cosas del trabajo.

-Pues me alegro. Fue una pena no vernos el día que quedamos.

-Me supo muy mal. Si seguís queriendo quedar, elegir vosotros el día, la hora, que por mí no habrá problema. Como si queréis hoy mismo. os lo debo.

-Qué te parece este sábado por la noche.

-Perfecto, para compensaros me gustaría invitaros a cenar y no admito peros.

-Vale pues tú dices el lugar.

-Te lo digo esta noche o mañana, para saber si hay sitio a donde quiero invitaros. Ah y ya de paso dile a tu mujer que me “perdone” la vida, que hay miradas que matan.

-JAJAJA… es que Adriana es muy trasparente.

Adriana se levantó con sus amigas, empezaron a recoger todo y ponerse los abrigos. Tiano se disculpó, pero se tenía que marchar y me quede solo. Volvió la tranquilidad.

Por la noche después de haber hecho la reserva, le mande un wasap a Tiano diciéndole el sitio. Su contestación fue muy corta… “Ok. Buen sitio, tienes buen gusto” y no hubo más comentarios. El resto de la semana no coincidí con ninguno de ellos a la hora de tomar café, el no encontrarme con él no era extraño, pero no verla a ella sí. El viernes recibo un wasap de él, para confirmar lo del día siguiente, le digo que sigue en pie. Su contestación fue… “Espero que esta cena te haga cambiar de opinión” no quise ni responder. Lo deje así.

Mientras estaba tomándome el café, pensaba que poder regalarla por haber sido tan desconsiderado con el plantón de la otra cita, bueno mas que por el plantón, por mi silencio impresentable, al no avisar de que no asistiría. Que en esta vida no hay algo que mas deteste que los silencios. Me vino a la cabeza el perfume de mi compañera de asiento en el avión, me gustó tanto que la pregunte y decidí comprarle ese mismo perfume.

No fui en mi coche, por si tomaba algo de alcohol. Llegue el primero y me quede en la barra bebiendo una cerveza fresquita. Ellos se retrasaron bastante para mi gusto, porque siempre soy muy puntual, aunque tampoco fue algo excesivo. Tiano venia con traje y corbata, ella venia rompedora total, maquillaje perfecto, pelo suelto y un minivestido de color negro, con falda cruzada, que con el escote que llevaba y en el cruce del vestido, insinuaban todo y más. Calzaba unos tacones finos negros. No quise mirarla discretamente, la mire para que supiera que me encantaba como iba.

Nos sentaron en una mesa redonda. Una vez que pedimos y nos trajeron la bebida. Les pedí disculpas sobre todo a ella y le entregue el regalo. Antes de que lo abriera le dije… “Para que atrapes los sueños que tengas en tu vida” ella quito el papel de regalo y vio que era el perfume Attrape-Rêves, se le escapo un me encanta y luego me dio dos besos, que yo aproveche para que fueran muy sugerentes por mi parte, porque me acerque mucho a la comisura de sus labios.

Al finalizar el primer plato y como la mesa estaba en un lugar donde se podía hablar tranquilamente, Tiano intento sonsacarme algo sobre mi viaje, me disculpe diciéndole que no era para hablar ni de trabajo, ni de futbol, ni mucho menos de política, que era una cena distendida. Adriana apostillo… “Menos mal, un hombre que no se enrolla con política, ni futbol… que tranquilidad”

TIANO- Vale, tenéis razón, pues entonces Carlos a ver si me respondes a esto… ¿Has cambiado de pensamiento con lo que te propuse, ya sabes…?

YO- No se trata si he cambiado o no he cambiado. Se trata de si fuerais capaces de llegar hasta el final.

TIANO- Aunque somos primerizos es cuestión de hablarlo. Tampoco es llegar y… ¡Hala! Dale que te pego.

YO- Precisamente yo no soy así, me gusta disfrutar del momento, sin prisas pero sin pausas.

ADRIANA- Hola, hola, hoooola… que estoy aquí… que también tendré algo que decir yo… ¿Noooo?

YO- Indudablemente que tienes algo que decir, porque todo rondaría alrededor de tu persona. Siempre que todos dijéramos que si y para eso nada mejor que cada uno exponer lo que piensa, lo que quiere.

ADRIANA- Muy claro no lo tengo todavía. Por eso Carlos quiero que me contestes con total sinceridad a esta pregunta… ¿Es normal que un hombre casado quiera ver a su mujer en brazos de otro?

YO- La respuesta es muy sencilla. ¿Tú a tu marido lo ves anormal?

ADRIANA- No es un hombre muy normal y cabal.

YO- Pues si es normal, el que tenga ese deseo ese gusto, no tiene que decir que sea anormal. La cuestión es si a ti te apetece lo que él quiere. Que si es no, serás igual de normal y si es si, pues seguirás siendo igual de normal.

ADRIANA- Y a ti… ¿No te da “palo” acostarte con nosotros?

YO- Yo no he dicho que quiera ni no quiera, solo he dicho que no me importa hablarlo.

ADRIANA- Ves, eso me molesta de ti. Te lo tienes muy creído y tú, Tiano no tienes nada que decir, nos está menospreciando y sigues callado.

TIANO- No lo veo así, está siendo muy correcto, solo está dando su opinión.

ADRIANA- Esto es surrealista, aquí hablando con un tío que conocemos de dos días de hacer algo con él, el menospreciándonos y mi marido babeando… donde está el hombretón que tenía por marido… ¿DONDE ESTA?

YO- Jajaja… primero ese el, tiene nombre. Segundo no estoy menospreciando a nadie. Si tu duda está en si me gustas, te diré que si, que me gustas y mucho. Aunque no quiere decir que lleguemos a nada, porque tengo unos gustos muy particulares, que lo mismo no coinciden con los vuestros. Por eso decía que cada uno dijese lo que quería. (Su cara cambio a mejor)

TIANO- (Bajando el tono de voz para que nadie pudiera oírle) Mi idea es el iniciar este contacto, pero con unas normas básicas, como que a mí no se me deje a parte, que todo sea consensuado, con condón siempre, si digo que se acabó… se acabó, nada de hablar a solas los dos, en caso de duda lo que yo diga. ¿Alguna duda?

YO- ¿Y tú Adriana?

ADRIANA- Es que yo no he dicho que sí.

YO- Bueno, supongamos que digas que si, ¿Cómo tendría que ser?

ADRIANA- Pues supongo que como ha dicho Tiano.

TIANO- Carlos… Ahora quedas.

YO- No va a hacer falta, porque con esas condiciones, va a ser que no.

ADRIANA- YA ESTAMOS… otra vez que se pone “crecidito” es que me sacas de quicio.

YO- No es mi intención y para que veas que no lo es… entiendo que es vuestra primera vez, pero Tiano, en mis relaciones el que “controla” soy yo, siempre respetando unas normas básicas, que son los NO de ella. Soy muy dominante y me gusta marcar el ritmo. No haríamos nada, hasta que ella no lo desease profundamente y mientras llega ese momento, Adriana haría todo lo que yo dijese. Tú quieres verla como una “puta” pues ves casi será así, con la pequeña diferencia que sería mi puta y tú la ayudarías. (La cara de los dos eran de pasmados, aunque la de ella tenía un brillo especial en sus ojos)

TIANO- Pues no estoy en nada de acuerdo.

YO- Ves como tenía razón, que no podía ser.

ADRIANA- Por curiosidad, pero solo curiosidad… ¿Qué es lo que se supone que pasaría o qué harías?

YO- ¡AH! Eso será ya un misterio. Pero por responderte algo… te haría todo lo que puedas haber soñado e imaginado y lo que no has soñado ni imaginado.

Seguimos cenando y no volvimos a tocar el tema. La diferencia que había a cuando nos sentamos a cenar, que la cara de Tiano que era de estar eufórico al empezar, ahora era una cara pensativa y en cambio la de Adriana que al empezar era de estar a la defensiva y con cierta vergüenza, estaba mas sonriente y tenía un brillo distinto en sus ojos.

Tiano se fue al aseo y aproveche para ver en qué punto se encontraba Adriana…

  • Se ha quedado muy tocado Tiano.

