Primo y prima casada e infiel

Recuentor de una prima casada y embarazada con su primo favorito.

Me gustaría, en realidad me excita mucho, contarles lo que estoy viviendo. Hasta hace pocos días estaba pasando el momento más depresivo de mi corta vida ya que tengo 19 años. Hace tres meses quedé embarazada y dada la precaria situación económica de mi familia como la de mi actual marido, el metejón que este tiene conmigo y la presión de mis padres, cuando se enteraron, terminé casada con alguien que si bien le tengo cariño no me atrae sexualmente . Así esos primeros meses del embarazo, con sus nauseas, vómitos y mareos terminaron por minar seriamente mi animo.

Vivimos en un balneario popular , cerca del mar de esos que en verano se llena de gente de clase media que ocupa sus casas de veraneo pero que el resto del año en especial algunos barrios más alejados del centro del pueblo quedan desiertos.

Mis días transcurrían monótona y crecientemente disconformidad . Despues que mi marido sale para su trabajo yo arreglo la casa y al mediodía acostumbro a ir a lo de mis padres, que viven en la otra punta de la localidad, a almorzar, lo que tambien supone un forzado gran ahorro para nuestra economía domestica. Esta costumbre es por todos fomentada, por un lado para que no estuviese sola la mayor parte del día y por otro lado como mi madre es una gran cocinera prácticamente todos los días vuelvo, a la tardecita a mi casa con la cena preparada siendo esta la forma que mis padres tienen de ayudarnos económicamente-. Después del almouerzo ellos hacen sus cosas; si el día está feo su siesta es obligatoria y sino ambos salen a hacer el mantenimiento y limpieza de casas y jardines aun vacías de veraneantes . Mientras tanto yo, en la pasada primavera, deambulaba solitaria sin ganas de nada, todo me parecía errado, mi embarazo, mi matrimonio, la situación económica y de mi salud. Pero mi familia decía que yo era un poco hipocondríaca

Al inicio del verano comenzó, cada vez con mayor asiduidad, a llegar por casa de mis padres Adrián. un primo, un poco mayor que yo, un tiro al aire, que andaba recuperándose de una lesión en una pierna producto de un reciente accidente de moto. Ya casi no le dolía, lo peor ya había pasado y sabía que todo era cuestión de tiempo Un buen atorrante, viviendo, ahora, en una mísera pieza pero aunque independiente, en casa de su madre, que al jubilarse, se había mudado hace poco mudó, a instancia de mi padre, su hermano, a nuestro barrio. Había andado los últimos meses de mochilero, por todo el norte de Brasil donde es verano todo el año, con una francesa bastante mayor que él y que bancaba todos gastos. Andaba desocupado, aunque sabía hacer un poco de todo y pasaba el día entre la playa y buscando hacer alguna changa; cuidando casas y jardines o haciendo algun mandado en la bicicleta o un destartalado ciclomotor. Nunca tenía un centavo.

Conmigo siempre había tenido más que buena onda incluso algunos intensos y llenos de morbos pero escarceos sexuales infantiles, cuando pasó, una semana de verano con su familia en nuestra casa. Después de eso, nuestros encuentros se redujeron a dos o tres veces siendo adolescente cuando fuí a terminar la secundaria a la ciudad.

La cuestión es que, ahí estábamos, ninguno de los dos en su mejor momento, al contrario. Por su lesión en la rodilla, a nadie le llamaba la atención que anduviera, por estos días, siempre en la vuelta y sin hacer nada , Hacía ya un par de días que nos veníamos quedando a solas de conversación prolongada , hablando, más que nada , de mis desgracias que aparecían como irremediable. Pero los cuentos de sus recientes andanzas hasta me divertía y me entretnía pero por otro lado hacía más lamentable la hora de volver a la monotonía de mi hogar y vida conyugal.

