Primera vez sola con otro
Tenía que saber si era cierto lo que contaban de ese hombre
Primera vez sola con otro
Un día en la empresa donde trabajo, una compañera me contó que su cuñada tenía un novio y que según su cuñada aquel novio tenía un pene muy grande que era de más de treinta centímetros, muy grueso y que hacía disfrutar tanto a la cuñada, que ella ya había compartido a su novio con algunas amigas y que todas estaban súper encantadas con ese pene tan grande; nosotras nos reíamos y disimulamos con chanzas y chistes el hecho de que nos había causado una gran impresión; mi esposo tiene un gran pene pero tampoco como el que me contaba la amiga y me empecé a acordar el pene del señor que me cogió en el teatro; yo nunca había visto otro diferente al de mi esposo, por lo menos en vivo y en directo, el del hombre del teatro era más pequeño que el de Alberto porque entró más fácil en mi ano; mi compañera de trabajo me preguntó que si alguna vez había tenido un pene muy grande, yo le dije que no tan grande como el que me contaba, pero que me gustaría verlo, a ver si era real, lo dije como en broma, pero ella me contó en secreto que ya tenía la dirección del novio de su cuñada y que ella estaba interesada en ir y tratar de salir con el chico; me contó en donde era y que ese fin de semana iría.
El lunes siguiente estaba yo más ansiosa que nunca y mi compañera llego con una sonrisa que no le cabía en el rostro; me contó con detalles todo lo que había hecho y que efectivamente el pene era tan grande como lo describían, que el muchacho estaba acostumbrado a recibir muchas mujeres en su casa porque ya se sabía que no solo era su gran pene sino porque hacía el amor de una manera espectacular; yo inmediatamente le dije a mi compañera que yo si nunca haría una cosa así pero que respetaba sus gustos y me alegraba por ella.
Pero la cosa no podía quedar así; yo no quería contarle a mi esposo lo que el comentario de mi compañera me había excitado, porque él se aceleraría y trataría de que fuera allí e hiciera algo de lo cual yo me arrepentiría después; pero tenía tanta curiosidad y en el fondo sin saberlo una excitación tan fuerte, me imaginaba que el tipo del teatro era aquel con ese pene tan grande y que me lo acercaba a mis nalgas y trataba de metérmelo, yo le ayudaba para que me lo metiera y siempre cuando me lo empezaba a meter en el ano, me venía en un orgasmo formidable; siempre quedaba con ganas de saber que se sentiría un pene así adentro mío.
No pude aguantarme más y una tarde a la salida del trabajo me fui hasta el sitio donde quedaba la casa del novio de la cuñada de mi compañera para tratar de verlo y saber cómo era, me senté en una cafetería que quedaba en la esquina de enfrente y me acomodé en la ventana para ver si salía, al rato vi llegar un taxi de donde se bajó una pareja que entraron a la casa, al caminar por el jardín vi que la chica era una rubia muy alta y lo tenía agarrado de la cintura y su cabeza estaba apoyada en el pecho del hombre, entonces entendí que él era el del pene grande, tenía que serlo, era un hombre de unos 35 años de casi 1.90 de altura se veía algo atlético y me causo una impresión muy buena, de solo verlo e imaginarme su gran herramienta me mojé un poco y tuve que apretar las piernas para no dejar salir algún líquido. Estuve en esa cafetería como una hora y ya me retiraba cuando la mujer que había entrado, salió y se dirigió hacia la esquina en donde estaba la cafetería en donde me encontraba; sentí un poco de escalofrío sabiendo que ella acababa de recibir ese gran pene y que venía caminando con una ligereza propia de una buena sesión de sexo, y en el rostro se veía muy feliz, yo me quedé viéndola caminar y ya seguía derecho pero de pronto se devolvió y entro en la cafetería, pidió un cigarrillo y se sentó a fumarlo; no me pude contener, me acerqué y le pregunté si podía sentarme con ella, me miro un poco desconfiada pero me dijo que sí; inmediatamente le pregunté si conocía a mi compañera de trabajo, lo hice para saber si era la cuñada o era otra amiga más, me dijo que no la conocía y entonces me atreví a confesarle porque estaba allí, ella me confesó que era la segunda vez que lo visitaba y que cada vez le gustaba más, que en realidad su pene no solo era formidable sino que el tipo en realidad lo sabía usar, me recomendó que no dejara pasar esa oportunidad, que ahora estaba más que dispuesto porque sabía que no tendría visitas por ese resto de tarde. Ella se fue y me quedé un rato largo pensando, sabía que por mi esposo no habría problema, es más a él le encantaría la idea, el problema era yo; por un lado, tenía un susto muy grande, había sido criada de una manera muy recatada y creía que no podría superarlo, pero por otro lado la excitación era muy superior, me decidí acudir a mi destino.
