Primo y prima casada e infiel (5)

Como fue mi primer encuentro con mi marido despues de lo de mi primo.

Quienes hayan leído alguno de mis cuatro extensos relatos anteriores sabrán que he intentado contarles lo ocurrido con mi primo, en los dos primeros días, al inicio de este verano, en que comenzamos a romper algunas reglas, como la de mi matrimonio, en lo que para mi es un profundo y erótico relacionamiento sexual.

.Así que les cuento que mi estado de animo ha mejorado mucho, probablemente también por estar saliendo ya de los primeros meses del embarazo, el malestar físico ha ido disminuyendo, los mareos y nauseas matinales prácticamente han desaparecido.

Pero es indudable que la novedad de la relación con mi primo, la ansiedad que me provoca las ganas de verlo y conseguir oportunidades de estar juntos, me exige una continua actividad mental más una alegría de vivir que hacen que aún las dificultades económicas verdaderas, y muchas de las frustraciones sicológicas que también éstas conllevan, especialmente entre nosotros los jóvenes continuamente incentivados, incluso por nosotros mismos, si se puede a un consumo desenfrenado o en caso contrario a una frustrante "abstinencia" de bienes y a veces estériles ganas de poseerlos.

En lo que, en un principio imaginaba iba a ser el peor verano de mi vida, mi perpectiva cambio radicalmente, ahora puedo verlo, por lo menos, como muy distinto. El tiempo comenzó a pasar con mayor velocidad y mi barriga va creciendo sensiblemente. La diversión de las travesuras va sustituyendo al pesimismo que me había invadido frente al hecho de estar tan prematuramente preñada y casada; una vez asumido definitivamente lo primero, el matrimonio, ahora con un amante va tomando otro enfoque mucho más llevadero incluso, dada la situación familiar y económica, hasta conveniente para la relación con mi primo

Las deliciosas e excitantes conversaciones con éste me han ayudado mucho, concluyendo siempre que lo importante es el presente y que el futuro tiene mucho que ver con esa felicidad y conciencia de este presente, así que lo mejor es disfrutarlo como se presenta. Que esté satisfecha, ahora es lo más importante incluso pensando en la salud de la criatura que pronto nacerá.

Por otro lado, suponiendo que todas las cosas fueran distintas, igual me encantaría tener estas relaciones con mi primo. Pero ¿cómo sería, no estando yo casada, tener una relación con alguien que no tiene trabajo fijo ni fortuna, ni casa, ni nada y con nuestra familia, única fuente de ayuda, que se opondría y no facilitaría ningún contacto? Toda la relación de seguro sería un lío, más o menos como el presente pero con más problemas económicos y sin los ingredientes de la infidelidad, que como pudieron apreciar en mis relatos anteriores, aportan, quizás por la novedad, mucho morbo a esta relación. Y si por ejemplo él fuera rico o tuviera un buen trabajo seguro que no hubiera venido a vivir aquí. De cualquier manera no es este el lugar para contar mis especulaciones de lo que podría haber sucedido. Lo importante y disfrutable es lo que está sucediendo.

Entonces, lo que ahora quiero contarles es lo que sucedió luego de que todo el sexo experimentado en esos dos rimeros días, en especial en el segundo, con mi primo en el cuarto de mis padres, como ya les conté en mis dos últimos relatos. Después de tan intensos encuentros sexuales y una noche de ansiedad extrema, lo único que yo quería era descansar y dormir, pero lo que más me sorprendió de mi misma es que lo quería hacer en la tranquilidad de mi cuarto y cama matrimonial. Mismo que tenía la incertidumbre de cómo encarar y sobrellevar acostarme en la misma cama con mi marido. Así que, tras cenar, temprano, algo con mis padres, nos fuimos con mi marido para nuestra casita..

Cuando llegamos enseguida entré en el baño, mientras él guardaba algunas cosas en el patio, antes de ducharme lo primero que hice fue vaciar del condón, usado por mi primo, el semen dentro del envase de la crema para la prevención de las estrías que había comenzado a ponerme todos los días en mi barriga. Era un detalle que me ergotizaba sobremanera. Mi primo había conservado mi pequeña tanga roja y yo el condón, con su preciosa carga.

