Primeras lecciones de sexo con una abuela
Una ardiente mujer de edad avanzada y un tímido joven de 17 años , se benefician mutuamente , ella de su juventud, el de su experiencia. ( Relato verídico )
“Hola amigo según lo que conversamos, te envió mi historia para que la publiques. Los hechos son 100% reales, me sucedió cuando estaba por cumplir los 18 años, cuando conocí a esta abuela que me hizo tener mis primeras lecciones de sexo. No le voy a colocar ni a sacar nada, las cosas realmente sucedieron asi…”
Con solo 17 años, salí del colegio, entré a la universidad. Como vivo en provincia, donde no hay universidad, mis padres, de buena situación económica, me arrendaron un pequeño departamento en Santiago, para irme a vivir solo mientras estudiaba. La verdad me costó mucho acostumbrarme, ya que nunca fui muy sociable, de pocos amigos, aparte de ser muy tímido. No era virgen, con gran esfuerzo conseguí debutar con una vecina de mi edad, la que prácticamente fue ella la que me llevó a la cama. No fue más allá de 3 encuentros, cuando todo se terminó.
Fue así como llegue a vivir solo a una gran ciudad, una gran universidad donde me costó mucho sociabilizar con unos pocos compañeros quitados de bulla, igual que yo. El edificio donde vivía era pequeño, de 5 pisos y de solo 4 departamentos por piso. Ya llevaba como un mes viviendo ahí, cuando fue la primera vez que la vi. Un día como cualquier otro, en el ascensor, me toco subir con la protagonista de mi historia. Una mujer bastante mayor, digamos una abuela, de unos 67 años hasta quizás un poco más. Baja de estatura, no más allá de 1.55 mt de estatura, chica, bastante gorda, pelo corto y algo cano, rostro algo arrugado, con tetas bien grandes, su buena barriga, y eso sí , con un culo enorme, terriblemente muy culona. Casualmente bajamos en el mismo piso y caminamos hacia el mismo lado. Pensé que era mi vecina, la que apenas salude con un movimiento de cabeza y una tímida sonrisa, mientras ambos abríamos la puerta. Con el tiempo, nos topamos muchas veces más en el ascensor o nos cruzamos en la puerta, saludándonos cada vez.
Después me di cuenta que no era mi vecina, si no la señora que hacia el aseo en ese departamento. A veces me la topaba barriendo afuera, o por el balcón regando las plantas. Poco a poco se iniciaron pequeñas conversaciones, pero nada trascendental, solo conversaciones de vecinos de no más allá de 2 o 3 minutos.
Una tarde, salí al balcón a fumarme un cigarro, y al poco rato sale ella, también a fumarse uno. Recién ahí conversamos un poco más. Me contó que llevaba poco tiempo trabajando en ese departamento, que cuidaba a los niños mientras los jefes trabajaban y que fumaba a escondidas de su jefa, que a ella le cargaba el cigarro y que ella era muy buena para fumar, que solo lo hacía cuando ella no estaba. Mientras fumábamos, me preguntó por mi vida, mi edad, de donde venia, si vivía solo etc. Esas conversaciones se repitieron un par de veces, nada de importancia, formándose una pequeña amistad a través del balcón. Incluso una tarde, tocan al timbre y era ella. Me dijo que la disculpara, pero que se le habían quedado los cigarros en su casa y que si le podía regalar uno. No tuve problemas y le pase tres para que no quedara corta. Me lo agradeció de sobre manera, y me dijo que después iba a comprar y me los devolvería, obviamente le dije que no se preocupara.
Hasta que un día paso algo que fue un preámbulo de lo que vendría después. Yo venía llegando de la universidad y ella venia de comprar. Esperamos juntos el ascensor. Hacía mucho calor, conversamos al respecto, diciéndole que apenas llegara a mi departamento, me tomaría una cerveza helada, donde ella me dijo que me envidiaba, que a ella también le encantaba la cerveza , pero que tampoco la dejaban tomar cerveza en ese departamento.