  • ¿Si? ¿Y por qué?

  • Porque no ha salido como él quería y porque sabe que tarde o temprano tu y yo acabaremos follando.

  • Ya te ha salido la vena prepotente. Pero va a ser imposible si él dice que no.

  • Ya verás como no. Cuando empiece solo tienes que mirar a sus ojos.

  • ¿Cuándo empiece el que?

  • Ya lo veras esta noche. Tu hazme caso.

No supo que decirme, se quedó pensativa y ya regreso Tiano. Ahora quien se fue al aseo fue Adriana y nada mas irse Tiano me dijo… “Lo has puesto muy difícil, por no decir imposible. Es una pena. Aunque no te entiendo, un hombre te pone en bandeja a su mujer y vas y sales con esas. ¿Sabes cuantos tíos hubieran dicho que si con mis condiciones?” no tarde en contestarle… “Seguro que muchos. Pero en ese grupo no estoy yo”, movía la cabeza de un lado para otro hasta que me dijo… “Es que seguro que si había alguna posibilidad, después de oírte, se habrá asustado y estará encerrada en si misma ahora”

Según lo veía yo estaba equivocado y no me lo guarde se lo dije… “Creo que te equivocas y es todo lo contrario, tu mujer ahora si esta con deseo, con ganas y tiene que ser una delicia follar con ella” y muy deprisa con ciertos nervios me dijo de forma preocupada… “Bueno, bueno… ya lo veré esta noche, la tanteare en casa, pero por hoy vale, no tensemos la cuerda no vaya a ser que se rompa y definitivamente se vaya todo por el desagüe” más que un simple comentario fue una orden taxativa sin opción a replica.

Mi cabeza me decía que la noche era muy larga y quería ponerlos a “prueba” y ver como respondían los dos. De este viaje que acababa de hacer venia un poco “cabroncete” como diría un amigo mío, lo único que podía perder que me dejaran de hablar… algo que no me quitaría el sueño, porque de momentos éramos simplemente conocidos.

Adriana tardo en llegar, no sé lo que habría estado haciendo. Sabía que Tiano estaría encantado de que por lo que fuera, no aceptase ir a tomar la copa a la que habíamos quedado antes de cenar, pero no iba a ser así. En la calle me preguntaron si había venido en coche y les dije que en taxi. Tiano movió un poco la cabeza y dijo que fuera con ellos, que si habían traído coche. Fuimos hablando tranquilamente hasta un aparcamiento cercano. Tenían un SUV grande, de buena gana hubiera hecho subir a Adriana detrás conmigo, pero Tiano tenía cara de no estar muy a gusto.

El sitio al que fuimos era un lugar conocidos por ellos. Cuando lo vi al llegar, recordé que era un sitio que me comento Tiano, que llevaba a su mujer por si bailando “tonteaba” con alguno y se decidía a tomar algo con ellos porque era un lugar con poca iluminación. Aunque nunca lo había logrado, había reservado hasta un sitio, pero seguro que no lo hubiera hecho de saber mi opinión de la cena.

Una vez dentro, le saludo un hombre, que era el dueño o el responsable del local. A mi sin venir a cuento y ante mi sorpresa, me presento como el primo de su mujer. El me saludo y le dijo a Tiano que tenía reservada la mesa de siempre. Lo de un lugar con poca iluminación era quedarse corto, a excepción de lo que parecía ser una pista de baile, que estaba junto a la barra y donde se veía mucho tío solo.

En el camino a nuestro sitio, lo que abundaban eran las parejas. Ya fueran solas o en compañías de otras y no estaban en situaciones “comprometidas” y bailando había más mujeres que hombres. Llevado un ratito, la vista se acostumbraba y no parecía tan oscuro, porque se veía con facilidad al resto de la gente. Al sentarnos, espere unos segundos, para que Adriana quedara entre los dos.

Hasta el momento lo que más sonaba era salsa, bachata, aunque entremedias sonaba alguna canción estilo pop dance. Por lo que sabía Tiano no era de los que le gusta bailar, se siente ridículo. Siempre lo digo, bailar es muy importante, allana muchos caminos. Después de las primeras negativas a bailar y superando algunas reticencias, Adriana se vino a bailar.

Se notaba que le gustaba y en algunos bailes latinos, puse en práctica el dicho de… “Contra mas prima mas se le arrima” al principio se cortaba un poco, después le tomo el aire y podía notar como mi polla estaba durísima. Toque tranquilamente y como si fuera por descuido, su culo, que estaba muy duro y su tetas. Pero como digo, por “descuido” y ella no puso ninguna pega.

Visto lo visto era el momento de ver reacciones. Adriana que había estado tomando una bebida sin alcohol que había pedido su marido para los dos, cuando se sentó pidió “Long Island Ice Tea” que ignorante de mi pensaba que era algún tipo de té. Cuando se lo trajeron bebió y suspiro. Al preguntar qué tipo de té era, sonriendo me dijo que lo probara y así lo hice, madre mía que fuerte que estaba. Según me conto entre risas, llevaba de todo menos te, vodka, ginebra, tequilla… y algún ingrediente mas que no me acuerdo, era un cañonazo.

Ella estaba sentada a mi izquierda. Me puse de lado y sin mas mientras hablábamos los tres, puse mi mano izquierda por detrás del asiento corrido donde estábamos sentado y la mano derecha sobre la rodilla de ella. Al principio estoy convencido de que Tiano no se dio cuenta. Adriana no me decía anda ni tampoco lo hacía. Fui poco a poco, sin ninguna prisa, subiendo mi mano, acariciando con suavidad su muslo.

Mis yemas de los dedos rozaron las braguitas y sentí el escalofrío que se llevó. Fue en ese momento cuando Tiano miro hacia abajo, miro a su mujer, me miro a mí, volvió a mirar hacia donde estaba mi mano, me volvió a mirar y en ese momento justo, mirándole a él, empecé a acariciar el coñito de su mujer por encima de sus braguitas. Logre apartar su braguita y dos de mis dedos ya tocaban directamente su coñito, su clítoris. Estaba muy húmeda, muchísimo.

Después de acariciar su coñito por todas partes y de ella acomodarse para facilitarme las cosas. Inicie mi “ataque” a su clítoris, que enseguida cogió su máximo tamaño y dureza. Adriana agarro la mano de su marido fuertemente. Tenia los ojos cerrados, los labios apretados y su pecho se hinchaba lentamente, de forma contenida.

Su respiración cada vez era más agitada, en una de esas abrió bien los ojos, me miro intensamente y poco a poco me acerque a ella, quería besarla, quería saber cómo besaba, porque eso me diría mucho. Ella sabia lo que iba a pasar en ese momento, entreabrió instintivamente u poco sus labios y fue cuando lentamente y muy suave, empecé a besarla.

Al principio por su parte fue un beso comedido suave, sin lengua. Una vez que mi lengua fue entrando en su boca, el beso se convirtió en puro frenesí, que manera de morrearnos, era un combate entre nuestras lenguas y mis dedos “castigaban” con mas pasión su clítoris. Por como me besaba sabía que si seguía de esa manera, el orgasmo vendría ya mismo.

Por eso frene el movimiento de mis dedos hasta pararme, algo que ella quiso evitar, cogiendo mi mano y apretándola hacia ella. Lo evite y los saque, le salió un resoplido de mal humor, me miro con “odio” con un punto de rabia. Empecé de nuevo a acariciar sus muslos y esta vez se acelero nada mas sentir mi mano. La atraje hacia mi con mi brazo izquierdo, de tal manera que ahora podía meter esa mano por su escote, estaba a dos manos. La dureza de sus pezones lo decían todo.

Tiano me miraba sin ser capaz de decir nada. Adriana lo miro, estiro de el y se empezaron a morrear. Acelere mis movimientos y atrape su clítoris, con sus labios vaginales y con la punta de mi dedo provoque una corrida monumental, que ella lo tapo morreando a su marido en plan bestia y apagando el sonido de sus gemidos. Una vez se corrió se quedo como si hubiera corrido un maratón. Su respiración estaba aceleradísima y su cara llena de vergüenza, pero con un toque muy gracioso.

