Primera vez - Capítulo 4
Sigue el desarrollo...
LA PRIMERA VEZ
Capítulo 4 - Alex
Desde el día que había hecho el amor con Alicia, había mantenido contacto con ella a través de los mensajes.
- ¿Cómo estás?- le pregunté esa noche, mientras veía tv y Mary estaba en la cocina.
-Bien. Un poco adolorida- respondió.
- Es normal-
- ¿Cómo sabes? ¿A cuántas mujeres le has quitado la virginidad?-
No respondí por unos segundos, sorprendido por la pregunta. ¿Cuántas de verdad? Dos nada más… creo.
-No tienes que responderme tonto. Era una broma- volvió a escribir Alicia.
-Perdona, estaba contaoarndo y todavía no he terminado-
-Jajajaja. Bobo-
-En cualquier caso, todas las mujeres pasan por ahí y que yo sepa no se ha muerto ninguna-
-No todas, pero tienes razón. Ahora me voy a dormir. Seguro que mañana amanezco mejor-
-Claro. Un beso-
Al día siguiente le escribí de nuevo, pero no me contestó en ese momento, sino en la mañana del otro día.
- Perdona. No vi tu mensaje hasta esta mañana. Estoy bien ya. Gracias por preguntar-
Yo tampoco pude responderle en ese momento. Estaba en una reunión complicada y luego se me fue el día volando. En la noche le escribí.
-Ahora me toca a mi disculparme-
-No tienes porqué-
-Es que estaba reunido… ya sabes. Y luego una cosa y otra-
-No te preocupes. Ambos tenemos nuestros trabajos y a veces son complicados-
-¿Cómo estas hoy?-
-Perfecta. Gracias a Dios-
-Qué bueno-
Por un rato estuvimos chateando bobadas, pero finalmente me preguntó:
-¿Cuándo será que podremos vernos? Me voy la próxima semana-
-No se- respondí - pensé queda había cumplido el acuerdo-
-Y claro que lo cumpliste, te lo agradezco en el alma, pero… todavía siento que me falta mucho por aprender-
-Ciertamente. Todavía te falta mucho, pero yo no puedo enseñarte. Tienes que buscarte una pareja que sea tuya y que esté dispuesto. Ya sabes… yo tengo a Mary-
-¡Claro! Y Mary es mi amiga del alma y no quiero interferir con Uds. Pero me gustaría, ahora que ya se superé el gran obstáculo. Una última sesión, digamos de… complemento-
-No sé. Déjame pensarlo-
-Me parece bien. Piénsalo y me dices. Me encantarían tus consejos. Aprender a hacerle el amor a un hombre sin la angustia de quedar mal. Contigo no me sentiría mal si me equivoco-
-Bueno. Como te dije, lo pensaré-
-En todo caso estaba esperando estar bien por allá abajo.¿Cómo sabe una si ya está todo cicatrizado?-
-No sangraste mucho. No habrá sido una cosa muy grande. Probablemente ya estará todo sano-
-¿Pero no hay una forma de averiguarlo? Digo, sin ir a un ginecólogo-
-Supongo que… podrías probar tu misma-
-¿Cómo es eso de probar yo misma?-
Mientras pensaba cómo responderle me llegó un nuevo mensaje:
-Jajajaja. Pero qué galla. Por supuesto que sé cómo puedo probar yo misma. Yo nunca lo he hecho, pero es que antes tenía miedo, ahora ya sé que algunas cosas pueden entrar allí sin causar daño. Jajaja-
-Muy bien. Puedes ir probando poco a poco y así sabes-
-¡Ya mismo voy a hacerlo! ¡Mañana te cuento!-
Al día siguiente no me llamó y yo pensé que era mejor no hacerlo tampoco. A lo mejor decidía dejarlo así y no tener que acostarme con ella. No es que no quisiera. Me encantaría cogérmela otra vez. Enseñarle todo lo relacionado con el sexo. Sentir cómo se derrite entre mis brazos… pero tampoco quería empezar una relación fuera de mi matrimonio. Yo amo a Mary y no quiero poner en riesgo mi relación con ella. Por lo menos no más de lo que ya había hecho.
-¿Y? ¿Te decidiste?-
El mensaje me llegó el jueves en la mañana. Y la verdad es que no me había decidido todavía, por lo que no le respondí.
