Primo y prima casada e infiel (15)

Después que mi primo me penetrara el culo nos quedamos toda la mañana fantasiando y masturbándonos en mi cama de matrimonio.

En las primeras horas de la mañana, inmediatamente después de que mi marido saliera rumbo a su trabajo, luego de que mi primo me penetrara analmente con su durisima verga, permanecimos encamados por mucho más tiempo disfrutando de la comodidad y el morbo de hacerlo en mi cama matrimonial.

Era tanta la calentura que terminé por contarle, entre toqueteos, vergüenzas y risas, todo lo que había sentido la noche anterior y, una vez que él irremediablemente había tenido que irse, lo sucedido luego con mi marido luego de haber cenado los tres juntos.

Como ya les he venido contado más de una vez, poco a poco estaba comenzando a tener una relación cada vez más perversa con mi marido, y esa noche había sido, hasta ese momento, la más caliente, ni que decir que la razón era la forma en que siempre me erotizaba anteriormente con mi primo pero tambien teniendo una actitud, en muchos momentos, muy morbosa y sádica para con mi maridito.

Sin dejar de extrañar a mi primo todo el tiempo, había comenzado a encontrarle una onda a la relación sexual con mi marido; en vez del aburrimiento y monotonía anterior, en esos momentos, muy por lo contrario, me ponía exuberante de contenta, aunque mi primo no estuviera, con saberlo y sentirlo cómplice, participe y instigador de todas mis guarradas y con solo imaginarlo cerca ya me había calentado tanto con mis perversos pensamientos que, un par de veces, había terminado gozando en la boca de mi marido.

Esa mañana estaba deseosa de contarle todo eso a mi primo de la forma más excitante y como el día se inició con una monótona y leve pero persistente llovizna, sin dudas, no teníamos nada mejor que estar así, a pesar del riesgo que corríamos, rodando en la cama, toqueteándonos, besándonos, chupeteándonos, mientras hablábamos de nuestras morbosas cosas.

Cuando le conté sobre el momento en que, mientras mi marido desesperado por complacerme me re chupaba la concha, y yo sentada en su rostro dándole la espalda, se me escaparon dos peditos de mi enputecido y, en esa mañana, dolorido culito, lo puso re loco.

A pesar de lo sucio, o por lo menos chancho, del acontecimiento no podía dejar de contarle eso, ya que desde el reencuentro con mi primo, la parte del cuerpo que tenía más erotizada era toda la cola, y por supuesto también el ano.

Incluso, se puede decir, que estaba también erotizada psicológicamente, porque sino, sería inexplicable como fue que en la segunda vez en que tuvimos oportunidad de estar juntos y que yo para lograrlo había fingido frente a toda mi familia que sufría algo de fiebre, apenas estuvimos unos instantes solos dejé que metiera el termómetro en el culo reviviendo nuestro antiguo jugar a los doctores con la diferencia que ya no ya no éramos niños, yo estaba embaraza, casada y con mi marido, en esos precisos momentos rondando por la casa.

Este episodio del termómetro, como ya les conté, y que ocurrió hace más o menos un año, y fue demasiado loco; después que se me pasó un poco la calentura hasta a mi misma me pareció, sobretodo para un segundo encuentro entre lo que se supone dos personas adultas, mismo siendo primos, demasiado fuerte, hasta infantil, pero a la vez, por las circunstancias de como se dio la cosa fue un salto sin retroceso a mi total infidelidad.

En esa deliciosa mañana también le recordé a mi primo ese degenerado episodio y como me tenía abrazada desde atrás comenzó suavemente a manipularme el clítoris y los labios de mi vulva, a la vez que apretaba su pija a lo largo de la parte superior de la raya del culo haciéndola llegar hasta mi cintura y haciéndome sentir sus huevos entre mis nalgas; también guió con su otra mano una de las mías hacia mis propias tetas ayudándome con ella a que yo misma me las acariciase y pellizcara sobretodo mis ya prominentes pezones.

Sin poder contenerse más me pidió roncamente en le oído que le contara más de lo que había pasado con mi marido. Yo, mimosamenrte le dije que no había mucho más que contar pero acompañando mis palabras con un significativo estremecimiento de mi cuerpo. Insistió con su forma más característica que es comenzar cariñosamente suplicante, pasar a la amenazante y autoritaria y una vez cerca de la realización sus deseos finalizar morbosamente divertido.

-"- ¿No te causa celos que haga cosas con mi marido?-" Le pregunté un poco retóricamente, porque sabía cual sería su respuesta, sobretodo cual sería la adecuada a ese momento, aunque también la propia pregunta tenía su morbo por el tono de falsa ingenuidad que use.

-"- No. Porque lo que más quiero es estar el mayor tiempo contigo, pero sobretodo cuando estas bien morbosa. Así que mientras no te deje de nuevo embarazada a mí me divierte cualquier cosa que te caliente.-" Sentenció categóricamente.

Enseguida entendí y me encantó el juego, así que le pregunté:

-"- ¿En serio?