Me levante y fui al servicio, los quise dejar solos. Lo cronometre, diez minutos y regrese. Adriana se había colocado bien su falda y estaba un poco turbada. Me senté como si no hubiera pasado nada. Quien rompió el silencio fue Tiano… “Habíamos pensado que porque no irnos a nuestra casa y tomamos algo allí” (sabía que mi respuesta los dejaría confundidos como mínimo) “Para ser la primera vez esta bien, que ya os he dicho que no tengo pisa y que las cosas se darán cuando se tengan que dar” Adriana abrió los ojos de forma muy expresiva y se levanto diciendo con tono vehemente que iba al aseo.

  • ¿De qué vas? Eres desconcertante. La has dejado cortada.

  • No voy de nada, creo que dije lo que quería.

  • ¿Pero que cojones quieres? que me entere yo.

  • Quiero que lo deseéis los dos, sobre todo ella y lo más importante, sin condiciones.

  • Porque crees que he dicho de ir a nuestra casa porque ella lo desea. Si me ha dicho que jamás nadie la había tocado así y que besas de una forma muy especial.

Ya no dije nada mas y llego ella con cierto malhumor, diciendo que ya era hora de irse. En la calle nos despedimos y cuando le di los dos besos de despedida que fueron bastante descarados, le dije al oído… “Tienes que desearlo mas y estar dispuesta a todo” no dijo nada.

Esta situación me recordó una situación de hacia ya unos años, que publique con anterioridad y que lo titule como El gran secreto…

Todo el mundo, tanto mujeres como hombres, tenemos en nuestra vida cosas, sean de la índole que sean, que no queremos que se sepan, o que lo sepan el menor número de personas posibles. (BDSM)

El amor o el sexo prohibido es la droga más cotizada que existe. Porque cada mujer contiene un gran secreto: un acento, un gesto, una mirada, un silencio. Porque cuando encuentras a ese alguien, se produce el… somos imposibles, pero aquí estamos, siendo imposibles y dejando lo posible para otro momento. Porque los amores o el sexo prohibido son más intensos que los permitidos, porque al final que fuimos eso que no se cuenta, ni se admite, pero que nunca se olvida.

Después de mi maravilloso viaje relámpago a Madrid, que me supo a poco. Volví a lo que era mi rutina habitual. Si no tenía una entrevista de trabajo, mi deporte bien temprano, seguido de un desayuno en una de las cafeterías que había junto a mi nueva casa, lectura del periódico local y luego me subía a casa a trabajar en ideas para futuribles proyectos. Por la tarde noche, solía quedar con alguien para tomar algo, pero últimamente solía quedar con Jaime y Cristina. Que conste que al principio me sentía incómodo, por las confianzas de Cristina, hasta que se normalizo el trato y se acabaron las tentaciones.

Una de esas mañanas pare en la cafetería que más solía parar, me senté en la terraza y vino la dueña a atenderme, era una cafetería que regentaba un matrimonio de unos 45/50 años. Cuando la media de edad allí, eran parejas sobre los treinta y pico, con uno o dos hijos de media. Aunque había parejas que no tenían ninguno, pero las menos. En otra de las mesas estaban un grupo de “mamas” desayunando. Que solían ser siempre las mismas y más de una vez note que hablaban de mí. Debía ser la novedad, aparte de ser el único hombre que a esas horas estaba por allí.

Como decía antes los dueños eran José y Dolores, que conmigo eran muy amables por lo que cada vez los visitaba más. Incluso algún día comí allí. Mientras me ponían el desayuno me levante a por el periódico, cuando me dijo José que estaba en la mesa de las “lobas” la mujer le recrimino el comentario. Como vi que no lo leían, muy educadamente me acerque a ellas y les dije si les importaba que lo cogiera. Cuando dos de ellas me dijeron… “Tú puedes coger lo que quieras…” se rieron todas, yo las sonreí y pensé que en grupo eran muy valientes.

Estaban bien, pero rápidamente me quité de la cabeza cualquier pensamiento “insano” me recordé a mí mismo, ni vecinas ni parejas de amigos. Me quede sobre todo con la cara de las dos “valientes” esas que intentaron dejarme cortado. Ese día nada más desayunar me subí rápido a mi casa. Tenía que hacer algún retoque en proyectos que tenía en curso, o futuros proyectos, porque estaban en un estado embrionario. Luego había quedado con Jaime a comer, que tenía que hablar conmigo. Llegué al lugar de la comida y pensé que era una “emboscada” porque estaban la madre, Dña. Mercedes, la hermana de Jaime, Raquel que era mayor que nosotros, pero siempre hubo algo de ella que me atraía, Jaime y su mujer Cristina. Al verlos a todos me dije… “Qué coño pasa aquí, a que viene este conclave…”

Salude cortésmente a todos y muy especialmente a Raquel que hacía años que no la veía. Recordaba a una chica delgada, con muy buen tipo. No era la Raquel que yo conocía, estaba un poco más rellenita y cara de cansancio. Tal vez un poco dejada, supuse que eran los hijos. Jaime me había pedido varios favores sobre problemas que tenían, yo le daba mi opinión y le asesoraba en algunas cosas. Pedimos la comida y no se esperaron a los postres. La madre tomo la palabra, quería que trabajara con ellos, que no era cuestión de estar pidiéndome favores y de que yo estuviera disponible…

Mi contestación era la de siempre, que era un NO, pero más que nada porque no me veía trabajando con ellos. Que menos la hermana los demás dirigían la empresa. Dña. Mercedes era la que tenía el poder, la última palabra. Porque tenía el 50% de la empresa y era la usufructuaria del otro 50%, que su marido había dejado a partes iguales entre los hijos. Jaime luego era quien en realidad llevaba el día a día de la empresa. Cristina llevaba de todo un poco, principalmente lo que sería recursos humanos y compras. La hermana recibia una asignación. Jaime y ellas me trataban de convencer, y me estaba sintiendo violento. Hasta que Dña. Mercedes tuvo una idea y la expuso.

“Creo que lo mismo esta propuesta a ti te vendrá bien, que te sentirás menos atado, menos comprometido y será a gusto de todos. ¿Por qué no te das de alta como autónomo? Nos asesoras de forma externa y te pagamos por informe. Te dejaremos un despacho y no será necesario de que estés todo el día en el. ¿Qué te parece?” igual que estaba muy cerrado a las propuestas anteriores, esta me gusto. Mi contestación fue que tenía que ver como se hacía eso de los autónomos… Dña. Mercedes me dijo que no me preocupara, que sus administradores se encargarían de hacerlo todo y lo celebramos, aunque Jaime dejo claro que él prefería la otra fórmula. Lo único que le rogué, era que, dentro de la empresa, guardáramos un poco las distancias, que no quería que el resto del personal me vieran o me sintieran como un “topo”

De esa forma fue como empecé a colaborar o trabajar con ellos, según se mirase. Llevábamos un mes y todo iba bastante bien, aunque había cosas o más bien actitudes que me “rechinaban” un poco. Había un hombre de unos 60 años que era el que más estaba conmigo. Cogió confianza conmigo y me contó que había pasado de ser el brazo derecho del jefe (Se refería al padre de Jaime) a ser un don nadie, eso sí muy bien pagado. Le tire un poco de la lengua y resumiré lo que me conto. Sobre el padre de Jaime, que fue un hombre muy duro, pero justo. De Dña. Mercedes una tirana vengativa, nada benevolente y muy clasista. De Cristina me dijo directamente que era una hija de puta, que no tenía ni idea, manipuladora, borde, dictatorial y que absorbía la energía. No dejaba títere con cabeza y llego Jaime, aquí me sorprendió, de le dijo que era en realidad el único que trabajaba y sabía lo que se hacía. Que no se parecía en nada al padre, que era una buena persona, noble y sin malicia. Muy manejable por su madre y por su mujer.

Pensé que todo a causa de mucho rencor acumulado. Lo único, que según lo que fui viendo y oyendo al personal, me daba la sensación de que se quedó corto contándome. A la madre la veía muy distante con todo el mundo, un trato seco y muy sobrada. Aunque conmigo seguía siendo muy cordial. Cristina más que trabajar, solo andaba preocupada por los preparativos de su boda, pasando de todo y Jaime trabajando sin parar, echando todas las horas del mundo y resolviendo todo tipo de problemas.

