Primo y prima casada e infiel (22)

En ésa época jugueteábamos tanto con mi primo, que, mismo ignorando casi todo, hasta mi marido se divertía

Como lo que motivó a que me decidiera confesar, en la red, mucho de lo que me estaba sucediendo, hace más de dos años, estando yo infelizmente, casada y embarazada, fue la propia relación clandestina erótico-amorosa, que se precipitó en ese mismo verano con primo; la misma de la que he venido contando durante todo este tiempo, hizo que la coincidencia en el tiempo de lo que hacía con lo que contaba, o sabía que tarde o temprano contaría, estimulara en mucho, nuestra ya sobrada imaginación y potenció, aun más, lo que terminábamos realmente haciendo. Así fue que siempre he tratado de describir todas las cosas que se fueron dando, de la forma más excitante y, sobretodo, haciendo hincapié en sus detalles más lujuriosos.

De ahí que el placer que me brindó el relatar casi simultáneamente lo que vivía es un poco distinto, al que ahora siento al estar refiriéndome a cosas ocurridas dos años atrás.

Entonces, de alguna manera, en aquella época, al estar, al mismo tiempo, haciendo y contando mis guarradas, éstas más me calentaban, y más ganas me daban de hacerlas y acrecentarlas; así fue que, más allá de que nunca estuve enamorada de mi marido y lo que sentía sexualmente junto a mi primo no tenía comparación posible, a mi infidelidad la llevamos a puntos extremos, aunque, por lo general bastante inofensivos, como fue aquel día que estando super excitada, porque con mi adorado amante familiar, por fin, tendríamos mi casa para estar solos tranquilamente, ya que, por primera vez, mi marido me dejaría sola por dos días y una noche al tener que viajar en bus hasta una distante ciudad, en visita familiar, para conseguir y hacer firmar unos papeles.

Además, para ese fin de semana, nuestra secreta relación, con un mes de iniciada, ya estaba en un punto en que mi primo, excepto en los momentos en que nos teníamos que separar o el otro se ponía muy boludo o rompebolas, no sentía ningún tipo de celos de mi marido; de hecho, algunas veces, cuando yo me quejaba por tener que volver a mi casa o de lo mucho que molestaba tener sexo con mi esposo; mi primo, un poco, también, para sacarse de encima mi problema, me incitaba a que tenía que encontrarle a eso alguna diversión, ya que la separación, en esos momentos, era algo impensable.

Pero no solo por eso me estimulaba a coger con mi marido sino porque siempre le encantó verme emputecida, ya que muy rápidamente me demostró la cachondez que le produjo yo cogiera, la primera vez, en el mismo día, con dos tipos distintos (él y mi marido) ; pero también porque le gustaba verme inventar perversas mentirillas, y compartirlas con él, y juntos, así, desplegar maliciosas travesuras que, en esa época, por lo general, tenían a mi maridito, por su irremediable y continua presencia, como víctima privilegiada, y , sobretodo, para que después mientras nos calentábamos y cogíamos le contara todo, lo que había dicho y hecho con lujos de detalles como es muy característico en mí.

Entonces, por decirlo de alguna forma, con estos apoyos sicológicos de mi primo logré muchas veces jugando eróticamente, a pesar de todo, calentarme con mi marido.

Así, el día previo de la partida de mi maridito, como estaba lluvioso y no daba para ir a la playa o a cualquier otro lado, con mi primo estuvimos cautivos, toda la tarde, en lo de mi padres; pero con mi madre, que, sin parar ni un momento, estaba siempre en la vuelta haciendo sus cosas. Entonces nos la tuvimos que pasar, casi todo el tiempo, aunque como siempre hubo algunos toques furtivos, conversando, a media voz, murmurando, con gestos y entre risas, de cosas bien relajadas, que no solo nos sirvieron para divertirnos y excitarnos sino también como previa a lo que haríamos al otro día.

Mi cola fue el tema recurrente de esa tarde ya que a mi primo le encanta hablar de ella, y, por supuesto, que a mi también, ya que no solo es una de las partes de mi cuerpo que me más gusta sino porque por su causa siempre he recibido muchos elogios, inclusos de mis amigas,.