-" – Si, más bien. Esta claro que sino estoy seguro que ambos nos aburriríamos.-"

Entre el ronroneo de sus palabras en mi oreja, el manoseo de sus manos y el de las mías, y el solo pensar que momentos antes le había entregado mi hoyito trasero en mi propia cama matrimonial era impensable, para mí, dejar que, en algún momento, mi amante llegara a aburrirse. Entonces le conté que lo que mejor estaba empezando a hacer mi maridito, con sus inexpertos 20 años, es chuparme la concha. quizás porque eran esos los momentos en que más caliente me ha visto pero también porque se ve que le gusta ya que tiene la lengua bastante larga y puede sacarla mucho fuera de su boca.

-" Sobretodo estos días en que he estado contigo y que, a pesar de cogemos mucho, siempre me dejas muy caliente, me excita que él se dé cuenta que, por alguna razón, estoy un poco más puta que antes."

La conversación había entrado de lleno por los carriles que aspirábamos y sin ningún esfuerzo se disparó como ambos deseábamos.

" - ¿Cuánto más puta que antes?- "

" –Con él, un abismo, ahora me dan ganas de sentarme en su boca, sobretodo si un rato

antes, como pasó la otra ves, tu me penetraste; no sabés hasta donde me mete la lengua –"

"-¿ Y por el culo, te la ha pasado.?-"

"Aunque no me creas todavía no. Pero ayer, que me lo dejaste ardiendo de los

dedazos que le propinaste, estuvo muy cerca de hacerlo; porque lo tengo tan sensible y erotizado que no puedo dejar, de degenerada que estoy no más , de contraerlo y distenderlo no bien me emociono un poco. Además me encanta que vea como lo muevo -"

-" Contame, por favor ¿Cómo fue lo de los pedos?

Me pidió con los dientes apretados. Estaba maravillada, de la calentura que yo misma tenía y de las varias razones que me la provocaban.

-" – Justamente, y espero que esto te caliente mucho. Yo estaba re copada, mientras él me chupaba afanosamente la concha y con mi ano a la altura de sus ojos, pensando de cómo me habías penetrado profundamente el orto con tu dedo; y también en un momento comencé a fantasear imaginando que estabas ahí parado viendo todo y dándome a chupar tu pija; pero en la realidad, yo chupaba, sustituyéndola, mi propio dedo gordo, cosa que traté de que él viera bien para que vaya percibiendo, en el momento de mayor calentura, que con solo su pene no me basta.

Mi primo me hacía sentir su verga en mi espalda y su dedo estimulaba delicadamente mi clítoris. Me estaba haciendo una deliciosa paja, mientras yo misma, al contar lo que había hecho y porque, me veía y me recordaba como lo que realmente venía siendo en esos días: una cachorra bien puta e infiel, disfrutando conscientemente de ello y hasta sentir, por eso, cierto orgullo. Aunque sabiendo que, por supuesto, muchas mujeres han hecho y hacen cosas mucho más perversas y divertidas con sus maridos o sus familiares cercanos , y ya con solo imaginarlas se me vuela la cabeza, pero para mis veinte años y embarazada estaba alcanzando un nivel de erotismo y diversión que no sé si ha de ser tan fácil de alcanzar para muchas que realmente les gustaría experimentar. Esta certeza, que me venía directamente de la experiencia que estaba teniendo, más me calentaba y mi primo más se aprovechaba de ello.

-" Dale putita, seguí contando ¿cómo fue?-" Me acicaló en el oído para que terminara por emputecerme con mi propias palabras.

  • "- Entonces, para alucinarlo y demostrarle la alegría que representaba en mi el hecho de tenerte de ahora en más con nosotros, aunque él aún pensase que tanta euforia no se debía exclusivamente a tu presencia, entre lo caliente que estaba por mis pensamientos y el trabajo de su lengua, quería que esa noche fuera especial para él y se calentara mucho viendo bien de cerca los movimientos que era capaz de hacer el ojetito de su mujer, aunque ignorara de que ese hermoso agujerito había sido recién violentado prufundamente por tu dedo mientras él había salido a hacer las compras para la cena; pero yo sí, lo recordaba y me regodeaba de ello en todo momento porque además físicamente lo sentía y era lo que más me calentaba. –"

Estaba por explotar en aquella terrible masturbación; por los movimientos de mi primo pero también por algunos de los míos, sus huevos chocaban con mi recién cogido, dolorido y palpitante ojete y su pija partiendo de la raya de mi culo se deslizaba hacia mi espalda pasando por mi cintura; entre estremecimientos detenía por momentos mi relato para confirmar su interés, hacerme desear y estimularme con la ansiedad de su voz.

