Primo y prima casada e infiel (17)

Una nueva confesión que nos acerca más.

A partir de que comencé aquellos cursos de informática, hace de esto un poco más de un año, que por diversas razones ya les he contado algo, y como de cualquier manera tenía que practicar mucho en el teclado, más que nada y en un principio, con la escritura, cosa que siempre me ha gustado bastante; sumado al hecho de tener que hacerlo obligatoriamente y, sobretodo, donde hacerlo gratuitamente, fue que me sentí muy estimulada: primero a intentar llevar una especie de diario intimo, que, coincidiendo con todo lo excitante y trasgresor que estaba viviendo junto a mi primo, se llenó, recurrentemente, de pasajes muy voluptuosos. Pero a todo esto, también, hay que añadirle lo que iba descubriendo de mí misma en las relaciones con mi marido y, sobretodo, con mi primo, que me daban, y aun me dan, placer rememorar; entonces, irremediablemente y sin lugar a dudas, no podía dejar de convertirse, más que nada, que en un diario erótico.

Pero, a lo novedoso y sexualmente estimulante de la relación que con mi primo veníamos teniendo desde hacia como un mes, con todas nuestras locas fantasías y hasta a mi descarada infidelidad en el matrimonio, también no puedo dejar de tener en cuenta la atracción que había experimentado, bastante tiempo atrás y que creo que ya lo he contado alguna vez, por la lectura de algunos relatos eróticos, que si bien eso duró solo aquel año escolar en el que nos juntábamos los sábados de tarde con una compañera de estudio que tenía computadora y conexión a internet en su casa en lo que llamábamos la previa a la salida de la noche. Para esa época, ya habido sentido la secreta tentación de contar algunas de mis cosas, sobretodo las que había vivido en mis primeros escarceos sexuales, pero, por otro lado y sin lugar a dudas también influyó cierta tendencia exhibicionista, muy personal pero muchas veces reprimida, sobre mi persona y mi vida, para que decidiera, el verano pasado, contarles lo que más recientemente me estaba ocurriendo con mi primo, mismo estando casada y embarazada.

De cierta forma, toda esta etapa de mi existencia, como también ya lo he contado, comenzó después de juntarnos varias tardes seguidas en las que matábamos el tiempo, aparentemente solo tratando de darnos ánimo frente: a su aburrimiento, mientras se recuperaba de una lesión en una pierna, y, sobretodo, al sentimiento de frustración general que me había invadido luego de enterarme que estaba embarazada y al casarme con alguien que no me motivaba nada. Y así, conversando sobre cosas de la vida y a pesar de él tener serios problemas económicos, mi primo siempre trataba de alegrarme e, incluso. me reprendía cuando yo exageraba mis males, al punto de que una tarde de esas tardes, mientras caminábamos, frente a mis continuos lamentos llegó, medio en broma y medio en serio, a darme un chicotazo con una camiseta, dejándome un marca en una nalga

Hasta que, precisamente, un día, a la hora de la siesta en que estando solos en casa de mis padres sucedió, lo que ahora me doy cuenta claramente que tenía que suceder irremediablemente,: poco a poco me fui entregado a la diversión con mi primo de 24 años; primero, dejándome convencer, luego de mucha insistencia, de que le mostrara mis tetas de preñada y una vez con ellas al aire ya no puse prácticamente nada de resistencia, y, muy por lo contrario, yo misma terminé ofreciéndoselas, a que me las besara y chupara, para luego totalmente enloquecidos termináramos llegando al climax en una mutua masturbación.

Pero lo que más me entusiasmó en adelantar lo que en un principio era solo intención de escribir lo que me estaba sucediendo sexualmente, fue lo que ocurrió a la mañana siguiente de esa primera vez con el incidente del termómetro ya que, con todo lo mucho de infantil que tuvo en ese momento, y que no ha dejado de tenerlo, no dejó de ser original y digno de contarlo porque fue algo tan fuerte para mi que solo pudo ser posible si se tiene en cuenta toda la confianza surgida, además del cercano parentesco, de lo que habíamos vivido muy anteriormente entre nosotros; y que, de cierta forma, esa locura coronaba una relación erótica que había comenzado muchísimos años antes. A la vez que sentí, a partir de ese instante, en que me preparaba para que mi primo hurgara en mi ano con el termómetro, como que si en nuestra relación todo ese tiempo no hubiera pasado para ninguno de los dos o por lo menos que el pasado estaba, a pesar de los años, super presente.