Primero estuvimos comentando y recordando aquella primera tarde en que le entregué las tetas, estando ya casada y embarazada, porque en esa semana a la que me estoy refiriendo ahora, yo ya había comenzado a escribir contando lo sucedido esa caliente tarde y que poco tiempo después terminé por enviar, por primera vez, a esta página de relatos.

Pero la conversación realmente se encausó en mi culo a partir de que le conté que, lo excitada que me sentí al salir del local en donde había estando haciendo mi práctica de computación; y justamente tras haber estado, por casi dos horas y luego de sacarme, trabajosamente, de encima a una amiga, escribiendo sobre nuestra primera experiencia adultera.

Además, que no lejos de ahí, mientras caminaba, con el disquete de mi relato en la carterita artesanal que, cruzándome el pecho y separando mis senos, colgaba de mi hombro, sintiéndome un poco como una delincuente ya que me parecía que estaba haciendo algo muy prohibido, había recibido los más variados piropos, algunos bastantes groseros, desde un micro, que seguramente transportaba algún equipo deportivo universitario masculino.

Debido a la lentitud del transito, el vehículo se desplazó varios metros, acompañando mi paso desde atrás, mientras los chicos, y unos no tan chicos, me gritaban de todo y más que nada sobre mi cola; al tal punto que, antes de safar, sin mirar atrás, de aquel acoso doblando en la siguiente esquina, oí, a uno con voz tipo hincha de fútbol, un me gritaba : - nena, con ese cola en vez de ir baño pone una fabrica de bombones.- Estaban tan alterados que estoy segura que en ningún momento se dieron cuenta de que yo estaba embarazada.

Mi primo, después de escucharme divertido me aseguró que esas cosas me pasaban y me las merecía por andar por la calle demasiado "alzada" y con poca ropa.

Entonces, charlando cosas como esas, surgieron los conceptos más halagadores pero también los morbosos sobre mi cola; por ejemplo, inclusive tratamos de explicar el porqué de, aun, no haberle entregado totalmente el culo a mi marido cuando entre nosotros lo re hacíamos de esa forma.

Y como a mi primo le divierte hacerle de todo, al igual que todas las veces que masajea con sus dedos los pliegues de mi hoyito trasero, cosa que esa tarde no podíamos hacer pero si hablar de él, incluso, llegó a suplicarme mimosamente que también yo dijese cosas bien fuertes sobre mi linda cola como si ésta tuviera vida propia, y fuera una tercera persona en nuestra relación, a la que hay que seducir, degenerar, pervertir, ofrecer y sacar partido de su belleza. Estos juegos, pero en especial éste de llegar a sentir que mi culito es alguien más, independiente de mí, ha sido, desde un principio, algo que siempre nos ha calentado mucho a ambos

Incluso, esa tarde, después de tanta conversación, mucho de ella en clave para que mi madre no entendiera el real significado; aunque, ante tanta risa y cuchicheos nos reprendió, bastante cariñosamente ya que me prefería así y no en el estado depresivo en que había caído, tiempo antes, no bien mi di cuenta que estaba embarazada, mamá nos mandó tranquilizarnos diciéndonos, no sin algo de razón, que - parecía que habíamos vuelto a la edad de la bobera; cosa que tengo que reconocer tenía algo de verdad, ya que había días, como esa vez y sobretodo cuando estábamos en la casa de mis padres, que con mi primo parecía que sufríamos una especie de retroceso mental ya que las travesuras y los cuchicheos a los que nos abocábamos eran, y no solo aparentemente, quizás, bastantes inmaduros,

Pero el hecho real era que nos recalentábamos tanto que mi primo terminaba desesperándose por penetrarme o, como sucedió esa tarde. hacerme aunque sea alguna cosita allí mismo. Yo, también, estaba tan caliente que en una de mis idas al baño me quite la tanga; y como tampoco tenía sutien, ya que estaba muy de entre casa y era pleno verano, anduve, por un buen rato, totalmente desnuda debajo del liviano vestidito; interactuando todo el tiempo, como si nada, con mi madre que ese día, quizás percibiendo que nos estamos comportando como chiquillos, yo hasta lucía el cabello con dos colitas tipo colegiala, parecía estar empeñada en no dejarnos mucho rato solos y, incluso, haciendo cuestión, permanentemente, de que la noche, en que me quedaría sola, viniese, si o si, a dormir a mi antiguo cuarto en su casa.

