Princesa Por elección

Me gustaría contarles como descubrí una nueva manera de disfrutar el sexo y la vida...

Princesa por elección

(Prólogo y Secuencia I)

Mi nombre es Martín, vivo en Argentina y me gustaría contarles como descubrí una nueva manera de disfrutar el sexo y la vida, sabiendo aprovechar los obstáculos del destino. Desde muy temprana edad despertó en mi, junto con mi personalidad orientada a lo femenino, una madurez bastante precoz. Me fue siempre muy fácil disimular mis preferencias sexuales frente a mis padres, los psicólogos y la mayoría de la gente, pero el deseo por compartir mis sentimientos se volvía cada vez mas fuerte e incontenible. Durante mi infancia esto no me trajo problemas, pero al llegar a la adolescencia comencé a sufrir la cruel rivalidad que se hace presente en esa etapa. Mi desarrollo físico tardío no me favoreció para nada cuando se trataba de formar mi masculinidad. Los rumores corrían, y yo tenia que ser siempre víctima de los inocentes pero crueles abusos de los mas grandes, y aguantarme las típicas bufonadas: "bebé!!" "mariquita!!" etc. al no poder compartir las rudas y salvajientas actividades de los jóvenes de mi edad; yo era simplemente una persona distinta, pero con las agallas para admitirlo. La experiencia más vergonzosa que me toco vivir fue una vez en un vestuario, cuando tres chicos de 5º año me agarraron por sorpresa y me pusieron a la fuerza una faldita de colegiala, gritando cosas como: "mirá que linda que está! ¿no parece una nena?". Fue la única ves que realmente me quise morir. A pesar de todo tengo que admitir que mi vida social no era mala, ya que fuera del colegio (ya que no tenia otra opción) siempre supe encontrar el respeto.

Antes de comenzar hay algo que debo dejar en claro: nunca me dejaron de gustar las mujeres, en serio, es mas, las envidio, ellas tienen la capacidad de verse naturalmente hermosas, de actuar como deseen sin miedo a ser prejuiciadas. Hasta en las fotos salen siempre bien. A todos los hombres del mundo que lean esto: no les creo si me dicen que NUNCA tuvieron curiosidad por saber que se siente estar en el lugar de ellas. Es parte de nuestra naturaleza, todos tenemos una parte masculina y una parte femenina, y saber convivir en armonía con ambas es parte del desafío de vivir. Yo solo decidí, al igual que muchos, dar un paso mas adelante.

Tenia 14 años recién cumplidos la primera vez que sentí ese cosquilleo intenso, paralizante en la base del estomago. Era una reunión en la casa de Ana, una compañera de 3º año, con el motivo de despedirla antes de un viaje, o algo así... Había muchos chicos y chicas, y por su puesto adultos, pero todos demasiado preocupados en bailar y divertirse como para percatar mi huida hacia el cuarto de la chica.

Salía del baño, vi la habitación vacía con la puerta entreabierta y entre de un salto. Estuve unos segundos quieto admirando las paredes celestes, los posters, los ositos, todo allí parecía gritar a los cuatro vientos que uno se encontraba en la recámara de una niña. Sin embargo lo que atrajo mi atención fue el placard. Abrí un cajón y casi sin pensarlo saque lo primero que encontré: una vedettina color rosa clarito. "...como se sentirá..." pensaba... volví súbitamente a la realidad , sonrojado, cuando escuche unas risas cercanas. "no me descubrieron por poco". Salí corriendo con la prenda en el bolsillo.

Pero cuando me encontré solo en el baño volví a sumirme en fantasías... fantasías que jamas habían cruzado por mi mente ni en el más descabellado sueño. pero ahí estaba... y nadie me podría descubrir. Me quite los pantalones y el slip, muy similar en tamaño a aquella prohibida vestimenta que ahora sostenía en mis manos. Muy suavemente me deslice la bombachita hacia arriba. Sentí el calce perfecto, la suavidad del algodón sobre mi piel y el elástico que me hizo levantar levemente las caderas, en una pose placenteramente femenina. Tocaron a la puerta, y solo se me ocurrió subirme los pantalones y salir en seguida, algo desorientado, sin fijarme en quien me estaba cruzando.