Toqué el timbre y me contestó una voz muy fuerte y profunda casi tanto como la de mi esposo, que además me agrada mucho este tipo de voz, me identifiqué como una amiga de la cuñada de mi compañera de oficina y me dijo que pasara y siguiera al patio interior que ahora me atendería; ese día estaba con un vestido de una pieza muy primaveral lleno de flores y de tela muy suave que el viento movía al caminar, me sentía fresca y frágil; como casi siempre, y de acuerdo a los gustos de Alberto, que ya casi eran mis propios gustos no llevaba sostén y tenía una pequeña tanga de esas que atrás es apenas una tirita que se introduce muy adentro, me sentía como si estuviese desnuda bajo el vestido que apenas me llegaba a cubrir la terminación de mis glúteos; llegué al patio interior y en la mitad había una especie de fuente, me acerque a mirar si habían peces, agua o que era; no veía a nadie por ningún lado y subí un pie en el borde de la pileta y me incliné para mirar; era una pequeña fuente que se encontraba apagada, tenía algo de agua en la que no se veía ningún pez, pero parecía de agua muy fresca; me quede un rato mirando el movimiento del agua y sintiendo como el viento levantaba suavemente mi vestido por atrás, pensando que si alguien me veía así podría fácilmente verme las nalgas casi desnudas; estaba excitándome más con esta idea cuando sentí una presencia a mi espalda; no quise voltear, sabía que era él, me empecé a emocionar tanto que mi pulso se aceleró, sentía un nudo en la garganta y la respiración parecía que no quería salirme, quería moverme, hacer algo pero estaba petrificada, sabía que podría ver por debajo de mi falda y lo sentía acercarse más y más; sentí su calor antes de sentir su cuerpo junto a mi espalda, me quedé inmóvil, sintiendo como su ojos me recorrían toda, esperando el momento en que sus manos llegarían hasta mí, en una parte de mi mente y por un instante recordé al hombre que me tocó en el cine y me excité más aún; sentía que mis piernas me estaban fallando, mi vagina estaba tan húmeda que empezaba a sentir como bajaban líquidos por mi muslo, incluso sentí palpitar mi ano; deseé tanto que me tomara en sus brazos porque si no caería, deseaba tanto voltear a verlo y encontrarme con ese hermoso y gran pene que quería para mí, lo quería sentir de una vez, era tan placentero pero no pude resistir más, me derrumbe en un explosivo orgasmo que casi me lleva al suelo, no podía contenerme, temblaba tanto y gemía como nunca antes en ningún orgasmo de tantos que mi esposo me había procurado; era increíble, no terminaba, sentía que seguía saliendo flujo y no paraba y que estaba tan caliente que me quemaba y aún no me había tocado; era tanta la delicia que sentía que mi cuerpo todo se convulsionó de tal forma que él me tomó de los hombros y seguramente, como muy conocedor de lo que me estaba sucediendo simplemente me abrazo y acariciándome el pelo me miró a los ojos que yo cerraba intermitentemente para vivir más aún el orgasmo más fantástico de toda mi vida; era tanto y tan hermoso lo que sentía que estaba totalmente dispuesta a entregarme a él ahora y así fue.
Definitivamente mi esposo tenía toda la razón, estaba tan excitada con solo sentir la presencia de un extraño cerca y sabiendo que pronto dejaría de ser fiel a mi único hombre, esto me ponía más caliente aún, el tipo me tenía abrazada dejando que yo disfrutara de tan intenso orgasmo temblaba de pies a cabeza y mis fluidos vaginales seguían saliendo; lentamente, él me llevó caminando hasta el interior de la casa y me ayudó a sentarme porque yo sentía que me caía si no me sostenía; me trajo una copa de vino que yo bebí sedienta y luego lo detalle muy despacio, era bastante apuesto y alto tenía el pecho amplio y se veían claramente sus músculos, pero por supuesto mi mirada tenía un punto determinado, quería saber que tan cierto era todo lo que me habían contado de él, le miré el paquete por encima de sus pantalones y claro que tenía algo muy grande allí, no podía desprender mis ojos de ese gran bulto pero haciendo un esfuerzo lo mire a los ojos, el me invitó con la mirada a que me acercara; yo estaba petrificada, no podía moverme, solo quería salir corriendo; lo miré como pidiéndole ayuda y tal vez entendió porque se acercó lentamente; se sentó junto a mí acariciándome el pelo me besó suavemente en la mejilla y trató de llegar a mis labios, yo no pude aceptarlo y alejé el rostro, entonces se detuvo y levantándome el rostro con las manos me preguntó a que había venido, traté de explicar pero las palabras salían atropelladamente, casi sin sentido, no sé qué le dije porque el simplemente me rodeo con sus grandes brazos y me estrechó fuertemente, sin prisas y me sentí mucho mejor, luego me acarició el cuello y me dijo que no haríamos nada que yo no le pidiera; lo mire a los ojos y le agradecí con la mirada.