Bajo la atenta mirada de mi ansioso primo que observaba inquieto todos mis movimientos, yo conversaba con ella argumentando alguna cosa en contrario mientras sentía agitaciones en mi cuquita y en mi culito desnudos. Incluso, en algunos momentos en que ésta nos dio la espalda concentrada en la preparación de una tarta, que yo llevaría a mi casa, por un par de veces pude, a la distancia, levantándome velozmente la corta solera con mi mejor cara de nena buena y mejor cola, mostrársela aunque fuera un poquito a mi atento primo; pero lo más lanzado sucedió en el ratito en que mi madre se entretuvo hablando por teléfono y pudimos salir de su vista; ahí así, muy arriesgadamente, pude, inclinándome un poco y abriéndome las nalgas con ambas manos, exhibirle mi querendón agujerito.

Mi primo no solo lo acarició con su dedo mayor, sino que también, velozmente, sacó su pene y posó su glande en él; a lo que yo le respondí moviendo un poco mi trasero y, a la vez, contrayendo los esfínteres como si le estuviese haciendo guiñadas a la punta de su verga. Fue como un delicioso beso entre la boquita de su miembro y mi ojetito; pero desgraciadamente no dio para mucho más que ese rápido y morboso piquito, ya que apenas tuvimos tiempo para acomodarnos la ropa y a que mi primo se sentase, para disimular su tremenda erección, para cuando mamá colgó el teléfono.

Entonces, no tuvimos otra opción erótica que ir cerrando nuestra conversación, sobretodo para que mi primo permaneciese, por un tiempito, quieto y sentado relajandose, y como ya era hora de que mi marido pasase a buscarme, comenzó a despedirse, para no estar presente en la discusión sobre donde me quedaría a dormir la noche en que pasaría sola.

Como tampoco daba para una despedida físicamente muy afectuosa, cuando él ya estaba saliendo, le grite, totalmente safada y sin preocuparme que mi madre estuviese oyendo, ya que podría significar cualquier cosa - Te prometo que lo voy a tener bien preparadito.

Entonces esa noche en casa y a solas con mi marido, luego de una prolongada ducha, nos acostamos bien temprano con la excusa de que teníamos que madrugar pero con la excitación del viaje, aunque por distintas razones, ambos sabíamos que no nos dormiríamos enseguida.

Y cuando salió el tema de su viaje me dijo no se me ocurriera quedarme sola la noche siguiente, a lo que yo argumenté que podía invitar a alguien para que me hiciese compañía ya que ese domingo mis padres tendrían visitas hasta tarde, lo que en realidad era muy cierto, y, además, de que sus tiempos y costumbres ya eran muy distintos que los míos, haciendo que muchas veces no me sintiera totalmente cómoda en casa de ellos, cosa que también era verdad.

Viéndosela venir me dijo que él preferiría que me quedase en casa de ellos pero, conociendo lo caprichosa que yo podía llegar a ser, de última, ya que tampoco podíamos dejar la casa mucho tiempo sola porque en el patio había unos materiales y algunas herramientas de construcción, hiciera, teniendo mucho cuidado, lo que considerase mejor pero que a la noche ni pensase en proponerle mi primo que viniese a hacerme compañía porque no solo no le parecía nada bien sino que solo daría para habladurías incluso a nivel familiar.

