Primera vez en el área de descanso.
Un área de descanso en una autovía. Ella obedece aunque la entregue a un invitado.
Primera vez en el área de descanso.
Recuerdo que sucedió al amanecer, según volvíamos de ese Motel de carretera donde tanto te gusta poner los cuernos a tu marido.
-. ¿Qué ahora tienes ganas de hacer pis?. Joder… Vale… Hay un área de descanso cerca… Antes era un sitio donde las parejas venían a follar en los coches. Alguna lo hacía fuera, la voz se corrió como la pólvora y se llenó de mirones. Ahora es un sitio de “cruising”. Aunque lo que más hay son gays. Sobre todo, desde que les cerraron “El Subterráneo”, su bar de ligoteo por excelencia.
Paro el coche y bajamos.
-. Venga, vamos ahí detrás a hacer pis.
Entre los arbustos, medio escondido hay alguien. Seguramente sea un mirón. No te digo nada. Dejo que te desabroches el pantalón vaquero y empieces a bajártelo. Cuando ya está por debajo de las rodillas te aviso.
-. ¿Un mirón? Preguntas entre asustada y extrañada intentado subirte a toda prisa el pantalón.
No dejo que lo hagas. Interpongo mi mano y te detengo.
-. Estáte quieta. Sigue bajándote el vaquero, venga. A lo mejor no es un mirón y se va.
-. No…
-. Ya sé que estás cortada, pero seguro que él está tanto, o más perplejo que tú. Venga, sigue.
No te mueves. Te lo ordeno susurrando entre dientes: un simple y tajante “hazlo”.
-. Tengo miedo, murmuras.
Dudas un instante. Me miras. Reitero la orden, pero ahora más autoritario: “hazlo ahora mismo”.
No sé por qué te resistes, si al final obedeces como siempre. Continúas bajándote despacio los pantalones. También las braguitas.
Él sigue oculto en la penumbra, agazapado, mirando mientras te bajas todo.
-. “Hasta los tobillos”, digo remangándote un poco la blusa. Quiero que te vea bien.
Él sabe perfectamente que yo le he visto. No le digo nada, con lo cual… Es como si le diera permiso para mirar lo que quiera. No le haré nada.
Te agachas y te sujeto. Estás algo asustada. Se te nota. Pero sigues adelante. Sé que te puede el morbo.
La postura, la vergüenza de que te vean… No levantas la cara. Ni me miras. El pis tarda un poco en salir.
Camina a nuestro alrededor. Ahora está detrás de ti. Se mueve. Callado, silencioso, sin decir siquiera buenas noches. Te ha visto entera. Ha visto tu coñito. Ha visto tu meada “en primera línea de playa”.
Se coloca frente a mi mirándome, a tu espalda. Tú estás en medio de los dos. No puedes ver lo que hace. Solo que yo asiento. No sabes a qué le estoy diciendo que sí con la cabeza.
Te incorporo. Vuelvo a remangar tu ropa. Está bastante por encima de los riñones. Lo sujeto para que no caiga y te tape. Estás desnuda desde la mitad de la espalda hasta los tobillos. Te atraigo hacía mí.
-. Separa un poco las piernas, ábrelas todo lo que puedas.
Tiro de ti hacia los arbustos. Apenas puedes andar y menos abrir las piernas. Te hago avanzar. No sé cómo lo haces, pero pisas una pernera del pantalón y sacas un pie. Ahora si puedes caminar, y desde luego puedes separar las piernas.
No lo sabes, pero nuestro amigo se ha sacado la polla y se está masturbando. Se agacha y gira un poco la cabeza, intentando ver como asoman los labios de la vagina desde detrás. Empujo tu vientre forzándote a sacar el culito hacia atrás. El mirón sonríe.
Permito que te vea un ratito y sin avisar tiro de ti hacia adelante. Te pego a mí. Un buen morreo. Mis manos soban tus glúteos. Enteros. Agarro los cachetes, los meneo. Incluso separo obscenamente las nalgas para que vea el agujerito de tu culo. Bueno, si es que puede ver algo con tan poca luz.