Me preguntó si quería ver lo que había venido a ver, yo apenas asentí y entonces se desapuntó el pantalón que llevaba y se quedó quieto, yo me puse tensa pero acerqué mi mano y apreté fuertemente ese gran paquete por encima del pantalón; sentí que se movió con fuerza, entonces ya no me aguanté más y metí la mano……hummmmmmm, que emoción, lo sentí tan caliente, tan grande, no podía creer lo que tocaba, tenía que verlo y apresuradamente le bajé el pantalón que ya tenía suelto y ante mí, salto imponente un gran pene, no, era mucho más, yo había visto en películas varios penes y algunos eran muy grandes, incluso el de mi esposo me parecía que era supergrande, pero esto desbordaba ampliamente cualquier comparación; lo tomé con mis dos manos y a pesar que mis manos son grandes y poniéndolas en línea una al lado de la otra no alcanzaba a tomar todo ese pene tan grueso y largo; empecé a imaginar que ninguna mujer podría introducirse semejante pedazo, pero entendí que el placer debería ser tan intenso pues yo ya estaba otra vez desprendiendo una gran cantidad de fluidos por mi vagina, hasta sentía como mi ano palpitaba, quería hacer algo pero no me atrevía, él sabía lo que yo sentía porque lentamente me tomo de los hombros y empezó a desnudarme, yo quería que la tierra me tragase, pero también quería experimentar aquello, ya no podría detenerme; una vez desnuda, empezó a acariciarme los senos con una delicadeza que no parecían propias de un hombre de ese tamaño, lo hacía con una sola mano y con la otra se despojó de su ropa quedando como yo, totalmente desnudo; el gran pene por su peso no podía estar horizontal, se balanceaba de arriba abajo y de lado a lado, yo no podía impedirlo, mis manos lo tocaban todo, desde la base hasta el inmenso glande que parecía una gran pera roja; el me tomo de la nuca y trato de hacerme bajar para que le practicara sexo oral; sabía que no podía negarme a que hiciera conmigo lo que quisiera y acerqué mi rostro y lo toqué con mis labios, suave y luego lo besaba por todo el contorno, sentía como ese pedazote de carne palpitaba con la cercanía de mis labios, empecé a darle pequeños besos suaves y cada vez fueron más fuertes, me gustaba sentir esa piel tan suave y ese olor a macho, fuerte, excitante, él me tomó de la cabeza y me acercaba a la punta para que lo tomara en mis labios; por más que quisiera no podría introducir ese pene en mi boca, pero tenía una obligación conmigo y con este hombre de intentarlo, así que abrí mi boca todo lo que pude y escasamente sentía una pequeña parte de la cabeza del pene tratar de entrar, ante lo cual él, sin soltarme la cara me empezó a acariciar el cuello y alrededor de la boca que estaba totalmente abierta, trataba de relajarme más los músculos, pero era imposible; entonces se sintió más excitado y trato de meterlo muy fuerte, sentí que me rompería mi boca y trate de abrirla todo lo más, sentí que entro un poco más, pero ni siquiera así entro la punta completa; entonces sentí el sabor de su liquido preseminal, y me encantó, traté de pasar algo y mi boca succionó; el aprovechó para enterrar todo el glande, sentí que me llenaba completamente pero era una sensación de satisfacción tan grande que sentí que otro orgasmo me llegaba; el sintió mis temblores y me penetro con sus dedos en mi vagina haciendo aún más explosiva mi llegada; él seguía empujando su enorme pene dentro de mi boca pero no había posibilidad de continuar, todo su glande estaba adentro, sentía mi mandíbula como si se desprendiera del resto de la cara, traté de abandonarme a las sensaciones en mi vagina y no sentir ningún dolor en mi boca, pero era muy difícil, el pene parecía que crecía, entonces presentí tarde lo que pasaba, empezó a eyacular y por supuesto que me atragante de tanto semen que perdí el control y cogí con las dos manos aquel pene intruso para tirarlo y sacarlo antes de asfixiarme con su caliente líquido; él entendió mal, pensó que yo quería era masturbarlo y apretó más su cadera contar mi cara y no sé qué me ocurrió, mi garganta se dilató tanto que permitió que su pene entrara un poco más y se llenara de semen que tragaba y tragaba sin parar; el empujó más y sentí que se introducía más en mi hasta que trancó muy adentro de mi garganta, yo no podía moverme y sentí mi nariz que se abría al máximo para respirar porque la boca y garganta estaban totalmente taponadas; sentí como seguía brotando semen hasta que se quedó quieto en mi interior, yo seguí en un orgasmo tan prolongado por semejante excitación que me producía sentir ese pene enorme tratando de entrar más y más; sabía que ya no entraría más y aún faltaba más de la mitad; yo trataba de imaginarme la escena, yo casi de rodillas frente a un perfecto desconocido, cuyo enorme verga me estaba perforando toda la garganta y aún quería penetrar más; eso no dejaba de excitarme más y más. Después de varios minutos el me tomó del cuello y masajeándolo fue sacando poco a poco el pene que aún continuaba erecto, aunque no tanto como hacia un rato; me levantó del piso y me besó con fuerza en el cuello, en los ojos, en todo mi rostro y finalmente me beso en la boca, penetrándome con su insistente lengua tratando de acaricia la piel interior lastimada por semejante esfuerzo.