Por mi mente morbosa pasaban mil ideas, ya hace rato que me calentaba la vieja, ese enorme y monstruoso culo era un imán a mis miradas cada vez que podía, imaginándomelo en todas las poses imaginables o mi cara entre esas colosales nalgas . Ese día ella usaba un vestido de una sola pieza, de botones al frente, con un sugerente escote. Se le veían muy ricas las tetas y al ser tan baja y yo mucho más alto que ella, tenía una visión privilegiada. En eso , cuando ella miraba hacia otro lado, me quede pegado mirando hacia abajo sus sugerentes tetas, sin darme cuenta que ella me observaba a través del espejo del ascensor. Me sentí pillado y me sonroje de inmediato, mirando de inmediato hacia otro lado. Sin embargo ella lo tomo muy bien, quizás hasta se sintió alagada de atraer a alguien tan joven como yo. No dijo nada , solo me sonrió pícaramente, volviéndome a sonreír muy coquetamente antes de abrir la puerta.
Aunque no lo crean , desde ese día, noté que a la abuela le pasaban cosas conmigo, que no le era indiferente, muy por el contrario. Más frecuentemente llego a mi casa a pedirme cigarros, y cuando me veía, siempre me decía algo bonito, a veces me alababa mi perfume o mi ropa, miradas coquetas, conversaciones más largas de balcón, mas cigarros, hasta que una tarde todo se dio. Esa tarde nuevamente nos topamos cuando yo llegaba de la universidad, incluso llegue a pensar que iba a comprar a esa hora a propósito para toparse conmigo. Ya en el ascensor empezó que le encantaba el perfume que usaba, mientras yo por el espejo le miraba el enorme culo que se gastaba. Lamentablemente era solo unos pocos minutos entre que llegaba el ascensor y llegábamos al departamento. Nuevamente le dije que con el calor que traía, llegaría directo a relajarme, a fumarme un cigarro y a tomarme una cerveza fría en el balcón, donde ella me dio como un pequeño golpe con su mano en mi pecho, riéndose coqueta, diciéndome que era malo con ella , que le hacía burla, que ella encantada se tomaría una cerveza bien fría. Ahí estaba mi pauta para invitarla a tomarse una a mi departamento, pero con lo tímido que era, me fui solo en pensamiento, me daba vergüenza hacerlo. Llegamos a nuestras puertas y se despidió diciéndome, que disfrutara mi cerveza, sonriendo insinuantemente. Lo primero que hice al entra, fue abrir una cerveza y prender un cigarro en el balcón. Pensaba para mí, que si salía al balcón era obvio que quería algo conmigo, ya que sabría que yo estaría ahí.
Ya se estaba terminando mi cigarro, cuando aparece ella, riéndose, diciéndome que sabía que me encontraría ahí, diciéndome que se moría de ganas de tomarse una cerveza. Le dije que si quería le servía una, a lo que me dijo que por ella, encantada me la aceptaría, pero que no podía al estar trabajando. Le ofrecí de la mía , lo dudo un poco, pero mirando hacia adentro que no la vieran los niños, le dio un sorbo, saboreándose diciendo que estaba muy rica. Le volví a ofrecer una y me dijo riéndose que se moría por una, pero que no podía por que quedaría pasada a cerveza y la podían pillar.
Era ese el momento de invitarla a mi departamento, pero no me salían las palabras, la oportunidad se estaba desvaneciendo nuevamente, pero mi timidez me lo impedían, hasta que ella seguramente dándose cuenta de mis intenciones y de mi inseguridad, tomó la iniciativa y me dijo que si la esperaba hasta las seis, que a esa hora llegaba su jefa y que si seguía en pie lo de la cerveza encantada me la aceptaría. Obviamente le dije que sí, que la esperaba. Dándome una mirada y una sonrisa más que sugerente, me dijo que terminaría de hacer lo que estaba haciendo, para estar lista cuando llegara su jefa.