Lo que me habían encargado a mí no les iba a gustar el resultado. El estudio que prepare era de un cambio radical, toda la tecnología que tenían estaba muy obsoleta. Por respeto a Jaime se lo pase a él primero. No quiso verlo y me dijo que se lo resumiese. Estaba de acuerdo conmigo, el problema era su madre, que él ya se lo dijo y era reacia a cualquier cambio de ese tipo y era la que tenía la última palabra. Fuimos al despacho de la madre y estuve cerca de hora y media explicándole todo al detalle. Lo más “doloroso” del informe era el presupuesto, que era un presupuesto alto. Que podía variar si ellos conocían una empresa que lo hicieran más barato. Porque de eso sí que no me encargaba yo. Me limite a decir el coste aproximado.

Miro a su hijo y le pregunto que le parecía, Jaime le contesto que era lo que le llevaba diciendo meses. Se quedo un rato pensativa y nosotros dos mirándola a ella y mirándonos nosotros, rompió el silencio diciéndome a mi… “De acuerdo, póngase USTED de acuerdo con mi hijo y… perdona Carlos, no sé en qué pensaba, poneros Jaime y TU a trabajar en ello ya y muchas gracias” no me había gustado el tono que utilizo al principio conmigo. Me pareció muy desafortunada en su actitud. Ahora entendía cómo se sentía la gente con ella. Una vez fuera del despacho Jaime me dijo que no la hiciera caso, se había dado cuenta, me dijo que le acompañara que quería explicarme el motivo de esa actitud.

No pudo ser porque nos interrumpió cristina, con tonterías de la boda y ya de paso me dio mi invitación en mano. Volví a insistir en lo del regalo. Jaime me dijo… “No te preocupes, que ya está encargado, que es un capricho y cuando este ya te aviso” protesté porque le dije que así no era, que él me lo tenía que haber dicho y yo encargarme de comprarlo. Sin que yo le dijera nada, me dijo que no sería caro, que me lo podría permitir, lo único que casi seguro que no estaría antes de la boda. Cristina igual que yo, preguntamos por el dichoso regalo, que era muy misterioso. Jaime agito sus dos manos diciendo que tenía mucho trabajo y se metió en su despacho.

Me puse a trabajar inmediatamente para preparar los trabajos y que todo estuviera coordinado. Porque lógicamente habría que hacer alguna pequeña reforma, lo que significaba que durante un tiempo estaría todo un poco empantanado. Cunado más enfrascado estaba, abren la puerta sin llamar. Miro y es Jaime.

-Otra vez aquí amigo, que antes nos han interrumpido. No tengas en cuenta lo de mi madre, no te vayas a mosquear. Es que está muy rara. Habituándose a una nueva vida.

-Es verdad, me dejo un poco descolocado, pero ya está, olvidado. (Enseguida note que no era la contestación que se esperaba y se aceleró que lo conocía)

-Carlos de verdad, no te enfades, que te conozco. Date cuenta de que está pasando un bache, compréndelo, esta full… mi padre era un hombre que era mucho hombre, era ordeno y mando, ya lo sabes tú. (Le interrumpí porque no me hacían falta explicaciones)

-Vamos Jaime, que no pasa nada de verdad. Y veo a tu madre muy bien, no tan mal como lo pintas tú. Que te preocupas demasiado, injustificadamente. Que sé que lo haces porque eres un buen hijo. Que eres muy buena persona, tal vez demasiado.

-Que no, Carlos, que conozco a mi madre. Que mi padre le dio una vida… un poco “difícil” ya me entiendes.

-Vamos hombre, quien no ha tenido algún momento “tonto”

-No me entiendes, que mi padre era muy “brusco” con mi madre. Que, aunque le he querido y lo quiero, ha sido así desde que tengo uso de razón. Ya está. Que quede entre nosotros.

-No me puedo creer eso de tu padre. Seguro que exageras. ¿Tú lo has visto? ¿Tu madre te lo ha contado o se ha quejado?

-No, pero no hace falta.

-Yo que tú, me sentaría con tu madre y hablaría con ella. No te puedes volver paranoico con eso. Así no la ayudas.

-Tu siempre lo ves todo muy fácil. Pero hay cosas que no se preguntan.

-En eso te equivocas, no hay nada mejor que preguntar para salir de dudas y no equivocarse.

Movió la cabeza, se iba contrariado y se fue. No me creía lo de su padre, que no era que mintiera. O es que yo siempre lo había visto de otra manera. Muy recto, pero no al punto que él dijo. Pasaron los días, se iniciaron los cambios, con los trastornos que ello suponía y ya estábamos a días de la boda. Mi intención era encauzar bien los cambios y marcharme, no me gustaba el ambiente, el comportamiento de algunas personas, la dejadez de Jaime con algunos comportamientos de su madre y su mujer. Entendía que su postura no era nada fácil, pero no le vi ni el mínimo atisbo de corregir esos comportamientos.

Casi en la víspera Jaime me pidió un favor. Que fuera yo quien condujera el coche a la iglesia, con su madre y el. Acepté y por ello tuve que ir a probar el vehículo en cuestión. Era un vehículo clásico, histórico, que su padre adoraba.

El di de la boda, que era por la tarde llegué con casi una hora de antelación. En la puerta de la casa estaba el coche, todo decorado con las flores. Jaime estaba muy nervioso. Echaba de menos a su padre y para relajar su estado, saque el tema de mi regalo. Él me decía que a la vuelta ya estaría aquí. Ya que ellos se iban al día siguiente temprano de viaje de luna de miel, durante quince días. No quise ser pesado, pero quedamos en que cuando vinieran, lo solucionaríamos. Salió la madre y vaya como venía. Llevaba un vestido largo. No era rojo, pero parecía ese color, según le diera la luz, parecía algo como rojo o cobrizo. Con un escote muy discreto, pero insinuante y ajustado los suficiente, para poder apreciar que tenía buena forma su cuerpo.

De cachondeo le dije a Jaime… “Ya tiene que ir guapísima la novia, porque va a ser difícil superar a la madrina” Dña. Mercedes sonrió halagada y dijo… “Entones… ¿Te gusta mi vestido? ¿Me queda bien?” no tuve que esforzarme en contestar, porque lo que dije era la verdad… “Doña Mercedes me gusta mucho, tiene un color distinto a lo que se ve normalmente y que le voy a decir de cómo le queda. Le queda perfecto, le hace un tipo…” Jaime no permitió que siguiera y en voz alta, sorprendido me dijo… “Carlos, que es mi madre” y yo le replique… “Pues bien orgulloso tienes que estar de tener una madre tan guapa y es más… Doña Mercedes esta noche tiene que bailar conmigo” la madre me dijo que prometido.

Ya en el convite, me toco compartir la mesa con unos comensales que eran todo alegría, menudos muermos. Me colocaron con una soltera, que tenía una cara de amargada total y estaba muy bien, pero ni caso. También estaba la hermana de Jaime, luchando con los hijos, con un marido que pasaba de todo. Como dije antes no era la Raquel alegre, juvenil que yo conocí. No me fui por Jaime y porque había que devolver el coche a la casa. Después de cenar, me pase toda la noche con uno de los directivos de la empresa. Haciendo tiempo, porque del resto no conocía a nadie. Fue un muermo de boda, para mi gusto. Hacía rato que habían dado las tres de la mañana, se me acerco Jaime y me dijo… “Mi madre ya está con ganas de irse a casa. ¿Ya que tienes que dejar el coche, ¿Te importaría llevarla?” abrí los ojos de alegría porque ya estaba hasta las narices, por no decir otra cosa, de estar allí y por eso me salió… “Creía que nunca me lo ibas a pedir, encantado de la vida” me miro muy serio y me dijo… “Que es mi madre, no te pases. Que si se mosquea perderemos la amistad y no quiero” para tranquilizarle le dije… “Tranquilo, si lo decía porque me estaba durmiendo” entonces se echó a reír y me decía que la culpa del reparto de mesa la tenía Cristina y se fue riendo.