Al tercer o cuarto día de vernos, como siempre a primera hora de la tarde, con la excusa de arrimarles unas herramientas a mis padres caminamos lentamente por las aun desiertas calles arboladas u rodeadas de pequeñas casas enjardinadas. Como siempre yo Hablaba, de mi infelicidad con mi marido, con el cual no me entusiasmaba nada, de como me había retraído en la relación a mis antiguas amistades, etc. pero que sin embargo con él podía conversar de todo y olvidarme por un buen rato de lo que yo sentía como mi desastrosa condición. Pareció, por su silencio, entristecerse solidariamente pero inmediatamente reaccionó alegremente y agresivamente me dijo. - "Mira, que a mi no me divierte nada que me agarren de paño de lagrimas y menos que lo hagas tu , al contrario, contigo lo máximo toalla mojada, te conosco de que eras una audaz y traviesa niñita "- a la vez que en un movimiento rapidísimo hizo chicotear la camiseta que tenía en las manos, hasta apenas hacerla tocar mi cola. Pegué un salto, me asute más por la sorpresa y el chasquido, aunque dolió como un pequeño pinchazo No me pude contener. Lo mire con furia indsimulada y lo insulté groseramente: - -"Hijo de puta" - Levante un poco el borde de la corta solera y ví una pequeña mancha más oscura resaltaba levemente en el nacimiento inferior de mi rosada nalga derecha. Se la mostré diciendo "-Mira la marca que me dejastes, no sabés que a mi enseguida se me hace un machucón. Guacho puto, no te lo voy a perdonar" Exageré muy a propósito -Me miró con asombró. Pero con un tono más conciliador le lancé una amenaza tranquilizadora "-No te preocupes yo también te conozco y sé como vengarme" Pero esto ya sonó a otra cosa y ambos reímos de buena gana. Era la primera vez que aludimos a nuestro pasado.

Sinceramente se disculpó y volviendo al tono amistoso me explicó que se rebelaba y le daba rabia tanto pesimismo que le podía resultar contagioso sobretodo a lo del futuro y presente económico. Y para demostrarme su solidaridad me consoló graciosamente, poniendo mil ejemplos, contando excitantes anécdotas de viajes, parejas exitosas y frustradas o amistades coloridas. Me decía de cómo podía estar tan pesimista y depresiva, que la barriga que se me estaba formando me quedaba linda, que los senos me crecerían, al gusto de muchos hombres, que me preocupara en cuidarme y no me dejara caer ya que a muchas mujeres el embarazo las embellecía, que lo que hoy me parecía ruin mañana sería una alegría , que imaginara que tendría solo 35 años cuando el niño o la niña llegara a los 15, que viviera el presente pensara que por lo menos ahora tenía, por ejemplo la ayuda de mis padres , un joven sano como marido que parecía que me adoraba queriendo lo mejor para mi, una casa prolija, atención médica, incluso nuestra amistad. etc. En fin que me concentrara en eso, por lo menos hasta los primeros meses de la criatura, y que la vida más allá de las circunstancias hay que encontrarle la vuelta, según las preferencias individuales, para que se nos presente disfrutadle etc. etc. Parecía que no acababa nunca de encontrar argumentos optimistas para que dejara de sentirme enferma y desdichada, algunos muy divertidos y sensuales que me fueron aflojando ya que lo hacía con la humildad de reconocer que sus palabras eran también para darse animo a si mismo .