Al rato recibí otro mensaje:
-Dos cosas. La primera es que estuve chequeándome (jejeje, otras personas le darían otro nombre) y ya estoy 100% bien. No me dolió nada y…-
No llegó ningún mensaje por unos minutos. Luego volvió a vibrar el teléfono.
- Como verás, todavía me cuesta esto del sexo. Iba a escribirte que disfruté mucho del chequeo y tuve un par de orgasmos. No tan ricos como el que tu me diste, pero es un inicio-
-La segunda cosa es que realmente me encantaría que estuvieras conmigo una vez más, pero entendería que no lo hicieras. Me voy el próximo jueves y no nos veremos por no sé cuanto tiempo. Un beso grande-
Esperé un rato y finalmente me decidí.
- ¿Mañana a la misma hora?-
Llegué, como la otra vez, a eso de las 12:30 del mediodía. Apenas toque el timbre respondió Alicia, como si estuviese sentada al lado del comunicador esperando que llegara. A lo mejor lo estaba.
-¿Como estas?- me pregunto, dándome un casto beso en la mejilla -Pasa, por favor-
Estaba vestida con una blusa blanca y una falda amarilla. Bellísima, como siempre.
-Yo estoy muy bien- respondí -Contento porque voy a ver a una persona a quien quiero mucho, pero triste porque esa persona se va pronto-
-Jajaja. Muy bien, pero te sugiero que te concentres en la primera parte, en que vas a ver a la persona que quieres y deja la tristeza para otro día. Quieres tomarte algo?-
-¡Oh! Seguro que lo haré. Además, esa persona está vestida muy bella, elegante y… la verdad, me dejó sin aliento-
-Gracias- respondió con una sonrisa, dando un giro para que el vestido formara una flor.
-La verdad es que es temprano, pero me gustaría tomarme algo como... un whisky-
-Wow. Debes estar muy nervioso si quieres tomarte un whisky-
-No se si nervioso es la palabra, pero podríamos decir que si, que estoy un poco inquieto porque tengo que hacer que esa persona que te conté pase una tarde inolvidable ¡qué responsabilidad!-
-No te preocupes. Estoy segura de que sabrás hacer lo que necesitas sin mucho problema. Más si dicha persona está… ansiosa de que triunfes- dijo Alicia acercándome el whisky, mientras sostenía el de ella en la otra mano.
-¡Salud!- brindamos.
-¿Cómo van los preparativos del viaje?- pregunté sentándome.
-Muy bien. Ya todo está listo. Sólo me falta hacer las maletas y algunos arreglos de última hora- respondió sentándose en el sofá cerca de mi, pero a cierta distancia.
-¿Y cuando comienzan las clases?-
-En una semana. Tengo todo el tiempo del mundo para acomodarme-
-¿Vas a vivir en el campus de la una universidad?-
-No. Conseguí un apartamento pequeñito muy cerca. De hecho me puedo ir caminando. No pienso comprar carro-
-¡Qué bueno!-
Así pasamos unos minutos conversando y tomándonos el whisky. Ambos estábamos un poco nerviosos. Sabíamos a lo que había venido, pero no sabíamos cómo empezar.
Cuando estaba terminando el trago, ella me preguntó:
-¿Quieres tomarte otro o quieres comer?-
-¿La verdad?… quiero comerte inmediatamente a besos, pero no quisiera ser mal educado-
-Oh no, comerme a besos nunca es mal educado-
Así pues, dejé mi vaso en la mesa, me acerqué a ella y le tomé su whisky, poniéndolo también en la mesa. Luego me fui acercando hasta que nuestros labios se tocaron. Eso bastó para romper el hielo. Apenas empezamos a besarnos, comenzamos a abrazarnos y acariciarnos por todas partes.
Apenas pasaron unos minutos, ella se separó un poco, lo suficiente para decirme: -Vámonos al cuarto- mientras se paraba y halaba con la mano.
Yo la seguí y apenas entramos al cuarto, ella se volteó hacia mi y abrazándome empezamos a besarnos y a acariciarnos de nuevo. Yo sentía sus tetas pegadas a mi pecho. Obviamente no llevaba sostén y los pezones se levantaban como botones que querían ser acariciados.