Poco a poco me volvió la compostura; sentí que era el momento de salir de esa casa pero que lejos estaba de la realidad; él me condujo a su gran cama, parecía que todo en él y alrededor de él era enorme; me acostó de lado y se acostó junto a mí. me acarició despacio, todo el cuerpo, yo trataba de no sentir nada para poder calmarme e irme cuanto antes, pero sus caricias eran tan sedosas, tan intensamente suaves y contundentes que me dejé llevar nuevamente; no me atrevía a mirarlo a los ojos, solo bajaba la mirada y me di cuenta que su pene estaba listo otra vez, eso me emocionó tanto que lo agarre con las dos manos y lo recorrí de arriba abajo, trataba de abarcar todo el grosor pero no podía, el con una de sus manos me acariciaba las nalgas y con la otra sobaba mis senos que estaban duros al punto de dolor; mis pezones estaban muy parados, luego me besó una y otra vez, me encanta que me besen; me besaba y metía su lengua bien adentro y yo se la devoraba y trataba de halarla para sentirla cada vez más adentro; luego empezó a penetrarme con sus dedos en mi vagina, eran largos y gruesos, como un pene no tan pequeño, me penetró con dos dedos, luego otro y otro más trataba de penetrarme con toda la mano la giraba y la empujaba; yo traté de ayudarlo y me abrí bien de piernas entonces con la otra mano el me acaricio salvajemente el ano y me penetro con un dedo bien adentro, yo sentía que nuevamente me estaba mojando de deseo y de otro inminente orgasmo.
Cuando sintió que yo estaba más que lista; me dio la vuelta y me coloco de rodillas con la cadera bien levantada, yo temblaba por lo que venía, sabía que haría todo mi esfuerzo por sentirme penetrada por ese monstruo pero sería imposible que lo lograra, sabía que él era el experto y así decidí dejarme totalmente en sus manos; me dejé hacer lo que quisiera y cuando me tenía en la posición que quería me abrió bien de piernas quedando mi vagina totalmente abierta pero más aún mi ano; el tomo algún lubricante de la mesita lateral y me unto bastante cantidad, en la vagina bien adentro y por los labios, esa caricia me excitaba más aún, luego tomo más lubricante y me penetro con dos dedos en el ano, los movía de todos lados los giraba los metía al fondo, los sacaba hasta la punta y luego sin sacarlos los separaba y nuevamente los metía sin juntarlos, luego sentí que metía otro dedo y los giraba y los abría para permitir que el esfínter se dilatara todo lo posible; de pronto sentí que me penetraba por el ano con algo mucho más grueso, no eran sus dedos, pensé que me había metido toda la mano pero no, era más firme; temblé de pensar que era su pene, pero no podía ser, no me había dolido casi nada, al contrario me sentía plena y muy caliente de tenerlo adentro, volví a mirar y me di cuenta, no sé en qué momento, había sacado un consolador grande con forma de pene y me lo estaba metiendo todo en el ano, era tan grande como el pene de mi esposo, era delicioso sentir aquello, lentamente lo metía y lo sacaba; simultáneamente me acariciaba el clítoris con su otra mano. luego sentí que me abría la vagina con sus dedos y ahora era allí en donde se dispuso a abrírmela lo más que pudo, me metió cuatro dedos y los movía como si se tratara de un pene que estaba por eyacular con una rapidez asombrosa; no paraba ni un momento, el consolador en el ano siguió entrando y saliendo; ya estaba a punto de venirme nuevamente cuando sin esperarlo, en un solo movimiento sacó el consolador, saco su mano de la vagina y me acomodó su pene en mi vagina; empujó lo necesario para trancarse allí dentro; no lo pude detener; que orgasmos, temblaba de la cintura para arriba como una enferma, mis senos me dolían de lo duro que estaban, mi cadera estaba inmóvil no podía ni adelantarla ni moverla para atrás, el pene me había entrado sin esperarlo casi hasta la mitad, era inmenso, no podía soportar