No quise discutir eso, aunque con un poco de pena, ya que podía llegar a ser fabuloso dormir, por primera vez, toda la noche con mi primo en mi cama matrimonial como si fuéramos una pareja normal; pero, en la complejidad de mis procesos mentales, esta prohibición, que ya en mi casa paternal había quedado implícita, sin haber sido hablada con todas las palabras, cuando se tocó el tema con mi madre, me llenaba de cierto orgullo y me daba pie para introducir, en esa conversación, el tema, en el fondo siempre excitante, de los chismes, explicándole a mi marido, que estas habladurías, ya que todo el mundo se hace la cabeza con los chismes, en la intimidad no debían afectarnos pero que tampoco debíamos "darle pasto a las fieras" más viviendo en un pueblo chico y con familiares cercas. En el fondo, hablar de lo que posiblemente imaginaban los otros lejos de cortar mi onda erótica la potenciaba aun más.

Me puse mimosa y cachonda solo de pensar de que, con lo que me había dicho, no quedaban dudas que mi marido debió, en algún momento, haber estado imaginando que probablemente, una vez que estuviésemos, mi primo y yo, solos con toda una noche por delante y, tan acostumbrados a estar, continuamente, como él, efectivamente, veía y hasta participaba, hablando de sexo, terminásemos, con tantas facilidades, haciendo algo sexual aunque fuese una simple diablura, pero, aun su candidez no le daba para imaginar todas las perversidades que ya hacíamos con mi primo si nos daban solo algunos segundos

Entonces, negando y quitándole importancia como si fuese una impensable locura, pero sonriendo picadamente, solo le di la razón en lo innegable del riesgo de las habladurías y suposiciones de los vecinos, tengan o no motivos ciertos; entonces de ahí la conversación derivó a picantes comentarios y sobre lo que dirían si nos oyeran hablando de cosas como lo que mi primo nos había contado a ambos días antes.

Así que como yo ya estaba super excitada de solo imaginar sus inquietudes y por todo lo que, seguramente al otro día, me divertiría siéndole infiel, en nuestra propia casa, y como él quería un poco de sexo como despedida, comenzamos a juguetear sexualmente. mientras hablábamos,

En esa época él aun era bastante ingenuo y al estar yo embarazada de cinco meses, pero sobretodo porque su eyaculación era siempre demasiado prematura, de lo poco que hacíamos lo que más practicábamos era el sexo oral. Ni que decir, que la cosa aumentó un poco después de que comencé a tener sexo con mi primo, ya que había veces que me llegó a encantar que mi marido chupara mi cuquita emputecida, mientras yo, gozando con la complacedora faena de su lengua, disfrutaba observando como lo hacía, a la vez que imaginaba que yo le mamaba la verga a mi amante conformando un trío

Pero también había comenzado a entretenerme bastante el dominar y volverlo loco con mi boca, ya que su pene, si bien era bastante mas corto y generalmente con menos dureza que el de mi primo no era más fino, al contrario, es más cabezón, entretenido para chupar y mordisquear. En el máximo de su erección, su glande queda todo al descubierto solito y como su tronco evidencia un leve curvatura hacia la derecha y de un color rosa anaranjado, muchas veces se me antoja que se parece a un gran honguito que aún no se ha desarrollado totalmente, parecido, incluso por el color a esos que aun abundan en invierno en los bosques cercanos a nuestra casa.

A él ya le encantaba mi trabajo bucal, que cuando tenía muchas ganas le había empezado a realizar, porque, estando, casi todo, bajo mi control, retarda en mucho su corrida sobretodo a partir de que, mientras se la chupaba, le comencé a insertar un dedo en el culo, y cada vez más profundamente, lo en un principio lo inhibía un poco y cortaba así su polución precoz.

