Primera vez con una mujer - su sumisa, mí mentora.

Después de mi primera doma las citas con mi Amo eran regulares.Estábamos en una de estas comidas cuando me dijo si tenía algo para el miércoles de la otra semana y que si no lo tenia me lo reservase.

Antes que nada agradecer los correos y sus comentarios. En respuesta a alguna duda, decir que desde el primer día he usado

preservativo

y que en la actualidad solamente hay tres hombres que tienen todo el derecho a no usarlo; Mi marido, mi Amo y un tercero que espero llegar a hablaros de el. (mi Amo siempre lleva para facilitar aquellas

participaciones

que desea y yo también. Algún tercero ha sorprendido llevando también el suyo). Mi manera de contar mis vivencias es y estoy segura que seguirá siendo, centrándome en el escenario y no en el detalle del propio acto.

...

Después de mi primera doma las citas con mi Amo eran regulares, las unas más intensas, las otras un escarceo en el tiempo y en otras

compartíamos

mesa,

principalmente

comida más que cenas. El es exigente, severo y perverso, pero elegante, seductor y culto, en este aspecto con ciertas afinidades culturales y sociales, lo que no solo hacia más sencilla la relación sino que nos permitió compartir escenarios sin que ninguno de los dos se sienta

desubicado

Diría que hablar es su pasión, y escucha y entiende y las pilla entre líneas. Lo que le permite escenarios futuros.

Estábamos en una de estas comidas cuando me dijo si tenía algo para el miércoles de la otra semana y que si no lo tenia me lo reservase. Era martes y pude señalar el mediodía tarde que el me pedía, como que yo estaba ocupada.

Esperando aquel miércoles nos vimos en dos ocasiones. Lo cierto es que solemos vernos, como gusta de decir el, tres veces cada dos semanas. Pero de lo que me esperaba aquel miércoles, nada.

Aquel lunes recibí un mensaje. "dimecres ves a la perruqueria i posa't guapa". Era fácil comprender el resto. Así que elegí un vestido que entonase con el subyacente de su mensaje.

Elegante, corta, escotada y con una gabardina acudí al encuentro donde fui citada. Un restaurant en un hotel situado en un edificio singular de Barcelona.

Durante la comida se ocuparon tan solo un escaso 40% de las mesas. Este detalle no debería de tener importancia, pero por un lado permitió que mi Amo disfrutase de la comida tanto como le gusta y por el otro que sin pretenderlo me fuese fijando en las otras mesas. Estaban a la par, unas ocupadas solamente por hombres otras mixtas y me sentí a gusto porque el vestido que había elegido no desentonaba.

Reconozco que esta intimidad me relajó y dejé que mi Amo se aplicase libremente en su deseo de provocarme y excitarme. No afirmaré lo que tal vez solo fuesen sensaciones, pero esta intimidad creo que fue percibida por algunas de las personas de las otras mesas. Y lo comento así, en plural. La parte de  mi cuerpo que sobresalía de la mesa puedo afirmar que mantuvo la compostura, pero mis expresiones, aun queriendo parecer de pocker, y las disimuladas vibraciones de mi cuerpo delataban los distintos ritmos de mi excitación.

"Em ve de gust una copa" dicho esto se levantó, apartó mi silla y mientras ibamos a los salones, con sofás y sillones, me dio la tarjeta de una habitación. "puja, mira, però no toquis res".

El continuó hasta el salón mientras yo desaparecía en el ascensor. Ya en la habitación me sorprendí, en la mesa estaban bien dispuestos unos botes y botellas y también unos vibradores de distintos tamaños y el hitachi. Pude mirar, pero no toqué nada.

Pasaron unos minutos y se abrió la puerta. Ante mí una señora también salida de la peluquería y elegante sensual vestido. La "reconocí" entre las comensales (el motivo de su comida no viene al caso). Un escrutinio rápido me hizo pensar que las dos podíamos salir juntas aquella tarde y pasear por la ciudad que, sin pasar inadvertidas y tal vez deseadas, tampoco llamaríamos la atención.

Me miró con naturalidad, sencillez y unos ojos dulces. Se acercó y me beso dulcemente la boca, no era un morreo, fue un beso largo y ardiente que me quemó la boca y recorrió todo mi cuerpo.

Separando su boca se presentó, "Elih, sóc l'Olga", y añadió, espera un momento que conecto el ipad. Adiviné que mi (nuestro) Amo iría siguiendo todo lo que ocurriese.

"Deixa't fer" y diciendo esto, empezó a besarme a la vez que me iba desnudando. Fue un baile de caricias lento y de una fuerza indescriptible. Yo intenté participar varias veces, pero ella con firmeza me paró "deixa".

Su lengua como si fuese un pétalo de rosa iba recorriendo mi piel a medida que se desnudaba, su boca beso y mordió casi por casualidad mis dos pezones. Mi sexo era una fuente de ardientes flujos.

Ya desnuda, solamente con el sujetador me acercó a la cama y ayudándome a tumbar se fue a la mesa y volvió con unas cuerdas con las que me ató muy abierta de piernas y con los brazos hacia atrás.

Nunca hubiese imaginado la mutación que puede hacer una mujer.