Nos entramos cada uno a su departamento, yo nervioso, pero caliente a más no poder. Sabía que esa tarde todo podría pasar. Muchos me pueden tratar de caliente o degenerado, por la edad o características de ella, pero para mí, en ese momento y mi poca experiencia, era un sueño tener algo con esa mujer mayor de culo enorme. Arreglé el departamento como si esperara a una reina, me bañé, me puse ropa limpia, me perfumé, después me volví a duchar para sacarme tanto olor a perfume y sacarme la traspiración de los nervios que tenia. Baje a comprar más cervezas por si acaso, hasta que siendo las 6 , me daba vueltas por el departamento nerviosos , esperando su llegada. Seis de la tarde y nada … seis diez , y nada .. Seis y media y nada. Pensé por un momento que se había arrepentido y que se había ido, a pesar de no haber escuchado la puerta del lado. Hasta que casi siendo las 7 de la tarde, suena el timbre de mi departamento. Abro la puerta y entra ella muy apresurada, diciéndome que no quería que su jefa se diera cuenta que se había pasado para el lado. Ya ahí note que venía con la maldad en su mente.
Alabó el aseo de mi departamento, todo impecable, la invite a tomar asiento, admirando su redondo cuerpo y enorme culo caminando delante de mí acomodándose en el sofá. De inmediato le traje una cerveza para ella y otra para mí. La degusto mirándome pícaramente, diciéndome que se moría de ganas de tomar una y más en tan buena compañía. Conversamos de cosas intrascendentes, bebiendo y fumando, del clima, noticias etc, aunque ahí me enteré que era casada, algo que me colocó más inseguro aun.
Estaba muy nervioso, miraba de reojo el tremendo culo que tenía sentado a mi lado en mi sofá, ya dándome cuenta que la veterana si tenía ganas de guerra. Se comportaba muy coqueta, muy sugerente, sonreía mucho, me miraba en todo momento como queriendo decirme algo. Seguramente para ella, estar con alguien tan joven como yo, también era un sueño. No porque yo hubiese tenido un físico musculoso, muy por el contrario, era bastante delgado en ese tiempo, pero mi edad la atraía. Ambos no deseábamos sin importar la edad, era un hecho. Sus constantes insinuaciones era más que evidente que la viejita me tenía ganas.
Yo era el hombre, debía tomar la iniciativa, pero me timidez me coartaba, hasta que ella, seguramente dándose cuenta , luego de un rato, me pregunta “ si tenía ganas de hacer algo ”, mirándome directamente a los ojos, sonriendo. – ¿Algo como qué? - estúpidamente pregunté, ella sonrió y me dijo que se daba cuenta de mis miradas e intensiones, (yo rojo de vergüenza), cuando mordiendo la lata de cerveza con una mirada picara, me contesta directo si quería “ que nos saquemos las ganas ”. Era lo que me faltaba, obviamente dije que sí quería.
Ella dando el primer paso, me comienza acariciar la pierna sonriendo, yo su espalda, diciéndome que me tenía ganas hace rato confesándole que yo también. Su mano sube cada vez mas y me acaricia mi verga por sobre el pantalón, que no se por qué no estaba dura con lo caliente que estaba. Me aventuré a bajar más mi mano y acariciar solo el comienzo de su culo.
Había soñado 100 veces con ese momento y ahora no se paraba, estaba tan nervioso, mientras la abuela seguía afanosamente acariciándome mi pene por sobre la ropa, hasta que directamente, comienza a abrirme el pantalón. Más nervioso me coloque al saber que me la sacaría y no la tendría dura. Me concentraba en que se me parara, pero nada, yo creo que era peor. La abuela siguió con su trabajo, hasta que me la sacó. Ahí estaba mi masculinidad, muerta, chica, que vergüenza estaba pasando, pero ella no hizo ningún comentario al respecto, quizás sabía que estaba muy nervioso y que por eso no funcionaba.
