Primera vez con mi cuñada

Felizmente casado desde hace algunos años, no pensé que pudiera, sin quererlo deliberadamente, tener sexo con mi cuñada. La decisión de publicar esta historia real es la necesidad de contarlo a alguien, sin tener que escuchar la perorata moral acostumbrada incluso de aquellos amigos más liberales...

Felizmente casado desde hace algunos años, no pensé que pudiera, sin quererlo deliberadamente, tener sexo con mi cuñada.

La decisión de publicar esta historia real es la necesidad de contarlo a alguien sin escuchar la perorata moral acostumbrada incluso de aquellos amigos más liberales.

Entre mi esposa y su hermana existen diferencia físicas notables, Marcela (nombre que le daré a mi esposa aquí) es rubia, alta, de ojos claros y su cuerpo es un monumento a la mujer germana. Mercedes en cambio (nombre falso de mi cuñada) es morena, de ojos negros azabaches y su cuerpo es 100% latino. Una morena que se rompe en sensualidad.

Nunca en tantos años había mirado a Mercedes de otra manera que no fuera la pequeña hermana de mi mujer. Pero en aquella ocasión algo cambió sin razón aparente o por intenciones ocultas en ella que yo desconocía.

Eran las 7 de la tarde de un día de invierno, y ya era de noche. Por razones de estudio ella necesitaba de mis conocimientos en diseño gráfico para una presentación de la que según me había anticipado, dependía su ascenso.

Mientras la esperaba, la oficina se fue vaciando de a poco y cuando ella llegó, en mi celular mi esposa me proponía que luego de terminar fueramos juntos a la casa de mis suegros a cenar todos juntos. Acepte sin problemas.

Aunque tímida, Mercedes siempre muestra lo que tiene, incluso en invierno, asi que el jean ajustado estaba a punto de explotar y el sueter contorneaba unos pechos medianos y firmes.

Botas, pelo suelto y perfume fueron detalles que percibí inconscientemente.

Trabajé una hora y media con su mentón apoyado en el hombro izquierdo, desde donde sentía su mirada cada tanto y dictaba sus opiniones.

A esa altura no sé si el cansancio acumulado del día o qué me habrían afectado tanto, cuando se levantó para dirigirse a la impresora laser color, no sólo le miré el culo sino que también se lo elogié en voz alta.

  • Nooooo, cuñado no te metas conmigo que te podés quemar, me dijo sonriendo y desapareciendo de la puerta de mi office.

La seguí al sentirme desafiado, "nunca me quemé, menos con cosas pequeñas" solté a sus espaldas. Sabía que le molestaba el hecho de que la tratara como una "niña".

  • Tengo 23 tarado, y me lo dijo en la cara, demasiado cerca. Hubo un lapso de segundos frente a frente que despertó mi libido.

El ruido de la impresión finalizada, interrumpió el momento pero cuando se dio vuelta la abracé por detrás apoyando mi ya empalmada berga en ese culo caliente. Lo hice intentando transmitir cariño, pero no debe haber entendido ese mensaje porque se safó rápidamente y me miró extrañada unos segundos. Creí que el enojo estallaría en cualquier momento, pero no fue así.

Tomo mi cara en sus dos manos y me beso al principio suavemente, luego su lengua liberó mis culpas y las manos.

En segundo estabamos apoyados sobre la impresora, como animales jadeando, cuando ella buscó mi piel sacando la camisa del pantalón, yo me lancé a desabrochar su sostén.

Me separe unos instantes y me abalancé sobre el cuello que ella ofrecía con su cabeza hacia atrás. Mientras mis manos ya acariciaban sus pezones pequeños y duros como guijarros. La piel era caliente, suave y firme como lo imaginaba.

Ella gimió cuando los pellizqué simultáneamente. Cuando la miré a los ojos supe que ardía por dentro como yo.

Cuando comencé a quitarle el sueter, ella fue hacia abajo facilitándome la tarea. Clavó sus uñas en mis muslos y beso el bulto solemnemente.

Libero de su prisión ajustada a mi pene para hacerlo suyo en una mano y con la otra tomo mis testículos con demasiado ímpetu, por lo que tuve que apretar su muñeca izquierda dándole a entender de mi dolor. Entonces con su lengua humedeció la cabeza recorriendo sus límites para luego hacerla desaparecer en su boca.

