Primera vez de campeonato
Un chico se va a una competición con el equipo de su padre, Sandra, una miembro del equipo, hará el viaje mucho más entretenido
Angela aparecía de nuevo, estamos los dos sentados en la sala de cine del pueblo con motivo de alguna chorrada del instituto, un corto didáctico o algún vídeo de concienciación del medio ambiente. Aunque mirando, lo veo borroso, no es importante y estoy más pendiente de la presencia, justo en el asiento de la derecha, de la compañera de clase más despampanante. A pesar de nuestros 15 años, la tía es un cañón. Todo a mi alrededor es confuso, intento ser consciente de lo que hay alrededor, ¿profesores, compañeros? No lo tengo claro, solo percibo que ella me mira con cara pícara y yo no soy capaz de reaccionar, me quedo quieto y rojo como un tomate, siempre me pasa, mientras mi miembro empieza a ponerse duro, no soy capaz de contenerlo. De reojo ella nota mi incipiente bulto y empieza a mover la mano hacia él. Lo va a hacer, me la va a tocar, por fin una mano distinta a la mía va a tocar mi necesitado rabo. Quiero moverme pero no puedo, sus movimientos se han ralentizado, el entorno se vuelve extraño... De pronto, oscuridad, una sensación de no saber que ha pasado, un techo blanco, una lámpara infantil, estoy en mi cama.
El pijama, retorcido, me molesta, me muevo y noto humedad. No puede ser, me ha vuelto a pasar, he manchado el pijama, me he corrido en sueños y de nuevo ha aparecido Angela, ¿por qué me pondrá tanto esa chica? Siempre que llevo unos días sin darle trabajo a mi herramienta, tengo un sueño parecido, la mayoría de las veces, aparece la misma compañera.
Me levanto con desgana, como siempre, la adolescencia me quita las ganas y el interés por todo que no sea las mujeres, bueno, para ser justo, las mujeres y el fútbol.
Pedro, tienes preparado el vaso en la cocina, no olvides recogerlo y dejarlo en el fregadero...
Si mamá, con agua, para que luego cueste menos fregarlo.
¡Vaya humor a primera hora de la mañana! Espero que para la comida tengas mejor carácter, he preparado vuestra comida favorita.
Gracias madre, espero que los profesores nos dejen salir hoy antes siendo el último día del curso.
Mi madre es abogada, tiene unos 44 años muy bien llevados, ya que sin ser una mujer de bandera, es muy atractiva, con unas medidas proporcionadas y una piel tersa, morena y de ojos claros.
No hacia falta que llegase la hora de la comida, acababa de recordar que hoy empezaba el verano, podía estar tirado en la cama sin hacer nada. Nada me gustaba más, bueno, casi nada.
Las clases, distintas a todas las demás, son amenas y nos vamos pronto a casa, no sin antes guardar en la retina la imagen de mi tutora de ese año. Profesora de inglés, un poco hippie pero con un escote envidiable, donde perderse y disfrutar de las dos grandes esferas que la naturaleza le ha dado. La guinda la ponía su cara, era guapa, de ojos oscuros y gruesos labios, con una cara de viciosa que no se la podía quitar nadie. El hecho de que fuese verano lo hacía más morboso, pues se formaba una humedad en su canalillo que hacía que desease rozar mi inquieta polla entre esas dos hermosuras. Por algún comentario despechado de un profesor, intuíamos que a Sara, así se llamaba, le iba la marcha, lo que hacía que nos pusiésemos más burros con ella. Era deseo de todos los compañeros de clase, el único motivo que podía hacernos desear que no terminara el curso. Quien sabe, a lo mejor el próximo año también tendríamos la suerte de disfrutar de ella.
En casa hay un buen ambiente, bueno en parte, ya que mi hermana, Laura, 3 años mayor que yo, tiene la semana siguiente los exámenes de selectividad y está atacada, no hay quien la aguante. Todos estamos sentados a la mesa disfrutando del arroz que ha preparado mi madre.
-Laura, no te preocupes, estás estudiando muchísimo, tienes una nota en bachiller casi perfecta, vas a hacerlo genial y vas a poder estudiar medicina como siempre has querido. Animo a mi hermana mientras estamos los dos tirados en el sofá.
-Gracias enano, eso espero, estoy haciendo todo lo posible. Me contesta con cara resignada y cansada.