Pasé lo que quedo de la noche actuando normalmente, bailando, charlando, pero sintiéndome extrañamente emocionado... "se notara lo que llevo puesto?", no podía creer que la ropa intima del sexo opuesto me fuera tan -alarmantemente- cómoda. Miles de cosas pasaron por mi mente, por primera vez quería sentirme libre, grácil, delicada, "porqué los varones no podemos demostrar los sentimientos?"... "Quiero poder sentir miedo y ser feliz admitiéndolo, quiero poder sentir comodidad sin preocuparme por como me vean, quiero cruzar las piernas, sentirme observada, deseada y sobre todo, bailar, bailar, bailar!!!....."


Desperté confundido por la resaca que, en mi pequeña masa corporal, un par de vasos de cerveza habían bastado para dejarme. Sin embargo recordé todo claramente al sentir accidentalmente con mi mano lo que llevaba bajo la ropa. Acostado en mi cama, flexione ambas rodillas hacia arriba y casi involuntariamente mi mano se escabullo juguetona hacia delante, entre mis piernas por sobre mi apenas desarrollado miembro, hasta llegar al borde de mi ano. La retire en seguida pero el leve cosquilleo que me hizo sentir en la cola tardo en dejarme, y me sentí muy extraño. En seguida la pequeña bombachita se convirtió en mi prenda interior favorita.

En esos días estaba audicionando para una escuela de teatro juvenil, la cual formaría mi futura profesión. Si bien allí encontré mas tarde mi verdadera vocación, no viene al caso en este momento. Lo curioso es que ya me habían advertido sobre la extraviada orientación sexual que se hacia fama en ese lugar, pero mi pequeña experiencia pasada anteriormente me hizo reflexionar como nunca... por primera vez me pico la curiosidad por saber si alguna persona allí ocultaría algún perverso deseo, o alguna experiencia "fuera de lo común". Me fascinaba espiar desde alguna butaca alejada aquellas danzas, con ciertos tintes de erotismo, imaginándome que era yo quien estaba en el escenario. Observaba con deseo los movimientos de las chicas, memorizando cada detalle, pero por alguna razón no podía sacar los ojos de encima de los esbeltos cuerpos de los jóvenes actores, y llegue a odiarme por eso. Me percate entonces que casi no había mujeres en el elenco, pero eso a nadie parecía importarle.

Ese día cuando entré sin permiso estaban ensayando una comedia musical. Era un martes. Lo que sucedió es que muchos alumnos salieron durante el descanso del mediodía y eso me permitió escabullirme hacia los camarines detrás de escena. Fue cuando sentí de golpe un deseo incontenible por curiosear el vestuario; todo un arsenal de indumentaria femenina como nunca se me había presentado antes. Revise con mucho cuidado el vestidor hasta que encontré una camiseta corta que combinaba perfectamente con la vedettina que traía puesta "...solo para ver que tal me queda...", pense. Me rellene el busto con una prótesis de la utilería, pequeña pero muy realista. Cuando me vi al espejo no podía creer lo bien que quedaba ese conjunto sobre mi cuerpito joven y lampiño. Con una contextura así, cintura pequeña y el pelo lacio un poco largo sobre mis suaves facciones juveniles, realmente parecía una nenita. Esto me excitó demasiado como para terminar ahí, y en seguida me probé una faldita blanca plisada, que me quedaba unos cuantos centímetros sobre las rodillas. Había, por supuesto, algún que otro set de maquillaje, lo que me invitó a probarme un labial rojizo brillante y algo de rímel. Di unas vueltas y posé para el espejo, admirando estupefacto la figura que veía. Estaba mas linda que muchas de mis amigas. Debe haber sido mi divagante imaginación, pero advertí asombrado que debajo de la pollera se me notaban levemente crecidas las caderas. Tan distraído estaba que no advertí el sonido de la puerta, y fue demasiado tarde para ocultarse. Un profesor entró, y quedé paralizado.

