Primos.

Jhon descubre a sus primos perfectos y ejemplares viendo porno en su cuarto y se valdrá de su inocencia para hacerlos firmar sus contratos como esclavos.

Cuando Jhon entró a la habitación en busca de sus primos, jamás imaginó que los vería de esa forma. De hecho, Alex y Axel eran unos chicos tan delicados e ingenuos que no se podían asociar a ninguna conducta sexual. De ahí la gran sorpresa de encontrarlos masturbándose con una película porno en sus cuartos.

La mirada de Jhon se clavó directamente en sus penes y sus manos en ellas. Para él era extraño ver a dos chicos masturbarse juntos, en la misma habitación. Pensaba que eso era un acto para hacerlo en solitario o con la chica con que ibas a coger, pero jamás pensaría en hacerlo en la misma habitación con otro hombre. Es por eso que no sabía por qué su primera reacción fue cerrar la puerta tras decir y no girar sobre sus talones para salir de ahí. No, él se quedó dentro del cuarto, viendo a sus tontos primos gemelos.

Sí, Alex y Axel eran gemelos, gemelos idénticos. Ambos compartían el mismo cuerpo delgado y nada definido por la falta de ejercicios en sus vidas –apenas medían 1.65 y pesaban alrededor de los 50kg–, un rostro bastante perfilado y delicado para ser chicos, unos ojos azules y rasgados bastante llamativos y esos rizos dorados que habían heredado de su madre. La única cosa que los diferenciaba era un lunar que tenía Axel a un costado de su labio inferior. Sí, para Jhon, sus primos siempre tuvieron un aspecto y una actitud bastante «pasiva». No afeminada, pues nunca mostraron ademanes femeninos o gustos por las cosas de chicas, pero tampoco mostraban intereses por las cosas que normalmente gustaban a los chicos, como los deportes o los videojuegos. La vida de Alex y Axel eran los libros, leer cosas del estilo de Harry Potter o Lord of the Rings. Algo normal, sí, pero poco común en los jóvenes actuales.

— Ah… nosotros… — la voz temblorosa de Alex –el que normalmente hablaba por ellos– se escuchaba temblorosa y nerviosa, con un sonido agudo bastante peculiar que a Jhon le llamó bastante la atención.

Ambos chicos aún mantenían sus miembros en sus manos, pero obviamente la hinchazón ya había mermado bastante. Estaban petrificados de pánico.

Jhon carraspeó antes de hablar — ¿Saben lo gracioso que sería si mi tío se entera de esto?

— No, primo… — la voz de Axel sonó a súplica, lo que alimentó algo que había empezado a crecer en lo más profundo del interior de Jhon sin que él se hubiera percatado de ello.

Algo bastante sádico y retorcido.

Y es que Jhon sabía que su tío Edward era una persona totalmente estricta y algo despiadada. Era ese tipo de padre que quería que sus hijos fueran lo que él que no pudo ser y, para desgracia de los gemelos, su sueño era haberse convertido en ingeniero químico. La vida de los gemelos parecía tener únicamente dos objetivos; estudiar y estudiar.

Eran dos adolescentes de diecisiete años que jamás habían ido a una fiesta con sus amigos, o a un partido de baloncesto. Siquiera al cine. Nada. «— Son una mala influencia para ustedes.» Decía.

Su vida estaba estrictamente controlada por sus padres y a la única diversión social a las que se les permitía ir era a los eventos familiares. Típicas reuniones donde los más viejos se reunían a tomar un par de cervezas y contar viejas historias de su juventud. Como la reunión actual, dónde todos se encontraban en el patio reunidos y comiendo asado, mientras el trío estaba en la habitación de los gemelos.

— ¿Qué… cuánto quieres?

— ¿Perdón?

— ¿Cuánto dinero quieres para que no le digas nada a papá?

Jhon rió. Como siempre, Alex era el más avispado de los dos, o al menos era el más directo, el que siempre se mostraba más decidido. Pero incluso él no podía ocultar el tono de voz preocupado, lo que hacía crecer aquella sensación que ya era más notoria para él, aunque aún no sabía de qué se trataba.

Simuló como si pensara, pero él ya había decidido. — Préstenme su computadora un momento y les diré que quiero.

Los gemelos se miraron entre sí, confundidos y asustados. Se vistieron y le dieron la laptop a su primo mayor. Este ni se molestó en cerrar el video porno que estaba reproduciendo, solo abrió un documento de Word en el cual tecleó por unos escasos cinco minutos e imprimió tres copias.

— ¿Qué es esto?

— Lean.