Un jueves, especialmente caluroso para la época, final de la primavera mi padres salieron, enseguida de almorzar, a tomar cuenta de una casa ubicada a unas cuadras que sería ocupada ese fin de semana. Yo me quedé terminando de levantar la mesa y de arreglar la cocina. No habían pasado ni 10 minutos cuando apareció mi primo, con su natural buena onda que volvía de la playa. Yo me alegré porque hasta ese momento me esperaba un tarde muy aburrida ya que me sentía sin fuerza para nada. En seguida, se ofreció para ayudarme con las tareas mientras se comía algunos restos del almuerzo y mataba su sed, agregándole agua helada a un gran vaso de vino, que mi padre había dejado sin tomar . Cuando finalizamos, dejando todo impecable, me dirigí, tratando de reponerme de uno de mis habituales mareos, a mi cuarto de soltera, que aun conservaba las dos camas gemelas que en mi infancia compartía con mi única hermana, 8 años mayor. Era uno de los lugares más frescos de la casa, ya que tenía ventilador en el techo y una ventana, con persianas, dirigida en dirección al no muy lejano mar. Agotada me tire displicentemente en una de las camas y así me encontró Adrián cuando entró diciendo "-Llegó el medicamento" con las dos tazas de té a modo de digestivo que se había quedado preparando en la cocina. Confiaba en que ayudaría a que me sintiera mejor. Él prefirió sentarse, por lo de la arena de la playa, despatarrado y desparramado en un almohadón en el estrecho espacio del piso que quedaba entre la pared, donde se apoyaba, y el lateral de mi cama; todo el largo de sus piernas desaparecían debajo de esta. Estábamos bien cerca y hablábamos en voz baja, para que no se oyeran nuestras voces desde el Jarrín y la calle. Con la inutil esperanza de que entrara un poco de aire fresco la ventana estaba abierta pero las persianas bajas, dejando entrar una suave luz.

Estaba más guarango y zafado que nunca, yo le decía que era el vino, mientras bromeábamos con lo de los mareos. Era agradable la sensación de estar ahí la conversación transcurría en la intimidad de mi antiguo cuarto. Recostada perezosamente hacia su lado me acariciaba lentamente mi pancita parcialmente descubierta.

Mi barriga, aun pequeña, pasó a ser el tema central de conversación conduciendo irremediablemente al l tema del sexo del bebe en camino. Yo no tenía preferencia clara, aun no me había hecho los estudios, a pesar de estar entrando en el cuarto mes. Mi marido hablaba de un varón. Adrián, mirando fijamente mi pancita y haciéndose el místico, me pide que la muestre toda y me asegura que con una mirada minuciosa me dará una certera opinión. No estaba en mi negarme, era totalmente normal pero verme de pantaloncitos cortos y holgados con la camiseta arrollada hasta debajo de los senos sin sostén tirada en una cama bien cerca de alguien que no era mi marido, y que siempre me había resultado atractivo observándome detenidamente me estremeció.

En el mejor momento de mi exhibición, estaba yo por decir algo cuando apoyando su mano en mi panza para llamar mi atención me hace un gesto con la otra mano señal de silencio. Sentimos ruidos, nos quedamos paralizados, por unos instantes su mano permaneció suavemente apoyada y sus delicados movimientos fueron nuestra forma de comunicación. Era mi madre que volvía.

En realidad no estábamos haciendo nada malo, pero Adrián nervioso bajo rápidamente mi camiseta cubriéndome. Me miraba como preguntando que hacer, pero mi madre no entró a ese cuarto, quizas pensando que yo estaba descansando entre dormida. Solo comentó desde afuera y en voz alta que había vuelto porque se había olvidado de algo y que todavía tenían trabajo para rato. No fue necesario que se enterara que no estaba sola.

La sorpresa, hasta miedo, sin duda nos excitó a ambos y me volvió al momento en que siendo una niña que aún no había cumplido los 9 y mi primo rondaba ya los 11 años, casi somos sorprendidos por mi hermana , hoy casada, dos hijos y viviendo en otra provincia, cuando jugando a los doctores donde la mayoría de las veces yo era la paciente aunque también supe hacer de doctora, me estaba bajando las bombachitas para mostrarle el culito mi primo para que lo examinara ya que él esa vez hacía de experto e imaginativo doctor y yo de ansiosa y no muy obediente paciente que padecía una dolencia reiterada que imaginativamente llamábamos "culito perezoso". Aprovechamos que desde pequeña tenía períodos con una tendencia al estreñimiento, con algunos dolores de estomago, a lo que mis padres siempre andaban recordándome debía comer mucho más verduras y en especial frutas y no algunas comidas o golosinas. Con mi primo en su papel de doctor por guiado por las cosas que yo, como su paciente, le decía que sentía concluíamos que la causa estaba en que mi ojetito por pereza o alguna otra razón no se abría lo suficiente para que todo lo que comía en algún momento saliera y acumulándose en mi pancita me producía dolor. Más allá de ser un juego prohibido no parecía tan irreal. Ya había oído de unas pequeñas velitas de vaselina que venden en la farmacia que se introducen en el anito de los bebes para facilitar que movilicen el vientre.

