Primera vez con el profe

Caliente recuerdo del primero de muchos encuentros con el profe, un hombre mayor que yo con el que pasé momentos inolvidables.

Primera vez con el profe

Ese tarde el calor era infernal, la temperatura no bajaba de los 32 grados. Tuve que abandonar el trabajo para hacer unos trámites que solo podía adelantar en horario de oficina. Sorpresivamente me desocupé en pocas horas y en ese justo momento, como si supiera, me llamó.

-Hola  ¿dónde andas?

-En la calle haciendo unas vueltas, pero ya terminé, si quieres nos vemos un ratito y nos tomamos algo, tengo mucho calor.

-Ummm, tengo cosas qué hacer, debo arrimar a mi antigua oficina a recoger unos libros para la clase que voy a dar mañana y mirar qué pasó con el aire acondicionado que no funciona.

-Ah listo (un poco molesta), entonces nos vemos luego.

-Espera, espera, ¿por qué no me acompañas a la oficina, hago lo que tengo pendiente y de ahí vamos a hacer lo que quieras.

-Listo, te espero.

Cuando llegó, me subí rápidamente al carro, por mi bien, era mejor que nadie viera que me iba con él, espontáneamente le dije hola al tiempo que le daba un pequeño beso en la boca, de esos que das a tu pareja instintivamente. Me quedó mirando y sonrió –Qué bonito, me dijo. Pronto tenía que terminar con ese momento incómodo, él no era mi novio ni nada parecido, durante un mes desde nuestro primer beso, nos habíamos besado a escondidas, unos besos más dulces que otros, otros más apasionados que otros. Alguna vez, cuando en un encuentro se nos subió la temperatura, no pudo aguantar las ganas de decirme  que quería hacer el amor conmigo, que no le importaba el resto del mundo y yo debería hacer lo mismo. No me dio tiempo de responder, siguió besándome muchísimo hasta que al sacar fuerzas pude decirle que no siguiera y que me llevara cerca a mi casa.

Esa noche sonó en mi cabeza una campana de alerta, debía terminar con esa relación inmediatamente, pero qué difícil era, desde el primer beso, cada día me decía que no podía seguir con él, pero no podía, todo el tiempo lo tenía en mi cabeza.

Al día siguiente decidí hablar con él, le dije lo que los dos desde el principio sabíamos: que lo nuestro había nacido muerto, que no teníamos ningún futuro, que podíamos lastimar a muchas personas, pero sobre todo lastimarnos a nosotros mismos. –Listo, si es lo que quieres dejamos todo hasta aquí, pero solo quiero que pienses en una cosa ¿qué sentido tiene aguantarnos estas ganas?, me harías feliz si seguimos, pero como te digo, si quieres parar no hay ningún problema. Me quedé mirándolo mientras sentía una tristeza enorme, debía dejarlo ir pero no quería que se separara de mí, tenía que hacer algo, tenía que pensar rápido y simplemente lo besé en señal de que no me abandonara nunca.

Los días siguieron y por cosas del destino, esa tarde estaba en su oficina a solas con él. Me puse un poco nerviosa por la situación, pero estaba decidida a mantenerme en la decisión de que no tuviéramos sexo, solo pensaba darle unos besos y salir rápidamente antes de que alguien pudiera advertir mi ausencia.

Sí, efectivamente todo empezó con un suave beso, durante el cual fue moviendo mi cuerpo lejos de la ventana, porque “alguien nos podía ver”. En un lugar más seguro empezó a bajar sus manos a mis nalgas, pronto, con mi cuerpo muy pegado a él pude sentir su gran erección, inmediatamente llevó mi mano a su paquete al tiempo que me decía “mira cómo me pones” los besos siguieron, cada vez más intensos hasta que sentí todo su peso que me aprisionaba contra la pared. De verdad quería parar, pero era imposible, era tanto deseo, tantas ganas, que decidí dejarme llevar y en lugar de salir y huir desabotoné su camisa, fue delicioso sentir la temperatura de su cuerpo cada vez más y más cerca.

De un momento a otro me giró de espaldas a él y ya su erección la sentía en mi culo, sentía su pene gigante, a punto de reventar el pantalón, mientras me frotaba dijo “así me pones cada vez que me besas, siempre debo llegar a hacerme la paja pensando en ti”, inmediatamente puso la mano en mis senos, comprobando mi excitación, los tenía duritos como pequeñas piedritas.

Mi respiración cada vez se aceleraba más, no podía pensar, quería tenerlo dentro como fuera, hasta que en un movimiento rápido su mano llegó al objetivo, pude sentir sus dedos en mi ya húmeda conchita. “Estás mojadita mi amor… me encanta”, me decía mientras frotaba mi clítoris que cada vez se hinchaba y chorreaba por los ricos movimientos que hacían sus dedos. Mis ruidos aumentaban, por lo que su otra mano tuvo que dedicarse a tapar mi boca, a ese paso todo el edificio de oficinas se enteraría de lo ocurrido.

Cuando pude controlarme un poco, me giré y empecé a soltar su correa, me miró a los ojos y me dirigió una pícara sonrisita, días después me confesaría que veía aproximarse una mamada, pero al mismo tiempo no lo creía, le costaba creer que por fin había dejado de lado los prejuicios para buscar el placer con él.