Yo me fui hacia el coche mientras la madre se despedía del todo el mundo. Al llegar al coche le abrí la puerta del acompañante del conductor y vi que puso cara rara. La muy estúpida quería ir detrás, como si yo fuera el chofer, eso me rayo un poco. Nada más arrancar trate de sacarle conversación y ella a los distintos temas que saque, me “regalo” con su silencio. Para tratar de picarla y que dijera algo, la recordé su promesa de bailar conmigo y de que no lo había cumplido. Muy dignamente y estando parados en un semáforo, giro su cabeza y me soltó… “¿Desde cuándo una señora tiene que ir a pedir que bailen con ella? Eso es cosa de los caballeros…” y la tía se quedó tan fresca. Me calle por no enfadar a Jaime. Luego se debió pensar lo que había dicho y me pidió disculpas, había sido un día de mucha tensión. Menos mal que no fue hipócrita diciendo que era a causa del alcohol lo que me había dicho, porque solo la vi beber agua, a excepción del brindis, que se mojó los labios con un poco de cava.

Llegamos a la casa por fin, que alivio. Antes de irme me dio las gracias y me pregunto si su comentario me había molestado. Respire profundo para no meter la pata. Y le dije que no había sido nada, que no tenía importancia, pero salió ese otro yo y le dije… “Pero es normal en usted. Porque una señora me hubiera ofrecido tomar algo por llevarla y lo que es más importante, una señora cumple con sus promesas” esperaba su indignación, pero con una mirada “interesante” se limitó a ofrecerme a tomar algo.

Acepte la invitación algo cortado y con alguna duda por esa mirada. Fuimos hacia el salón y ella me saco dos copas muy grandes, me las dio diciendo para mi coñac, ahora vengo que este vestido es muy molesto. Mi mente ya me jugaba malas pasadas, pensaba como vendría de provocativa… sin embargo unos quince minutos después, apareció con un caftán corto, un poco más arriba de la rodilla, color amarillo chillón, con estampado étnico, de manga corta y escote redondo, nada indiscreto y muy alejado de lo que mi mente calenturienta había pensado. Sin decir nada vino hacia mí y cogió una de las copas que tenía en mis manos. Nos sentamos uno en frente del otro, al sentarse, sus piernas quedaron más expuestas. La conversación era muy normal, hasta que el dije mi intención de abandonar la empresa una vez estuviera todo encauzado. Antes de que me pudiera preguntar nada, le expuse los motivos reales, que era por ella y por su familia y que no quería perder la amistad con Jaime. Ella le dio un par de sorbos, preguntándome que pensaba de ella. Le dije todo lo que había visto ese tiempo en el trabajo, lo estirada que era, ella quiso achacarlo a la muerte de su marido. Se debió de dar cuenta de que no la creía, porque me dijo…

  • ¿Qué pasa no me crees?

-Podía decir que, si la creo y no tener ninguna polémica, pero no, no me la creo.

-Pero… ¿Por qué no?

-Porque una persona no se vuelve de pronto así, usted nunca trabajo en la empresa y ahora… bueno que tiene un perfil casi tiránico. (Veía que ni se inmutaba, que le daba igual)

-Para poder juzgar a los demás, hay que ponerse en su lugar.

-Lo que usted diga, pero es que además compromete y preocupa a su hijo, que no se lo merece.

-Pues ya me dirás en que comprometo yo a mi hijo y mucho menos que le cause preocupaciones.

-Al final es el que lleva la empresa, el que se lleva la mala fama por la madre y por la mujer. Que está muy preocupado por usted. Porque está convencido de que su marido no la trataba bien, como se merecía. (Note un cambio en su expresión)

-Mi marido siempre me trato como a una reina. Es el único que ha sabido tratarme bien. (Me sonó todo muy raro) Mi hijo es muy buena persona, es en todo como yo. La diferencia es que no le ha tocado una mujer… (Se paro, había dicho más de lo que quería)

-Pues algo vería Jaime para decir eso. Lo digo porque le está consumiendo por dentro.

-Ni mi hijo, ni mi hija pueden decir que su padre me trato nunca mal o me faltó al respeto. Lo que pasa es que a veces los hijos confunden las cosas. (Ese “confunden”, me puso en “alerta” y decidí como es mi costumbre, tirarme a la piscina, aunque fuera sin agua)

-Eso se lo he dicho yo, que seguro que lo ha confundido. Que lo que hacen las parejas de puertas para adentro de su habitación es cosa de ellos. Que tiene que comprenderlo y no juzgarlo. (Yo no le había dicho nada de eso a Jaime, pero veía que la fortaleza de ella ahora estaba desquebrajada, no sabía por dónde salir, había dado de lleno, ahora era cuestión de terminar el “asedio”)

  • ¿Tu qué crees que sabes? (Con cara y voz de estupor)

-Yo sé lo que me han contado. Y en vez de pensar que no la respetaba su marido, lo que tengo claro, es que les gustaba “jugar” duro, o mejor dicho que jugaran “duro” con usted. Algo que es muy normal. A quien no le gusta romper con lo habitual.

Se recompuso de lo que yo había dicho, aunque la forma de agarrar la copa con dos manos me demostraba que seguía nerviosa. Con una sonrisa forzada me dijo que me debía un baile. Dejo la copa sobre la mesita y se fue a un mueble, donde había un equipo de música. Se puso a mirar y selecciono un cd, que era de boleros. Se quedo parada mirándome y cuando me levante me acerque a ella, me dijo que solo una canción. “Proteste” diciéndole que como mínimo dos, por los interese de demora y la que estaba sonando no contaba. Se echo a reír nerviosamente y nos pusimos a bailar.

Me hubiera gustado más que no hubiera tanta luz, dar un poco más de intimidad, pero no era mi casa. Los dos estábamos nerviosos, yo sé o notaba a ella y no sabía si ella me lo notaria a mí. Evidentemente mi nerviosismo era porque se podía armar una buena, si no salía y se lo contaba a su hijo. Ella guarda las distancias, pero no era cuestión de perder el tiempo, las circunstancias y el momento no lo permitían. Me fui pegando a ella, atrayéndola hacia mí, se dio cuenta y de forma muy suave se retiraba, hasta que me canse y la abrace bien, para que no se pudiera quitar, ella se indignó y protesto. Volví a atraerla hacia mí, hizo amago de quitarse y fue la prueba de fuego. Bese su boca, apretó sus labios para no dejar a mi lengua entrar en su boca, se apartó del todo y alzando un brazo me indico con un dedo la dirección de la puerta. Llamándome sinvergüenza, entre otras lindezas, pero hasta insultando guardaba las formas.

Vino detrás de mi hasta la puerta y me dijo… “Y por favor, no digamos de esto nada a mi hijo, no quiero entristecerlo más” su cara era de ira, de enfado. Mi “radar” no suele fallar, pero alguna vez falla. Le conteste… “No se preocupe, doña Mercedes y hágame el favor de disculparme” su réplica a lo que yo acababa de decir, termino de “liar” todo. “Carlos, no me trates de usted, pero una equivocación la tiene cualquiera. Además, luego te hubieras arrepentido, que el alcohol juega malas pasadas y te hubieras arrepentido luego, que soy muy mayor” su mirada era la misma, lo único que ahora la intérprete de otra manera.

Me volví a acercar a ella y le dije sin miramientos… “Sabes una cosa, me encantan y me ponen muy cachondo, las mujeres tan recatadas, tan formales y tan PUTAS como tú” esta vez mi beso si fue correspondido. Luego paro de besarme y me dijo… “¿Sabes dónde nos vamos a meter? ¿Estás seguro? Que yo soy muy particular” ni la conteste, volví a morrearla y ella dijo vamos… yo cogí camino hacia su habitación y ella me dijo que ahí no. Insistí y ella me dijo que la esperara junto a una puerta, que si no me gustaba lo haríamos donde yo quisiese. Se fue a donde estaba su habitación, que yo lo sabía porque Jaime me había enseñado su casa en otra ocasión. No sabía a qué venía tanta intriga. Pensé que se había ido a cambiar, pero volvió tal cual. Lo único que me fije que llevaba algo en una de las manos, me indico que fuéramos a la planta de arriba.

