Primo y prima casada e infiel (9)

Les cuento como continuó aquel día de playa.

Primero quiero disculparme con los que quedaron colgados esperando por el desenlace de lo sucedido aquel día de playa, por la demora en enviar esa parte. En realidad lo escribí prácticamente, junto con el anterior pero por razones que, ahora, no vienen al caso contársela, no pude hacerlo.

El hecho era que les estaba contando en mi anterior envió lo excelente que había sido tener relaciones sexuales con mi primo, a pleno día, en un agradable y escondido lugarcito entre los árboles, contiguo a la playa.

Como habíamos tenido que permanecer más tiempo de lo aconsejable, debido al continuo ir y venir de personas, por ser domingo, incluso algunas conocidas nuestras, subiendo y bajando hacia el mar, que, si estas nos vieran, nos hubiera resultado muy difícil encontrar un justificativo para explicarles que hacíamos saliendo de dentro de la tupida vegetación, sobre todo, a quienes ya nos habían visto que abandonar la playa un par de horas antes Entonces permanecimos hasta que disminuyó la cantidad de gente con la caía del sol. Aprovechamos la espera, para mantener una conversación, dada mi ansiedad, que a esa altura se imponía y que no habíamos tenido la oportunidad ya que siempre éramos dominados por nuestros escarceos eróticos.

De cualquier manera, les vuelvo a contar, que terminamos nuestra seria y profunda charla, aunque siempre acompañada de excitantes manoseos, con mi primo derramando su delicado semen en mis sensibles tetas para que, luego, yo misma usando su verga como pincel no dejar un centímetro de ellas sin cubrir con el nacarado líquido.

Entonces, como les decía, llegado un momento había que salir de ahí sí o sí; luego de cerciorarnos, encaramándonos en el promontorio de arena para desde allí observar cual era la situación en la playa y en el estacionamiento, decidimos que era el momento propicio, siempre y cuando lo hiciéramos con mucha prisa. Ganamos la calle rápidamente, no sin antes, sufrir una pequeña herida en uno de mis muslos al engancharme con una espinosa rama; nada de importancia. Nos separamos en la calle con un disimulado piquito en la boca.

Cuando llegué a casa de mis padres, mi madre hizo la mayor alharaca, porque mi marido ya había pasado a buscarme y yo aun no había vuelto, y ahora, aparecía con la cara hecha un camarón, por lo enrojecida, y ..bla, bla.. La tranquilicé diciéndole que me había encontrado con algunas amigas y que solo había tomado sol, en exceso por cierto, pero solo en la parte superior pero para nada en mi abdomen.

Agarré una bicicleta de la casa, y partí prácticamente volando, no porque le tuviera miedo a tener una discusión con mi marido, sino que no quería perder la buena onda con que me estaba divirtiendo ni hacer nada que contrariase mis planes Aunque no dejaba de reconocer y aun hoy reconozco, que parecía una inconsciente andando de esa forma en bici estando embarazada.

Cuando, por fin, llegué a mi casa, ya era de noche, entré directamente al baño, donde mi marido, estaba tomando una ducha. Tras correr un poco la cortina de plástico y asomar la cabeza totalmente enjabonada intentó formularme algún reproche por la tardanza pero lo corté en seco contándole, que el tiempo se me había pasado volando de lo bien que me había sentido conversando con mis antiguas amigas.

Al verme el color de la cara, el rojo se había acrecentado por la bicicleteada, se impresionó mucho, y hasta me increpó que debía tener mucho cuidado con el sol.

Mientras entraba y salía del baño en procura de ropa limpia y toallas, él terminaba de bañarse y afeitarse.

Yo aún vestía solo el pareo hindú, por encima del diminuto bikini negro, y las chinelas havaianas. Cuando él se estaba secando aún dentro del cubículo de la ducha pero ya con toda la cortina recogida, premeditadamente, ya que estaba decidida tomar al torito por las guampas y a poner, sobretodo, en práctica lo hablado un rato antes con mi primo, pero también, aprovechando la propicia situación, a mis más recientes, íntimos y perversos pensamientos, solté el pareo de encima de mis senos anudándolo debajo de mi barriga.