Sonriendo, agacho su cabeza y me la comenzó a chupar muy suavemente. Recién ahí, luego de unos minutos fue reaccionando y a colocarse un poco más dura. Era una mamada muy suave, exquisita. Era tan morboso ver a la veterana doblada entre mis piernas, haciéndome sentir divinamente. Poco a poco me fui relajando, aventurándome a tocarle las nalgas cada vez más fuerte, hasta que consiguió que se me parara. Estaba en el paraíso, disfrutando de la boca de mi vecina, cuando me dijo que me sacara la ropa. Me daba vergüenza, pero igual me la saqué . Ella se relamía , me beso el pecho, acariciándome por todos lados, diciéndome que lo íbamos a pasar muy bien. Aun con vergüenza al verme tan expuesto, seguía las instrucciones de ella, que en un momento, se levanta y se saca su vestido.
Atónito veía como su vestido bajaba, mostrando su pequeño y gordo cuerpo. Primero un buen par de tetas dentro de un gran brasier , un vientre abultado con una cicatriz seguramente producto de alguna cesaria seguramente , luego unos enormes calzones color carne , para nada sensuales, sus gordas piernas , hasta que se lo sacó por debajo , mostrándose semidesnuda en ropa interior de abuela , ante mis expectantes ojos. Cuando no podía creer lo que estaba viendo, una mujer mayor desnudándose así para mí, la señora, sin ningún tapujo, se lleva las manos hacia atrás, desabrocha el sostén liberando dos hermosas y grandes tetas que cayeron de inmediato por su peso, redondas , gordas , de pezones claros, realmente grandes, exquisitas, para luego sin ninguna sensualidad , bajarse los enormes calzones , mostrando su sexo peludo, quedando completamente desnuda ante mí.
Sus tetas eran divinas, al menos para mí, más grandes de lo que dejaba ver con su vestido, su vientre cubria parte de su sexo, pero igual se veía sus pelos en la zona vaginal, pero lo mejor de todo, su enorme culo, realmente enorme, que mirándome de frente , sobresalía generosamente por cada lado de su cuerpo. La veterana se agarra las tetas y me pregunta si me gustan. Yo creo que no dije nada, seguramente con la boca abierta, solo asentí con la cabeza, cuando en eso ella se monta sobre mí y me las coloca en la cara, donde las chupé con devoción.
Recién ahí tome la confianza y desaté mi calentura , le agarre el culo a mi antojo, apretándoselo fuertemente con ambas manos mientras me devoraba sus pechos. Al fin tenía ese enorme culo que tanto había deseado entre mis manos manoseándoselo descaradamente, mientras le chupaba las tetas. La veterana disfrutaba ver y sentir con que calentura ese joven se devoraba sus pechos y como la manoseaba con tantas ganas. Se quejaba suavemente, moviéndose sobre mí, dejándome tocarla a mi antojo. Hasta que levantándose un poco, me toma la verga, colocándola en su sexo, para bajar lentamente y enterrársela hasta el fondo de una mojada y gran vagina, donde mi verga se sumergió sin ningún problema. Sentí los pelos de su concha, rozándome la punta de la verga, luego la humedad de su sexo y luego como mi verga entraba en esa húmeda cavidad , fue terrible, era demasiada carne y mucha calentura para mi.
La abuela comenzó a cabalgarme suavemente, luego un poco más fuerte, quejándose y disfrutando, mientras yo llegaba a doblar las piernas tratando de aguantarme las ganas de acabar. Trataba de pensar en otra cosa, para no fracasar en el primer encuentro, pero ella estaba poseída por el placer , se quejaba más fuerte y se movía más fuerte, pidiéndome que le chupara fuerte las tetas, apretándoselas ella misma y colocándolas en mi boca.