Esa noche, primero, mientras no tocábamos, hablamos bastante de sexo, cosa que, desde hacía un tiempito él ya estaba aprendiendo que esas charlas previas me excitaban y terminaban por predisponerme eróticamente. También le comente algo sobre los piropos que ese día había recibido y de la obsesión que la moda incentivaba por las colas; pero, sobretodo, terminamos volviendo a comentar, porque incluso a él lo había impactado y yo ya había hecho referencia esa misma noche, lo que no hacía mucho, en una de esas calientes cenas de a tres en mi casa, que mi marido, para consentirme y no contradecirme, había terminado por aceptar de que se volvieran habituales, nos había contado mi primo, justificando y explicando unos análisis clínicos que se había realizado,

Noches antes, luego de cenar, la conversación, por supuesto que a mi impulso, había derivado fácilmente del tema estrictamente clínico al sexual. Fingiendo, porque ya me lo había contado a solas, desconocer todos los detalles, insté insistentemente, a mi primo a que nos dijese de porque había decidido hacerse los análisis.

Al principio, poniendo cara de circunstancias, se negaba un poco, aunque yo sabía que más que nada era para no asustar, preocupar y predisponer en su contra a mi marido, pero, ante la evidente curiosidad que había despertando en éste y a mi burlona insistencia, incluso acusándole de estar solo haciéndose rogar al aducir que no le gustaba hablar de esas cosas porque podía parecer presumido y jactancioso, finalmente accedió; y terminó contando, con algunos pocos detalles, el incidente, que le había ocurrido varios meses antes y que lo tuvo muy paranoico por un tiempo, en el que se le rompió el condón mientras le daba por el culo a una negra.

Más allá de una locuacidad fruto de los tres vasos de vino que ellos habían tomado, pero a pesar de que contó su experiencia centrándose los aspectos más tragicómicos, como en el momento de sacarla aun chorreando, contactar la ruptura del preservativo; y de que durante todo su breve relato, estuvo evadiendo algunas de nuestras preguntas más intencionadas y siempre uso un tono que trataba de no aparecer como muy indiscreto, pedante o arrogante; a mi, el volver oír, con otras palabras y sobretodo en otra situación, algo de lo que le había sucedido en Brasil unos de meses antes de venirse y que por suerte ya había tenido un final feliz y, que de cierta forma, sin ni siquiera imaginarlo mi marido, veníamos desde hacía unos días festejando incluso en la previa de esa precisa cena, me excitó mucho más que la primera vez que me lo contó y a su vez me dio bastante tema, ya desde mi propios intereses y en busca de cada vez y en cada versión nos aportase más cachondez, y sobretodo para conversarlo, como esa vez solos, divertida y eróticamente con mi marido ya que él mismo había reconocido que la forma con que mi primo nos contó su experiencia y la responsabilidad con que luego encaró las cosas le había caído bien aunque también había quedado con ganas de escuchar más "detalles".

Así que en esa noche de la víspera de su partida y solas con mi marido, con tanta exacerbación que yo ya traía, una cosa llevó a la otra, y el tema erótico implícito fueron los culos en general y en la práctica nuestros propios traseros.

Entonces, ya sacada del todo, con él acostado boca arriba, me puse de horcajadas de mi marido dándole las espaldas y ofreciéndole mi concha y culo a su boca. Él solícitamente se dedicó a trabajarme la vulva con su larga lengua mientras yo me abalanzaba con la mía sobre su colorado pene.

Tragándomela toda hice que el glande de su corta cabezona tocase mi garganta, a la vez que con una de mis manos le acariciaba sus delicados testículos dejando deslizar hacia abajo el dedo mayor en busca su apretado hoyito. No se lo quise violentar inmediatamente, no fuera cosa de que se le cortara la onda, justo al estar recién iniciando nuestro calentamiento físico, así que, solo se lo estuve acariciando con movimientos circulares alisando sus pliegues y sintiéndolos en la yema de mi dedo

Esforzándome en hacerle una buena mamada utilicé todos de los muchos recursos que ya sabía sobre el sexo oral, poniendo en juego, en cada chupada y en cada movimiento, a mis labios, mi lengua, mi paladar hasta mis dientes, pero cuando sentí que sus lamidas en mi entrepierna adquiría un ritmo desesperado y más aire de su nariz en mi anito, liberé su pene de mi boca, incorporándome un poco, cortando así su eminente eyaculación.