¡Qué más da! Lo vea o no, sabe que se lo estoy enseñando y desde luego, está viendo cómo te lo manoseo.
Cuando dejamos de morrearnos, desabrocho del todo la blusa, tiro de las solapas hasta colocarlas sobre los hombros. Saco tus tetas por encima del sujetador. Una en cada mano. Les aprieto con fuerza, pero sin llegar a hacerte daño.
-. Serás guarra… mira que te gusta que te vean... Si se entera tu marido lo puta que eres...
No lo tenía pensado. Me salió del alma. Lo dije en voz alta, para que él lo oyera. Lo hice para excitar más al mirón, para animarle a que siguiera mirando todo cuerpo.
Fue como el pistoletazo de salida. Empezó a menear más rápido su polla.
Otro morreo. Toco otra vez tus nalgas. Un sonoro azote, de los que hacen ruido, pero no duelen. Te toqueteo a conciencia. Culo, tetas… Y ahora, de vez en cuando, deslizo mis dedos entre tus labios buscando tu clítoris.
-. Te estás mojando…
Lo digo en voz alta. Has jadeado un poco.
-. ¿Te gusta que te toque el coño? pregunto con ganas de avergonzarte todo lo que pueda.
Jadeas. Insisto. Incluso dejo que mis dedos penetren un poco en tu vagina. Gimes. Cada vez más fuerte. Cada vez te controlas menos. No te queda más remedio que reconocerlo delante del extraño. Se te escapa un gemido. Humillándote aún más asientes con la cabeza.
-. Ven mira, le digo al mirón, ¿Te gusta su culete?... Ven… acércate… No pasa nada… Si a esta putita le gusta que la vean… Se pone cachonda cuando la miran.
No te dejo volver la cara, no quiero que sepas ni que aspecto tiene el mirón. Sé que eso te dará más morbo. Sigo tocándote el coño. Está empapado.
-. Joder… ¿esto es meado o te estás calando?... So puta…
Lo vuelvo a decir en voz alta…Quiero que los dos os excitéis aún más. Controlar el morbo, el deseo de los dos, de mi amante y de un desconocido me la está poniendo durísima. Me restriego contra ti.
-. ¿Sabes tío? Venimos de ponerle los cuernos a su marido… Está recién follada y quiere más…
El tío se acerca. Oyes los pasos. Te doy otro cachete en el culo para animarle. Toco insistente tu coño. Estás que ardes.
-. ¿Te gusta? Pues tócala joder, no te cortes.
Me miras asustada, pero no dices nada. Solo gimes.
¿Se animará? Apenas te estoy tocando y ya te vas a correr. Jadeas y jadeas. Lo digo en voz alta, quiero que él se excite más aún, y ya de paso… ver si se atreve a tocarte o no.
-. Mira esta guarrilla cómo se pone…. Venga tócala joder… No te cortes… No pasa nada… Si… Venga… tócala el culo… o las tetas… o su coñito… Lo que quieras… Insisto susurrante con voz sugerente, incitándole a ello… Lo que quieras…
Me siento como si fuera el demonio de las tentaciones, el diablo de la lujuria.
-. Venga tío… vas a poder tocarla, pero no te la follarás… Eso solo lo haré yo…
Está casi pegado a ti. Le notas a tu espalda. Das un pequeño respingo cuando roza su desnuda polla por tus nalgas…Te ha sorprendido que la tuviera fuera… No tienes tiempo de más sorpresas. Inmediatamente notas como toca tus nalgas, como su mano rodea las caderas. Choca con la mía en el coño y rápida sube a las tetas. Directo a retorcer tus pezones.
Me miras con cara de sorpresa, avergonzada, colorada diría yo. Y ya no aguantas más.