Mientras me duchaba lave el preservativo, ya que estaba dispuesta a conservarlo como recuerdo de mi primera infidelidad o para darle, en algún momento, algún destino más excitante que solo desecharlo. Luego anudé un delicado pañuelo, con el condón adentro para que a la vez se fuera secando y de paso no olvidarlo además al apretar el nudo pedí un deseo: "cosas de adolescentes".

Salí del baño rápidamente vestida con un amplio y cómodo calzón de algodón a la vez que me cubría con un pijama que se cerraba por delante, también de algodón, porque no quería, por ahora, que mi marido viera que casi había dejado pelada a mi pepita. Cuando entró al cuarto, ya estaba acostada pasándome por la pancita la crema liquida que ahora tenía también como ingrediente la lechita que mi primo había eyaculado esa misma tarde después penetrarme en varias posiciones.

A los pocos, de haberse acostado se me arrimó mimoso, pero le saqué el cuerpo, entrando en la conversación de cual había sido la impresión de la gente de la inmobiliaria sobre la casa. Esos trámites y la visita de esa gente fue lo que lo mantuvo ocupado toda la tarde permitiendo que pudiera pasarla deliciosamente con mi primo. Me contó que habían encontrado muchos inconvenientes; muchas cosas que arreglar y mejorar para poder ofrecérsela a los potenciales veraneantes. No parecía estar muy esperanzado porque para cubrir algunos costos en materiales y sobretodo los de mano de obra, no veía la forma, inmediata, de conseguir dinero, mismo que luego, si se lograse alquilarla, éste aparecería. Enumeró muchas de las cosas imprescindibles que hacer y algunas no me parecieron tan complicadas ni imposibles.

Esa noche no quería entrar, porque realmente no estaba en mi animo, en el pesimismo, característico de mi matrimonio, así que me oí decir en tono intuitivo y esperanzador que seguramente le sorprendió: "- Hay que tener fe y encarar la cosa con onda de que va a salir bien. Lo que hay que hacer es poner toda la energía.-"

Mayor fue mi sorpresa cuando me dijo : "- Con esa "onda de la energía" te pareces a tu primo hablando.-" Éstas palabras enseguida me excitaron y provocaron que me interesara en continuar esa conversación- " - Hoy de tarde pasó, por casa de mamá, a la vuelta de la playa en busca del termómetro que había dejado a la mañana. -" Decir esto, era una forma de recordar las maldad excitante que me éste me había hecho esa mañana. El hablar de mi primo, a pesar de mi cansancio, y poder hacerle a mi maridito, ciertas confesiones a media, verdades mínimas y excitantes mentiras, estimularon mi mente, que de un tiempo a esta parte, a partir del comienzo de esta historia, quizás más que nunca, siempre está propensa a lo sexualmente morboso. Así que volcando más crema en mi barriga guié la mano de mi marido para que la esparciera muy suavemente

"- Siempre anda vagando, tiene esa forma de ser bohemia. No tiene ni un lugar como la gente para vivir .-" –agregó, mientras su mano húmeda recorría mi panza hasta el elástico del calzón.

La conversación, a partir de la persona de mi primo y volviendo ella en cada ejemplo por lo que sabía de sus novias y viajes, tomó un cariz filosófico generalizando sobre la soltería, los trabajos, los hijos, de que hubiera sido de mí si no hubiera quedado encinta y por supuesto de las relaciones sexuales.

Ahora él estaba boca arriba y yo de costado hacia su lado. Mi mano apoyada en su abdomen, por un lado, evitaba, como ya lo había hecho con excusas de cansancio y de que había amanecido enferma, que se me encimara y por otro lado "distraídamente" la bajaba hacia su pelvis según la conversación se refería a las cosas que me excitaban.

