Primera vez con Andrea
Su piel morena hace aún más deseables ese par de tetas y finalmente veo sus pezones redondos, duros, grandes y de un color que no se define entre el cafe y el rosado...
Al empezar a salir con alguien se plantea siempre el dilema de si la mujer objeto del deseo llegará a satisfacer las fantasías que invaden la mente desde la primera vez que uno la ve...
De Andrea me llamo la atención su cuerpo delgado pero curvilíneo, sus senos tiernos y firmes y su culo duro y marcado. A esto se suma un cabello negro largo, tan largo que antes de hacerla mía ya podía imaginar como cubriría sus tetas a la hora que estuvieran libres frente a mí.
En nuestra primera noche de sexo la lleve a un motel, baile con ella sobre la pista improvisada de la habitación y poco a poco la arrastre a la cama; al abrir su chaqueta ya se dibujaban sobre su blusa su par de tetas firmes y generosas. Al liberarlas de la blusa se las ve redondas y se evidencia que no requieren del sujetador para quedar firmes y apuntando hacia mi.
Su piel morena hace las tetas de Andrea aún más deseables y al despojarla del brasier finalmente veo sus pezones redondos, duros, grandes y de un color que no se define entre el café y el rosado. Ver por vez primera sus pezones inundo mi pene poniéndolo rígido y presto a llegar a su vientre.
De repente siento el calor de su pecho en mi boca y veo como el chupar los pezones genero en Andrea una excitación indescriptible pero evidente al mirar sus ojos cerrados y su sonrisa llena de placer. Aprieto las tetas y las chupo con pasión, alfin mías, las devoro sin pudor, me sumerjo en sus pechos por minutos interminables.
Noto que Andrea llega a un orgasmo, un orgasmo generado por el tacto de sus pezones al contacto con mi lengua, mis dientes y mis ganas de disfrutar de ese excelente par de tetas. Tetas que ahora son y serán siempre mías.
La volteo para mirarle el culo, ella lo exhibe orgullosa, es firme, duro al tacto y marca perfectamente el fin de su cintura, la manoseo sin pudor y doy palmadas en sus generosas nalgas. La volteo y observo como luce su panty mientras esconde la entrada a su viente y veo sus tetas libres deseando ser devoradas una vez más.
La libero de su panty y observo su vagina, es tierna como la de una virgen, pero húmeda como ninguna. Su humedad se percibe a la distancia y su olor impregna la habitación llenándola de un perfume de hembra fina y deliciosa.
Andrea libera mi pene de las ropas que lo cubren, lo observa con deseo y con timidez lo lleva a su boca. Lo mamá sin mesura y lo disfruta, lo libera y lo agarra con sus manos, lo mide, lo observa y abre sus piernas.
Me acerco para penetrarla y lo hago poco a poco dejando que su mano me guie en las puertas de su sexo. Entro impulsado por sus jugos que inundan su vagina y lubrican perfectamente la entrada de mi miembro erecto y deseoso de hacerla mía.
Siento su estrecho vientre me hace sentir que lo tengo muy grande; siento como mi pene la llena y toca su fondo, subo sus piernas sobre mis hombros y la beso por donde puedo, me aferro también a sus tetas, que erectas apuntan hacia mi.
Me muevo con pasión pero también con ternura y su humedad me dice que lo hago bien. La beso y me hundo en su boca, la penetro, me muevo dentro de ella y ambos coordinamos nuestro ritmo durante minutos llenos de placer y pasión.
Luego saco mi pene y amenazo con no meterlo, su boca, sus senos y su humedad me atraen de nuevo a su vientre, repito esto indefinidamente y siento como su clítoris se hincha cada vez más. Lo siento porque es difícil volver a entrar y porque a cada arremetida Andrea se conmociona de placer.
Nos empezamos a mover a un ritmo más rápido y empiezo a escucharla gemir, gime con pudor pero también con pasión y de repente su vagina empieza a masajear mi pene mientras siento sus contracciones al ritmo del orgasmo que acaba de alcanzar. Sus gemidos acompañan el sublime momento. Ante tanto placer yo también eyaculo e inundo su vientre con mi leche, esta se mezcla con su humedad y gritamos de placer ante el éxtasis alcanzado. El ritmo se vuelve más violento en la medida que estamos más arriba y martillo a Andrea con la fuerza de la pasión y el deseo que me despierta.
Poco a poco el ritmo baja y empezamos a movernos más lentamente y finalmente nos fundimos en un abrazo lleno de pasión y satisfacción.
Que hembra, que delicia y cuantas ocasiones más nos esperan por vivir…