Y por otro lado todo lo que sucedió en ese día ya anticipaba lo mucho que ha venido sucediendo después, pero, en especial lo de esa mañana, que aun me resulta casi imposible de imaginar que, alguna vez, pueda hablarlo con alguien personalmente; exceptuando, por supuesto, a mi primo porque además también fue protagonista, aunque pensándolo bien ya me han contado en persona cosas mucho más extravagante incluso muy grotescas.

Mismo ahora que puedo decir que le he sido infiel de mil y una formas a mi marido, esa vez, sin dudas, además, de haber sido la primera vez que se la chupé a otro estando casada, tiene la depravación de, incluso, haber estado hablando con mi marido mientras sentía dentro de mí el termómetro que, solo momentos antes, mi primo me había introducido en el culo; y así fue que prácticamente desde un inicio, le estuve corneando en su misma la cara.

Además desde ese primer día mi primo, acostumbrado al tema de los cuidados médicos porque mi tía, su madre, aun se desempeñaba como enfermera particular, pasó a ser extraoficialmente mi terapeuta, sicólogo, consejero matrimonial, dietista, masajista, acupunturista, profesor de yoga, sexólogo etc etc, según la ocasión y hasta mi siquiatra, como lo llamaba mi marido, cuando yo estaba insoportable, burlándose y sin saber que esa relación doctor- paciente venía de muchos años atrás, aunque nunca dejó de reconocer, mismo en algún momento que le atacaron ciertos los celos, el efecto positivo y muchas veces tranquilizante que me producían sus consejos, pero a mi me gustaba decir que era mi medico de cabecera porque es lo más parecido a ginecólogo pero no daba para referirme a él de esa forma, públicamente ni en broma porque sería muy directo y menos decir que era mi proctólogo preferido

Entonces, como les contaba antes, al disponer gratuitamente, para la práctica durante unas cuantas horas semanales, de un ordenador, mi entusiasmo por escribir mis confesiones sexuales se materializó y poco a poco fui almacenando en algún disquete mis primeras experiencias pero al momento de contarles a ustedes algunos de los momentos eróticos, por lo menos para mí, más relevantes, me vi obligada a un poco más de trabajo que no me arrepiento de forma alguna.

Por ejemplo, a los efectos de facilitar la lectura y que esta fuera más agradable, intuitivamente, he tratado de cuidarme, word mediante, de no repetir mucho las mismas palabras y las mismas expresiones o para que mi relato, a pesar de mis limitaciones literarias y sin alejarme de lo que, realmente, me venía sucediendo, sea lo más fluido posible he tenido que releer y corregir lo escrito por lo menos un par de veces antes del envío.

Y así fue que lo que viví más o menos en un mes y que pude contárselo a una amiga en una caliente charla de una tarde o solo de una noche, tomando café o cerveza, en forma escrita me llevó hacerlo más de un año; pero no, solo por eso fue así, ya que, por otro lado, tampoco quise, aunque perfectamente pude, saltearme momentos, además de muy disfrutables, que a mi entender eran: consecuencia, causa o, que creo que, de cierta forma, explicarían otros que se desencadenaron después; pero, también, porqué con esta forma minuciosa de contar las cosas que me caracteriza, tampoco quise cansarlos mandando una confesión tras otra.

Otro de los inconvenientes que tuve fue que al no tener computadora en casa ni en lo de mis padres, familiares cercanos o amigos de confianza, la mayoría de los envíos los hice desde algunos locutorios y ciber café: y que, como en el lugar en que aun vivo tiene más de pueblo que de otra cosa, los que hay no tienen ninguna privacidad; siempre están llenos de gente revisando sus correos e, incluso, de niños y adolescentes con los msn, chat y juegos en red. Entonces no les será difícil imaginar que estando casada, y en su momento embarazada, abrir una página más o menos erótica con toda esa gente, la mayoría conocida, pasando por detrás de mí y queriendo curiosear lo que estoy viendo no es nada estimulante.

Ese misma contrariedad también limitó, quedándome aun con bastantes ganas, sobretodo cuando tenía mucho más tiempo libre, de que leyera, aunque algunas las copiaba en el mismo disquete, muchas de las alucinantes experiencias que detallan otras personas ya que siempre tienen algo de novedosas e excitantes.