Estoy segura, que, en esos momentos, no se daba cuenta ni remotamente de lo que pasaba por mi mente, por esa falta de esa sintonía que por el contrario tanto disfrutamos con mi primo, ni de lo realmente estaba pasando en esos precisos instantes, pero de cierta forma obraba como por un reflejo condicionado, así que él mismo sacó el tema de la sexualidad de mi primo con esa artesana francesa bastante mayor; a lo que, como si no tuviera que ver una cosa con la otra, mi mano, "distraídamente" alcanzó su pene. Continué hablando como si no pasara nada mientras su poronga se iba endureciendo y, en mi mente inmediatamente surgió la comparación; a pesar que la conocía de memoria, la percibí al tacto como más gruesa, sobre todo el glande, que la de mi primo pero bastante más corta y mucho menos rígida. Continué mi exploración comparativa por sus testículos que me resultaron más pequeños, duros, delicados y casi sin vellos que los otros que, pocas horas antes, había estado manoseando. Eran tan así de delicados que siguiendo su pliegue de piel posterior, mi mano enseguida, continuando su movimiento descendente, encontró sin obstáculos su apretado ano que al contacto de mis dedos, aun encremados, se contrajo sorprendido. Me entretuve solo unos instantes para recordar como mi primo se había complacido, durante todo el día, en juguetear y violentar mi culito al punto de que aún conservaba una extraña sensación y de cómo me había salvado de que terminara de abriéndomelo como una flor con su afilada verga. Pero no tenía ninguna duda, que tanta insistencia en todo lo referente a la penetración anal, me había dejado super excitada

Rápidamente, para no asustarlo e interrumpir su conversación volví a sus testículos, sopesándolos con cariño casi sin erotismo. "- El tema es que nunca tiene un centavo. Entonces tampoco puede hacer muchas cosas - " argumenté personalizando el tema y acotando la libertad de la que mi marido suponía disfrutaba mi primo. Me dio la razón. Y cuando mi mano se encontró nuevamente con su miembro lo percibí más duro. Lo manipulé unos instantes con rudeza pero repentinamente, acostumbrada a pelearlo continuamente discutir por cualquier cosa, retiré mi mano hacia mi encremada pancita y en tono de chanza, para intimidarlo un poco le reproché algo así como: "- Hey, estoy hablando de mi pobre primo y sus penurias económicas y tu te pones al palo. No puedo tener una conversación seria- " ,

Siempre fui un poco traviesa, caprichosa y en el mas creativo de los sentidos, bastante maliciosa , pero al sadismo , por llamarlo de alguna forma, con mi marido siempre lo había pensado como una reacción a la responsabilidad que había tenido, y de eso ni él tenía dudas, en mi prematura preñez; era, aparentemente, por rabia. Pero el dominio, en lo relativo a la diferencia de carácter, que sabía que ejercía, en él, con mi forma de ser y la sensualidad de mi cuerpo, ahora se acrecentaba por el hecho de yo haber asumido que mi embarazo no era una desgracia, mi repentina y acelerada experiencia sexual y, más que nada, por la dupla que hacíamos con mi primo, que en los últimos días se había manifestado en un dos a uno. Estos hechos habían ayudado, por lo vivido, a levantar mi auto estima lo suficiente como para concentrarme en mi placer incluso el que proporcionaba esa dominación

Por otro lado, en el fondo, mi marido me consideraba un poco loca, cosa que yo no hacía nada por desmentir en mi comportamiento con él , al contrario me aprovechaba de ello para comportarme caprichosa y hasta sádicamente, Muchas veces él mismo, con alguna estupidez o ingenuidad de muchachito inexperto, con sus pocos vividos 20 años, me provocaba o me daba pie, creo que inconscientemente, tratando de romper mi indiferencia, sacándome de paciencia hasta que hacerme explotar en uno de mis impredecibles berrinches o contestándole con alguna grosería.

Entonces, esta vez, creyendo que yo había entrado en uno de mis habituales y repentinos cambios de animo que siempre terminaban por retraerme sexualmente me contestó defensivamente "- Bueno, eres tú la que empezaste y me estás tocando todo- " Y, lo más enojado que pudo y casi suplicando, añadió por decir algo "- Además no solo estábamos hablando de la pobreza de tu primo sino de su libertad y de cómo se foliaría a la cuarentona francesa–" Sin decírselo le di la razón.

Oír la expresión tu primo, de su boca o de mis amigas, lo mismo que yo misma decir mi primo tiene en mi un efecto altamente erotizante, como ya se habrán dado cuenta por las pocas veces que me refiero a él por su nombre, no porque no me guste al contrario, sino porque, en este caso, cuando cuento estas cosas, incluso pero en menor grado decir mi marido, realmente me calienta mucho.