Fuimos al extremo de la planta y abrió con una llave una puerta. Cuando dio la luz me quedé estupefacto con lo que veía, solo atiné a decir… “Menudo PUTÓN que eres viudita Merceditas. ¿mucha gente ha estado aquí?” ella con cara perversa me contesto… “Solo mi marido y yo, pero ahora tú también… ¿Estarás a la altura?” me metí del todo en la habitación. Era una habitación donde predominaban los colores rojos y negro. Las luces también de color rojo. Muchos espejos por todos los sitios. Era una autentica habitación de sado, había una cama estilo barroca, donde había muchos partes donde poder colocar todo tipo de cuerdas, grilletes… y de tamaño XXL. Había una cruz móvil, un potro, una cosa parecida a un diván, que por su forma daría mucho juego. También había un columpio que estaba sujeto al techo. Y lo que me sorprendió un montón, porque no lo había visto nunca ni había oído hablar de él, era un sofá con una forma muy especial, que como me explico, era para que el hombre estuviera tumbado ella encima y en un soporte que había atrás poner un consolador, controlándolo el hombre, para hacer una doble penetración.

Era una habitación para el placer. Si lo ve Jaime se muere del susto. La hermana no lo sé, pero el fijo. Había muchas más cosas y unas estanterías, con un gran surtido de distintos juguetitos con distintos tipos de funcionamiento. Así como palas de distintos colores, tamaños y usos. No había visto nunca ningún sitio tan bien montado. Mi pregunta era, que con todo eso por dónde empezar. El entrar allí para ella fue como entrar en el paraíso. Totalmente encendida me dijo… “Haz lo que quieras, pero diga lo que diga, aunque te digas que pares, no me hagas caso, salvo que diga ¡¡STOP!! Entonces si paras, es la palabra de seguridad, pero solo esa palabra” iría poco a poco, para saber sus límites y también los míos, que yo no estaba dispuesto a todo.

Seguimos besándonos, con caricias lentas y suaves. Mercedes estaba desesperada y se le notaba, me mordisqueo el lóbulo de la oreja y me pidió que le hiciera el amor, que llevaba mucho sin hacer nada. Nada más tuve que recordarla que estábamos solos, que no hacía falta que siguiera siendo tan fina. Entonces me pidió con más rabia, que la jodiera, que la follara, que la penetrara… como yo quisiera llamarlo. Me separé de ella y le dije que todo a su tiempo. Me senté en un sillón y le dije que pusiera música, que se desnudase para mí, que se tocase. Se le puso una sonrisa “malévola” y empezó, se notaba que ya lo había hecho antes y que le gustaba. Se quedo completamente desnuda, los pechos un poco caídos, el culo bastante bien y se movía casi como una profesional. Jugaba con sus manos, acariciando todo su cuerpo, hacia gesto lascivos con sus labios, su lengua. Cada vez se metía más en el papel.

Quien me iba a decir a mí, que esa mujer podía ser tan cachonda. Estaba haciendo todo lo habido y por haber, para ponerme cachondo y lo estaba más que un burro, pero quería ver has donde llegaba. Cogió vibradores y se los pasaba por todos los sitios, se los metía profundamente, era una maquina sexual. Otra madurita hubiera tenido a lo mejor complejos, Mercedes ninguno. Veía como trataba de volverme “loco” y se fue hacia el potro. Colocándose sobre él, quedando las piernas medio abierta y enseñando el culo en su plenitud. Mas lenta ahora en sus movimientos, pero seguía moviéndose, era toda una invitación. Quería jugar pues jugaríamos. Me acerque al potro y con las correas que tenía le ate las manos a él. Pase mis manos por sus mulos, por su coñito que estaba bastante mojado.

Ahora me acerque a una estantería próxima. Había consoladores de varios tamaños de grandes a muy grandes, pequeños no había ninguno, como de varios colores y con los plug anales sucedía lo mismo. Había tanto que elegir que no sabía. De las palas parra azotar, si descarte algunas, porque tenían como unos pinchitos y no quería excederme, aunque a ella no le importara. Cogí un consolador de látex con forma de polla, de tamaño grande. Se lo metí en su coño y ella lo recibió con gusto. Luego cogí un plug anal normal y mi sorpresa fue con la facilidad que entro, no me hizo falta ponerle nada. Por lo que decidí coger otro igual al que tenía en su coño y entro estupendamente en su culo. Le dije… “Que bien entrenado tienes el culo, zorrón” ella solo hacia ruidos y ni me contesto. Conecté los dos consoladores y los puse a máxima potencia.

Llego el momento y me hice con una de las palas, una bien grande, le di un primer azote que retumbo del ruido que hizo y le dije que me contestara, un segundo azote, con más potencia y con voz tomada me dijo que si, que su marido se lo había dejado bien preparado. Sabía que sonaban muy fuerte los azotes, pero también sabía que no hacían tanto daño como aparentaban, porque era de las palas que yo ya había utilizado. No sabía cuántos azotes llevaba, pero se corrió como un animal, hasta entonces solo había conocido a dos mujeres que al correrse hieran squirting, pero mercedes fue un auténtico manantial, dejo todo perdido. Que gozada verla así. Y no conforme con eso se volvió a correr y vaya corrida. Hasta se le salió el consolador del coño.

Solté sus manos y me volvió a pedirme que la follara, que la poseyera, que era mía. Me desnude por completo y veía con que deseo miraba, pero no se movía porque se lo había prohibido. Una vez desnudo le dije que no hablara, que viniera como la perra que era hasta mí. Se puso de rodillas y con una cara de puta bestial, se acercó a gatas de manera provocativa. Cuando llego a mi altura vi que venía decidida a comerse mi polla y se lo prohibí, no le gusto, pero era muy disciplinada, estaba bien enseñada. Me agaché un poco y empecé a jugar suavemente con sus tetas, notaba como estaban de duros sus pezones y los cogí con mis dedos, ella no se movía y aguantaba bien como subía de intensidad el apretón de sus pezones. Me miraba con mucho deseo, la mire con la misma intensidad que ella a mí y tire de sus pezones para arriba, una vez que estuvo de pie, le dije al oído que desde ese momento seria mi puta y que siempre haría lo que yo dijese, no le pedí que me contestara, solo le dije que, si ya era mi puta, se agachara y me lamiera todo el cuerpo. Soltando sus pezones en el momento que acabe de hablar. Se agacho y fue lamiendo y mordisqueando con suavidad, mis piernas y mis muslos, hasta que vi que ya se iba por mi polla y se lo volví a prohibir. Vi que eso le volvía loca.

Ya entraban los primeros rayos de sol por la ventana y la había amarrado bien amarrada a la cruz movible. La había atado al revés, que el culo fuera lo que tuviera hacia afuera y le había colocado un antifaz. Daba gusto, morbo y mucho placer, ver como ella sabía disfrutar. Estaba totalmente desinhibida y dispuesta a gozar. De una caja saque unas pezoneras y no lo dude, me fui para ella y aunque me costó un poco, ya que sus tetas daban a la cruz, logre colocárselas y cuando lo hice dio dos gemidos profundos. Me acerque a ella y mi polla, que ya me dolía de lo dura que la tenía, se la pase desde atrás por su coño mojado y trato de moverse para que se la metiera, pero estaba bien amarrada.

En uno de esos movimientos y sin que se lo esperara, se la metí en el culo de una sola embestida, que bien y que fácil entro. Que artista que era, como sin moverse, solo con sus nalgas y su culo, me atrapaba la polla, cuanto vicio había en esa “recatada” mujer. Con una mano tiraba de las pezoneras y con la otra, que había cogido un mini vibrador, se lo ponía en el clítoris. No podía ocultar que se estaba corriendo, no lo podía fingir, porque era como si se merara, que barbaridad. No solo por sus gritos y gemidos, era una gozada verla, pero sobre todo sentirla. Se la volví a sacar, le dejé el culo libre pero no por mucho tiempo, fui a por otro consolador que era enorme. Lo coloque en la entrada de su culo, me costaba creer que le pudiera entrar, pero joder con la zorra, como le entraba, como se adaptaba su culo.

