Primera visita a la cámara de tortura (fragmento)

Traducción de un fragmento de la novela "Dos chicos para la señorita Carolyn" ("Two Boys For Miss Carolyn", de Jason Rubis) ofrecido gratuitamente por PF.

Dos chicos para la señorita Carolyn (fragmento)


Título original: Two Boys For Miss Carolyn

Autor: Jason Rubis (c) 2001

Traducido por GGG, marzo de 2004

Había una puerta en la cocina de la señorita Carolyn que, una vez abierta, conducía a un largo tramo de escaleras de madera. La señorita Carolyn hizo que Donny se colocara delante de ella y las bajara, aunque con las manos atadas se paraba en cada escalón, vacilando un poco con la certeza de que perdería el equilibrio y caería.

Pero la señorita Carolyn era despiadada; cada vez que Donny se detenía, vacilando y con la respiración entrecortada, le metía mano con un dedo de uña larga y decía alegremente "Vamos, cariño, vamos, ahora." Así que bajó las escaleras tambaleante lo mejor que pudo, hasta que sus pies desnudos se estremecieron y sus dedos se menearon sobre un suelo frío, de cemento.

Donny miró alrededor; estaban en un sótano perfectamente normal, con una lavadora y una secadora y un horno alto y una puerta a cada lado. La señorita Carolyn le empujó hacia la puerta más pequeña, la de la izquierda, palmeándole el culo para que se diera prisa.

"Este es un sitio especial," le dijo, usando el mismo juego de llaves que había abierto la puerta de la bodega para abrir la más pequeña. "Mi pequeña sala de juegos.  ¡Dios mío, lo que les gustaría a esos viejos pollos de la ciudad ver lo que estás a punto de ver tú! ¡Dios, vaya si les gustaría! Todos sus miedos justificados, todas las pequeñas sospechas repugnantes..." giró la llave y sonrió a Donny. "¿Estás preparado, muñequito?" susurró. "¿Preparado para meter un dedo en el infierno, y para la condenación y esas cosas?"

Donny se mordió el labio y apartó la mirada. La señorita Carolyn estaba rodeada de sombras. No podía ver mucho de su cara más allá de sus dientes blancos y sonrientes. Tenía que estar tranquilo. Tenía que dejar de mirar abajo cada pocos minutos a los pies desnudos de la señorita Carolyn, y de preguntarse si el suelo le estaba ensuciando la planta de los pies, preguntándose si le haría que se los volviera a lamer hasta dejarlos limpios. Tenía que dejar de excitarse tan malditamente.

Donny, no viendo elección, se colocó delante de ella. El suelo estaba cubierto de una gruesa alfombra blanca y la habitación misma era grande, más grande de lo que había esperado Donny. Pero todo lo demás respecto a ella era exactamente como había imaginado que le recibiría el fondo de las escaleras de la bodega.

Es una cámara de tortura, pensó Donny delirante. Justo como en los vídeos de Goddam.

Había cadenas en las paredes pintadas de blanco, con esposas colgando de ellas. Había una mesa pequeña con ruedas, erizada de pequeños instrumentos que a Donny no le apetecía mirar o pensar en ellos mucho rato.

Había un armazón de madera colgando de la pared con látigos y varas y un plumero para el polvo con un gran mango de madera. Algunas partes del suelo estaban llenas de más esposas, pequeños zapatos con tacones de altura imposible, y otras cosas, cosas de locos: un puñal, cajas de condones medio vacías, una gran maquinilla de afeitar y un bote de crema de afeitar, una variedad de consoladores de colores brillantes, y tipos raros de equipos eléctricos cuyo uso Donny no podía imaginar. En el rincón había una gran cosa de madera, dos tablas de madera pulida con agujeros. Donny sabían lo que eran por los videos; eran cepos.

Y había una mesa grande, justo en el centro de la habitación. La mesa consistía en una superficie blanca y plana montada sobre fríos tubos de acero, una mesa de operaciones. Randall, todavía desnudo, estaba atado a aquella mesa con grandes grilletes de cuero, los brazos estirados por encima de la cabeza y las piernas bien separadas. Tenía los pies hacia la puerta de modo que Donny no podía verle muy bien la cara; sin embargo podía ver el gran consolador vibrante que la señorita Carolyn le había metido en el ojete.