Al enderezarme, aplasté mi culo en su cara, y divertida, por las cosquillas que me hacía su respiración en las proximidades de mi ojetito, zarandeé reiteradamente mi cola refregando mis nalgas en su rostro.

Él entusiasmado por esa vez haber retardado su eyaculación, buscaba con su lengua mi vagina, queriéndome complacerme, pero yo, si bien por momentos permitía que la alcanzase, me acomodaba de forma que lo que quedaba enfrentado a su boca fuese mi marroncito, hasta que, ya sin alternativas, se entregó a la tarea de chupármelo.

En el esperado momento que su boca tomó contacto con mi ojete recordé el "besito" que pocas hora antes se habían dado con la pequeña boquita del glande de la verga de mi primo y ese mismo hoyito. Y ni que decir lo que sentí cuando, teniendo aun presente esa imagen mental, mi marido, introdujo su lengua en mi culo llenándolo de saliva; entonces, entre que estaba re caliente y que me causaba cierto cosquilleo, yo misma me enculé en su lengua y me la cogí con rápidos movimientos de sube y baja de mi orto, a la vez que ostentosamente me lamía, chupaba y ensalivaba uno de mis dedo como si este fuese una pija.

Después de un ratito en esa, me desplacé , sin dejar de darle la espalda, hacia abajo y, yo misma, en esa posición , tomando su miembro con una mano me lo introduje en la concha.

Después de que me senté violentamente en su pija y que con mi otra mano encontrara, por debajo de sus testículos, su apretado ano para, esta vez sí, violentarlo y traspasarlo con mi ensalivado dedo mayor; bastó que revoleara un poquito mis caderas, ofreciéndole una inmejorable visión de mi culo, para que el se viniese sonoramente.

Esa vez me gusto mucho como, al quedar apretado con mi peso, no pudo evitar que mi dedo se deslizara en su interior un poco más que la vez anterior y hasta disfrute de sus gemidos. Él quedó muy contento y mimoso, inclusive, luego, antes de dormirse estuvo adulándome diciendo cosas halagadoras sobre mi cola.

Yo dormí intranquila y me desperté primero; y al levantarme, enseguida, entre en la ducha y cuando aun no había terminado él, también, entró al baño, y al verme enjabonarme, sin ocultar nada de lo cachonda que estaba, se quedo, por unos instantes, mirándome con deseo y admiración, sentado en el bidet,

Realmente, esa vez, yo estaba fatal y quería todo, así que una vez que comencé, en el momento de secarme, a sensualmente a pasarme la toalla le pregunté delicadamente si a él no le ardía la cola; en un primer momento me miró sorprendido como si no entendiese mi pregunta y luego, quizás un poco perturbado al serle recordado, a la mañana, lo de la profunda penetración que había sufrido en la noche anterior, me contestó que: no mucho pero si algo de molestia.

A lo que yo le dije . - Entonces debe ser cosa de lo que comimos o seguramente de tu saliva ya que a mi me pica y arde que es un fuego. – Sin más, mientras él continuaba sentado le exigí que examinara mi, supuestamente, irritado hoyito trasero.

Posando amorosamente sus manos en mis nalgas las separó para ver mejor. Me aseguró que él no notaba, excepto su belleza, nada raro, pero yo insistí en que me ardía y, para pelearlo un poco, le dije que quizás se debiese a la nicotina de su saliva, ya que se fumaba, aunque nunca dentro de casa, varios cigarrillos al día.

Servicialmente me beso en ambas nalgas, y llegando a lo yo pretendía con tanta mojigatería, sugirió que, entonces, para que me calmara lo mejor sería que me pusiese un poco de su crema curativa

Entonces salí de baño, y mientras mi maridito se duchaba y afeitaba, preparé un suculento desayuno que daba, por lo menos, para tres personas y cuando él terminó de higienizarse me encontró en el dormitorio estirando las sábanas, aun sin vestirme y solo envuelta en dos toallas blancas: una en la cabeza tal cual un turbante y la otra que solo cubría y apretaba el nacimiento de mis senos y que por debajo atrás dejaba ver parte de mis nalgas, y más aun con algunos de los movimientos que hacía al prolijear la cama, aunque fuese solo un poquito, ya que, al ser tan temprano, y siguiendo también su sugerencia, indudablemente, me volvería a acostar no bien él hubiese partido.