Aunque, sin discriminar, les confieso que las que más me atraen, por resultarme más instructivas, liberadoras y de más fácil identificación, son las que cuentan de sí mismas otras mujeres, ya que , de cierta forma, y aunque la mayoría de las veces no lo parece, mi impresión es que, en general, nosotras somos menos violentas pero muchos más inmorales que los hombres.

Pero por otro lado, como les decía, por el hecho de serme muy útil en la práctica de los programas de escritura, también quedaba muy en evidencia que le ponía muchas ganas al estudio, de ahí que todos, incluyendo mi marido, por supuesto sin saber que me traía también algo obsceno y indecente, desde el primer momento, me apoyaron y estimularon a que le dedicara bastante tiempo a la computadora; y hasta mi tío me prometió conseguirme un empleo, luego de que el bebé naciera, si culminaba el curso y lo ampliaba. Así que también hubo otros ingredientes a favor de querer intentar contar de la mejor forma lo que estaba viviendo.

De cualquier forma todo este año que ha pasado ha sido de un erotismo nunca vivido hasta ahora por mí, con algunos días de muy pocos límites, y que, más allá de lo que se pierde en tanto a emoción cuando se cuentan cosas que ocurrieron pasado ya un tiempo, porque para mí, indudablemente, contar algo que recién ha sucedido, por lo menos para quien lo cuenta, a pesar de la incertidumbre y los riesgos, tiene un efecto, bastante más excitante. Aunque rememorar los mejores momentos pasados, también, siempre tiene lo suyo. más allá de que hay veces que al contarlo ya se sabe mucho de las cosas que sucedieron bastante después, y por eso creo que los relatos se hacen un poco más largos porque incluyen muchas de las cosas que se reflexionaron con el tiempo.

Pero de cualquier manera, hoy puedo afirmar que fue muy apasionante haber podido compartir lo que, por lo general, he disfrutado al máximo y también fue otra forma de erotizarme y, por supuesto, serle infiel, aun más, a mi marido, no por algo especial en él sino por lo que significa hacerlo a escondidas, cosa que siempre me ha calentado mucho, aunque lo de mi matrimonio ya ha cambiado bastante

A la vez, el curso me acercó, aun más, a mi vecina la mulatita que en su explosión hormonal, me transmitía su alegría de vivir y que, además, con su desparpajo y su vocabulario villero me divertía mucho.

Si bien no fueron muchas las veces en las que coincidimos en el horario de práctica, cuando esto sucedía y la venía venir, mientras yo estaba escribiendo, inmediatamente minimizaba la ventana apareciendo en pantalla una diferente con algún otro tipo de ejercicio, porque ella siempre estaba morbosamente curioseando y queriendo saber lo que de vez en cuando yo escribía, haciéndome persistentemente, de alguna forma, recordar íntimamente lo que tenía de prohibido y, a la vez, regodeándome con ello. Mi respuesta habitual, haciéndome la misteriosa y pidiéndole confidencialidad, era que le contaba cosas personales, como problemas en mi matrimonio, a mi hermana y que de paso llevaba algo así como un diario con algunas cosas secretas e indecentes.

En esa época, ella me interrogaba mucho sobre cualquier cosa partiendo de la diferencia en nuestras edades y supuestamente en mi mayor experiencia; algunas veces hasta se atrevía sugestivamente a pedirme que le leyera algo de eso; pero yo, entre risas, le contestaba negativamente pero siempre con algo de ambigüedad. Más allá de todo eso también se transformó, y que en esos momentos me hacía bastante falta, en una buena compañera de conveniente confianza y de incalculable ayuda en todo esos tiempos que vinieron después. Pero también la usaba mucho para tener a mi primo siempre al palo, ya que él nunca me había ocultado que fantaseaba con ella y hasta que le tenía ciertas ganas: además de que desde el primer día en que la pendeja casi nos descubre encamados y que, sin ella saberlo ni imaginarlo "intercambiamos camisetas", pasó a estar alimentando, como tantas otras cosas, nuestras desequilibradas fantasías eróticas

Por otro lado, al tener algo que hacer fuera de mi casa, le aflojé un poco al pegoteo con mi primo para que él tuviera tiempo libre para hacer alguna cosa que le reportase dinero, ya que, desde que comenzó todo, excepto algún día que iba a la ciudad, mis horas en el curso y las noches que desgraciadamente tenía que estar con mi marido, se la pasaba pegado a mí prácticamente todo el día.