Yo chupaba y chupaba, sin soltarle el culo, sabiendo que no duraría mucho, haciendo mi mejor esfuerzo por no acabar. Con suerte debo haber durado unos 5 minutos cuando ya no pude aguantarme más y me descargue dentro de ella, pero fingiendo que no lo había hecho. Al parecer no se dio cuenta, por que siguió moviéndose afanosamente, mientras yo trataba de mantenerlo parado el mayor tiempo posible, pero luego de un rato, se zafó de ella , quedando afuera , todo mojado, blando y ya sin fuerzas.
La abuela se salió de encima de mí diciéndome que había estado muy rico, bebiendo el concho de su cerveza. Le dije que me disculpara que la verdad no tenía mucha experiencia, y que realmente me había calentado demasiado con ella. Le gustó escuchar eso y me dijo que no me preocupara, que había estado muy rico, que no había durado tan poco como yo pensaba, que era solo práctica y que ella encantada me ayudaría a practicar.
Me preguntó si podía tomarse otra cerveza y cuando me iba a parar algo cohibido, por mostrarme tan desnudo ante ella, me dijo que no me molestara, que ella misma la sacaba y diciendo eso, se levantó, caminó hacia la cocina desnuda, sin ninguna vergüenza, mostrándome su enorme culo sin ningún pudor mientras yo tímido, con un cojín en mi verga, admiraba el paisaje. Tan solo verla caminar desnuda hasta la cocina, me volvió a calentar de nuevo. Volvió, me trajo una para mí, nos fumamos un cigarro y nos bebimos la cerveza, conversando de nosotros, que a ella yo le había gustado, pero que jamás pensó que a mí me llamaría la atención una mujer tan vieja como ella. Yo por mi parte, ya con un poco mas de confianza, le confesé que su culo había sido una fantasía para mi , que siempre se lo veía e imaginaba tenerlo. Ella se rió y me dijo que si se había percatado que se lo miraba, igual cuando me quedé en el ascensor viéndole las tetas. Que desde ese día a ella se le ocurrió que podíamos llegar a tener algo.
Conversamos de cualquier cosa, un rato, cuando yo ya estaba listo para otro enfrentamiento. Comencé a acariciarle la pierna, ella riéndose, diciéndome que eso era lo que le gustaba de mi edad, que no era de una sola. Me dediqué a chuparle las tetas, ella recostada hacia atrás, dejándose chupar y que le tocara el coño. Me dijo que mejor nos fuéramos a mi cama, para estar más cómodos. Entró a mi cuarto delante mío sentándose en la cama , diciéndome que antes debía ponérmela bien dura acercándome a ella y metiéndosela a la boca, yo disfrutando como loco con la boca de la veterana , hasta que la sacó y se colocó descaradamente en cuatro patas sobre esta, diciéndome que le hiciera todo lo que quisiera.
Ver a la abuela culona en esa posición, ni en el mejor de mis sueños con ella se me había ocurrido. Ahí estaba en cuatro patas, mirándome hacia atrás sonriendo, con sus grandes tetas colgando, su abultado vientre y con todo su enorme y voluminoso culo a mi disposición. Me coloque detrás de ella, amasando sus carnes, tocándole cada centímetro de sus enormes nalgas, abriéndole los cachetes de borde interiores muy oscuros, viendo su ano levemente peludo, pero para mí exquisito. Se lo acaricié, se lo toqué una y mil veces, antes de meterle la verga , rosándome con ella , hasta que se lo metí por la concha , muy suavecito sintiendo como mi verga se sumergía en esa húmeda cavidad , metiendo solo la puntita , luego un poco mas y luego lo más adentro que pude . Aferrado a sus grandes nalgas, mi joven verga se perdió entre sus carnes, y comencé a perforar cada vez más fuerte a la veterana, luego con todo mi empeño para reivindicar mi pobre actuación anterior.