Ya atada me sorprendió dedicándose a lamerme y chuparme los pies y recorriendo cada uno de sus dedos. Las cosquillas y el placer se entremezclan de un modo muy excitante. En el tiempo parecía que no tenía ninguna prisa, en el modo lamía y chupaba como si le fuese la vida. Su boca y su lengua fueron subiendo por mis piernas, ahora la una ahora la otra. El sexo es un placer mental y aquella manera que tenía de lamerme me excitaron sobremanera.

El recorrido por mi cuerpo fue total, obviando las principales zonas erógenas. A medida que avanzaba ella también se excitaba y añadió a los labios y lengua pequeños mordiscos cuando y donde más le apetecía.

"no t'escorris" no tienes permiso, me decía y continuaba excitándome estimulando mi piel. Se levantó y volvió con dos cubitos de hielo que sin demora entraron en contacto con mis pezones. Aquella sensación es de orgasmo "no t'escorris", decía y ella cada vez iba mutando a una mujer pasional.

Despreciando uno de los cubitos con la otra mano empezó a dibujar mi cuerpo con el otro, desde el pezón empezó a recorrer mi piel y bajar el hielo por mi vientre. Llegará, no llegará ? cada vez que parecía que el cubito entraría en contacto con mi clítoris, cambiaba el ritmo y el recorrido.

Hasta que llegó a la vez que un grito seco "no t'escorris", salia de su boca.

Se puso a reír, Le podemos echar las culpas al hielo, pero no, esto está mojado por tus flujos.

Se levantó, fue a buscar el ipad y el hitachi y diciendo, un primer plano siempre es mejor enfocó mi sexo y añadió. No lo decepciones, no puedes correrte y empezó a utilizar el hitachi en mi sexo.

Lo intenté, juro que lo intenté, casi lloré por evitar aguantar el correrme. Pero explosioné y me abandoné a un gran, largo y continuado orgasmo y ella desbocándose introdujo dos dedos dentro de mi sexo a la vez que el hitachi estimulaba las zonas más sensibles del mismo.

Haciendo oídos sordos a mis suplicas ella continuó y continuó. Era imposible de aguantar-

Paró. Se levantó y fue a buscar un consolador, o mejor tendría que decir, por sus dimensiones, un martirizador. Húmeda como estaba lo introdujo con menos delicadeza de como lo haría un hombre. Que transformación puede hacer una mujer. Y yo excitada y con sensaciones contrarias, dolor y placer, placer y dolor.

Se iba despertando la sádica. Se acercó con unas pequeñas pinzas, cada una con un cordón de un medio metro. Pinzó mis pezones y se levantó. Mis pechos bailaban al movimiento de las pinzas como si fuesen títeres. Y de golpe, sin esperarlo, tirando en seco hacia arriba las pinzas se desprendían de mis pezones provocando en mi un agudo chillido y un calor, escozor, excitación en cada pezón.

Esto se repitió varias veces causando cada vez el mismo efecto y manteniéndome excitada para a continuación hacerse con el gato y aletoriamente castigar mis pechos y mi sexo con severos azotes que le salían de lo más profundo.

Dejó el gato y se arrodilló para poder besarme la boca, esta vez con indisimulada pasión, mezclando su saliva con la mía, mordiendo los labios y estirándose con su mano masturbaba mi clítoris y sexo.

Se acercó con dos cordones más, sujetó así mis muslo a la altura de mis inglés obligándome a mantener las piernas bien abiertas e imposibilitando que las cerrase.

Cogió el ipad y lo situó de manera que mi sexo quedase bien enfocado.

Se hizo con un rosario anal y empezó a introducirlo de manera que las primeras bolas eran de menor diámetro, pero lentamente fui notando como me empalaba y las bolas de mayor diámetro penetraban dentro de mí.

Se levantó y en pie al lado de la mesa, sin dejar de mirarme cogió uno de los recipientes y empezó a expandir aquella crema gelatinosa en sus manos.

Se posicionó a uno de los lados permitiendo que el ipad encuadrase bien y dos dedos se introdujeron dentro de mi sexo removiéndose, masturbándome. Yo estaba tan mojada por mi misma y ayudada por la gelatina no tomé consciencia de lo que pretendía hasta que note una cierta presión, estaba introduciéndome su cuarto dedo. "No ho facis" le dije, En aquel momento ni sabía que lo que estaba haciéndome tenía un nombre, pero sus intenciones no tenían confusión. Su cuarto dedo dentro de mí. Su mano girando a derecha e izquierda. Ella desbocada y excitada. Sabía que mi Amo lo estaba viendo todo y quería que mi orgullo no me abandonara, pero a la vez que el pulgar de su mano intentó hacerse camino yo no pude evitar llorar. Aun así, no la pronuncié, no usé la palabra de seguridad, solamente insistía, creo que sabiendo que esto nos excitaba más a las dos "no ho facis, no ho facis".

Su mano se introdujo dentro de mí en un completo fisting a la vez que mi ano estaba empalado por aquel largo rosario.

Ya desatada me invitó a ducharnos y saliendo de la ducha ahí estaba el, vestido, en pie, firme y satisfecho. "veniu" nos dijo, y solícitas las dos nos acercamos y yo por mimetismo me arrodillé ante el tal como lo hizo ella y las dos al unísono le lamimos y chupamos su miembro.

No, no nos permitió que le terminásemos. No se corrió y no lo hizo porque si bien salimos las dos y el juntos de la habitación. Yo me marché sola y ellos lo hicieron en un mismo coche ya que viven cerca el uno del otro y durante el trayecto el usó a su sumisa por placer y por gratitud.