Si mi maridito se había impresionado por el color de mi rostro lo hizo mucho más cuando vio mi enrojecido pecho donde mis turgentes tetas luchaban por escaparse del sostén.

Tratando de que sonara irónico o con humor, algo nada característico en él, comentó aunque con mucho de reproche.

"- O te queda chica esa malla o te crecieron las tetas.-"

Mi respuesta no se hizo esperar:

"-Ní me hables de eso que me ví obligada a estar prácticamente toda la tarde tapada de la cintura para abajo por lo pequeña que me queda la tanga, aunque no me vino mal porque a la vez protegía mi barriga de estos primeros soles. -"

Mientras decía esto parada frente al espejo me saqué el sostén y sensualmente me tocaba las tetas, para observarlas en el espejo; se las mostré para que viera la diferencia de colores y la marca que me había dejado la malla de baño..

Aún desnudo, peinándose sus rulos rubio- rojizos, se sentó en el water, para observarme y continuar la conversación. Seguramente, en esos momentos, se le estaba haciendo agua la boca

Yo hablaba sin parar

"- Imagínate, pude entrar solo una vez en el agua, que estaba divina: nada fría, transparente y saladaza, porque luego aparecieron mi primo y aquel mulato tío de Lorenita, que, como desde hace un tiempo trabaja en un gimnasio, está en la onda físico y no sé que se cree.-"

Estaba segura que, mi marido, se encontraba desconcertado por el tamaño y forma de mis tetas, porque debía hacer por lo menos dos semanas, por la faltas de onda entre nosotros, que no me veía así de pié con el torso desnudo. Me miraba como si estuviese frente a otra persona, y sin saberlo lo estaba; porque desde aquella primera y deliciosa tarde en la que "cedí "ante los deseos y las razones de mi primo para que se las mostrara y todo lo que, a partir de ahí, habíamos hecho, dicho, recordado y pensado, en esos pocos días; más: mi inocultable cambio de ánimo, la casi desaparición de las náuseas, la vuelta del calor y la natural evolución de mi embarazo; como quien dice, me había transformado en otra persona. Pero probablemente, aunque menos visible, el hecho de que en estos tres últimos días había experimentado por lo menos sendos orgasmos, cosa que desde la confirmación de mi embarazo no recordaba haber alcanzado, era, por lo menos síquicamente, lo que más me había transformado.

"- Para completar, ese machucón en mi nalga que se percibe desde lejos a causa de la palidez de mi cola. -"

Así que, exagerando el examen que estaba efectuando a mis senos, acercándomele más, agregué:

"-Lo peor fue que me puse en evidencia cuando descubrí que en realidad mi primo tuvo mucho de culpa.-"

Mentí descaradamente, pero, como podrán imaginarse, solo quería introducir, si o si, a mi primo en la conversación, sobretodo, siempre que fuera posible, en los momentos calientes, porque: por un lado, me excitaba y divertía y por otro, era algo como poner en práctica lo del perro de Pávlov y los reflejos condicionados que había aprendido en la clase psicología en el último año del colegio, para que mi marido se fuera acostumbrado y sin darse cuenta excitando. Además porque la oportunidad era más que propicia; ya que días antes, luego de darle un poco de misterio, al tener que explicarle a mi marido lo del machucón le había dicho que me lo había hecho al tratar de volver a enganchar un "pulpo"(esa cuerda elástica con un gancho en cada punta que sirve para amarrar cosas) en el piso, para asegurar la lona plástica que cubre las herramientas y maquinarias de jardín con que trabaja mi padre, así agachada y de vestidito super corto y liviano, al estirarla al máximo, se había soltado la punta de la lona para ir darme justo un chicotazo un poco por debajo de mi cola.