Como estaba recién descargado, duré mucho más tiempo. Ella gemía y gemía, apoyada en sus antebrazos, diciéndome que le gustaba que se la enterrara hasta adentro, que la partiera en dos, frases que me calentaban aun mas, todo entre fuertes gemidos . Era divino ver sus carnes moviéndose, sus brazos gordos y sueltos se movían gelatinosamente, sus tetas enormes y sus nalgas moviéndose de adelante hacia atrás, chocando contra mi cuerpo , generando un rítmico sonido cada vez que se la metia hasta el fondo y generando como una pequeña ola de grasa que se movía por sus nalgas desde abajo hacia arriba cada vez quela golpeaba.
Me sentía todo un hombre haciendo sentir placer a una mujer madura. A mi edad, con semejante culo entre mis manos, mi poca experiencia, y mas encima una mujer casada, era el momento más erótico de mi vida.
Estuve mucho rato disfrutando del culo de mi vecina. Luego me hizo acostarme en la cama y se subió arriba mío, sintiendo el peso de su cuerpo, colocándome sus grandes tetas en la boca, mientras solo rozábamos nuestros sexos, hasta que se la volví a meter. Ella costada sobre mí, gemía en mi oído, mientras yo, agarrándome con fuerza de su culo casi ni podía moverme. Después se incorporó con toda mi verga adentro, y comenzó a cabalgarme suavemente al principio , aumentando gradualmente sus movimientos, hasta que al rato de estar así, la veterana comienza ya no a gemir, si no que dar fuertes alaridos de placer. Sabiendo que estaba por hacerla acabar, me concentre en no acabar, sin moverme , solo apretando el culo para que mi verga entrara mas en ella, haciéndola ahora gritar de placer, dándome un morbosos espectáculo, agarrándose las tetas, chupándoselas ella misma , masturbándose ante mi expectante mirada m hasta que me gritó casi llorando que se corría , moviendo su enorme culo fuertemente de atrás adelante, acabando escandalosamente. Hasta ese momento yo tenía todo controlado, pero al escucharla acabar de esa manera, a la mas película porno, por más que intenté, no pude lograr aguantarme y acabé deliciosamente dentro de ella jadeando de gusto, cosa que ella también se diera cuenta que me había hecho acabar. Continué metiéndosela el mayor rato que pude tenerla parada. Ahora si había tenido una buena actuación.
Permaneció desnuda en mi cama unos minutos, recuperando el aire, diciéndome que ahora sí que la había hecho ver estrellas, que había estado muy rico y que era una lástima que se tenía que ir porque después le costaba mucho tomar locomoción.
Nos vestimos y arreglándose un poco en el baño, me dijo que mañana si yo quería, podría pasar después de su trabajo hacer “mas cositas ricas”.
A partir de ese día, mi madura amiga pasaba casi todos los días para que folláramos. Me convertí en su amante y ella en mi profesora. Con ella aprendí de todo. Me dejaba acabar en sus tetas o en su cara, incluso ella misma me pedía que le acabara en la boca, algo que me fascinaba hacer y al parecer a ella también y se lo tragaba sin ningún problema. Fue la primera concha que degusté con mi lengua y que también logre hacer que me acabara en mi boca. También me entregó el culo, algo que no le gustaba tanto, solo cuando estaba muy caliente, pero que por ser a mí , su amante , me lo pasaba. Que no hice con ella, nos masturbábamos juntos, nos lamiamos el culo, aprendí a controlarme, follábamos por más de una hora. Siempre tenía ganas, siempre fogosa comiéndose a este pobre adolecente, sin ningún riesgo de quedar embarazada o algún compromiso, solo era coger y coger.
Duramos así más de un año, hasta que la despidieron. De ahí venia solo ocasionalmente a pegarse un polvo conmigo, ya que consiguió trabajo muy lejos y ya cuando mi hermana menor salió del colegio y se vino a vivir conmigo, perdimos todo contacto. Hasta el día de hoy recuerdo los tremendos polvos que nos pegamos.
¡ Saludos !