Yo bajé las manos por su espalda hasta llegar a su culo, donde por un rato me divertí apretando sus firmes nalgas, mientras ella empujaba con sus caderas, restregando su pubis contra mi güevo que pujaba por salírseme de los pantalones.
Luego comencé a halarle la falda hacia arriba hasta que logré meter las manos debajo. Obviamente sus nalgas estaban desnudas, sólo la tira de un pequeño tanga subía por entre ellas y se conectaba con la parte horizontal a nivel de la cintura.
Con placer, acaricié la piel de las nalgas, apretándolas contra mi o separándolas y deslizando mis dedos por el valle entre ellas, buscando su ano y más allá, su vulva, que a estas alturas estaba completamente mojada.
Mientras nos seguíamos comiendo con la boca, ella me había estado acariciando la cabeza con sus manos y brazos, pero finalmente me empujó para separarse y comenzó a quitarse la ropa, lo que yo comencé inmediatamente a hacer con la mía.
En pocos segundos ya estábamos desnudos. Ella haló el cobertor de la cama y lo tiró al suelo, acostándose en la cama boca arriba e invitándome a con las manos a acostarme sobre ella.
Despacio, puse mis rodillas y manos a ambos lados de su cuerpo y me bajé hasta quedar sobre ella. Sus piernas se abrieron y me abrazaron a la altura de las caderas, pero mi no la penetré. Mi güevo estaba plano sobre su vientre, entre los dos. Comenzamos a besarnos en la boca otra vez.
Ahora era ella la que tenía la oportunidad de acariciarme la espalda y las nalgas, luego de que bajara un poco las piernas cruzadas tras de mi para tener acceso a esa parte de mi.
Luego de unos segundos, comencé a besarle el cuello y a bajar hacia sus tetas que me moría por comérmelas. Agarrándolas con las manos, sentí lo duras que eran, y al mismo tiempo flexibles. Los pezones sobresalían orgullosos y al tiempo que agarraba las tetas con las manos, apretaba los pezones entre el dedo pulgar y el índice, lo que la hacía estremecer de placer.
Allí pasé un largo rato, tanto que tenía la piel de las tetas enrojecidas, pero cuando comencé a bajar para comerme su vulva, me sujetó la cara con las manos y muy seria me dijo:
-No. Quiero que me lo metas ahora-
-Con mucho gusto- respondí moviendo mi cuerpo hacia arriba otra vez. Una vez que estuve a la altura adecuada, ella misma me agarró el güevo y se lo colocó en la entrada de la vulva.
-Muévelo un poco de arriba a abajo- le dije -así disfrutas más y lo lubricas un poco-
-¿Así?- respondió mientras me movía la cabeza del güevo a lo largo de la vulva.
-Uuhhhmmm. Tienes razón… es muy rico… aaahhh uhhhmmm- dijo estremeciéndose cuando la cabeza del güevo se deslizó por sobre su clítoris.
Pero luego de repetir la operación varias veces, volvió a ponerse el güevo en la entrada diciéndome:
-Ya está bueno de juegos. Te quiero adentro ya-
Comencé a empujar y la cabeza se abrió paso en su cuerpo.
-Uhhhmmm… qué ricooo- dijo -tantos días esperando-
Seguí metiéndolo. Su vagina seguía siendo muy estrecha y realmente sentía como mi güevo literalmente la abría para mi.
Luego de meterle la mitad, me detuve:
-¿Estás bien?-
-Mmmm… más que bieeen. No te pareees-
-Sólo para coger impulso- respondí retrocediendo hasta que casi se me sale, para luego volverlo a meter despacio hasta casi el final.
-Aaaahhhh… oooohhhh… aaaahhh…. queeee ricoooo-
Volví a sacarlo y a meterlo. Procurando llegar cada vez más adentro.
-Aaayyy mi aaamoooorrr… queee ricooo- seguía ella diciendo cada vez que se lo metía.
Finalmente llegué hasta el fondo. Sentí como la cabeza del güevo le presionaba la entrada del útero y entonces comencé a moverme de lado.
-Ooooohhhh- gimió al sentir como con ese movimiento, la raíz del güevo rozaba contra su clítoris.
-Daaaleee… daleee… maaasss durooo-
Complaciéndola, empecé a moverme con más fuerza, sacándoselo y metiéndoselo completo.
-Yaaa… yaaa… vooyyy a aaacaaabaaar- dijo de pronto.