Con la mano derecha hizo retroceder hasta la tensión insoportable la piel y comenzo a chuparla como un caramelo. Yo casi no podía estar en pié, mi cuñada me estaba dando la mejor mamada de mi vida.

Lo mejor era ver la satisfacción es su rostro y la lujuria en sus ojos. Pero para entonces yo quería más que eso asi es que la tome de lo brazos interrumpiendo su maravillosa tarea y la besé desesperadamente y con las manos bajé el jean hasta donde pude, para luego recorrer con mis labios los pechos, mordisqueándolos apenas. Seguí hacia abajo humedeciendo un ombligo tenso mientras mis manos en cada uno de sus muslos sujetaba una tanga de algodón blanca que no tardó en deslizarse.

Sólo mi respiración cerca de su vagina le causó un espasmo, cuando puse la punta de la lengua sobre el clítoris dejó escapar una suspiro violento. El aroma me volvió loco, húmeda, abrió sus piernas y comenzó a cariciarme el pelo o a tirar de él regularmente.

Lleve los jean lo más abajo que me permitieron las botas que llevaba, cuando la escuche decir mi nombre.

  • Por favor cogeme, cogeme por favor, Gustavo, y lo dijo suplicando como si no fuera esa mi intención.

Volví a pararme para guiarla hasta la alfombra. La miré un segundo antes de tirármele encima y sentí que me cogía a un ángel.

Sólo apoye la cabeza del pene en su vagina y este se deslizó fácilmente. Ambos gritamos.

Sentí su primer orgasmo y me tenté por un segundo de acabarle ahí mismo. Pero intenté hacer las cosas bien. Estiré mis brazos y comencé a moverme en redondo sin salir, frotando su clítoris con mi pelvis, sintiendo mi pene ajustado en su interior caliente.

  • Me voy, aaaaaahhhh, me voy de nuevo, Gustavo me voooooyyyy. Aaaaaahhhhhhh

  • Si, si, si dije casi inconsciente, frenando mi orgasmo inminente.

Sin esperar demasiado, me recosté sobre ella y comencé un mete y saca frenético, y ella comenzó a gritar.

  • Ahhhh, me vas a matar, hijo de puta, ahh, me vas matar guachooooo.

Puse mis manos detrás de sus rodillas y levanté sus piernas, ahora mis huevos en cada penetración la golpeaban con fuerza.

  • Siiii, si, más, más. Si venite conmigo, venite dale. Me decía, aunque yo intentaba no acabarla adentro.

Sentí temblar sus piernas y endurecerse su estómago, supe que el orgasmo más valioso era el que venía asi que apuré el ritmo.

  • Nooooooooooooooo, grito casi como un reto pero placenteramente. No, no puede ser, llename de leche por favor, no acabáste nunca y yo tres veces, me dijo susurrando verdaderamente apenada. Yo reventaba de leche, asi que salí de ella antes de dejarla seguramente encinta.

  • Adonde vás? Por qué salís?. Me preguntó. Quiero acabar adentro pero no preñarte le dije. - No tenés forros acá?

No nunca tenía en la oficina… Pero mi intención era otra.

Ssssshhhhh, callate, le dije con firmeza y me zambullí entre sus piernas. Le metí la lengua en la vagina, acompañandola con el dedo índice. Lo lubriqué bien. Mientras con mi lengua seguía un ritmo reglar, introduje de apoco el dedo en su hermoso culito.

  • No, no; me detuvo. No eso no, no quiero. No., me dijo muy seria.

  • Esta bíen le dije pero date vuelta entonces.

  • Pero no me rompas el culo, no me jodas, no quiero, duele

  • OK, le dije pero dale, ponete en cuatro.

Se puso en cuatro patas, la visión era lujuria esculpida en carne. Me acomodé detrás de ella y la volví a penetrar por la vagina, se quejó un poco pero comenzó apurando el ritmo.

Cuando empezó a gemir sostenidamente, me chupé el dedo pulgar de la mano derecha y seguidamente lo empuje por su culo. Entró sin resistencia y ella gimió de placer.