"- Ahí, conversando de todo, en la playa, cuando el desprolijo de mi primo contó que había reparado el tanque de agua de la casa de no se quien, me vengo a enterar que último en andar con las herramientas de mi padre había sido él y, por supuesto sin mirar bien la había enganchado en uno de los agujeros que estaba a punto de romperse. Entonces llegué yo para cubrir la bicicleta y me ligué el latigazo del elástico.-"

Con esta historia lograba por fin cumplir: aunque solo a medias, la fantasía que tanto me calentó cuando se la conté a mi primo en la primera tarde, en casa de mis padres, donde le mostré y me chupó las tetas; aquella de que mi marido supiese que mi querido primito tenía algo que ver con aquella marca en mi cola, cuando en realidad me la había hecho bien a propósito de un experto chicotazo con su camiseta, en un golpe tipo toalla mojada, en el lugar más tentador. Pero a la vez, también, traía a colación, como quien no quiere la cosa, la habilidad de mi primo para rebuscarse arreglando cualquier tipo de cosas, las herramientas de mi padres, los acondicionamientos de casas para el verano, etc, etc.

La verdad es que como ya les dije andaba volando, rapidísima; tan rápida, aunque no hace mucho tiempo de esto, que hoy mismo, al recordarlo, me asombra un poco,

"- Te lo merecías por andar todavía usando la bicicleta.-" aseguró mi marido, un poco en broma, sin saber que en el fondo yo también, a pesar de la puteada que le di en esos momentos a mi primo, creía, no sé si merecer, aunque de cierta forma sí, ya que a partir de ahí, y de eso estoy segura ahora que lo pienso bien para escribirlo, fue que cruzamos el límite de solo conversar de mis males.

Así que con todas las cartas que previamente quería jugar, podía relajarme y ver cuanto podía disfrutar, con una nueva cabeza, de lo que por ahora, era bastante irremediable, que tarde o temprano, tenía que estar sexualmente con mi marido.

Entonces, l continué con mi perorata porque realmente estaba sobreexcitada, y no sólo sexualmente.

"- Imagínate, que luego de todo ese cuento las chicas comentaron que se habían dado cuenta al ir hacia el agua, del macucón pero que no se habían animado a preguntar. Para peor, el mulato que, broma va y broma, viene quería que me parara para verlo. Ni caso que le hice, hasta le dije a mi primo que se hiciera cargo del pesado de su amigo. Lo que consiguió fue que no pude entrar más al agua y tomar sol solo de frente .Fíjate que me arde un poco, hasta se nota claramente la diferencia de temperatura en la piel. -"

Él extendió la mano para confirmar mis palabras. A lo que yo en vez de rechazarlo como lo venía haciendo a menudo lo estimulé con un:

"- Suavecito que a la vez de estar hinchadas están muy irritadas.-"

Demostró tanto entusiasmo al sopesarlas cuidadosamente, que parecía que nunca hubiese estado frente a tamañas tetas.

Yo sabía que no era que hubiesen crecido así de rápido, sino que la prominencia de los pezones era debido a lo que podríamos llamar una explosión hormonal producto, como les decía, de los continuos manoseos y chupeteos de mi primo, mis calenturas y orgasmos, y la rápida evolución del embarazo.

En realidad lo que me estaba pasando era que con las agradables vivencias experimentadas ese día, que por supuesto ya se las he contado, anteriormente, con todos los detalles; como: la confortadora conversación y sobretodo la calentura con que me había separado de mi primo, aunque si bien es cierto que, primero, habíamos cogido estupendamente, habiendo alcanzado un liberador orgasmo tras la tremenda excitación de lo que resultó, luego, solo ser una fantasía exhibicionista, en la cual, contradictoriamente, no dejé, de experimentar, por momentos, bastante miedo de que alguien nos viese.