Nos llevamos muy bien, aunque no siempre ha sido así, somos un apoyo el uno para el otro y nos contamos muchas cosas. Además, mi hermana está buena y sus amigas más todavía, alguna de ellas ha tenido el honor de ser la causante de varias de mis pajas. Es superior a mis fuerzas, cuando están en la piscina de casa, todas con sus bikinis contoneándose, tengo que aliviar la presión que me generan ahí abajo, una de las veces, pensando que estaban solas, se quitaron la parte de arriba y mientras se echaban crema me corrí casi sin tocarme.
Ese finde no iba a ser así, pues me iba de viaje con mi padre, Jorge, a Castilla la mancha, pues tenía una competición de natación con botella. Es muy deportista, la calvicie no ha hecho su efecto por lo que parece más joven de lo que es, tiene una tienda de deportes y gestiona el patrimonio familiar que tenemos, la mayoría heredado, pero que gracias a su ingenio ha conseguido multiplicar.
Íbamos todos en una furgoneta, proporcionada por la organización. El equipo estaba formado por tres chicas y cuatro chicos, por lo que éramos 8 en el viaje. Siempre que me he ido con ellos de viaje ha sido muy ameno, el cachondeo y los comentarios subidos de tono están a la orden del día.
El equipo masculino lo componían 3 chicos de unos 30 años, Carlos, Juan y Hugo, los dos primeros deportistas venidos a menos, a los que les gustaba competir, y Hugo, con un físico envidiable y bastante atractivo, al que le gustaba complacer a las chicas que se le acercaban.
El equipo femenino, formado por las tres chicas, Alma, Sandra y Raquel. La primera de 27 años, prometida y del montón, era una chica con la que da gusto estar, bastante bromista. Sandra tenía 35 años, nadadora desde que era chica, era rubia y tenía un cuerpo cultivado por el deporte y un pecho neumático, que sin ser grosero, llamaba bastante la atención. Por último, Raquel era una chica de 20 años, con un cuerpo bastante proporcionado pero sin ser aparentemente llamativo, morena de piel blanquita, era nueva en el equipo, pues solo llevaba un año.
Con Sandra y Alma había coincidido otras veces y me llevaba bastante bien con ellas. Era normal que pasáramos tiempo juntos durante esos campeonatos, bañándonos en los lagos o en las piscina de los hoteles, al igual que cuando salíamos a tomar algo. Me ponía cachondisimo ver como le entraban a Sandra y como ella, la mayoría de las veces, jugaba con ellos para después despacharlos con dos palmas de narices. Alma nunca aprobaba esa actitud, era más puritana, y Sandra siempre le decía que tenía que haber experimentado más antes de casarse, con el consecuente mosqueo de la otra.
Durante el trayecto hubo bastante cachondeo para ver como nos íbamos a organizar en las habitaciones. Siendo de tres no hubiese habido ningún problema, ya que yo dormiría con mi progenitor y los demás por genero, pero si fuesen de dos, las cuentas serían más difíciles. Yo conocía a la mayoría, pues no era la primera vez que hacía un viaje así con ellos y tenía bastante complicidad. Con la que menos era con Raquel, nunca había tratado con ella, pero siendo con la que menos años de diferencia tenía, seguro que nos llevaríamos bien.
- Si son de dos las habitaciones, pueden dormir Pedro y Raquel juntos, puede que hasta se lo pasen bien, decía el bromista de Carlos.
- Si, no es mala idea, puede que hasta salga una pareja del viaje, secundaba Raquel.
No se quien se puso más rojo, Raquel o yo, motivo por el cual, mi padre, aunque divertido por la situación, quiso echarle un capote a Raquel, sugiriendo una alternativa mucho mejor.
- También puede dormir contigo Sandra, que le puedes enseñar más a mi hijo y no hacemos pasar el mal trago Raquel.
- La verdad es que no me importaría, el niño tiene ya mejor porte que el padre, y mira que es difícil. Además, los jovencitos siempre me han gustado, ojo guiñándome un ojo.
Todos nos reímos, incluido yo, que me sorprendió mucho el comentario de mi padre, pero pude observar una sonrisa pícara en su gesto.