A costa de exponernos a ser descubiertos, cogíamos como podíamos, a toda hora y en cualquier lugar, siempre fantaseando con algo; con los lugares o los momentos y cuando no era con mi marido era con los chismes que nos llegaban de lo que hacían otras personas, sobretodo con las infidelidades y los puteríos familiares, hasta con las secretas andanzas del joven cura que con varios años en esa misma parroquia ya se había ganado algunos comentarios, o con la pardita, que con el tema del curso anda siempre en la vuelta, y que no solo tenía numerosos y enredados lazos familiares sino que estaba al tanto de todo lo que pasaba en el pueblo; además mi relación con ella desde siempre tuvo algo muy especial que me inhibía sentir conflictivos celos; eso, de cierta forma, me tranquilizaba mucho sobre mi misma, entonces también su cercanía aportaba ya en esos momentos otro motivo muy inmediato para divertirme calentándonos mucho.

También en esos días comenzaron los arreglos de la casa, empezando por la pieza y el bañito del fondo; mi primo, para tener la excusa de andar siempre rondándome, y sin esperar que apareciese ni el dinero ni los materiales, decidió, ya que las herramientas eran las de mi padre, que se podía empezar por limpiar y rasquetear las paredes, cavar pozos para el futuro cerco, etc etc. cosas que se podían hacer sin efectivo.

Mi marido estaba encantado con tanta disposición y disfrutaba también de los visibles progresos.

Casi todas las mañanas mi primo llegaba una vez que mi marido había partido; y muchas veces yo lo aguardaba sin ni siquiera levantarme de la cama, hasta alguna vez totalmente dormida. Entraba directamente ya que le había enseñado donde escondíamos, por las dudas, una de las llaves de la puerta de la cocina que daba hacia el patio. No bien llegaba, se dirigía al otro cuarto donde se desnudaba porque allí yo ya le había hecho un lugar para que guardara su ropa y la remplazara por un equipo de prendas de trabajo que cariñosamente le había seleccionado de entre las ropas viejas de mi marido.

Entonces, la mayoría de las veces se metía en mi cama ya completamente desnudo; todos los días eran una fiesta distinta que siempre tratábamos, intuitivamente, que fuera lo más original posible. Así fue que, por ejemplo, en una de esas mañanas en que yo aun dormía fue directamente hacia mí con la verga ya dura e, hincado en la cama, me fue despertando pasándomela suavemente por los labios hasta que, sin sobresaltarme, fui abriendo la boca dándole cabida. Lentamente, sin cambiar prácticamente de posición y con los ojos entre cerrados, se la fui chupando como tomado un biberón medio dormida, mientras él acariciándome la cabeza movía muy suave y rítmicamente sus caderas.

Luego de un buen rato de estar dejándome ir en esa sensación deliciosa de estar chupeteando entre sueños, él aceleró sus movimientos y mi boca se transformó en solo un cálido y húmedo orificio, solo mis labios participaban, apretando la piel del duro cilindro que se deslizaba con mucha facilidad, en lo que, cada vez en forma más violenta, se fue transformando en una brutal cogida de garganta.

Intenté emitir, frente tan depravada invasión, algunos quejidos que no llegaron a ser nada más que apagados gruñidos, y como me tenía sostenida de la cabeza no había forma de que la punta de su pija parara de golpearme en la campanilla como si quisiera entrar aun más allá.

Sofocada y acalorada por la asfixia que la desenfrenada penetración me producía, al punto que ni siquiera me da para imaginar la desencajada expresión que tendría mi cara en esos momentos; y así fue que sentí contra mis amígdalas la potencia del primer chisguete de su semen, produciéndome hasta una arcada, pero como no me dejaba opción, por la forma en que me tenía asegurada, enseguida me lo comí de un trago; igualmente, con cada vez con más placer, me fui tomando todos los primeros chorros de su acabada y a medida que, satisfecho de haberme cogido la boca, enlentecía sus movimientos, fui tomando el control pudiendo saborear, incluso haciendo buches, toda su leche, y cuando lo único que le quedaba en tensión era su verga, usando también mi lengua, continué chupando y exprimiéndosela hasta su última gotita, como si me hubiese tomado muy en serio lo de tomar la mema medio dormida.