Ahora otra vez en situación del miedo de casi ser sorprendidos, en nada especial, pero esa sensación me movilizó mucho. Sentí de todo. Aproveche, nerviosa, para levantarme para de ir al bano, lo necesitaba, pero en realidad tambien quería ir al dormitorio de mis padres que desde su ventana se tenía una amplia visión de la calle donde se encontraba la casa en que ellos, en ese momento, trabajaban. Así pude cerciorarme de que mi madre realmente se alejaba. Rápidamente volví cuarto, y me tire en la cama lanzando un profundo y sonoro suspiro. Adrián aún permanecía sentado en el suelo reponiéndose del susto y se le veía excitado. Lo tranquilicé diciéndole que había visto como mi madre se alejaba y que el mismo había escuchado que demorarían en volver, además, igual estaba todo bien, no estábamos haciendo nada malo. Él discrepó con esto último. "- No sé si es tan así que está todo bien. Prefería no estar cuando tus padres vuelvan, no sea cosa que piensen algo extraño o que ingenuamente luego hagan algún comentario delante de tu marido, trayéndonos más problemas y lo peor sería que complicaran nuestra ya agradables reuniones de la tarde. Recién, total de que tu madre no me viera, casi me meto debajo de la cama"

Me pareció sensato y le dí la razón. Aunque me pareció gracioso y exagerado lo de tenerlo debajo de la cama. Mientras pensaba esto en silencio, nos miramos y divertidos volvimos a la carga en lo que habíamos quedado. Mi pancita impúdicamente volvió a quedar completamente al descubierto cuando con atrevimiento y sin preámbulo me subió la camiseta y yo misma me bajé un poco el frente del short, apareciendo a la vista algunos vellos bien debajo de mi obligo. Acercó su cara para verla en su plenitud; yo también la miraba con la misma curiosidad como si no fuera la mía, suavemente posó una mano y mis vellos se erizaron, cerré los ojos y mientras me acariciaba lentamente, recorriendo el borde inferior junto al elástico del short me dijo que sería una niña. Yo me recobré y en tono de broma le pregunté "-¿Como lo sabe doctor?" . Su respuesta fue: "Primero: en nuestra familia ya hay demasiado machitos, excepto la hija mayor de tu hermana. El resto de la nueva generación son varones. así que una nena seguro que será mas divertido. Segundo: como a mi me gustan más las mujeres y supongo ellas de mi.- me pareció que el proyecto de bebe se erizaba todo cuando puse mi mano, no hay dudas, no puede ser más que una mujer y por último por la intuición que surge de conocerte mucho como tu antiguo médico, no precisamente de cabecera.- y poniendo cara de situación agrego- Y si esto no así tendré que resignarme a compartirte con otro hombre más"