El resto de la tarde fue una de, continuamente, " echarle leña al fuego", sobre todo al mío, porque antes de separarnos, mi primo se encargó de dejarme bien caliente, sabiendo que ese día, probablemente, como lo habíamos hablado, todavía tendría que encarar, por lo menos en algo, sexualmente a mi marido, pero el muy depravado, volvió a acabarse entre mis tetas.

Los temas de conversación, las conclusiones arribadas y los manoseos de mi primo, mientras charlabamos, a mi entrepierna, sus caricias en mi culo, llegando incluso, a penetrarlo con sus dedos, simultáneamente a la vagina, como siempre, para ir dilatándolo, poco a poco, porque estas penetraciones ya tenían implícitas la no muy lejana re inauguración de mi ojetito con su verga, cosa que con solo pensarlo nos pone a ambos de la cabeza, tanto que, en el máximo de la fantasiosa calentura, mi cama matrimonial había surgido como el más deseable, excitante y perverso lugar para hacerlo. Por otro lado, también, mi loco fantaseo, como posibilidad confesa y en voz alta, en la medida que mi primo comience a frecuentar mi casa, de que mi marido, llegue a convertirse en espectador privilegiado de nuestros imaginativos encuentros.

Todo esto me había dejado super cachonda

Entonces, era fácil de explicar porque estaba allí en el baño de mi casa con mis deseables tetas en punta como nunca antes las había visto en toda mi vida, y aquí estoy siendo totalmente sincera, ya que por la calentura habían ganado tanto en dureza, que al mirarlas, no podía dejar de recordar como, solo una hora antes, había masturbado, con la eventual ayuda de mi boca y lengua, a mi primo con ellas, haciendo que este volcara su semen, principalmente, en mis pezones, e incluso, un rato antes, luego de haber cogido como locos y acabado al mismo tiempo, tras quitarle el condón que nos protegía, también había tomado la babeante verga para jugar con ella pasándomela por los pezones, viendo como, al separarla un poco, hilitos pegajosos de semen llegaban a estirarse varios centímetros de distancia sin romperse, exprimiéndola al máximo para no dejar sin pintar, con los restos de su leche, ni siquiera un pedacito de mis senos y cuando hubo quedado pequeña, metérmela toda en la boca hasta mi garganta y que los pelos de su entre pierna casi tocaran mis labios.

Y ahora, como les decía, en esos momentos, deseaba intensamente ver y sentir los labios de mi marido pegarse con fruición a mis pezones que seguramente conservaban, aunque ya secos, restos de los lechazos de mi primo.

Me encantaba la importancia, y porque no decirlo, me encanta hasta recordarlo, ahora, para contárselo a ustedes, que le estaba dando al acontecimiento y la forma en que demoraba el ansiado contacto. Era, en ese momento, algo muy especial para mí ya que como ya se deben haber dado cuenta, me mueve mucho toda primera vez, me sobreexcita, sobre manera, la novedad.

Aunque supongo, por mas, que no se hable mucho de ello, quizás: por pudor, o para no "quemarse la cabeza" frente a una sospecha o para que los cuernos duelan menos, que: en todas las relaciones en que exista o haya existido un amante e, incluso en las reconciliaciones de alguna escapadita circunstancial, algo que puede hasta considerarse natural, porque aunque no se lo quiera ver con morbo como es, indudablemente, mi caso, por lo frecuente que suele suceder, por ejemplo, entre otras muchas cosas, estar besando una boca que no mucho tiempo antes se entretenía con el sexo de otra persona.

Ahí en el baño de mi casa, me sentía, en esos momentos, dominadora, estando de pie viendo como mi marido sentado y desnudo, alzaba un poco sus manos para acariciar mis tetas y, luego, dejando que pasara por ellas, suavemente, su fresco y perfumado rostro recién afeitado, y mirándome con deseo como pidiéndome permiso para chuparlas.

