Primera vez con un jovencito
Me apetecía probar nuevas experiencias y esta es la primera de una serie que ya he realizado.
Hola, amigos, me llamo Marta, tengo 29 años y soy de León, aunque llevo ya 3 años trabajando en una oficina en Madrid. Cuando llegué, prácticamente no conocía a nadie, por lo que mi vida aquí era muy aburrida. Eso tenía una parte mala, y otra buena. La buena era que al no salir y no conocer a nadie, pude realizar varias "fantasías", que en León no pude hacer, porque es una ciudad más bien pequeña, y más o menos nos conocemos todos.
Deciros que tengo 29 años, mido 1,65, peso sobre 62 kilos, tiene media melena de color castaño, a veces con mechas rubias. Tengo una figura normal, un poco de culillo y tengo 85 de pecho. No soy Pamela Anderson precisamente.
Esta es mi primera entrega de algunas aventurillas que me han pasado. Ya os digo que, como todos y todas, tenía alguna fantasía en relación al sexo. Una de ellas era la de estar con algún chico jovencito. Me había fijado ya en un par en un instituto cerca de mi casa, por el que paso cuando salgo del trabajo. Yo había notado que también se habían fijado en mí, porque a esa edad, yo creo que se fijan en todas, y como yo me quedaba mirándoles fijamente, pues ellos estaban ansiosos esperando cada vez que pasaba.
Hasta que un día que estaba lloviendo, pasé por allí, y vi a un chico de los que me gustaban que se estaba mojando. Le dije que si quería que le acercara a algún sitio, y después de cortarse un poco, me dijo que sí. Ya dentro del coche nos pusimos a charlar. Se llamaba Héctor, tenia 16 años, casi 17 me dijo, y así se fue tranquilizando.
Le pregunté si me conocía, y me dijo que él y sus amigos se habían fijado en mí cuando pasaba. ¿Os gusto?, le pregunté en un semáforo cuando paramos. Se puso colorada, y me dijo que si, que estaba muy buena. Entonces ya me lancé y le pregunté si era virgen. Entonces se puso más colorado todavía, y me dijo que sí. Entonces yo le pregunté si quería dejar de serlo, y que viniera a mi casa por la tarde. Tengo que confesaros que al ser él jovencito, me molaba mucho tener esa sensación de superioridad sobre él y de dominación.
Por la tarde fue a mi casa. Yo me había puesto supersexy, minifalda, escote, botas altas, vamos , que no me lo pondría ni por la calle, creo yo. La verdad es que estaba muy bien. Nos sentamos en el sofá, y le fui tranquilizando poco a poco. Nos empezamos a besar, y el se lanzó rápidamente sobre mis tetas. Yo me eché a reír y le dije que fuera más despacio. Seguimos tocándonos y yo le abría la bragueta y le saqué la polla.
No estaba nada mal, serían 17 ó 18 cms. Eso sí, superdura. Empecé a meneársela lentamente y empezó a gemir. Le bajé los pantalones y empecé a chuparsela lentamente, mientras él se derretía de placer. Yo le metí un dedo en el culo, que es algo que me gusta hacer cuando hago mamadas, y a Héctor se le puso más dura aún.
Me encanta. Le dije que me la metiera ya. Le tumbé en mi cama y le agarré la base de la polla, y me la metí dentro de mi coñito, que estaba mojadísimo, y le empecé a cabalgar. Él se volvía loco literalmente. La verdad es que tardó poco en correrse, pero cuando lo estaba haciendo, me salió desde el coñito todo el orgasmo, y me inundó el cuerpo de placer y de leche.
Le dije que me chupara el coño con su semen dentro y Héctor no dejó ni una gota. Luego descansamos un poco, y luego le rematé con una buena mamada en cuanto se le volvió a poner dura.
A quienes les haya gustado mi relato, pueden escribirme a antomarta@hotmail.com . Yo, por mi parte, prometo seguir contando historias mías.
Besos a todos.