Yo estaba muy divertida y lo acusé de ser un farsante degenerado. Reímos mucho. Siempre me habido encantado hablar de sexo con él ya que yo no ponía limites ni para mi propia imaginación. Así fue que luego el tema pasó mis tetas: si ya estaba sintiendo algún cambio, si me habían crecido o si me dolían. Yo que si y que no. Y si me imaginaba amamantando, si lo haría en público etc. Yo le comenté que Julio, mi marido, muchas veces, parecía obsesionado con quermelas besar pero no conseguía evitarme y que realmente lo evitaba. Le conté que los contactos amorosos eran escasos porque no sentía ninguna atracción sexual por él, mismo siendo un joven normal de 21 años, Pelo rubio ondulado, piel blanca con algunas pecas, ojos claros, cara redonda, de estatura mediana, llenito sin llegar a gordo, linda cola, pulcro, trabajador, cariñoso y super paciente conmigo. Lo que menos me gustaba era como me besaba en la boca, porque entre otras cosas fumaba tabaco un poco. Pero, a la hora del sexo, a su falta de imaginación en la previa, aunque también la verdad es que yo tampoco aportaba mucho, lo agravaba con que se acababa enseguida. Parecía que cada día con los nervios empeoraba quizás porque en el fondo yo responsabilizaba, y él lo sabía, de ser esto la causa de mi prematuro y no deseado embarazo. Terminé contándole a mi primo que eran muchas las veces que rechazaba, a mi marido, con las más variadas excusas y que las pocas veces hacíamos el amor yo siempre asumía una actitud pasiva. De vez en cuando me daba lástima, por su insistencia y para salir del trámite lo masturbaba hasta que rápidamente acababa. La verdad, no era que no me gustara o me desagradara, no me excitaba ni él ni la situación que vivíamos y que aprovechando su paciencia, muchas veces me comportaba con él como una niña mal criada con una pizca de sadismo.

Estaba jugada, sin remedio, contando hasta mis cosas más intimas pero a la vez ya se me veía que estaba excitada y alegre, como si no hablara de mi misma . Entonces, mi primo, divertido y riendo, me dice que no está mal ya que en eso era integra y sincera conmigo misma comportandome realmente como era, y en ciertos aspectos, según él, como me gustaba ser.

Un divorcio, ni mucho menos, era en estos momentos inimaginable. La cuestión estaba en buscarle la vuelta para encontrar lo disfrutable de la situación principalmente comenzando por levantar mi autoestima y no reprimiéndome. Y que lo mejor era probar ya algunos cambios y momentos que me diviertan. "- Ojalá tengas razón".le dije. A lo que él divertido dijo: " Ahora mismo puede ser uno de esos momentos, de viviir el presente. por ejemplo subiendo unos pocos centímetros esa horrible camiseta y mostrar esos senos de los que hemos estado hablando tanto" Yo ya me había dado cuenta de que al exhibir mi barriga también dejaba a la vista la curva inferior de mis tetas, pero la situación, en consonancia con la conversación, me resultaba muy agradable, disfrutaba tanto viendo la ansiedad que le provocaba a mi primo , dada la insistencia de sus miradas hacia el nacimiento de mis senos. Ahora era él el que me devolvía la pelota.

"-Vos estás loco" le contesté sin perder el buen humor, y que no estaba ahora dispuesta a perder, en el que me encontraba después de tanto tiempo. Le recordé estaba casada, embarazada, que siendo primos ya no éramos ni niños ni siquiera adolescentes, que estábamos en la casa de mis padres, que las cosas estaban demasiado morbosas. etc. Pero como años antes el mismo juego, con parecidos y divertidos ruegos, asegurando que liberándome mejoraría mi animo y salud , de las promesas graciosas de que no pasaría de solo verlas etc.

" Sos una cagona, no podes ni con subir una camiseta menos de diez centímetros" "No me digas que porque estas casada ya no son tuyas" " Si se las estas guardando para el bebito aun faltan cinco meses " "Tenes miedo y terminas pensando como tus padres" " , " Tarde o temprano algún día tendrás que amamantar en público, estando yo presente y recordaras sin duda este día y tus tetas pero abran cambiado y yo me abré perdido para siempre lo que son ahora" O suplicaba "- Dale, Si querés te ayudo y lo hago yo"

Con cosas como estas me provocaba y hasta me peleaba. Sus argumentos transformaban todas mis objeciones en excitantes ingredredientes y cada vez me parecían más irrebatibles y calentones. Sabia, porque lo conocía que ya no se conformaría con una negativa absoluta y que tarde o temprano tenía que mostrarselas o desaparecería por muchos días pero a la vez estaba conciente que al hacerlo, asumía que me comportaba como una putita calentona, infiel e incestuosa. Con solo pensar esto, mi cuerpo reacción, fue imposible ocultar que mis tetitas estallaban y mostraban, aun más, sus delicadas pero voluptuosas curvas debajo de la arrollada camiseta de algodón que parecía subirse sola aun más a medida que mis tetas se endurecían.

