Primera vez como sumiso
Primera experiencia en el BDSM de un novato de 20 años
Desde siempre he tenido sueños sumisos en los que me entregaba a una Diosa Femenina, vestida de cuero, con botas altas y la fusta en la mano. Llegados a los 20 años, aprovechando un viaje a la capital, contacte con un Ama Profesional. Tras chatear durante una hora, concerté una sesión en la que el Ama haría conmigo todo lo que quisiera. Deseaba que me utilizara, me humillara, me feminizara y sabe dios cuantas cosas más pasaban por mi imaginación. Inocente de mí, no sabía dónde me metía.
Llegue a la hora acordada, toque al timbre y se abrió la puerta, entré y la puerta se cerró tras de mí. Entonces la vi. Era alta, hermosa, con unos ojos cautivadores. Vestía un vestido de punto negro, con unas botas negras de cuero, por encima de la rodilla. No supe que decir.
Me hizo pasar a un salón y charlamos. Acordamos que practicas realizar y cuáles no. La verdad, es que no supe decirle que no a nada.
Tras la higiene respectiva, me postre de rodillas con la frente pegada en el suelo a la puerta de la mazmorra. Ella salió y me puso un collar con cadena. Tiró de ella y me hizo pasar a cuatro patas al interior. Allí hay todo tipo de artilugios, máquinas y accesorios, algunos de los cuales no tenía ni idea de para que servían.
El miedo se apodero de mí, pero mi polla indicaba que todo aquello me gustaba, por lo que me deje hacer. Ella era maravillosa, tan pronto me trataba con dulzura, cambiaba y se volvía como una tigresa. Empecé adorando las botas del Ama, saque brillo a las botas durante un buen rato hasta que ya tenía la lengua dormida. Después me ato a la cruz. Tras ponerme pinzas en los pezones y huevos empezó a fustigarme con varias palas y látigos. Después me ato al potro y fustigo mi culo hasta ponerlo morado.
A continuación me paso a un pequeño vestidor lleno de ropa sexy, de cuero látex y calzado de todo tipo. Escogió un corpiño negro muy ajustado con ligas, unas medias de red y unos taconazos con plataforma de mi talla. Me ordeno vestirlo todo rápidamente. Después me colocó una peluca rubia. Me hizo sentar en ante una cómoda y me maquilló. Utilizo mucho maquillaje y de colores chillones para que pareciera una puta. Después me hizo desfilar para Ella. Cada vez que retorcía un tobillo por culpa de los tacones recibía un latigazo en mis posaderas.
Entonces saco un consolador de un cajón, de los que llevan correas para sujetarlo a la cintura. Tras ponérselo me hizo ponerme de rodillas y chuparla. Comí aquella polla como si llevase toda la vida haciéndolo, disfrute como una autentica zorra. Me hizo ponerme sobre el potro y me ato por si acaso. Acerco aquel pepino a la puerta de mi culo. Tras lubricarlo con aceite empezó a empujar. Empezó a entrar y aquello lo sentí como si me reventase entero. Tras unos segundos el dolor despareció y se convirtió en un placer inmenso. A cada embestida disfrutaba como jamás en mi vida. No recuerdo en mi vida tener la polla tan dura. Tras unos minutos de embestida me corrí enormemente. Cuando Ella lo vio se enojó muchísimo. No me había dado permiso para correrme y merecía un castigo ejemplar. Caso el consolador de mi culo, lo unto con los resto de mi corrida y me lo metió en la boca. Dijo – esta lección la vas a aprender de una vez por todas. Será la última vez que te corras sin mi permiso- . Era asqueroso tener aquello en la boca, con los resto de mi lefa y mi culo. Tuve varias arcadas hasta que pude aguantarme.
Como castigo, saco una vara y me fustigo el culo hasta que las marcas me hicieron sangrar. A cada varazo debía contar y dar las gracias a él Ama. Luego saco otro consolador mucho más grande que el anterior. Tenía forma realista de polla, con su capullo y formas venosas. Lo puso en su cintura y sin miramientos lo introdujo entero de una vez. De lo más hondo de mi salió un grito desgarrador, amortiguado por el consolador que tenía en la boca y mis propias babas. Comenzó a cabalgarme salvajemente. En aquel momento, comprendí que Ella disfrutaba sometiendo a los hombres como yo. Tras varios minutos cabalgándome mi polla despertó y se volvió a poner dura. Empecé a disfrutar enormemente hasta que volví a alcanzar el clímax. Antes de correrme y como pude, pedí permiso al Ama para correrme. En el momento en que Ella me lo permitió, volví a descargar una gran corrida. Mi cuerpo quedo rendido sobre el potro y creo que hasta perdí el conocimiento durante unos segundo.
Tras recomponerme y darme una ducha, me marche. Antes de salir Ella me dio un beso en la boca y me dijo que había disfrutado mucho de mí y que esperaba volver a verme. Aquel beso me pareció lo más dulce de mi vida. Nunca más me volvió a besar en la boca.