Así que, con una "tímida" sonrisa volví a empuñar, con mi mano otra vez encremada, su cabezona y comencé a masturbarlo lentamente, y descubriendo el placer de hacerme desear solo dejé que me continuara esparciendo la "perversa y incestuosa" crema por mi barriga, negándole esa noche el acceso a mis cada vez más apetitosas y hinchadas tetitas. Esta vez logré retardar, a propósito, muy al contrario de lo que hacia siempre, un poco su eyaculación, tan "precoz", deteniendo y retirando mi mano un par de veces en el momento justo. Mojaba un dedo con las gotitas de su liquido pre seminal y lo paseaba por el nacimiento de sus testículos cada vez más cerca de su ano.

Él, no acostumbrado a retener la eyaculación, gemía y cuando estaba a punto de hacerlo le apreté con fuerza el pene, seguramente provocándole algo de dolor y logrando, pese a las pulsaciones que sentía en mi mano, retrasar su acabada. Solté su miembro, disfrutando de sus gemidos y tímida protesta por haber suspendido la masturbación en su momento de acabar, y recogí con los dedos, de su barriga, los resto del pequeño chorrito de semen, que igualmente había emergido. Luego apoyé con fuerza mi mano aplastando el tronco de su pene, que no dejaba de cabecear, contra su vientre; su corrida era incontenible pero mi mano lo abandonó para aprisionar sus pequeños huevos y el dedo mayor mojado, por su propio semen y la crema, conteniendo simbólicamente gotas del semen de mi primo, apoyarse en la entrada de su apretado orificio anal.

No pudo soportar la soledad repentina de su miembro y en el preciso momento del climax, con entrecortados gemidos, su mano embadurnada culminó frenéticamente la paja, que yo había iniciado, derramando chorros de leche sobre su barriga Los interminables movimientos de su mano, sus gemidos y las demoradas contracciones de sus músculos, incluso los de su ano, que parecían querer cortarme el dedo que lo violentaba, dejaban ver lo que parecía un formidable o al menos de seguro, un memorable orgasmo, luego comprobado, por buena cantidad de espesa leche esparcida por su cuerpo producto de varios días de no tener relaciones ni masturbarse.

Esa visón me encantó y el solo pensar, que tanto en su mano, con la que empuñaba su órgano como en la mía que aprisionaba sus huevitos y en mi dedo que casi se afanaba en incursionar un poquito más en su culo, había restos de semen de mi primo me voló la cabeza entrando en un orgasmo mental, que me produjo una extraña sensación, como si "la cabeza me diera vueltas" que repercutía en mi sexo pero no acababa de concretarse por falta de estimulo físico directo. Solo pensé que quería compartir lo que estaba sintiendo con mi primo

Luego, mientras limpiaba con una toalla algunos restos de su semen en la sábana, intentó reprocharme, aunque melosamente, haberlo dejado de pajear en el momento justo. A lo que le recordé lo abundante, y hasta demorado, de cómo se había corrido. Además tuvo que ceder frente a mi argumento de que lo que yo estaba intentando, en aras de mi merecido placer, era buscar formas de paliar su problema de eyaculación precoz; pero también agregué un poco en broma y mucho en serio que: "- Es más, si en la próxima vez no te contenés, te voy a atar las manos.-" A él le pareció gracioso mi último comentario pero a mí me encantó la idea.

Antes de dormirme, con él agotado y yo más mimosa, acurrucada junto a su cuerpo para que mi mano volviera anidar sus huevitos y de vez en cuando intentar suavemente una degenerada caricia estirando mi dedo mayor, indudablemente ese día me había contagiado la locura de mi primo obsesionado con mi culito. Traje lánguidamente a conversación de nuevo le tema de la casa. En mi calenturienta mente, incluso para mi propia sorpresa, se gestaba una muy conveniente solución. Luego me quedé en silencio madurándola y regocijándome mientras recordaba todo lo que había vivido durante esos dos días.