Lo miré suplicante, me encanta que me obligue a hacer lo que en el fondo yo deseo y pero a la vez quería que esta vez fuera él quien lo hiciera. .Entendió mi mirada y su mano delicadamente subió poco a poco la camiseta, mientras yo observaba atentamente, primero de un lado apareciendo una teta y luego del otro quedando ambas a la vista. me parecieron más hermosas y sensuales que nunca.

Ahí estaba yo tirada de costado en la cama, con el pantaloncito en el borde del nacimiento de mis pendejos, mi incipiente barriguita y las tetas totalmente al descubierto endurecidas apuntando hacia la cara de mi primo, muy escasa distancia , que continuaba sentado en el piso, Su expresión, me impresionó y agradó, sus labios entre abiertos en una sonrisa de admiración, felicidad perversa y triunfo, sus ojos me parecieron afiebrados, su mano derecha instintivamente se dirigió a su entrepierna apretándose sin detenerse para continuar en una sensual caricia por su pierna. Inesperadamente, para mi que seguía observándolo atentamente , después de morder y pasar delicadamente su lengua por sus carnosos labios, abrió la boca tragando aire para luego soplar directamente a mis pechos haciéndome llegar un brisa que culminó por endurecer aun más mis violáceos pezones. Yo me contorsioné levemente como sensual culebra. Sus manos avanzaron e inspeccionaron casi clínicamente cada milímetro de mis duros y carnosos pero no muy grandes senos.

El calor se hacía agobiante, yo ya estaba toda transpirada y mientras Adrían toqueteaba mi barriga, sopesaba mis tetas y daba pequeños pellizcos a mis pesones, reanudamos nuestra sexual conversación: Me decía que mis tetas le parecían delicadas y proporcionadas como las de una adolescente, a lo que yo le confesé que siempre había deseado que fueran más grandes como la de algunas de mis amigas. Él aseguraba que con el correr del embarazo, se irían llenado de leche y crecerían incluso el amamantar y las caricias del bebe ayudarían a verse más plenas. Mis manos ahora se juntaron con las suyas, y comentándole como me gustarían que fueran apreté mis tetas desde los costados con ambas manos para que al juntarlas se vieran más exuberantes. " Me alucina que cuando queres seas tan exhibicionista-" me dijo en tono de cumplido- Todo era super exitante -" Ahora, mostrame como darás de mamar "-me pidió con la voz cada vez más ronca. Accedí tomando una de ella con las dos manos, la apreté para que sobresaliera como quien se prepara para dar de mamar adelantando instintivamente un poco mi cuerpo quedando a centímetros de su la cara y aquella boca tan actractiva abanzó y se posó en el desafiante pesón.

Hincándose en los almohadones para avanzar se sobre mi, chupó, lamió, mordió y comió como niño hambriento. Pasaba su mejilla por mis tetas mientras me besaba la barriga y metía su lengua en mi obligo mientras introducía debajo del elastico su mano buscando mi conchita. Yo misma lo ayudé bajándome más el pantaloncito y su lengua de mi ombligo descendió a mi clítoris y su mano llegó mi raja empapada, posando el dedo mayor en la abertura. Su boca jugueteo con mi botoncito haciendo que mi cuerpo se contorsionara de forma insoportable, me dió un descanso volviendo su boca a mis tetas. Sentí que en realidad quería mirame a la cara mientras su dedo me penetrara. "-Despacio por favor, solo una puntita" supliqué. Así lo hizo, setir ese dedo era una sensación perfecta.

