Primo Mayor
-Metelo -le supliqué. -¿Quieres que meta mi pene en tu vagina, prima? -preguntó. No se por qué sus palabras hicieron que gimiera y me mojara aún más (si es que eso era posible). -Por favor.
Soy la menor de 10 primos, los cuales son todos mayores de 20. El más pequeño (a parte de mi) tiene 21, y nos llevabamos cuatro años de diferencia.
Lucas (mi primo de 21) era muy cercano a mi, vivíamos lejos pero siempre nos veíamos. Eramos prácticamente hermanos-mejores amigos, y nos queríamos mucho.
Un día, la familia se juntó en la casa de campo que tenía mi abuela, a fueras de la ciudad. Los 10 primos estabamos ahí, a parte de las parejas de estos. Lucas tenía una novia, hacía una semana que había comenzado a salir con ella, pero él aún así la había llevado a la reunión familiar. Yo estaba molesta, porque Lucas no me prestaba demasiada atención al estar con la chica, y ella era un tanto puta (miraba mucho a mis otros primos). Por extrañas razones, Lucas y ella se pelearon, y la tipa se marchó de la casa. Mi primo quedó bien, sonreía más y pasaba más tiempo conmigo, y yo poco a poco lo iba viendo como algo más.
Él estaba todo el día en bañador, y sin camiseta, se veía para morirse. Era guapo, y a pesar de que nunca lo había dicho, él provocaba que mis hormonas de "niña" se alborotaran. Muchas veces, yo estando en un bikin mínusculo, me rozaba accidentalmente con él, ya sea el brazo, la espalda, y simplemente me ponía delante de él para sentir y cuerpo detrás de mi (muy zorra yo). Él parecía encontrar divertido todo esto, porque comenzó a seguirme el juego. Los demás habitantes de la casa no se percataban, y nosotros estabamos muy a gusto... "jugando".
Un día, en el que mi padre tuvo que ser llevado a la asistencia médica, la casa quedó prácticamente vacía. Solo estaba mi abuela, que descansaba en su cuarto, mi primo, y yo. Él se estaba bañando en la piscina, y yo estaba en mi cuarto observando como se movía. Aburrida, fui a servirme un poco de agua helada (Lucas + piscina era una convinación mortalmente caliente), estaba tranquila, buscando los vasos en la encimera de arriba, cuando siento un cuerpo en mi espalda. Y algo presionando entre mis nalgas.
Jadee y casi me caí, pero me sujetó de la cintura, dejandome en una posición bastante comprometedora.
-Hola, Lucia -dijo en mi oído.
¡Era Lucas!
-¿Q-Qué haces, Lu? Me asustaste.
-Pues, quiero provar un poco de ti.
Mientras hablaba, una de sus manos pasó por mi vientre, y alcanzó mi pecho. Sentí en mi entrepierna palpitar el sentir sus dedos sobre mis pezones, acariciandolos. Dejó ir mi cintura (de su otra mano) y yo me apoyé en la encimera, haciendo que su pene quedara entre mis nalgas nuevamente. Suspiré mientras él amazaba mis pechos por encima del sujetador/bikin que traía. Gemí cuando sentí que dejaba un beso en mi espalda, y luego él quitó rápidamente el sujetador. Me volteó, y tomó mis pechos entre sus manos. Me senté de un salto en la encimera, y él comenzó a succionar las puntas de mis pezones. Gemí y luego puse mi mano en la boca, recordando a mi abuela, que estaba en algún lugar de la casa que no recordaba. Lo único que sentía era la boca de Lucas, mientras su mano comenzaba a hacer presión en mi tanga del bikin. Gemí mientras, con una de mis manos, quitaba parte del tanga para que sus dedos conectaran con mi carne húmeda. Él sonrió en mis pechos y comenzó a meter dos dedos en mi interior. Gemí y lo abracé, mientras él seguía en su dura labor. Al poco rato, con el jugo de mi vagina goteando por la encimera, él se agachó y mordió mi clítoris. Lo mordió brusco, sin piedad, grité instantaneamente al alcanzar un orgasmo increíble. Él se paró enseguida, y bajando un poco su bañador, sacó su pene que restregó por mi vagina (ya libre del tanga).
-Metelo -le supliqué.
-¿Quieres que meta mi pene en tu vagina, prima? -preguntó. No se por qué sus palabras hicieron que gimiera y me mojara aún más (si es que eso era posible).
-Por favor.
-Dímelo -me susurró al oído, aún jugando con su pene, esta vez en la abertura de mi vagina.
-Metelo, mete tu pene por favor, Lucas -gemí.
Él rió y lo metió, pero lo sacó rápido y me quito de la encimera. Pensé que iba a llevarme a la habitación, pero no, él solo me recostó en el piso de la cocina y me lo metió de nuevo. Gemí de dolor al notar lo grande que era, noté como me estiró por dentro. Comencé a apretar mi vagina, y sonreí al escucharlo jadear.
-Joder, Lucia.
Comenzó a bombear su pene dentro de mi. Afuera, adentro, repetía el proceso mientras miraba concentrado mi vientre. Me extrañé, al percatarme entre gemidos, que llevaba su mano a la parte baja de mi vientre y justo cuando entraba su pene en mi, apretó hacia abajo. Casi me corrí nuevamente, y grité su nombre. Él sonrió y comenzó nuevamente, lo metía y lo sacaba, hasta que se corrió dentro de mi. Yo no lo hice, pero estaba a punto. Él sonrió y dijo algo, no se que fue, pero tomó mi mano y comenzó a masturbarse con ella. Unos minutos pasaron para que él tuviera su erección nuevamente, y me la metió, entre todo nuestros fluidos mezclados. Lo hizo rápido, el sonido de carne chocando entre si y nuestros gemidos era lo único que se escuchaba en este lado de la casa.
-Anda, primita, correte. Aprieta esa dulce vagina que tienes y correte en mi polla.
Sus palabras me llevaron al límite, y cuando ya casi no podía más, puso su mano (nuevamente) en mi vientre y empujó hacia abajo con tanta fuerza, que me corrí. Grité mientras sentía lágrimas caer por mis ojos. La fuerza de mi orgasmo era demoledora. Abrí mis ojos cuando él salió de mi, y vi como se masturbaba con mis tetas al rededor de su polla. Se corrió en mi cuello y mis tetas, gimiendo mientras me sonreía.
Se levantó, se puso bien el bañador y me dejó en la cocina. Atiné a pararme y correr a mi habitación, mientras lo hacía, lo vi mirarme desde la puerta de la suya. Sonrió cuando lo miré y recogí un poco de semen para ponerlo en mi boca y saborearlo. Pero no sonrió por eso, sonrió al ver que metía mis dedos en mi vagina y sacaba su semen con mis fluidos, y lo llevaba a mi boca.