Lo que sospechaba se hizo realidad… lo empujé un poco hacia un escritorio, me acomodé de pie entre sus piernas y lo seguí besando, antes ya había adelantado trabajo quitando su camisa, en este momento simplemente fui bajando con muchos besos por su pecho y abdomen, hasta llegar a su pantalón que no ocultaba la gran excitación que sentía en ese momento. -Debo liberarlo, dije entre risas, -Por favor, no me hagas esperar más, bajé el cierre del pantalón y lo toqué por encima de su ropa interior. Estaba muy duro y me dieron unas ganas enormes de chuparlo, rápidamente quité cualquier prenda que impidiera alcanzar mi objetivo y ahí estaba: una verga de muy buen tamaño, depilada y muy lubricada esperando a que la chupara.

Una de las cosas que más me gusta hacer en la cama –y en otros lugares- es sexo oral, me excita ver a mi acompañante disfrutando de mis mamadas, creo que mi secreto es precisamente ese: disfrutarlo. Empecé a pasar mi cara oliendo su verga de arriba a abajo, lo que aumentaba más su ansiedad, por lo que trató de bajar mi cabeza a la fuerza y con firmeza me detuve –No te aceleres, lo hacemos a mi manera.

Con cierta sorpresa dejó de insistir y yo regresé a lo que estaba haciendo, pero esta vez con mi lengua. Di una gran lamida desde la base de sus huevos hasta la punta húmeda de su verga. -Mételo a tu boquita, me suplicaba, lo miré a los ojos y metí la cabeza de su pene en mi boca apretándola suavemente con mis labios. Puso las manos en su cara, mientras tanto, metí lo que más pude hasta mi garganta y empecé a subir y bajar lentamente. –Tragona, decía mientras penetraba mi boca y yo con la lengua jugaba con él. Después de un buen rato aceleré el ritmo aumentando su excitación, hasta que me pidió  que parara porque quería venirse en mi “gallito”.

Me puse de pie y me quedó mirando al tiempo que decía que aún tenía mucha ropa. Mi camisa estaba desabotonada hasta mi abdomen y dejaba ver mi brasier que estaba un poco desordenado por la manera frenética en que me tocaba minutos antes. Algo parecido sucedía con mi pantalón, aunque aún no lo había quitado, estada desabrochado. Procedió a quitarme la camisa y mientras la acababa de desabotonar me besaba los hombros, hacía un movimiento delicioso con sus labios y lengua que nunca me habían hecho, “debe ser por la edad” pensaba yo, al reconocer las ventajas de tener sexo con un hombre mayor. Ese solo movimiento me prendió aún más y no pude evitar decirle que me moría de ganas de que me clavara, al tiempo que llevaba una de sus manos a mi muy húmeda conchita.

-Te voy a meter solo la puntica, te voy a castigar por hacerme esperar tanto.

-Solo fue un mes, eso no es nada.

-¿Nada? ¿Te parece nada provocarme tanto y no dejar que te clave?

-Me vas a clavar toda esa verga, si no lo haces no volverás a comerme jamás.

Tomó su verga con la mano derecha haciéndose la paja suavemente –Así lo hago cuando estoy solo en la ducha y pienso en ti. Esa imagen fue muy excitante, le dije que así quería que la moviera dentro de mí. Yo ya estaba completamente desnuda, al principio me sentí un poco incómoda, pues mi experiencia sexual no era muy amplia y no muchos me habían visto así, pero si algo tenía este hombre era el don de hacer sentir a una mujer cómoda, deseada y sexy. Pronto desapareció de mi mente cualquier pensamiento o temor y sentí la cabeza de su pene, que estaba muy húmedo, en la entrada de mi vagina.

Lo empezó a sobar suavemente de arriba abajo, mis líquidos se combinaban con los de él, poco a poco estaba abriendo camino. Efectivamente metió solamente la puntica, mis gemidos aumentaban así como mis ruegos para que me la metiera toda.

-Ponte en cuatro para comerte como perrita, te la voy a meter hasta el fondo.

Fui totalmente obediente, me puse en cuatro en el piso alfombrado, al tiempo que él se sentaba en una silla. Abrió un poco mi culo para entrar más fácil y se inclinó un poco hacia mí, poco a poco fue entrando la cabeza de su verga a mi gallito, seguía jugando con la puntita, pero de un momento a otro lo clavó todo.

-Ahí lo tienes todo, decía mientras empujaba muy fuerte.

-Duro, duro quiero más.

-¿Más duro? Quien te ve…

-No hables, clávame

Me agarró duro del cabello mientras me clavaba, parecía montado en una yegua, así transcurrieron varios minutos, hasta que le dije que quería que me clavara mirándome. Me sentó en la silla y la arrastró hasta el rincón, estando ahí siguió con lo que estaba haciendo, hundiendo su rica verga a un ritmo delicioso, yo mordía mi mano para que nadie me escuchara.

-No pares, me voy a venir.

-Ricoooo mi amor.

-Juntos.

-Tú primero.

Me vine delicioso, cerré los ojos y cuando los abrí él estaba haciéndose la paja, me dijo que quería venirse en mi boca, le dije que no me gustaba, temiendo su reacción y como si no le hubiera dicho nada volvió a clavarme sin ningún esfuerzo porque aún estaba muy mojada. Inmediatamente me volví a excitar y no pasó mucho tiempo hasta que le pidiera más y más verga. Aunque no me vine disfruté mucho esa segunda parte donde él si se vino y con un apasionado beso agradeció tanto placer.

Cuando terminamos abrí las piernas y me senté encima de él, quedando frente a su cara, inmediatamente me besó y apretó fuerte mis nalgas.

-Según el profesor, ¿de uno a diez, cuál fue mi calificación?

-Ocho

-¿Ah?, ¿por qué?

-Aún faltan muchas pruebas y para sacar 10 debes tragar mi leche y dejarte clavar el culito.