Al verlo, solo en ropa interior, observándome desde atrás, le recordé lo de su crema curativa fingiendo que no sabía donde se encontraba. Solícitamente, la buscó e inmediatamente intentó alcanzármela, pero lo intimé me la pusiera el mismo ya que el irritación que sentía era por causa suya.

Un poco sorprendido por esa disposición y familiaridad, con él, no muy habitual en mí, se aprestó a hacerlo pero aun se sorprendió más, cuando, con la excusa de no humedecer la cama, tiré al piso la toalla que envolvía mi cuerpo quedando desnuda en el medio de la cama , y en cuatro patas vistiendo solo una toalla blanca a modo de turbante en mi cabeza totalmente desnuda , ofreciéndole el culo y a plena la luz del día.

Una vez que salió del estupor de verme en una postura tan guarra como jamás me había visto antes, se colocó detrás de mí, y cuando, aun tímidamente, comenzó con dos dedos a pasarme por mi hoyito la fría crema lo terminé de asombrar diciéndole: - no seas tacaño y poneme un poco más -

Él pareció salir de su asombro y se abocó a hacerlo con ganas y hasta le pedí que me metiera dentro un poquito crema empujándola con su dedo, pero una vez que sentí que entraba la punta del dedo pegué un fingido y exagerado respingo dando, divertidamente, por finalizada mi curación.

Ya de pie una vez que yo misma comencé a recoger algunos restos de crema de mis nalgas me acerqué a él que ya había comenzado ponerse una camisa preguntándole si no quería que yo le pusiese el poco que tenía en mi manos; al principio se negó probablemente temiendo que lo ensartara y le doliera pero yo colocándome atrás y haciéndole cosquillas con mi boca en su oreja le recriminé que me lo había hecho a mi así que yo tenía derecho también a hacérselo a él logré meter mi húmeda mano debajo del elástico de su boxer y deslizándola por todo el canal que separa sus nalgas hasta que por fin llegué con mi travieso dedo a su limpito ojete.

Como solo se lo acaricié un poco encremándoselo curativamente, me pareció que ante el leve contacto sintió algo de alivio, así que completando mi lujuria le dije mimosamente: - que tengas un buen viaje Culito - . .

Mientras desayunábamos se animó a preguntarme si alguna vez tendríamos sexo anal a lo que yo riendo le dije que de lo intentaríamos de a poco ya que yo tendría que estar muy calientes ya que él la tenía muy cabezona y podría hacerme doler mucho; esa vez no le dije nada sobre su eyaculación precoz y de la rigidez necesaria para que el sexo anal me sea muy satisfactorio.

Ya en el momento de despedirnos dándome una levisima nalgada y decirme: – cuídate bien Annito – me devolvió la alusión que yo le había hecho al diminutivo de su nombre y jugando también con mío..

Una vez que salió, me volví a acostar, totalmente desnuda ocupando toda la cama relajadamente y acariciándome, secándome el cabello con un secador eléctrico con forma de pistola que despedía una agradable brisa tibia que, por supuesto, guiándola hice que también acariciara todo mi cuerpo mientras con la otra mano me ocupaba, suavemente. unas veces de mis pezones y otras de mi entrepierna.

Entonces, con el desayuno ya preparado y dispuesta a volver a disfrutarlo muy caliente, con la cola dilatada y bien lubricada curativamente por mi propio marido, esperé acostada la llegada de mi primo pensando que aquella guarrada y de la cual todos, incluso mi maridito, aun sin saberlo, estábamos sacando mucha diversión, y que para mi, era algo super inofensivo, que se fue dando no solo para sorprender y enamorar aun más con mi dispuesto culito a mi adorado primo, sino que también , cosa que ya me daba cuenta, para, tarde o temprano, poder y terminar contándosela a todo el mundo .