Todo había comenzado cuando tras una deliciosa conversación había consistido a mostrarle mis turgentes tetas a mi primo. De ahí al descontrol de dejárselas chupar y masturbarnos mutuamente. Luego ese día había comenzado, cuando había conseguido que mi marido, fingiéndome enferma, fuera por un termómetro a lo de mi primo y este último al traérmelo volviera, por unos intensísimos momentos, en el mismo cuarto de cuando era niña, a ser mi "perverso doctor", rememorando con mucho placer nuestros pícaros juegos infantiles. Continuo con la mamada que le hice mientras mi marido se duchaba a pocos metros de donde nosotros estábamos, incluso confiando en no ser descubiertos solo por el sonido de la ducha, y por otro lado el riesgo que justo apareciera mi madre que andaba revoloteando en el patio y la cocina. Me tragué hasta la última gota de su abundante y delicado semen.

Luego a la tarde ya solos en el cuarto de mis padres había recibido, primero, la más deliciosa chupada de culo, que en mi corta vida, solo había pasado por mi imaginación y después sentir como me comía con voracidad mi, especialmente para él semi depilada, cuquita y tener el más violento orgasmo corriéndome abundantemente en su cara y boca; y cuando aún no había terminado de reponerme me penetró por la vagina en todas las posiciones que mi embarazo nos permite cómodamente. El primer lugar que usamos fue la cama de mis padres encima de sus almohadas, pero también en donde más lo hicimos para disfrutar mas conveniente e imaginativamente de nuestras diabluras fue el amplio sillón desde el cual podíamos ver y vigilar, a través de la ventana a mi padre y a mi madre hacer su trabajo y hasta conversar con un vecino, lo que aumentaba nuestra excitación; pero el mayor atractivo de ese lugar es que se consigue un inmejorable ángulo con el gran espejo de la puerta central del viejo ropero que había pertenecido a los abuelos.

El poder vernos reflejados de cuerpo entero, bien próximos al espejo e iluminados de forma excelente por la claridad que entraba por la ventana, nos hizo, estoy segura que a ambos, oscilar, entre nosotros, por momentos extremos de exhibicionismo y de voyeurismo donde, además de lo extremadamente explícito y pornográfico, la imaginación también había aportado lo suyo; hasta la despedida, en la puerta de la cocina, corriendo el real riesgo de que llegara alguien., indudablemente invadidos por una "demencia exhibicionista", donde le di unos chupetones a su verga mientras el perverso, aprovechando que me encontraba inclinada, lograba violentar mi ojetito con su dedo mayor introduciéndolo hasta el segundo nudillo preparándolo para la prometida y postergada penetración.

Y por último , a la noche, culminar la jornada, que fue la primera vez en que en un mismo día habían pasado dos vergas por mis manos, sentir y ver como el ingenuo mi marido acababa masturbándose desesperadamente con su mano sin saber que esta no solo estaba húmeda de mi crema sino también del semen de mi primo; a la vez que yo con la mía también encremada con el incestuoso preparado le estrujaba los huevitos y perversamente deslizaba el dedo mayor que además también había recogido algo sus propios líquidos, hasta el orificio de su redondo y carnoso culo, Esa misma mano, que ahora rodeaba sus rodonditos testículos, pocas horas antes, había empuñado la dura pija de mi primo, poniéndole un disfrutable límite mientras este me penetraba la concha en varias posiciones y con la que también la había pajeado hasta el delirio, con él detrás, al verla salir por el frente de mi cuerpo, imaginando que era mía .

Pero ahora, sentí que solo quería ver a mi primo y poder contarle lo sucedido con mi marido: quería saber si lo tomaría bien, si estas cosas lo excitaban o no, que me aconsejara de cómo obrar de ahora en adelante. Hasta pensé que podría ponerse celoso y malhumorarse, lo imagine enojado dándome algunas palmadas, no muy fuertes, en el culo.

Cuando me di cuenta de hacia donde me encaminaban esos pensamientos resolví que lo mejor era dormirme cuanto antes porque en realidad lo que me sucedía era que la paja mental que me había hecho mientras mi marido se masturbaba tenía que compartirla cuanto antes con mi primo, en lo posible por supuesto, mientras me penetraba o me hacía muchas "cositas".