Axel se aclaró la garganta antes de comenzar a leer:

— Yo, Axel Reymond, titular del documento de identidad número xxxxxxx, me comprometo a obedecer y a servir a Jhon Reymond, titular del documento de identidad número xxxxxxx, en lo que él desee, sin importar la hora, el lugar o la situación. Además me comprometo a no negarme nunca a ninguna petición, sin importar que ésta sea de carácter social, laboral, monetario o sexual (incluidos objetos varios para dicha práctica y/o vestimenta. También se incluyen terceras personas).

Siendo consciente de las consecuencias que esto acarrea, firmo conforme y satisfecho.

Axel rápidamente levantó su mirada en busca de atisbo de gracia en el rostro de Jhon. Esto debía ser una broma, ¿no? Miró a su hermano, el cual se encontraba boquiabierto y volvió rápidamente a encontrarse con los ojos ámbar de su primo.

— ¿Es… en, en serio? — La voz de Alex volvía a ser entrecortada y temblorosa para el disfrute de Jhon, quién ya no podía ocultar su sádica sonrisa.

— Bastante en serio. Tan serio como la paliza y el confinamiento al que su papá los condenaría hasta que se graduaran de la universidad.

Esas eran las palabras mágicas. Jugar con el miedo que los gemelos le tenían a su padre.

No tardaron en firmar, a regañadientes, eso sí. Pero de igual manera estamparon sus firmas en los tres folios, uno para cada uno. Jhon no perdió tiempo y con, su teléfono celular, fotografió los tres documentos.

— ¿Y ahora?

— Y ahora, Axel, quiero que continúen lo que estaban haciendo antes de que los interrumpiera.

Dijo, tomando el cable HDMI y conectándole la laptop al televisor, colocando en pantalla completa el video que antes estaban viendo los gemelos. Tomó una silla y se sentó justo al lado de este, obteniendo una vista de frente de ellos.

Temblorosos, ambos chicos se miraron entre sí, escuchando los gemidos de la película de fondo, pero esta vez, con la vista intercambiando entre el video y su primo. Ambos entrelazaron sus dedos con el tirante de sus pequeños shorts y tiraron de él hasta sus rodillas, dejando sus flácidos miembros a la vista. Empezaron a masajear de arriba abajo, pero la rigidez no hacía su aparición. Jhon lo comprendía, aún debían estar demasiado tensos.

— ¿Y siempre se masturban juntos?

La pregunta hizo que el par diera un respingo a la vez, divirtiendo a su primo.

— A… a veces…

— ¿Y solo hacen eso?

La pregunta volvió a tomarles por sorpresa y ambos sintieron como su corazón daba un vuelco, acelerando sus latidos que ya sonaban como un tambor contra su pecho.

— ¿A… a que te refieres?

— ¿No se han pajeado mutuamente?, ¿o sea, que uno pajee al otro y viceversa?

Jhon no pudo evitar sonreír y sentir que la adrenalina se apoderaba de cada fibra de su ser al ver como el rosáceo pene de Axel empezaba a elevarse poco a poco. Le causaba gracia ver como el glande aún era cubierto por una buena cantidad de piel. Sin embargo, el miembro de su hermano se mantenía igual. Por lo que decidió atacar Axel en primer lugar.

— Axel, pajea a tu hermano.

El muchacho dio tal respingo que parecía que lo habían tirado hacia arriba. Alex lo miró, con los ojos abiertos a más no poder. Quería ver si su hermano sería capaz. Por otro lado, Axel no podía esconder el rubor que ocupaba su rostro por completo mientras movía su temblorosa mano en dirección a la zona sur del cuerpo de su gemelo. Primero lo tanteó levemente, apenas rozándolo con la yema de sus dedos, sintiendo cada centímetro antes de tomar toda la carne entre sus dedos. Al instante empezó un vaivén lento, pero sin pausa, descubriendo todo el brillante glande y volviéndolo a esconder entre la piel. Sin duda, para Alex, que lo hiciera otra persona se sentía mucho mejor a hacerlo él mismo. No pudo evitar que su miembro comenzara a tomar rigidez, por lo que cerró los ojos unos segundos, dejándose llevar por las sensaciones que inyectaban en su cuerpo cada movimiento de la mano en su pene. Abrió los ojos después solo para notar como el mástil de su hermano se encontraba totalmente en alza y goteante.

¿Estaban excitados?, ¿era posible?

Alex se obligó a pensar que simplemente era su cuerpo reaccionando a los estímulos, ¿era normal, no? No lo sabía, pero se obligó a creer en ello.

Axel, por otro lado, no lo tenía totalmente claro. Cuando Jhon empezó con las preguntas, sintió pinchazos de placer en la cabeza de su polla que empezaron a surtir efecto. No sabía por qué, pero no pudo evitar que esta se parara tan solo de imaginarse pajéandose junto a su hermano y, aunque quería que este lo hiciera, no podía negar que sentir la masculinidad caliente de su hermano palpitar por sus toques estaba resultando lo suficientemente rico como para que su líquido preseminal lubricara su miembro sin siquiera tocarlo.