  • Ahhhh, ahhhh, ahhh, me voy, me voy, ahhhh, ahhh

Ahora ella manejaba el ritmo yendo hacia delante y atrás, pero yo jugaba a placer con su culo. Cuando acabó las contracciones del culo apretaban mi dedo con fuerza y casi me hacen acabar, de hecho creía haber dejado escapar semen.

No le saqué el dedo de todas formas, ella se apoyó sobre los codos, intentando recuperar el aire, yo suspiraba para no acabar ahí mismo incluso fuera de ella y sin ningún contacto.

Antes de que se recuperara del todo volví a metérsela con al intención de lubricarla.

  • Ayyy, pará, pará que me duele, todavía estoy acabando, dijo creyendo que yo salía obedeciendo su pedido. Lentamente saqué el dedo pulgar de su culo.

  • Ahhhh, me gusto eso, si aunque no lo creas me gustó

  • Espero que esto también te guste, le dije empujando la cabeza morada del pene dentro del culo.

  • Ahhhhhhhhhh, aaaaaaahhhhhhh, salí, ahhhhhhhh

  • Quieta, aaaaahhhh, pará me hacés mal, le dije con sinceridad y sacudiendola firmemente de sus caderas. Estaba ahorcándome el miembro.

Nos quedamos quietos unos instantes mientras besaba su espalda. Lentamente comencé a moverme dentro de ella. No faltó mucho para escucharla acelerar su respiración de nuevo.

Cuando levantó la cabeza, no hizo falta más… la tome de las caderas y bombee hasta el límite del dolor, sin parar. Acabé, casi perdiendo el sentido, la llené literalmente de leche.

Y me derrumbé sobre ella, agitado y con el corazón luchando por mantenerme vivo. No sabía hasta allí si ella había acabado esta vez.

Cuando recuperamos el aliento, cada uno supo que hacer para no herir susceptibilidades. No vestimos demasiado rápido, pero nada hasta allí era cuidado ni romántico.

Volví a mi escritorio y tiré a imprimir las copias que faltaban, en el celular había dos llamadas sin contestar que no habíamos oído. Eran de mi esposa desde la casa de sus padres. La llamé y le dije que tenía el celular en vibrador por eso no lo escuche y le prometí que estaríamos por ahí en unos instantes.

Mi cuñada apareció en la puerta con las copias recién impresas sonriendo provocativamente.

  • Perdoname, dijo mirándome a los ojos, vos crees que yo me voy a ir sin antes no hacerte acabar otra vez, después de romperme el orto que era lo único que me quedaba virgen?.

  • Espero que no, le dije.

Asi que guardó sus cosas en una carpeta. Luego vino hacia mí, me sentó en el sillón de mi escritorio y se arrodilló entre mis piernas. Antes de bajarme el cierre me miró y me dijo:

  • te la voy a comer toda, hijo de puta.

Cuando tomó la verga en su mano aún estaba flácida, pero bastó que pasara la lengua como si fuera un helado para que recuperara el vigor.

Comenzó a chupar de maravillas, sabiendo que yo miraba su rostro, raspaba con la cabeza de mi berga sus dientes como si fuese un cepillo, pero delicadamente. Luego lo liberó, comenzó a pajearme con la mano mientras lamía mi huevos hinchados, suavemente al principio, para luego metérselos en la boca.

Volvió a chuparla otra vez pero con más fuerza, cuando supo que acabaría se retiró abrió la boca mientras me pajeaba con la mano y me dijo dame la de beber, quiero beberla toda.

Acabé con un grito incontenible, la leche cayó sobre su rostro, el pelo, el sueter, incluso sobre el escritorio.

  • Así cuñadito, así, cuanta lechita… decía con una cara desencajada de lujuria, mientras yo me relajaba en mi sillón de todos los días.

Cuando llegamos a la casa de mis suegros, a Mercedes le reprocharon hacerme trabajar tanto y gratis… A mí me preguntaron si me sentía bien, porque tenía unas ojeras terribles. Mentí, dije que seguramente estaba incubando gripe o algo así. Con eso también evite esa noche a mi mujer

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