Te corres. No puedes evitarlo. Me encanta esa mirada con esa mezcla de sorpresa y vergüenza por correrte mientras descubro tus vicios…
Gimes, jadeas, te retuerces, tiemblas…
Aguantas todo lo que puedes, te resistes, quieres retenerlo, hacerlo más intenso. Al final explotas. Gritas de placer. Como siempre tan escandalosa. Te abrazas con fuerza a mí al sentir como un fortísimo orgasmo hace temblar las piernas. Apenas unos segundos para que te recuperes y de repente te pones rígida, te tensas. Todo tu cuerpo se arquea y gimes.
-. Me ha metido un dedo por el culo, gritas. El grito ha sido más por la sorpresa que por otra cosa. Por la cara que pones no te ha disgustado nada.
Te echas hacia atrás y rendida por el placer te apoyas en su pecho. No dejo de tocarte el coño. Se oye el chapoteo de los dedos. Desde atrás agarra tus tetas. Da gusto ver cómo te las menea. Con qué ansia las estruja. Gimes cada vez que aprieta los pezones.
Estás preciosa. La cabeza un poco ladeada. Abandonada completamente al placer. Con los ojos cerrados, jadeando…
-. So puta… susurro en tu oído, aunque estoy seguro de que el también lo oye, Me está gustando esto de verte en manos de otro tío…
Aprovecho para colocar otra vez mis dedos junto al clítoris y volver a masturbarte. El coño está chorreando. Unto mis dedos en tus jugos y cambio de mano. Se los enseño al fulano ese y te los restriego por la cara. Él hace lo mismo. Me retiro y dejo que desde atrás te rodee las caderas, que sus dedos te abran el coño y entren en la vagina.
Gimes, tiemblas. Veo cómo escalofríos de placer convulsionan tu cuerpo. Veo cómo se te pone la piel de gallina. Te mueves buscando gozar aún más. Tus caderas tan pronto avanzan buscando que los dedos entre más en ti, como retroceden frotándote contra su cuerpo, haciendo que su dedo penetre más en tu culito.
Una de sus manos juega con tu pecho. El otro es tuyo y te lo acaricias. Te miro. Me gusta lo que veo. Me excita. El coño está libre. Vuelvo a tocarte.
Tu respiración se acelera. Jadeas. Si no estuvieras apoyada en él, creo que te caerías. Otra vez vas a explotar. Sí, de un momento a otro. Es evidente.
Nunca te he visto así. Estás como loca. No paras de correrte. Jamás había conseguido arrancarte tantos orgasmos. Y encima sin follarte siquiera.
Y por primera vez “nuestro invitado” abre la boca: “córrete puta” dice con una voz apagada, pero cargada de lujuria, justo cuando empieza otro de tus orgasmos.
Ahora es él el que jadea. Sus movimientos no dejan lugar a duda sobre qué está haciendo.
Te abandonas y te dejas caer encima de mi. No sé si es un jadeo o un gruñido. Sé que él se está corriendo. Lo habéis alcanzado casi a la vez. En ese momento sientes como su semen se estrella en tus nalgas… Un chorro. Dos… Tres…
Apenas un minuto, y sale disparado. Corriendo hacia los arbustos mientras se coloca los pantalones.
Te giro. Quiero verlo. Ha deja tu culo y tus muslos llenos de semen, escurriendo su corrida. Desde luego ha vaciado sus huevos… No me cabe la menor duda… Pienso que se tiene que haber quedado como un reloj.
Dejo que te recuperes un poco… que tu respiración se normalice.
-. ¿Estás bien? Te pregunto.
-. …Ha sido brutal… creí que iba a explotar de gusto… No puedo creérmelo… Bufff… Me has puesto a mil… Y ya cuando he notado su polla en mi espalda… Me he visto empalada por los dos sitios…
-. Pues cuando te ha metido el dedo en el culo, pensé que te la había…
-. Pues porque se ha corrido muy pronto… Si no… Acaba metiéndomela… ¡Si ya la tenía apuntando y todo!… Estaba a mil por hora… Ummm… Y en cuanto sacó el dedito y sentí allí “la cebolleta” … Ufff… Me dije… “Maria del Mar, date por estrenada, este cabrón te encula” …
-. ¿En serio? ¿te iba a dar por el culo? ¿le ibas a dejar que te estrenara el ojete?