Resultó tan real lo de la lechita matinal que, así como estábamos, y sin ni siquiera alguno de los dos fuese al baño a lavase, mi primo se metió en la cama y, prácticamente sin decirnos palabra coherente alguna, solo un corto beso en la boca, nos dormimos abrazados por más de una hora, muy a pesar de los terribles riesgos que implicaba el dormirnos juntos y en mi cama.

Pero lo que también terminó por decidirme en a contar a todos lo que estaba experimentando fue lo que sucedió a la siguiente mañana, después de, prolija y apasionadamente porque era un día muy especial, hacer el amor, cuando llegó el momento en que mi primo tenía que ir a recoger sus resultados clínicos, y fue ahí que le entró, como a todos, un poco de cagazo, manifestó su preocupación de tal manera que consiguió trasmitírmela a mi, aunque en menor medida ya que estaba segura de que, entre nosotros, habíamos hecho las cosas bastante bien.

Pero el factor de mayor riesgo era él por alguna relación que había tenido viajando. Estaba tan ansioso que casi rezaba y buscaba, un poco en serio y otro poco en broma, para distenderse, promesas que cumplir, al punto de llegar a parecer muy creyente, por decirlo de alguna forma. .

Entonces me animé a exponer y hacer mi promesa:

"- Si esta todo bien le cuento a todo el mundo lo nuestro.-"

Al principio, cuando mi primo escuchó esto pensó que yo lo decía en guasa y hasta

me lo recriminó diciéndome que no era momento ni asunto para tomarlo a la chacota. Luego frente a lo impasible de mi actitud se preocupó, y quizás pasó por su mente todo los cambios familiares que sobrevendrían de hacer pública nuestra relación. A lo que yo le dije algo más o menos así:

  • " – En serio, si lo tuyo da todo o.k., que es lo que más deseo, voy a contar algunas cosas nuestras, por supuesto, las mas calientes, en alguna página de relatos de la red."

Al darse cuenta, cosa que no demoró mucho, ya que me conocía bien y que ambos no éramos afectos a hacernos bromas en momentos cruciales, puso el grito en el cielo me dijo que estaba re loca.

Lo dejé hablar, y por lo mucho que le conozco me parece que él, en ciertas cosas, es más mesurado que yo, lo que no me molesta para nada, al contrario me da más seguridad, entonces esa mañana, no se cansó de exponer toda una serie de argumentos, aunque validos, a los cuales, más conservadores, pero yo, a esa altura, ya sabía, porque lo había descubierto por mi misma, que basta calentarlo un poco y sobretodo que me vea lo más emputecida posible y dispuesta a mucho, para que abandone sus temores y me apoye en mis locuras.

Así que le expliqué que, de la misma forma que él se la pasaba inventando cosas morbosas para calentarnos, como sucedió el día en que me refregó por todo mi cuerpo, al vez que me masturbaba, las páginas, de una revista, con fotografías de unas modelos prácticamente desnudas, entonces, yo del mismo modo, con solo recordar esas mismas cosas que habíamos hecho y pensar en poder contarlas también me ponía a mil. Además le confesé que hacía años que tenía ganas de contar algunas cosas de las que ya habíamos hechos, y a partir del episodio del termómetro, había vuelto en mi todo el morbo que significa, mismo ya de grandes, jugar los doctores.

Entonces como frente a cosas como esa uno promete cualquiera porque solo se quiere safar en una buena, él no se podía echarse para atrás y desautorizarme. No bien, resignado, manifestó su aprobación y compromiso, lo apreté con fuerza dándole besos en la boca y, haciéndole cosquillas para relajarlo, le dije que todo estaría super bien y que le prometía que en algún momento le iba hacer un regalo que realmente se sorprendería, y muy gratamente, de mi.

Yo no lo estaba tomando a broma ni quise aprovecharme de la importancia del tema pero también fue para, amorosamente y con diversión, distenderlo de la ansiedad que lo había dominado pero en el fondo yo también ya estaba dispuesta, aunque nos habíamos cuidado lo justo, aunque nunca es bastante, a realizar y cumplir mis promesas si estaba todo bien con él.