Le avisé de que no se le cayera, ella al estar con los ojos tapados no me podía ver, solo podía oír como trasteaba en las estanterías y me encontré con una pala muy peculiar. Era más grande de lo habitual, tenía un mango bastante largo, de más de un metro. Y la pala tenía también en los bordes como unas tiras anchas de unos cinco centímetros. Me coloque a distancia de ella, tratando de no hacer ruido para que ella no pudiera intuir ni donde me había colocado ni lo que iba a hacer. El silencio era absoluto, solo se oía el ruido que hacia el consolador al vibrar y los ruidos contenidos de los gemidos de Mercedes.

Lance mi primer azote con la pala y se oyó un profundo gemido, lance un segundo, tercero… y lo único que paso fue que aumentaron los gemidos hasta que se corrió nuevamente, logrando ver y distinguir hasta tres corridas seguidas. El culo le quedo más que rojo. Le quite las ataduras, se quedó como estaba sin moverse. Yo me fui a un asiento y miraba atentamente a Mercedes, que cuando se recuperó, se dio la vuelta y tenía la cara descompuesta por el deseo, por no decir vicio. Vino hacia mí y esta vez no puse ningún impedimento, se agacho y empezó a mamarme la polla que lo hacía con deleite, tratando de agradarme y su mirada lo decía todo. Pero no quería correrme en su boca, por lo que le agarre de su cabellera y tire de ella, Mercedes se levantó y se sentó sobre mí. Ver la cara de vicio, de goce, cuando se iba sentando sobre mi polla, no tenía precio.

Una vez que estuvo bien ensartada, se abrazó a mí y con qué maestría se movía. Le decía a su oído que me encantaba lo puta que era y sobre todo lo oculto que lo tenía. Ella muy encendida me respondió… “Ya creía que esto se me había acabado, cuanto lo necesitaba mi cuerpo… quien me iba a decir que tú me lo darías…” me besaba, me mordía por todos los sitios, en alguna ocasión con más fuerza de lo debido. Nos corrimos a la vez y como era de esperar me dejo empapado. Nos quedamos abrazados sin decir nada. Solo sintiéndonos. Una vez que se repuso, me dijo de desayunar algo, pero que antes si quería me podía duchar mientras ella limpiaba todo lo que se había manchado.

Me llevó a su baño, me dejo una toalla preparada y se fue. Me duche con toda la tranquilidad del mundo. Esta mujer era inagotable o estaba muy necesitada. Salí y justo apareció ella, me dijo que me había preparado un café con leche, que lo tenía en la mesa de la cocina y que ella iba ahora mismo. Me fui a la cocina y no era una taza, era un tazón enorme de leche con café. Había un zumo y un plato con dos tipos de galletas. Ya estaba acabando de desayunar cuando apareció Mercedes, venia con una toalla enroscada a la altura de su pecho y otra en la cabeza, venia sonriendo. Se puso una taza pequeña de café y quedándose de pie se lo empezó a tomar.

Ni su mirada ni la mía eran “limpias" yo la miraba y tanteaba la mesa de la cocina, de estilo rustica y fuerte. Quite las cosas de la mesa y lo deje en la encimera. Empezó a vislumbrase una sonrisa en su cara. Me acerqué a ella y le quité la taza que tenía entre sus manos, para dejarla encima de la encimera, ella no perdió el tiempo y soltó mi toalla que cayó al suelo. Yo hice lo mismo con la suya. Nos abrazamos y mi polla quedo entre sus piernas, me ponía cachondo la voz que se le ponía, me decía… “Nunca lo hice aquí, por culpa de que nunca estamos solos, pero hoy…” y empezamos a movernos, le di la vuelta para que se apoyara en el mueble y me puse a follarla en esa posición. Fue cuando me fije que el culo estaba todo marcado, bien colorado. No tuve que follarla mucho para que se corriera, que facilidad tenia, se volvió a correr, pero no echando esta vez tanto líquido.

La lleve hasta la mesa y la tumbe boca arriba. En ese momento justamente sonó el teléfono, no quise hacerle caso, pero me dijo que seguro que era su hija. Fui yo quien se lo llevé, prohibiéndole que se moviese. Se puso a hablar con su hija, mientras yo levantaba sus piernas, las ponía sobre mis hombros y le metía la polla, hasta dentro. No me hizo señas de que me estuviera quieto ni nada por el estilo, le daba igual, le gustaba el juego. Hablaba poco y una de las veces que hablo, fue para decir que es que se acaba de levantar y estaba todavía un poco adormilada y a continuación soltó un vale, acabando la conversación. Me miro y me dijo, vamos de prisa que en un rato vienen a buscarme. Follamos como locos, en esa posición el folle el culo y el coño indistintamente, mientras lo hacia ella se pajeaba mirándome, lo hacía con cara de “rabia” hasta que se volvió a correr con desesperación. Sin permitir que se levantara, me puse a su costado y me hice una paja hasta que le dije que me corría, abrió la boca y nada más metérsela me corrí dentro de ella, tragándoselo todo y dejándomela bien limpia, que la saboreo bien, su lengua la recorrió una y otra vez. Nos despedimos y me marche, para no dar oportunidad a que su hija me viera allí.

Lo que quedo de domingo fue un día tranquilo, aunque estuve pensando en el comportamiento de Mercedes el lunes. No es que me preocupara mucho, porque yo seguía con la idea de dejar todo encauzado y marcharme de la empresa. El lunes el primero de los dos en llegar fui yo. Mercedes no había llegado y me llegue a plantear, que ella lo mismo estaba arrepentida y pasaría de ir a trabajar. Estaba con dios secretarias explicándoles unas cosas que tenían que hacer para que luego se lo pasaran a Dña. Mercedes, cuando esta apareció muy pletórica, sonriente y saludando a todo el mundo.

Una de las secretarias hizo el siguiente comentario a su compañera de forma espontánea, “Le ha tocado la lotería, la boda salió perfecta o a esta tía por fin se la han beneficiado” riéndose las dos. Hice como si no hubiera oído nada y se acercó Mercedes, diciéndome que ahora mismo tenía una visita, pero que en cuanto pudiera quería hablar conmigo. Ya no sabía cómo tomármelo, pero me daba igual. La mañana fue pasando y veía que en la sala de espera de Mercedes había más gente. Era lógico tenía que atender lo suyo y lo de su hijo. Hasta que la oigo que le dice a su secretaria, que venía a mi despacho, que fuera pasando a la siguiente cita. Si cuando viniera cerrara la puerta era buena señal si la dejaba como estaba abierta, quería decir que no era tan buena señal. Y cuando entro no cerró la puerta.

Lo que sí hizo fue preguntarme por una documentación que ya le había entregado, pero me dijo que se la dejo en casa. Le saque la documentación y se acercó a mí, se puso a mi lado y apoyada sobre la mesa se puso a verla. Quedábamos los dos de frente a la puerta. Empecé a notar como su respiración cambiaba, como trataba de controlarla y moví mi mano, acariciando sus piernas por detrás, ella preguntaba en el mismo tono de jefa chula y prepotente. Fui subiendo mi mano, al mismo ritmo que ella abría sus piernas. Cuando llegué a su coño, comprobé que no llevaba ropa interior. Note su escalofrió y oímos la voz de su hija preguntando por ella. Le dijeron que estaba en mi despacho. Raquel se acercó y la madre antes de que entrara le dijo que ahora hablaban. Eso si yo ya había quitado la mano. Pero para provocarla un poco me chupé disimuladamente los dedos y vi la cara de la noche de la boda, vicio y muchas ganas. Oí como le decía a la hija que se esperase que de eso hablaran en un momento cuando acabara las citas. Raquel apareció en mi despacho y sin más entro, no traía cara de amiga. Se sentó en una de las sillas al borde de mi mesa y me dijo…

  • ¿Qué… ya te estas tirando a mi madre? ¿Ya estás haciendo de gigolo? Que por lo que se, las maduras se te dan muy bien. Pero no creas que te vas a quedar en la empresa, que yo tengo voz y voto, como mi hermano y cuando Jaime se entere no duraras mucho aquí. Que no te creas que, porque hayas visitado su habitación de vicio y degeneración, voy a tener miedo, me va a dar igual. Que al único que le puede hacer daño que se sepa es a mi hermano, que el pobre no sabe nada. (Estaba llena de ira y no sabía cómo lo había descubierto o era un farol)

-Un momento Raquel, que te voy a resolver todas tus dudas. (Llame a una de las secretarias y le dije que me pasara una de las copias) Mira Raquel lo que te pueda decir no me lo vas a creer. Pero no, no me estoy tirando a tu madre. Y ahora si me haces el favor, lee estos papeles. (Se los di) Como veras, en la primera parte viene como continuar con todo, una vez que yo me vaya, que, si te fijas, es el día que regresa tu hermano, dejando ya todo encauzado. Ahora si te vas a las ultimas hojas, veras que es la factura de lo que me han de abonar y donde tienen que hacer la trasferencia. Por lo que no, no me quiero quedar en vuestra empresa y oyéndote a ti, creo que no tenía que haber entrado, o me tenía que haber ido antes.

