Primera vez...en vivo y sin webcam de por medio.
Teníamos varios años jugando con la posibilidad, sin animarnos más, que jugar por la Webcams. La excitación de ver y dejarse ver por otras parejas y de vez en cuando algún hombre o mujer nos tenía entrampados.
Primera vez...en vivo y sin webcam de por medio
Cómo habíamos gozado en el avión, mientras Ilena me masturbaba en primera clase, yo jugaba con su vagina mojada con profundas caras de deseo reprimido. La aeromoza nos había visto y se había masturbado callada en su silla plegadiza haciendo compás a la señora en la sexta fila que con solo oír nuestros gemidos se había tocado como nunca hubiera pensado.
Aquí íbamos juntos en una nueva experiencia, con 23 años de casados y 5 años experimentando con fantasías, aventuras y deseos contenidos. Habíamos ganado el concurso y aunque Ilena no estaba convencida de ir si ganábamos, estábamos ya por llegar al Desire.
Teníamos varios años jugando con la posibilidad, sin animarnos más, que jugar por la Webcams. La excitación de ver y dejarse ver por otras parejas y de vez en cuando algún hombre o mujer nos tenía entrampados.
Ahora estábamos por iniciar una nueva experiencia, del lobby llegamos al cuarto donde con esa pena excitante de ver más que de hacer, empezamos a hacer. No aguantamos y después de aventar las maletas, nos pegamos contra la pared, besándonos y tocándonos sin resguardo, con mucha excitación de ambos, le recorrí el cuello hasta llegar a sus senos mientras se erguía, ella, con prisa desabrochaba mi pantalón para encontrar mi pene que buscaba una salida, la falda de lado, la tanga mojada y ella volteándose sobre la pared deseando que la penetrara. Nos oíamos y oíamos el cuarto de a lado con la misma fuerza y gemidos acompañados, no fue largo pero fue intenso, exclamamos un suspiro de descanso mientras oíamos el cuarto de a lado gritar, sin la timidez que nosotros pronto dejaríamos.
Dormimos unas horas, estábamos exhaustos, despertamos con sonrisa cómplice, uno al lado del otro. Después de un rico baño, con masajes complacientes bajo la ducha, nos vestimos, era jueves y música era lo que habría. Mejor para nosotros, empezar más suave esta aventura. Ilena se puso esa blusa que me encanta sin nada abajo, con escote largo y profundo, falda corta, piernas duras, como me gustan desde el primer día que las vi y más desde que las abrí.
Después de una cena suave, fuimos a la Disco donde al principio lejos de otros nos acercamos a una pareja muy agradable con cara de tranquilos, de no pasa nada, cuéntenos su historia. Bailamos junta a ellos, con ellos, entre ellos, esto estaba tomando forma y el licor hacia su suave trabajo liberador de culpas. El no era lo que yo pensaba que le gustaría a Ilena y ella, era lo que no le hubiera confesado a Ilena que me gustaría. Estábamos descubriendo cosas nuevas, gustos nuevos.
Acabamos en su cuarto a lado del nuestro, con canto y baile. Rocío empezó a bailar a lado de Saúl, dándole gusto y aceptando el permiso que ya se habían dado de jugar con nosotros. Ilena y yo, expectantes, nos mirábamos cómplices. Saúl se acerco a llena y la invito a bailar, y ella se dejo llevar mientras la veía, Rocío me volteaba a ver con sonrisa excitada. Ilena se dejo besar y recorrer el cuerpo, aflojando su ropa, me volteaba a ver con intento de cara de pedir perdón mas no permiso.
Rocío y yo mirábamos como Saúl la seducía, e Ilena le recorría el cuerpo con ganas de encontrar su virilidad solo probada en mí en muchos años. Le encantaba sentir como la dureza de su pene se sentía debajo de su ropa, le excitaba que la vieran y generar durezas. Le saco el miembro y lo empezó a besar primero con delicadeza y luego con furia. Rocío me invito a que me acercara a mi mujer por detrás y le quitara la ropa, al parecer ellas habían hablado de la fascinación de tener dos hombres al mismo tiempo, volteó y sin verme totalmente llevó mi pene a su vagina completamente mojada. Estaba extasiada, la respiración se le iba mientras nos sentía a los dos y gemía como nunca lo había hecho.
Eso me gustaba, ver a mi mujer con otro hombre. Rocío estaba feliz con su obra, pero también tenia ganas de sentir, y quería agradecerle el tiempo que había cedido al inicio para que mi mujer cumpliera su fantasía. Los olores me matan y oler a alguien más siempre ha sido un placer, me acerque a Rocío besándole por el cuello y deteniéndola en sus intentos por tocarme. Necesitaba recompensarla con calma mientras Saúl e Ilena nos veían y se tocaban mientras yo hacia vibrar y temblar a Rocío, acostumbrada al sexo furioso necesitaba que sintiera el sexo intenso, profundo y largo. Con manos, resoplos, dedos y humedades le ayude a terminar con una gelatina de limón que deshice en su vagina. Los cuatros estábamos satisfechos con risas cómplices pensando en lo que seguiría el día de mañana. El Desire tenía dos viajeros frecuentes más, Ilena y Antonio