Sandra era a la que más conocía, pues competía con mi padre desde hacía por lo menos 10 años. Siempre nos habíamos llevado muy bien, en los viajes siempre hablábamos y me preguntaba cómo me iba todo, su curiosidad por mi vida amorosa siempre era tema de conversación, ya que siempre me decía que tenía que llevar a mis compañeras locas, con los ojos claros y el cuerpo de hombre que estaba desarrollando iba a tener que quitármelas de encima. Yo siempre me sonrojaba, era muy vergonzoso, por lo que ella ahondaba más en el asunto. Los últimos años ya había dejado de verla como una amiga mayor de mis padres, para empezar a verla como el pibón que era. Había teñido novios, pero como siempre decía mi padre, era ligera de cascos y no le duraban mucho.
Durante lo que quedaba del viaje, no podía quitarme de la cabeza la idea de poder compartir habitación con una mujer como Sandra. Enseguida mi mente empezó a divagar como sería, podría ver su ropa interior, verla en pijama o puede que se destapase por la noche y poder disfrutar de la visión de alguna parte de su cuerpo. O, incluso, dar pie a alguna situación que pudiese desembocar en algún escarceo sexual entre los dos. Si, seguro que algo podría hacerse, pero, ¿sería capaz? Seguramente me rajaría y no haría nada.
Una vez llegamos al hotel, las habitaciones eran dobles, por lo que volvió a salir el tema de compartir habitación, dando por terminado el asunto cuando Sandra concluyó:
- No se que más hay que hablar, lo hemos hecho en el viaje, duermo yo con Pedro, no voy a dormir con ninguno de los otros tres salidos, Raquel siendo nueva tampoco y a Alma no creo que le haga mucha gracia estando comprometida.
- No quieres dormir conmigo o con Hugo? Bromeó Carlos.
- Ni de coña, para que no me dures ni un asalto y me dejes con las ganas paso, y Hugo seguro que prefiere poder llevarse alguna guarrilla a la habitación. Dijo Sandra con descaro, quedando Carlos retratado y Hugo con cara de pillo, pues esperaba que así ocurriese.
- Me parece bien, pero cuidado Sandra, que nos conocemos. No quiero que mi hijo vuelva a casa con un máster, que su madre me mata. Dijo mi padre, no tan confiado como en el coche.
- La duda ofende Jorge, nos conocemos desde hace mucho. Dijo Sandra entre ofendida y divertida.
Finalmente quedó así el tema, yo no podía creerme mi suerte. Al subir todos las maletas en las habitaciones, comprobando que había dos camas, hecho que me fastidio, pues tenía la esperanza de poder compartir la misma cama. Tras dejar los bártulos, nos dirigimos hacia el embalse de la competición, yo todavía sin asimilar el hecho de que iba a dormir tres días con una mujer, que me doblaba la edad y que estaba de infarto.
Tras las visitas a conocer la zona del campeonato y restablecer conversación con los amigos y competidores de los demás equipos, nos dirigimos de vuelta al hotel para una ducha y prepararnos para salir a cenar.
- Con el cuerpazo que estás echando supongo que los ligues habrán mejorado no?Me dijo Sandra al quitarme la camiseta.
- Que va, la cosa sigue como siempre, la mayoría de mis amigas están pilladas por tíos mayores.
- Vaya espabiladas, los tíos mayores solo van a lo que van, a ser los primeros y luego dejarlas tiradas. La última vez que hablamos tenías una amiguilla no?
- Quién? Maite? Sigue siendo eso, una amiga especial, nada más.
- Supongo que ya habrás hecho alguna guarrada con ella pillín.
- Más quisiera yo, dije avergonzado, pues con el tiempo que llevábamos quedando ya esperaba haber tocado pelo.
- Nada de nada? Tienes que ser más lanzado, seguro que así tienes más éxito. Haz como tus compañeras, buscar a alguna mayor que tú, así seguro que tienes más suerte.
- A ver, algo he hecho, no quería que pensara que era un pardillo, pero las veces que he ido a echarle mano casi no he podido ni disfrutarlo, me las quitaba enseguida. Se lo tienes muy creído, además, sus tetas no son nada del otro mundo para cuidarlas así, si fuesen como las tuyas todavía lo que entendería, pero ni por asomo.
- Me miró extrañada pero complacida, gracias por el cumplido, espero que sea porque las mías son bonitas y no que las suyas son feas. Aún así, todas las tetas tienen algo de especial, todas son bonitas algún aspecto. Te lo digo desde la experiencia, no me he encontrado con ningunas que no me gustasen.
- Cómo? Le pregunté extrañado, a la vez que intentaba ocultar el bulto que se estaba formando en mi entrepierna.