-"¿¿¿Qué haces vos acá???" Me gritó. Era evidente que me reconoció, y yo no sabía que decir, el corazón me latía a mil!!. Con un gigantesco nudo en la garganta inventé la primera –estúpida- excusa que los nervios me dejaron decir: -"¿Cómo, no se acuerda?" -"¿No me dijeron que el único papel disponible era el de Princesa?". El hombre se quedo un instante pensativo, frunciendo el ceño. -"mmm... no recuerdo... pero puede ser... las chicas no están y yo ya estaba pensando en suspender el ensayo..." Me agarré la cabeza y pensé "no puede ser... estoy hecha una tonta... en que lío me voy a meter.." El hombre se dirigió hacia mi con una sonrisa: -"Te animas??". Me quede helado, pero era mi única opción, ¿cómo podría justificarme sino?. "Vamos a ensayar solo la escena del baile, así que no tenés que decir nada, supongo que los pasos ya te los sabes... además... –se dio vuelta para mirarme- no te queda mal, sabes?". Me puse rojo después de esa frase, pero no pude hacer nada, ya me estaba arrastrando al escenario.

"Atención!!" grito, "Ya podemos seguir con lo nuestro, esta chica nueva viene a probarse para Princesa... disculpame, ¿cual era tu nombre?" Las piernas me temblaron como gelatina, sentí algo de alivio pero mucha vergüenza. "... Me llamo... Angie!" (fue lo primero que se me cruzó) Para mi sorpresa, nadie soltó ninguna carcajada ni se hizo ningún comentario al asunto. "Realmente creen que soy una jovencita!!!" Me había salvado de la humillación, pero por cuanto tiempo? Todos se acomodaron en sus posiciones, mi pareja de baile se acercó hacia mí, y un escalofrío me recorrió el cuerpo; era Lucio, el hermano mayor de la chica que -involuntariamente- me estaba prestando su ropa íntima. Sus ojos me recorrieron de arriba abajo mientras subía a escena. "Si me llega a reconocer estoy en serios problemas" pensé.

Permanecimos prácticamente inmóviles mientras delante de nosotros una multitud de principiantes ensayaba sus coreografías. Me hice la distraída, pero advertí claramente lo que pasaba, Lucio me estaba desarmando con la mirada; esa remerita con el ombligo al descubierto y la minifalda plisadita era una combinación explosiva para las fantasías desorbitantes de cualquier adolescente. Cuando nos toco movernos el no dudo un instante en llevar sus manos a mi cinturita. Me sentía muy placenteramente, tan femenina dejándome llevar, pero no lo podía ver a los ojos, me estaba ruborizando de tal manera que un calor intenso recorría mis mejillas. El cosquilleo que sentía era inexplicable, supongo que seria por la ajustada ropa interior, pero entre mis nalgas se localizaba una sensación de placer incontrolable que me hacia contorsionar las caderas de arriba abajo.

Cuando la música se detuvo estabamos al fondo del gigantesco escenario. Yo atiné a irme desesperadamente, pero de golpe Lucio me agarró, y me atrajo desde atrás. Me susurro al oído: "¿Adónde vas tan apurada, preciosa?", me aprisiono con mas fuerza. "Estabas muy linda allá en el baño de casa, sabes?" Me quede paralizada, trate de hablar pero solo me salieron algunos quejidos incomprensibles.

"Shh... no digas nada, no arruines este momento tan lindo, Angie... así te gusta que te llamen?" me siguió susurrando, mientras llevaba una mano hacia abajo, apenas rozándome la pollerita. "No te imaginas cuántos de estos putitos que hay acá darían lo que fuera por estar en tu lugar ahora", sonrió. "ay... yo no quería que..." alcancé a decir entre gimoteos. "Tranquila" me detuvo él: "Prometo que este va a ser nuestro secreto... pero vos andá al vestuario, y esperá a que se vayan todos... quedate vestida, si?"