-. Hombre… En este estado… Y tal y como la tenía… Y sintiendo cómo empujaba en el culito… Algún día tenía ser el primero ¿no?... Además… Es que… Joder… Una no es de piedra… Si llega a… Bueno, si llega a dar un empujoncito me la empotra hasta los huevos. Me da por el culo como un campeón…
-. ….
-. No pongas esa cara… No me digas que no lo estabas esperando… ¿No?. ¿En serio?... Pues pensé que si… Estaba muy claro ¿no?. … Bufff… Con una mano me sobaba las tetas… y con la otra me metía el dedo en el culito para prepararme… Joder… si es que no paraba de restregar su polla por mis nalgas… No sé… pero cuando sacó el dedo y empezó a colocársela... Tenía muy claro que me iba a follar el culo… Lo que pasó es que en cuanto me tocó el ojete… se conoce que el pobre ya no aguantó más y…
No dejo que termines la frase. Te empujo hacia abajo. Te dejas resbalar sobre mi cuerpo hasta ponerte casi de rodillas, a la altura adecuada. Cinto. Botón. Cremallera. Tiras de la ropa hacia abajo. Quieres que esté cómodo, que no me presione nada.
Miras hacia arriba sonriendo. Está dura, babeante.
Tu lengua la lame de arriba abajo, hasta los huevos, hasta que ya no puedes más. Seguro que si estamos en una cama me chupas hasta el culo. Vuelta a empezar. Te detienes en el glande. Tus labios no tardan en hacer de las tuyas. La lengua juega con mi capullo. Lo haces de maravilla. Qué bien la chupas… Y eso que me has dicho mil veces que a tu marido no se lo haces casi nunca, que no te gusta, que incluso a veces te da hasta asco.
Nada más sentir cómo mi polla comienza a temblar, tus dedos acarician suavemente mis huevos. Es inminente. Los labios la rodean. Me miras. Sé perfectamente que lo odias, que nunca lo has hecho ni a tu marido ni a nadie, que te da un asco terrible. Vuelves a mirar por si he cambiado de opinión. Es suficiente un cruce de miradas. Esta vez no hay marcha atrás. Lo sabes. Cierras los ojos. Sujeto tu nuca. Empujo hasta la garganta. Pero luego la retiro muy despacio. No quiero que vaya directamente al estómago. Quiero llenar tu boca. Sí, que la sientas allí. Grumosa. Pegajosa. Áspera. Una mezcla entre ácido, amargo… Pero con un sabor intenso, muy intenso.
Me dejo llevar. No cierro los ojos. Quiero ver tus caras.
Disfruto desde el primer chorro.
Cuando termino cierro tu boca. Te obligo a ingerirlo. Una arcada. Me da igual. Arrugas la cara en un clarísimo gesto de asco. Otra arcada, aún más fuerte. Sigo presionado la boca un ratito más. Quiero asegurarme que te la has tragado toda.
Me coloco la bragueta. Te ayudo a ponerte de pie. No te dejo limpiarte…. Te hago estar un ratito así, medio desnuda para que su corrida se seque al aire. Y ya de paso, si hay algún otro mirón, que disfrute. Además, me encanta verte así. Cuando me canso, te dejo subir las bragas. El pantalón lo llevas de la mano. Solo te lo podrás poner para subir al coche.
Subes acalorada. Pletórica. Súper nerviosa. Estás radiante.
-. “No me creo lo que acabamos de hacer” … Dices eufórica.
-. Ni yo… te contesto.
Reímos. Un morreo. Un sobeteo…
-. Vámonos a… a donde sea… quiero follarte ahora mismo…te digo.
Me tapas la boca.
-. Pssss… susurras poniendo tu dedo en los labios ordenado silencio.
Lenta y sugerentemente desabrochas la blusa. No te has colocado las tetas en el sujetador.
-. ¿Para qué irnos? Dices, mientras bajas mi bragueta, ¿no venían aquí las parejas a follar? Pues una más...
Ya es de día. Cualquiera puede vernos. Mi polla comienza a revivir.
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