- Bueno, cada uno disfruta como quiere. Y se acabó la charla, que al final acabó hablando más de la cuenta, te parece que me duche yo primero? Tardo más en arreglarme y no quiero que tengan que esperarnos.
- Sin problema, mientras me tiro un rato a la cama viendo la tele.
- Gracias, eres un sol. Me dijo dándome un beso en la mejilla.
Ella empezó a coger sus cosas para ducharse ante mi atenta mirada, pues sus pechos y su redondo culo me tenían hipnotizado, mucho más después de la conversación que acabamos de tener. A, entrar en el cuarto de baño, la vi pensativa cuando me dijo:
- No hay pestillo, podré entrar a espiarte mientras te duchas. Me dijo para ver cómo reaccionaba.
- Por mi no hay problema, a lo mejor soy yo quien entra. Echándole un valor que no sentía.
- Que rápido aprendes, a mi tampoco, pero después del comentario de mis tetas no sé si fiarme de ti. mirándome con cara de cachondeo. Si necesitas entrar avísame, para darme tiempo a taparme.
- Intentaré contener la tentación, aunque no te prometo nada, me va a resultar muy difícil.
- Vaya peligro tienes, parecía cortado el niño.
- Solo sigo los consejos de la experta.
Me puse rojo como un tomate al ser consciente de mi atrevimiento, en el instante que ella cerraba la puerta. Se empezó a oír el ruido de la ducha, mientras yo en la cama me imaginaba la escena que se estaba dando en la ducha, el agua cayendo sobre su cuerpo, mientras ella se restregaba con el jabón sus grandes tetas y se aseaba su zona pélvica, que a buen seguro había sido disfrute y locura de muchos hombres. Con estos pensamientos, mi polla empezó a despertarse, pues la situación tenía un morbo enorme, y me entraron unas ganas enormes de tocarme antes de que saliese del baño.
Llevaba un rato con el rabo en la mano, queriendo meneármela un rato pero sin poder terminar de culminar el trabajo, ya que no tenía como limpiarme, cuando el ruido de la ducha cesó, saliendo al rato Sandra envuelta en una toalla, con el pelo aún mojado.
- Te toca, al tiempo que se sentaba en la cama y con otra toalla se secaba el pelo.
Era una imagen súper sexy, me quedé embelesado y tarde medio segundo más de lo normal en contestar.
- eh, si voy, cojo las cosas y entro, deseando que no se hubiese percatado de mi torpeza.
- Vamos pillín, que todavía llegamos tarde, no te olvides la toalla, señalando la toalla de encima de mi cama.
- Buena esa, no quiero tener que salir en pelotas a secarme. Apunté inocentemente.
- Umm, casi me arrepiento de habértelo recordado.
- Si tienes que entrar avisa que me tape.
- Entonces no tendría gracia.
Su cara de pícara al decírmelo me dejo completamente cachondo, pues no sabía si mi calentura me hacía entender las cosas en el sentido sexual o si lo decía de verdad.
Entre en el aseo y cerré la puerta, me empecé a desvestir cuando vi en el suelo tirada su ropa y pude observar su tanga y su sostén, más sexys de lo que había podido imaginar. Me puse como una moto, mucho más al pensar que acababa de quitárselos y todavía olerían a ella. Cogí mi polla de nuevo y empecé a meneármela con el sujetador es la mano, están muy cachondo.
- Intenta no tardar mucho que tengo que entrar a secarme el pelo y a maquillarme un poquito. Oí decir a Sandra desde detrás de la puerta.
- Entro ya en la ducha, no tardo, sobresaltado al tiempo que dejaba su ropa interior en el suelo y entraba en la ducha.
Estaba en la ducha, aún con el rabo mirando al techo pero con miedo de pajearme y que me pillara. Fui a echar mano al champú, cuando comprobé que el único que había era el suyo, dándome reparo usarlo sin su consentimiento y tras pensarlo un momento, le grite:
- Sandra, no tengo champú, te importa que use el tuyo?
- Cómo dices?
- Cerrando el agua, el champú, puedo usarlo?
- No te entiendo, entro un momento, que no se que dices, al tiempo que abría la puerta.
- Me pillo desprevenido, con medio cuerpo a la vista, por lo que me agarre a la cortinilla tapándome hasta la cabeza. El champú, no tengo, puedo usar el tuyo?