De cualquier manera, para darle un poco más de emoción, a la vez que con una mano le acariciaba la cabeza enredando los dedos en sus ensortijados y húmedos cabellos, en el preciso momento en que su boca estaba por tomar contacto con una de mis tetas me hice rogar un poco diciéndole, pero sin apartarme ni, de ninguna manera, cortando la onda:

" - No seas chancho estoy toda sucia, hasta transpirada, pero sobretodo re saladas por el mar.-"

No estaba en él que tan tímidos argumentos, justo en esos momentos, lo detuviesen, sobretodo no queriendo por nada del mundo, perderse la oportunidad de encontrarme tan dispuesta a dejármelas chupar.

Su boca se prendió con fruición de una de ellas. Y aunque era una maldad lo que le estaba haciendo, para mi no dejaba de ser " inofensiva", quería que las saboreara detenidamente, porque además del indudable morbo que me producía su concentrado chupeteo también podía sin necesidad de cerrar los ojos, por lo presente en mi recuerdo, ver como eran recorridos por la lengua y boca del guachito de mi marido exactamente los mismos lugares que un rato antes habían recorrido la pegajosa pija del calentón de mi primo. Me divertía, hasta reavivaba mi calentura, mientras lo hacía, imaginando y deseando que los restos secos del semen en mis tetas tuviese alguna propiedad, tal cual brebaje mágico, que al probarlo le afectase de alguna forma que lo predispusiera siempre favorablemente para con mi familiar amante.

Estos deliciosos pensamientos, ver como pasaba su lengua, experimentar la fresca humedad de su saliva, sentir su aroma de recién bañado y su cabello mojado, oliendo a mi champú preferido, contra mi ardiente cuello me llevó a entrar de lleno en el juego que yo misma había iniciado.

"- ¿Están muy saladas? -"- le pregunté capciosa y mimosamente.

"-Si, si, pero están muy ricas, no puedo creer que estén tan duras-."- respondió sin parar de lamber.

Tomando y apretando una de mis tetas con ambas manos haciendo sobresalir aun más mi ya prominente pezón.

"- Estas tomando toda la leche aunque este salada.-" agregué dando un paso más en mi locura erótica.

"- Si, así, la tomo toda, toda- " afirmó rápidamente para continuar esmerándose con el trabajo de lengua que admirablemente, para mi agradable sorpresa, estaba haciendo en mis infieles tetas.

Sosteniendo su cabeza, aproveché, haciendo que su boca se abriera al máximo, para que mi teta entrara lo más posible hasta casi atragantarlo. Su aniñado rostro se veía desencajado, fueron solo segundos, pero casi lo asfixió, era como si quisiera que la punta de mi pezón alcanzara su campanilla.

Sentí un cosquilleo en mi bajo vientre, como hacía mucho no me sucedía con él, en el momento que se prestó, aun sofocado, manteniéndola, por unos instantes, bien abierta en forma de O para que yo, manipulándolo desde los cabellos, lo guiara, en un vaivén, para que el pezón y bastante más de mi duro seno entrara y saliera, varias veces, en su receptiva boca.

Realmente, ese corto mete y saca de mi teta en su boca, me calentó. Era parecido a las pocas veces que me habían agarrado de la cabeza para que con mi boca cubriera y descubriera una pija, en una mezcla de chupada y masturbación; era como si con mi teta estuviera follándole la boca. Sinceramente me hubiera gustado que mi primo viera esto, porque estoy segura que al verme tan "puta", tan guarra, lo menos que sentiría serían celos. Me morí de ganas de correr a contárselo en seguida.

Aunque no me crean, luego de todas las cosas que ya les he contado, sobretodo la del termómetro, y las que aún ya tengo para contarles, ahora todavía me da un poco de vergüenza reconocer, incluso en ese día a la tarde no sentí, cosa rara, de comentárselo a mi primo, porque no tenía muy claro de cómo se daría la situación, pero desde la primera vez, en los momentos en que me embadurnaba de esperma, con su verga, mis, ahora, muy deseables tetas, había pensado e imaginado, ver y sentir a mi maridito, inconscientemente, prendido con su boca de ellas y saboreándolas en todo su volumen, especialmente mis pezones.