el dolor tan fuerte que sentía pero era tanto el placer y tanto el flujo que seguía saliendo, que mis piernas se aflojaron y casi me caigo sobre la cama pero me atrapó fuertemente sin dejarme caer empezó la retirada de su imperioso y gigante pene, era un pequeño descanso, luego de sacarla solo una pequeña parte volvió a metérmela aún más adentro y entonces ya no pudo detenerme más y caí casi desmayada sobre la cama; él se arrastró conmigo para no perder su penetrada, entonces se ladeo y se recostó a un lado sin sacarlo, luego tomo mi pierna izquierda y la levanto lo que más pudo para girar su cuerpo y quedar dentro de mis piernas, para así girarme y quedar yo de espaldas y el encima en la posición de misionero, luego sin sacar el pene me seguí moviendo para desplazar mis piernas hasta su cintura y seguirlas subiendo, cada vez que me acomodaba sentía que el pene se me entraba más y más; llegó hasta colocar mis piernas sobre sus hombros y en esa posición me sentí que podría perforarme tanto y hacerme daño, traté de incorporarme, pero claro que no me lo permitió, al contrario me apretó fuertemente y me penetró tan duro que perdí el conocimiento.
Desperté sintiendo un fuerte ardor en la vagina y una sensación de estar llena, totalmente llena, él me estaba mirando intensamente; cuanto tiempo pasó, no importa, él sonreía y me hizo sonreír, sentí todo su enorme pene dentro de mí, sabía que me había rasgado sentía como salían y salían líquidos de mi vagina, sabía que no solo era mi orgasmo era sangre seguramente y por supuesto semen; él estaba quieto, mis piernas en lo alto, las miraba y parecía que no fueran mías, no las sentía, me beso tierna y suavemente, luego con más pasión y finalmente nos besábamos con tanto ardor, mi lengua buscaba la suya la succionaba y el me apretaba los labios con los suyos, sentí un nuevo calor en mi adolorida vagina, su pene estaba recuperando su grandeza, aunque parecía que no la había perdido, sentí susto de pensar que nuevamente me haría daño, pero no, se quedó quieto, solo el pene se movía en mi interior, sentí que palpitaba y comencé a mover los músculos de la vagina para acompañarlo, me fui excitando otra vez y el empezó a moverse lentamente adelante y atrás; me penetraba el ano con un dedo; después me metió dos dedos y después otro, me apreté a él fuertemente y sentí como mi vagina se acostumbraba a su volumen….mi ano estaba gratamente atendido y estaba empezando a sentir que otro orgasmo se avecinaba; él se acomodó mejor y me saco gran parte del pene para luego metérmelo hasta el fondo y otra vez lo sacaba hasta la mitad y lo hundía hasta que sentía estrellarse con la pared del útero; sentía un fuerte dolor con cada embestida pero era más el placer de sentirme tan llena tan absolutamente poseída; ese enorme pene casi entrándome todo dentro de mi hasta donde alcanzaba y sus cuatro dedos en mi ano, que placer tan indescriptible, me vine en un nuevo orgasmo, esta vez completamente consiente y fue de tanto placer que lo apreté tan fuerte como agradeciéndole todo lo que me hacía sentir; sabía que mi esposo estaría absolutamente encantado cuando le contara y recordándolo volví a sentir otro orgasmo.
No sé cuánto duro ese momento sublime, él se derramó tanto que la cama y sus tendidos estarían completamente empapados, luego saco el pene hasta la mitad y retiro sus dedos de mi ano; me miró a los ojos y me dijo que ahora probaríamos el ano; salté de la cama como pude, no sé cómo, me desprendí de su abrazo y casi gritando le dije que ni loca podría meterme eso en el ano y comencé a buscar mis ropas; me vestí apresuradamente y casi sin despedirme salí de la casa; apenas afuera me di cuenta que estaba totalmente mojada que no me aseé y que cualquiera se daría cuenta en el estado en el que iba, pero no me importó; yo seguiría disfrutando de esa experiencia por mucho tiempo.