Ahora mis manos apretaban su cabeza con fuerza contra mis tetas que eran chupadas lamidas y mordidas. "-No me vayas a dejar marcas" parecía no oírme, quizás porque lo que realmente yo quería era que me las comiera crudas mientras su dedo intensificaba lentamente su masturbación "- "-Por favor no me lastimes con los dienes, No podría explicarle a mi marido otra marca" le dije mientras bajaba mi mano apresando su dura verga por encima de la bermuda -" Ya vió la que me dejaste en la cola" insistí suplicante y morbosa. Paró de devorarme las tetas para mirarme a los ojos y su dedo entró otro poco a modo de perversa interrogación " -La vió mientras me cambiaba y quería saber como me lo había hecho" - Otro dedo se apoyó en mi clítoris haciendo delicados movimientos circulares. Nuestras caras estaban juntas, sentía su boca en mi cuello y oreja "-Y que le dijiste" Una corriente nerviosa bajo a los músculos de mi vagina que se contrajeron apresando su dedo y llevandolo más profundo de mi interior.

El lo sacaba un poco y me concha lo absorbía. Era otra forma en la que dialogábamos: las palabras al oido, las miradas a los ojos que traslucían nuestros pensamientos más morbosos, los ritmos y contracciones de los cuerpos acorde y que reaccionaban a esas palabras y pensamientos que sin duda estaba en el juego. "-Le dije que era un tatuaje" Mi mano que ya había logrado fácilmente que la cabeza de la pija apareciera desnuda por debajo la pierna de la bermuda, la sentía en cada caricia palpitar y encabritarse a cada estimulo. "- Me pedía que se lo mostrar bien ,y siguiendo la broma, insistía con saber quien me lo había hecho" La pija de mi primo saltaba en mi mano que disfrutaba de su suavidad y los movimientos de sus dedos en mi concha se hicieron más violentos, ayudados por los de mi otra mano que machacaban mi clítoris. Era la mejor paja de mi vida, una calentura que no recordaba haber sentido nunca.

Gemía casi gritando. Mi primo buscó mi boca vorazmente con la suya, era nuestro primer beso pero sin duda el más desenfrenado. Era el principio de un extraño clímax. Entre mordiscones y lengüetazas logré safar mi boca para ya sin fuerzas poder decirle entrecortadamente "- "-Me moría de ganas, de que supiera que fuiste tu el que marcaste mi culo" Quería todo y más Nuestros pensamientos, palabras y cuerpos desencadenaron un intenso orgasmo Su verga se hinchó y en cortas convulsiones mojaba abundantemente mi mano. El calor se me hizo insoportable y sentí como que me orinaba con ganas irresistibles, inundando mi entrepierna, mi cuerpo se contrajo. Todo me daba vueltas me faltaba el aire. Realmente había sido sorprendida por tan intensa sensación y él parecía querer más. Apoyando mi mano en su cabeza le pedí parar para reponerme nos quedamos en silencio acompañando las intermitentes e inevitables convulsiones de mi cuerpo. Estábamos sofocados y empapados, la respiración entre cortada, el corazón a mil, era sacudida por esporádicas convulsiones, Me dolían los ovarios y riñones, necesitaba ir al baño. Quería tranquilizarme. No podían encontrarnos en ese estado hasta me flaqueaban las piernas. Me asusté en serio. Era una tarde demasiado caliente.

Espero que les haya gustado la forma en que les conté lo que estoy actualmente disfrutando.. Sé que muchas mujeres tienen también historias verdaderas o fantasías que se mueren de ganas de hacerlas realidad que las cuentan en otro estilo, más directo, sin tanto preámbulo, y que en menos espacio describen situaciones más extremas. y morbosas. La razón de tantas disgregaciones en mi relato es por un lado: que las situaciones eróticas que estoy viviendo donde mi cuerpo es protagonista tienen unos componentes psicológicos y sociales que las hacen, para mi, muy excitantes; y por otro, si recibo algunos comentarios de amigas lectoras, en especial casadas o en pareja , que me incentiven a seguir escribiendo lo erótico que me vaya ocurriendo en estos días, habrá un próximo relato en que el cual no tendré que explicar tanto por ejemplo la situación familiar, etc.etc. y poder ir directo y sin demora, , aunque la previa siempre me excita, a la acción, porque ya hubo algunos encuentros con mi primo que me gustaría compartir. Anna