-"- Si, dale contame más ¿cómo te la hiciste chupar? –"

-" – Cuando tenía su lengua en lo más profundo de mi matriz y, totalmente inmersa en el viaje de mi imaginación, yo continuaba con las contracciones exageradas de mi ano frente a su cara; para alucinarlo yo fruncía y distendía el anillo de culo, hasta que luego de unas involuntarias convulsiones me fui aflojando en una sorpresiva corrida como nunca había alcanzado con él, ahí, en ese aflojé, fue que me salieron del culito un par de peditos que terminaron por excitarme más, porque él, quizás pasada la rápida sorpresa no solo continuó su trabajo de lengua sino que al sentir que yo, a la vez, acababa intensificó su lengüeteo pegando aún más su boca a mi concha y su nariz a mi culo, sin duda disfrutando mucho de la perversidad a que lo había sometido, cosa que se percibía a la simple vista por los cabezazos que daba su solitario pene sobre su abdomen,

El degenerado de mi primo sin dejar de masturbarme, ya totalmente sacado, comenzó a pedirme que mientras le contaba más cosas hiciera fuerza para tirarme otros peditos para que le mostrase como había sido con mi marido.

Yo haciendo fuerza, para complacerlo, le decía entre ahogados gemidos y quejidos característicos de cuando se hace fuerza cosas como:

" - Degenerado de lo peor, perverso, cerdo. Me duele un poco y no puedo hacer más fuerza porque esta tan abierto que me voy a hacer caca . –"

Pero él más quería y más pedía:

. "- Por favor un poquito más de fuerza, quiero sentir como fue que hiciste.-"-

Entonces sucedió que sonó uno con bastante aire contra sus huevos, incluso creí que se los había ensuciado pero no llegué a tanto gracias que anteriormente me había penetrado con condón y su semen allí había quedado. A esa altura ya era lo máximo de aquella chancha masturbación.

Sus dedos ingresaron deliciosamente en mi empapada concha y pegado con fuerza contra mi cola comenzó a acabarse en mi espalda a la vez que me preguntaba:

-"- ¿Verdad que ahora que vas a tener el culo siempre bien cogido se lo vas a empezar dar para que te lo chupe y saboree?

Con esto, él como si me conociera a fondo, y en realidad me conocía, y mucho, se adelantaba a mis perversas fantasías consiguiendo que lo alcanzara en nuestro orgasmo.

"Si, si, si ..." – Era mi simultanea respuesta , pero él quería más de mi.

" Sí ¿qué?

Si te calienta se lo voy a dar esta misma noche, ahora que ya te lo cogiste, para que le

meta la lengua bien adentro.

¿Qué más? Me decía exigiéndose y exigiéndome al máximo porque de la calentura ya no

podíamos ni hablar.

Quiero que me vea bien el culo, que me lo lama mucho y luego, que me ponga una

cremita para que se me vaya el ardor que me dejó tu pija.

Con esto, sentí el grueso de sus chorros de leche en mi espalda; una de sus manos apretaba con fuerza una de mis tetas y con la otra me masturbaba frenéticamente ordeñándome desde adentro de mi concha

Pudimos haber estado así diciéndonos cosas por mucho más tiempo y sobretodo fantasiando

con mi marido siendo la víctima privilegiada de nuestra lujuria. Ambos estábamos encantados, yo, en mi excitación, por fin le encontraba algo divertido a mi casamiento y mi primo estaba consiguiendo acabarse repetidamente con su super prima cada vez más putita.

Sin dudas, incluso, da para imaginar, todas las cosas que aun podíamos llegar a decir para calentarnos pero la propia calentura, en un momento, se hizo incontrolable y estoy segura que si hubiésemos podido, por el estado en que estábamos, y si hubiera sido tal cual me lo imaginé en mi fantasía, ambos le hubiéremos dado, en el momento, un baño de leche a nuestra víctima.

Pero, a pesar de todo lo que ya habíamos hecho e imaginado en esa mañana, aun, ese mismo día, nos esperaba calentarnos mucho con más fantasías involucrando otras personas cercanas.

Es mas, creo que lo que más nos calentaba, en esos días, era como poco a poco afloraban nuestras más excitantes, perversas y exóticas fantasías. Nos esforzábamos para que el otro terminara por saberlas en el momento más caliente para no solo aceptarlas sino también hacerlas propias.

En esa época, mi marido era el objeto mayor de nuestro morbo. Yo, prácticamente erotizada durante todo el día, cuando estaba con él comencé con total desparpajo a hacerme la cabeza de pervertirlo poco a poco, sobretodo, para que, luego de que naciera el bebe, estuviese bien domado o por lo menos domesticado a mi placer porque yo ya tenía claro que no estaba dispuesta a volver a la monótona vida de los aburridos primeros meses de mi embarazo y menos ahora que tenía a mi fantasioso primo siempre inventando algo, aunque yo tampoco me quedaba atrás en eso de calentarnos fantasiando con las circunstancias, los lugares o la otra gente pero mi marido más que una fantasía era una realidad que estaba allí y la opción del momento era que lo integraba de a poco a mi morbo o sería, como lo era, una incomoda y permanente molestia.

No eran esos momentos de divorcio ni separación; y atrás del perverso desafío de degenerarlo aprovechándome muchas veces de su ingenuidad y de la complicidad de mi primo, también evidenciaba lo disfrutable que me resultaba, a mis veinte, tener bien calientes, aunque de forma muy diferente, a dos jóvenes y lindos machitos, uno de inexpertos veinte y el otro de experientes veinticuatro años.

Después que mi primo me penetrara el culo nos quedamos toda la mañana fantasiando y masturbándonos en mi cama de matrimonio.