-Perdóname Carlos, que me he equivocado. No sé qué decirte. No sé porque las he pagado contigo…

-Perdonar no te perdono. Y como dices tu… la has pagado conmigo porque os viene de familia. Que no sé qué os creéis, el único que se libra en parte, es Jaime. Aunque yo creía que tú eras distinta, pero veo que eres una amargada y una mal… (Me calle, ya estaba bien)

-Una mal… ¿Qué?

-Déjalo.

-No, suéltalo…

-Si me cuentas tu eso de… su habitación de vicio y degeneración.

  • ¡NO!

-Pues contéstame donde esta esa Raquel sonriente, divertida… que yo conocí.

Empezó a sollozar, no pudo contener que le salieran unas lágrimas. Me levanté y cerré la puerta, rompiendo a llorar. La abrace y fue peor, porque no había manera de consolarla. Pero por fin conseguí que se contuviera y me conto lo más grande.

-Se lo que querías decir, una mal follada… ¿Verdad? (Asentí) Y no te falta razón, porque mi marido no me toca. Desde el ultimo embarazo.

-Pues no lo entiendo, porque eres una mujer que está muy bien. Ir a terapia de pareja o simplemente hablarlo, para saber dónde está el problema.

-El problema es que más de dos en la pareja son muchos.

-Mujer, tampoco es eso. Hay que tener una mente más abierta. Seguro que tú le das mil vueltas a esas posibles mujeres que tú crees que él, ve. Que lo mismo no hay ninguna, háblalo con él.

-Que no Carlos. Que mi padre me recomendó que fuera a un detective y no era imaginaciones mías. Y no son mujeres el problema, porque contra eso podría luchar, pero es que son hombres. Que se ha casado conmigo para guardar las apariencias.

-Pues es muy sencillo. Os divorciáis u os ponéis de acuerdo para cada uno llevar su vida con total discreción.

-Que fácil lo ves.

  • ¿Es que tú ves alguna otra solución?

  • ¡NO! ¡NO!

-Pues no le des más vueltas, que al final te pondrás enferma.

-Iba a decir que mierda de vida. Primero mi padre se muere de pronto. Mi madre le va el sexo fuerte, que vergüenza si se enteran. Mi hermano buena persona, pero un débil. Mi cuñada una borde que lo maneja. A mí un marido de la otra acera… mucho dinero, pero sin felicidad.

-Raquel, tu piensa que, como tú, hay mucha gente en parecidas circunstancias, pero con la putada añadida, de no llegar a fin de mes, o estar en el paro… sé que no te consolara, pero piensa en ello y tu hermano no es tonto, no creas que se deja manejar.

-Es que tu visión de la vida… es que lo dices con tal naturalidad y convencimiento que…

-Porque lo único claro que tengo, es que de esta vida no se sale vivo. Ah, después de lo que has dicho de tu madre y el sexo, no hace falta que me contestes a lo de la habitación, que me lo imagino ya.

-Di conmigo que no, no te lo puedes imaginar.

-Pues aprende de ella entonces, sea como sea, ha sabido o sabe vivir la vida. Lo mismo esa habitación te ayuda.

-Ni borracho. Pero me ha sentado bien hablar contigo y que sepas que a nadie se lo he contado. Hazme un favor, dile a mi madre que ya la llamare.

Se fue como más aliviada. Me avisaron que llevara la documentación que Dña. Mercedes quería verme. Al cerrar la puerta de su despacho, lo primero que dijo, era que nos diéramos prisa que no teníamos mucho tiempo. Se levantaba la falda y se apoyaba en su mesa, dejando una visión muy morbosa de su culo. Pero no me moví, ella se giró y me vio allí, quieto. Me saqué la polla y le dije que ya sabía… su cara cambio, se puso de rodillas y haciendo de perrita llego a donde estaba yo, se puso a comerme la polla, que fue creciendo en su boca, según crecía ella gemía más. Le gustaba notar como se le llenaba la boca. Cundo estaba ya más enviciada con mi polla. Se la saqué de golpe, me la metí en el pantalón como pude y abrí la puerta del despacho de golpe. Pero protegiendo que no se la viera a ella de rodillas, que no le dio tiempo de levantarse.

Me dirigí a Manoli, la secretaria personal de Mercedes. Para que, por orden de ella, en la sala de juntas, se preparara todo el soporte audio visual del proyecto. Lo hice de tal manera que Mercedes lo oyera también. Me fui por más papeles y luego a preparar todo a la sala de juntas. Lo que nadie vio, fue que de lo que estaban haciendo, cogí un trozo de algo parecido al contrachapado, un trozo suelto que vi. Al llegar Mercedes venia con Manoli y dejo un montón de carpetas. Mercedes le dijo que podía irse y que a la próxima cita le avisase que tardaría un poco, por si acaso. Al salir bloquee la puerta y Mercedes me dijo si estaba tonto. No le respondí, ahora si la apoyé en la mesa. Levante su falda y ella me volvió a pedir rapidez, no haciéndola caso nuevamente, porque cogí el trozo de madera y di en su culo, como era de esperar no protesto y se dejó hacer, no le di mucho, lo suficiente para dejarle el culo rojito y me puse a follarla nada suave. Admitiendo ella con agrado mis duras embestidas, que las acompañaba con una de sus manos en su clítoris y yo con las mías agarrando sus pezones, apretándolos con distinta intensidad. Hasta que se volvió a correr y de qué manera, teniendo que apartarme para que mis pantalones no se empaparan.

Lo tenía todo previsto, el suelo había quedado encharcado, llevaba un rollo de toalla de máquina, de las de los aseos. Una vez acabado todo nos quedamos haciendo un poco de tiempo para disimular, hasta que Manoli llamara avisando de la llegada de la cita. En ese rato, le conté parte de la conversación con su hija, en concreto a lo de que me estaba tirando a su madre y a lo de la habitación. Le hizo hasta gracia y me dijo… “Lo sabía, porque un día entre y descubrí que alguien había utilizado algunas cosas y supuse que era mi hija, nadie más podía ser, porque Jaime no está nunca solo en casa, siempre estoy yo” y yo intrigado le pregunte… “¿Pero tus hijos nunca han sentido curiosidad por saber que hay detrás de una puerta cerrada con llave?” ella riéndose me conto… “Mi marido era muy astuto, tan astuto como pervertido. Monto delante de mis hijos un despacho. Cuando estuvo montado nos llamó a todos diciéndonos que ese era su despacho y su refugio particular, que lo miráramos bien, porque pondría una cerradura para que nadie violara su intimidad. Ese verano cuando mis hijos se fueron de vacaciones, quito todo y monto la habitación. Porque en nuestra habitación se oían algunas cosas”

Llamo Manoli y contesto rápida Mercedes, contestándole que en cinco minutos estaba allí. Aprovechando para decirme, que esa noche estaría bien que fuera a su casa y le conteste que no, que la próxima en mi casa, a lo que ella se negó en rotundo. Mi respuesta fue sencilla, que lo tomaba o lo dejaba, que ella misma. Marchándose no muy conforme. Quedándome yo allí recogiendo todo y pensando muchas cosas, muchas posibilidades de nuevas situaciones que me venían a la cabeza.