- Si claro, no hay problema, desviando su mirada hacia la cortina donde mi pene hacía un prominente bulto.
- Ehhh gracias, dice colorado siendo consciente de la situación.
- Deberías solucionar ese asunto antes de salir de la ducha o vas a hacerle daño a alguien con eso. Y riéndose con cara de mala cerró la puerta del baño.
Me dejó bastante descolocado y más caliente que un mono, por lo que antes de enjabonarme me di un buen homenaje a su salud, teniendo una gran corrida provocada por la situación. Envalentonado por la corrida y la morbosa situación, me prepare a disfrutar de lo que a buen seguro sería una buena noche y un buen fin de semana. Además, me propuse no volver a cortarme.
Una vez terminada la ducha, cuando estaba secándome Sandra volvió a llamar a la puerta, instándome a cambiarme fuera para ella poder empezar a arreglarse ya.
Salí con la toalla envuelta en la cintura y la ropa en la mano. Vi cómo dirigió su mirada a mi entrepierna, supongo para comprobar si había solucionado mi problema, dándome un golpe amigable en el culo al pasar por mi lado.
Me vestí a falta de la camiseta, en parte por el calor y en parte para me me viese sin ella tirado encima de la cama y así forzar un poco más la situación.
Al salir del aseo estaba preciosa, no pude evitar quedarme mirándola, vaya mujer, pensé que si ella quería enseñarme iba a ser un alumno ejemplar.
La cena fue muy amena y las bromas y el cachondeo fue la tónica. Bromeaban sobre mi, diciendo que Sandra me haría un hombre con solo una noche, haciéndonos reír a todos.
- Carlos preguntó cómo habíamos hecho para ducharnos,
- Entrando Sandra al juego contestándole que la ducha perfecta es en la que otro te enjabona la espalda, dejando a todos descolocados
- Momento en el que intervine diciendo: alguien ha entrado en la habitación mientras dormía, porque yo no he sido. Las carcajadas fueron generales.
Raquel también fue objeto de bromas, diciendo más de uno que Hugo no tardaría en tirarle la caña, comentario al que Raquel puso cierta cara de asco, aunque yo pensaba que era todo fachada, ya que le encantaría que un tío como Hugo le diese un buen revolcón.
Un par de veces mi mirada se encontró con la de Sandra, que conforme iba bebiendo cerveza, le veía una mirada más peligrosa. Al tercer comentario que Carlos hizo sobre el hecho de que Sandra me enseñase, me pareció pesado y salte,
- Carlos, si estas celoso te cambio la habitación, así si ligo podré subir a la chica a la habitación.
- No la puedes subir durmiendo conmigo? Yo soy muy discreta.
- Yo encantado, así pillamos todos.
- Un resfriado pillarías tu de dormir fuera, porque conmigo ni loca.
- Mi mujer me mata por cómo va a volver el niño, no enseñarle tango, que ya tendrá tiempo.
La noche siguió en un garito del lugar tomando algo con los miembros de los demás equipos y sin mucho más que contar volvimos al hotel.
- No te pones nada para dormir? Me dijo Sandra cuando veía que me metía a la cama en calzoncillos.
- No, dije extrañado y dándome cuenta de que estando con ella debería haberme traído un pijama. De hecho pensaba dormir desnudo, no me gusta dormir con calzoncillos.
- Bueno, como tú veas, por mi no hay problema. Mientras lo decía, sentada en la cama con la camiseta puesta, se quitaba el sujetador y lo tiraba a un lado. Siguió quitándose los pantalones y en braguitas, sin que se le viese nada, se metió en la cama.
- Nerviosa por mañana? Le pregunté por sacar conversación.
- Un poco la verdad, espero dormir bien y levantarme descansada mañana, después de los dos segundos puestos que llevo, tengo que ganar esta prueba para acercarme a la catalana y tener opción de ganar.
- Va a ser un buen campeonato, a descansar y mañana a darle para el pelo.
- Mañana veremos.
Sin más nos callamos y me dormí en cuestión de segundos. El estar en la habitación con Sandra hizo que mi calenturienta mente divagase y que apareciese en mis sueños, ocupando el lugar de Angela en mi fantasía.
Me desperté a eso de las 3 de la mañana, con una empalmada considerable y con muchas ganas de cambiarle el agua al canario. Me levante, me puse la ropa interior y fui al baño, al abrir, me encontré a Sandra sentada en el baño. Entre el sueño y el sobresalto no reaccioné y me quedé en la entrada del baño, mirándola.