Así hice, tratando de evitar el diálogo lo más que pude, acompañe a todos al camarín y me quede sentada, aún tratando de superar el shock, hasta que la habitación quedo vacía. Me quede mirando fijamente la puerta pero sorpresivamente el llamado vino desde atrás: "Al fin solos!" giré sobresaltadamente en el asiento y encontré a Lucio completamente desnudo, con una gigantesca erección a escasos centímetros de mi. La sorpresa fue tal que no pude decir palabra mientras se acercaba despacio. "Si querés actuar con nosotros sería conveniente que te ayude a sentirte mas femenina, para entrar en papel... no?" Dijo sonriendo mientras me acariciaba suavemente el pelo. Quede helada mientras observaba su jugoso pene, grueso, con su enorme y rojiza cabeza redondeada. Lo miré a los ojos y una amplia sonrisa se dibujó en su cara; advertí que distraídamente yo había entreabierto mi boca. Con un rápido movimiento el acercó mi cabeza hacia su pene, haciéndolo rozar suavemente con mis labios. Lo sentí tibio y muy firme. Aflojó la fuerza sobre mi cabeza permitiéndome alejarme un poco, pero seguía acariciándome. Fue un momento increíble, me sentí emocionada como una nena, no podía creer lo que me pasaba; estaba vestida como una perrita adolescente, con una gran pija delante toda para mi. Al principio me sentí algo abusada, pero ¡¡¡Esto era lo que yo tanto deseaba!!!

Devolviéndole la sonrisa me acerqué, cerré mis ojos y le di un tierno besito en la punta. Esto pareció excitarle mucho porque me acarició con más fuerza el pelo. La besé pausadamente de arriba abajo, parecía interminable de larga, y luego subí muy lentamente con mi lengua. Jugué un poco con ella en el agujerito, y luego le rozé la punta muy despacito con mi nariz. "Ahora te la vas a comer como buena nenita, si?" me dijo. Le dí un primer chuponcito, abarcando apenas la cabeza. Él me tomo suave pero fuertemente de la nuca, obligándome a darle chupones cada vez más profundos. "Si...Angie! con esa boquita... como me gusta, perra!!". Mientras me seguía diciendo estas y otras groserías el se movió bruscamente, liberando su macho completamente. Me agarró el cuerpo con ambas manos y manipulándome como una muñequita me hizo arrodillar en el suelo, haciéndome soltar un suspiro de placer. Me rodeó sujetándome ambos brazos, dejándome inmovilizada, y con la otra mano me sujetó firmemente del pelo. Teniéndome a su completa merced me rozó con su miembro y me lo hizo sentir por toda la cara, muy suave, disfrutando cada movimiento, hasta que la apoyó nuevamente en mi boca. Luego me soltó, y no me pude contener. Se la agarré con ambas manos desesperadamente y comencé a chupar presionando con mis labios como si deseara pulirla por completo. "Así.. mi chiquita... así... no pares." Me decía el joven dulcemente.

De vez en cuando alargaba el movimiento hacia arriba, y me quedaba un segundo apoyando los labios en la punta, para hacerlo desear con desesperación. Esto lo volvía loco de placer, y en seguida me tomaba con fuerza y me la hacia tragar toda entera, moviéndose cada vez mas rápido. Súbitamente me jaló hacia atrás de los pelos sacando su pija de mi boca. Lo vi a los ojos y la traviesa expresión en su rostro me hizo comprender lo que iba a hacer. Pero no tuve tiempo a hacer nada, sosteniéndome firmemente tomó mi mano, que aún agarraba su pene y me obligó a pajearlo. Dos o tres movimientos bastaron para hacerlo soltar todo un río de jugosa leche sobre mi cara. Quise apartarme pero él me tomaba muy fuertemente y dirigía largos chorros de semen hacia mi boca, dejándome completamente empapada. El placer que sentí me hizo tocar el cielo. Me escurría el tibio jugo por los labios, las mejillas y el pelo. Lucio se despidió con una suave caricia y me dejo, rendida en el suelo, pero realizada, sintiéndome más mujer que nunca.

Nos vemos en el próximo capítulo...

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