Primera vez de cruising.
Una buena tarde haciendo cruising por primera vez.
Hola, mi nombre es Javier, vivo en Palma de Mallorca, soy un chicho de 18 años de 189cm de alto, 76Kg, pelo castaño corto, ojos canela y piel blanca. Como véis, no estoy nada mal, pero tampoco soy un atleta. Hoy, voy a contaros un relato que me pasó hace dos días en Es Trenc.
Estaba en casa aburrido ya que no tenía nada que hacer. En lugar de meterme a chatear en Facebook, Tuenti o Twitter, decidí entrar en un chat donde se suele unir mucha gente gay pues, o para charlar, videochat o quedar. Me metí y puse un slogan bastante asequible y provocativo y empezaron a llover pretendientes. Estuve hablando con todos un rato, para ver que me parecían y al final, hubo uno que me llamó la atención. Era un hombre de 42 años; Sí, siento atracción por los maduros. Tenía muy buen cuerpo, y según decía, tenía una herramienta muy apetitosa.
Estuvimos hablando y tonteando un rato más hasta que me pidió sexo, especialmente, ir de cruising por algún sitio. Especialmente, Es Trenc ya que era el sitio más cercano para los dos. Me dijo que iría vestido con unos pantalones cortos rojos, unas deportivas y una camiseta con un dibujo de bate de béisbol. Yo, naturalmente, con el morbo, acepté su propuesta y quedamos de vernos en una hora y media.
Cogí el coche y me dirijí hacia allí, el corazón me latía muy rápido, por el morbo o por los nervios. Al llegar, me encontré con unos cuantos hombres, algunos en acción, otros mirándome y sobándose sus penes. Seguí andando hacia delante buscando a aquel hombre, pero seguí y seguí y no le encontraba. Pensé, que me habría hecho plantón y decidí volver. Mientras volvía, me lo encontré y me explicó que no pudo venir antes.
Nos distanciamos un poco de la otra gente hasta llegar a un sitio donde estábamos solos. Él, sin dudarlo ni un segundo, me cogió la cabeza y me la estampó en su cara y empezó a besarme con fuerza, como un buen macho ibérico que era. Su lengua tenía un sabor genial. Me besaba muy brusco y aveces me mordía los labios, dios, qué placer. Su lengua se adentraba en mi boca de una forma muy placentera.
Empecé a besarle el cuello, le quité la camiseta y empecé a comerle los pezones mezclados con esos pelos de hombre. Fui bajando hasta llegar a los pantalones. No se los bajé. Empecé a acariciarle las piernas y la zona del pene. Ya se notaba un buen bulto. Le quité los pantalones y lo dejé en calzoncillos. Mordí los calzoncillos, los humedecí y él, ya diciendo : - Quítamelos ya, que voy a explotar.
Se los quité y aquello se disparó de una manera animal. Dios, menuda polla tan grande, gorda y jugosa. La cogí y lamí todo su tronco hasta llegar al glande, empecé a mordisquear la punta y del gusto, me dejé llevar y empecé a mamar como un desesperado mientras él gemía de puro placer.