- Perdona, atiné a decir, no sabía que estabas despierta.
- No pasa nada, pero ten cuidado que me vas a dar con eso. Dijo cómo apartándose y mirando cómo mi pene erecto hacía de mástil en el calzoncillo. Me tape rápidamente e iba a salir cuando me dijo que no hacía falta, había terminado al tiempo que se levanto y se subía la braguita.
- Gracias, no sé si podría haber esperado. Me posiciones delante del baño, a la espera de que saliera, pero Sandra estaba frente al espejo recreándose mientras se lavaba las manos.
- No decías que no te podías aguantar, por mi no te cortes, me dijo riéndose
Era la verdad, no podía aguantar y me baje un poco los calzoncillos e intentando que no me viese y con la polla dura me dispuse a hacer pis. Al tenerla dura me costaba apuntar para no salpicarlo todo.
- Parece que no tenías tantas ganas, dijo Sandra mientras se asomaba a verme el rabo.
- Así es difícil, más si estás tú mirando ni puedo concentrarme ni creo que se baje.
- Te ayudo a empujar si quieres, al tiempo que por detrás metía la mano hasta mi polla y junto con la mía la forzaba hacia abajo.
- Me quedé petrificado, Sandra me la sujetaba para que pudiese mear. Sin ser consciente empece a hacer pis, al tiempo que Sandra la dirigía hacia el vater.
- Como la puedes tener así de dura, casi ni puedo con ella Pedro. No dije nada, durante la maniobra, ella detrás de mi, notaba como sus tetas se apoyaban en mi espalda, estaba en la gloria.
Termine mis necesidades, Sandra había utilizado las dos manos finalmente y yo estaba con cara de bobo, no la había soltado todavía, la sacudió un poco y empezó a moverla. Notaba su respiración entre cortada, como esperando mi reacción. Al no decir nada, tiro de la cadena, cerró la tapa y se sentó. La tenía delante, con mi polla entre sus manos y ella mirándome a la cara.
- Me has puesto muy cachonda, voy a hacer que se te baje esta rigidez, pero será nuestro secreto.
- No diré nada, te lo prometo. Le habría prometido el mundo en ese momento porque me hiciese una paja.
Sin más, se la metió en la boca. Pude ver cómo entreabría su preciosa boca, cómo sacaba un poco la lengua para lamer el glande y como sus carnosos labios rodeaban el ancho de mi polla mientras se la metía. Casi me caigo al ver la situación. Ver cómo subía y bajaba a lo largo de mi polla, la sacaba, la lamia y le daba besos mientras, cada poco, me miraba a los ojos. Me estaba poniendo enfermo, era una sensación nueva e increíble para mi. Me iba a correr en breve, se lo dije e intensificó el ritmo. Era ya irremediable, sentir su boca y como succionaba mi polla iba a provocar mi mayor corrida, se lo volví a avisar y ella, mirándome a los ojos, se la sacó, dejando solo dentro la cabeza, succionando y pajeandome con la mano, no pude evitarlo, temblando me corrí en su boca como nunca lo había hecho, mientras ella me exprimía hasta la última gota. Al terminar, se lo tragó, metiéndosela de nuevo en la boca. No podía moverme, la miré, la levanté y le di un beso sin preocuparme si quedaría rastro de mi semen en su boca. Me correspondió fogosamente y subiendo una mano a su duro pecho, me dijo.
- Ahora te toca recompensarme.
- Te haré todo lo que me digas.
- Te voy a enseñar a comer un coño de forma que ninguna mujer podrá resistirse.
La idea no me podría haber gustado más y llevándome a la cama, se quitó las braguitas y se acostó boca arriba. Su coñito, cuidado y con una tira de pelo, me pareció algo precioso y yo me encontraba ansioso por probarlo. En la posición en la que estaba, abrió las piernas, se pasó un dedo por su húmeda rajita y llevándoselo a la boca, me dijo:
- A que estás esperando? Ven y pruébalo, estoy deseando correrme en tu boca igual que has hecho tú en la mía.