Sin siquiera pensarlo, ambos estaban a punto de correrse y si no hubiera sido por las palabras de Jhon, lo hubieran hecho.

— No se corran aún, pervertidos de mierda. —Axel paró en seco sus movimientos, sin hacer nada más. Solo mirando como Alex respiraba con dificultad por la excitación. — Es hora de ver cómo están sus culos. En cuatro, perritas.

Ambos gemelos obedecieron. Guiados más por la excitación que por su cordura.

Se sacaron el short en su totalidad y se pusieron de rodillas, a espaldas de Jhon, y bajaron sus dorsos hasta que sus frentes tocaron el colchón. Ambos se encontraban ofreciéndole sus lampiños culos a su primo mayor.

Jhon, por su parte, empezó a masajear los dos pares de nalgas, golpeándolas suavemente para que el sonido no sonara tan fuerte. Masajeó las bolas sin tocar las pollas y escupió en cada uno de los agujeros, en los cuales empezó a jugar con sus dedos.

El tipo se estaba recreando, no podía dudarlo. Le divertía y excitaba la situación de tener control sobre sus primos «perfectos», así que no dudo en ir metiendo poco a poco el dedo medio de cada mano en el ano de los gemelos. Sintiendo lo prieto de estos, tanto que incluso su dedo dolía.

— Joder, les falta práctica aquí atrás, ¿eh?

Los gemelos no dijeron nada, solo aguantaban la respiración, sintiendo el leve ardor que se apoderaba de sus anos por la intromisión de un cuerpo extraño. Jhon estaba en lo cierto, ninguno había usado su culo para nada parecido, nunca. Aunque eso no quiere decir que no había cierta curiosidad, sí, pero ninguno se atrevía a dar el primer paso.

El mayor había podido hundir por completo sus dedos medios en cada culo, sintiendo como los esfínteres cedían un milímetro cada vez más, moviéndolo y girándolo mientras los gemelos aguantaban la respiración. Sentían que se hacían un mínimo movimiento, sería peor, pero lo cierto es que la incomodidad del principio había ido desapareciendo con el pasar de los minutos. Y no fue hasta que lo escucharon.

Un gemido.

Un gemido proveniente de Axel, el cual cubrió su boca para que no se escuchara en su totalidad, pero que fue lo suficientemente sonoro para que alcanzara los oídos de su hermano y su primo. Axel , por su posición, había alcanzado a ver la erección a través del pantalón vaquero de Jhon, lo cual había activado algo en su cabeza que le hizo sentir como una ola de placer le recorrió, un placer que terminó por concentrarse en su miembro y que, sin poderlo evitar, lo hizo derramarse sobre las sábanas de su cama.

— ¿Axel?

— Vaya, vaya… parece que tu hermano es más puta que tú — la voz socarrona de Jhon lo absorbió por completo. Alex pensaba que aquello era todo surealista.

Jhon retiró suavemente y entre pequeños y entre cortados gemidos, el dedo del culo de Axel y lo dejó tumbarse sobre la cama.

— Boca arriba — ordenó cuando vio que este yacía boca abajo.

No perdió tiempo y liberó su polla también, notoriamente más grande que la de sus primos. Alex la vio y, al igual que su hermano, sintió como las convulsiones empezaban a aparecer en su pene.

— Me voy a correr…

Jhon sacó el dedo de su culo mientras empezaba a masajear su propia polla, apuntando con ella al rostro de Axel con una clara intención.

— Bien, nos correremos en la cara de tu hermano.

Alex siquiera pensó en lo que hacía. Solo quería sentir el placer invadirlo por completo, así que solo obedeció. Su polla también quedó apuntando el rostro de su hermano y descargó sobre él. Una, dos, tres y hasta cuatro chorros de leche se derramaron sobre el rostro de Axel, el cual ni se inmutó cuando sintió los goterones calientes y espesos caer sobre su rostro. Ni siquiera a los que atravesaban sus labios o el que le obligó a cerrar su ojo izquierdo.

Más atrás le siguió Jhon, corriéndose de igual manera sobre Axel, aunque mucho más abundante, cubriendo gran parte de su rostro.

Al pobre chico siquiera se le podía mirar el lunar bajo su labio inferior, este se encontraba bajo una espesa capa de semen blanquecino, la misma pringaba su nariz, labios y hasta parte de su cabello y su oreja derecha. Alex lo miró, sintiéndose entumecido y se desplomó a su lado y si no fuera por el flash y el característico clic, no se habría dado cuenta que Jhon le había tomado unas cuantas fotos de esa forma. Pero no tenía energías para quejarse…

Ni querían hacerlo.