No me hice de rogar y me fui acercando a su entrepierna. Estando a poco centímetros, ya se notaba el olor a hembra que despedía, de su coño emanaba un aroma embriagador que volvería loco a cualquier hombre. Cuando ya estaba a mi alcance, pase mi lengua a lo largo de toda su vagina, ella gimió a la espera de recibir otro lametón. No se había muy bien que hacer, así que suavemente me decidí a repetir mi maniobra. Volví a pasar la lengua, estaba vez más lento, dándome cuenta que al pasar la entrada de su vagina, fue donde más se retorció. Decidí enfocar mis esfuerzos en ese punto, dándole ritmo a mi lengua y alternando con besos.
- Ohh si, justo ahí, cómo me gusta, sigue, que lengua tiene. Absorbe un poco
Haciéndole caso, sometí la zona a una cierta presión, a la vez que mi lengua seguía moviéndose, llegando a cada uno de sus pliegues.
- Me encanta, sigue, dale más ritmo a tu lengua, estoy a punto.
Moví mi lengua más rápido arriba y abajo en el botón que cada vez se hacía más patente, haciendo que Sandra tras una serie de gritos de placer se convulsionara soltando su corrida en mi lengua. Se quedó retorciéndose, gimiendo para sí misma mientras yo seguía lamiendo, más suave ahora, su coñito, disfrutando el néctar que había conseguido sacarle. Me fui subiendo, parando en sus apetecibles tetas, que hasta ahora no había podido disfrutar. Su pezon rosado y su redonda areola coronaba ese precioso pecho, donde me recreé pasando de uno a otro. Seguí subiendo hasta llegar a sus labios, fundiéndonos en un beso tierno y cariñoso. Ambos sonrientes me miró, y con cara pícara me dijo.
- Estás preparado para foll....
Se la metí de un golpe, no la deje terminar, con lo dura que volvía a tenerla y lo mojada que estaba ella entre muy suave.
- Ahh cabrón, cómo estaba deseándolo, como la noto, que gorda la tienes
- Es increíble, no pensaba que se iba a sentir así, dios, cómo me gusta
Empezamos con un ritmo suave, sintiendo el movimiento, pero al poco de estar a ese ritmo Sandra me pego un azote, quedándome quieto por la sorpresa.
- A que esperas para darle ritmo y follarme como me merezco?
No le conteste, me posicione mejor y con las rodillas apoyadas empece un mete saca más rápido, consiguiendo arrancarle los primeros gemidos. Veía cómo se movían levemente su operados pechos, cogí uno apretándolo y llevando el pezon a mi boca. Sandra gemía y de pronto se corrió pegando dos fuertes gritos. Sin esperármelo, hizo un movimiento poniéndose ella encima.
- Ahora me toca a mi follarte
- Ufff, estoy cachondísimo, me tienes a cien
Sandra se movía casi sin sacarse mi polla, me estaba encantando, notaba todo su interior envolviendo mi miembro. Alternaba en movimiento subiendo y bajando a lo largo de mi rabo, llegando a apoyar los pies y metiéndola hasta lo más profundo, en posición de sentadilla sobre mi. Estaba disfrutando, estaba en una nube pero la reciente corrida estaba evitando que me corriese. Viéndolo, se levantó, poniéndose a cuatro patas, giró la cabeza y diciéndome.
- Fóllame como la perra qué soy
La polla dio un resalto y sin tener que repetírmelo dos veces encare mi rabo en su coño y empecé a follarla lo más fuerte que podía.
- Si, si, dame duro, me encanta, fóllame más fuerte
- Dios, cómo me tienes, me encanta, que culo tienes
- Te gusta, si eres bueno y me vuelves a dar tu semen, puede que te deje probarlo
- Estoy a punto, no voy a tardar
Note como ella se corría mientras yo aumentaba al máximo el ritmo de mis embestidas, justo antes de correrme, la saque, cogiéndola entre sus mano, se la llevo a la boca, yo puse mis ojos en blanco y mientras terminaba de pajearme
- Córrete en mi cara, la estoy esperando. Abrí los ojos sin creerme tal espectáculo viendo com9 mis chorros caían sobre su cara, su boca abierta y su lengua. Ella lo recogió con un dedo metiéndolo todo en la boca para saborearlo.
- Vamos a pasar un buen fin de semana, te voy a convertir en un experto en el sexo, aunque no lo haces nada mal para ser virgen.
Una vez recuperados nos metimos en la ducha y no sin antes jugar con nuestros cuerpos mutuamente, decidimos que era mejor irnos a la cama para estar lo más descansados posible para la competición del día siguiente.