Me sorprendió, porque no llevábamos mucho tiempo tirando, pero muy bien..
-Cuando quieras, mi amor… vente… gózalo-
-Aaaahhhh-
-AAAAaaaahhhh-
-AAAAAAAHHHHHH-
Finalmente se puso rígida y empujó tan duro con las caderas que levantó el culo de la cama al tiempo que el güevo se le encajaba más adentro.
En esa posición pude sentir como los músculos de la vagina se contraían rítmicamente, como tratando te halarme el güevo aún más adentro.
Finalmente se relajó y bajo el culo a la cama, mientras respiraba agitadamente. Yo comencé a moverme otra vez, despacio y haciendo movimientos giratorios con la cadera para acariciarle el clítoris, para luego comenzar a acelerar otra vez.
-Ahi vieene otraaa veeez…- gimió.
Yo seguí moviéndome, metiéndolo y sacándolo lo más que podía. Tanto que un par de veces se me salió de la vagina completamente, pero ella inmediatamente lo agarraba y se lo metía otra vez.
-Dale, daleee- me decía.
Y entonces, mientras todavía mi orgasmo estaba empezando a formarse, ella tuvo uno otra vez.
-Aaaahhhh-
-AAAAaaaahhhh-
-AAAAAAAHHHHHH-
Este fue más suave, pero definitivamente un orgasmo. Alicia no tendría problemas con su sensualidad en el futuro.
Y entonces, mientras ella se reponía de este segundo orgasmo, yo sentí como el mío se desarrollaba repentinamente. Sin razones para esperar, me dejé llevar por el placer y pocos instantes después explotaba profundamente dentro de ella.
-¿Cómo funciona?- me preguntó Alicia mientras comíamos delicatesses desnudos en la cama.
-¿Cómo funciona qué?-
-Eso- dijo señalándome el güevo que colgaba desinflado contra mi muslo. Yo estaba recostado, medio de lado, comiendo.
-¡Oh! Pero ya lo viste-
-Si. Lo vi duro y gigantesco dándome placer y ahora parece un pellejo blando y un poco inútil-
-Jajaja. Bueno, ni tan inútil. Me sirve para hacer pipí parado, cosa que tu no puedes hacer-
-Jajaja. Es verdad. ¿Pero la pregunta es cómo haces para que pase de un estado a otro? ¿Cómo lo conviertes de un quasi-inútil pellejo a un maravilloso… güevo?-
-¡Ahhh! Eso lo hace el cerebro. Esto comanda las venas del pene a que se cierren y eso impide que la sangre regrese al cuerpo. Como la sangre no puede regresar, se acumula en unas estructuras cavernosas que hay en el pene y éste se infla-
-Ah, pero que interesante. Eso es mejor que tener las tetas infladas todo el tiempo, como una-
-Ciertamente. Nunca lo había pensado así. Sólo que las tetas no están llenas de sangre, sino de grasa, creo, y por eso no se inflan y desinflan a voluntad, como el pene-
-Realmente me hubiese gustado que una se las pudiese desinflar y reinflar a voluntad, pero no sigamos hablando de las tetas. Sigamos hablando de tu pene. Me gusta más la palabra pene cuando está pequeño, güevo es cuando está grande y dentro de mi. Jajaja. Vuelvo a preguntarte. ¿Y cuándo decide el cerebro mandarlo a parar?-
-¡Aaaahhh! Hay muchas formas. Por ejemplo, tú puedes hacerlo-
-¿Yo?… ¿Y cómo?-
-Por ejemplo, si lo acaricias-
-Ah, Ok-
-O si actúas de forma sexy. Si me flirteas, tú sabes…-
-¿Podemos probar ahora?-
-Claro- respondí.
Entonces ella dejó lo que estaba haciendo y se acostó boca abajo, con la cara muy cerca de mi cintura.
-¡Pero ya está empezando a crecer!-
-Claro- respondí -apenas empezamos a hablar de él, el cerebro comenzó a enviar señales. Probablemente no muy claras y considerando que acabé hace poco, hay un cierto retraso en la respuesta. Pero si te apuras puedes tocarlo y ver que no está duro todavía.
Efectivamente Alicia lo agarró con su mano derecha y lo apretó.
-Jajaja. Apenas es más grande que mi mano-
-Cuando hace frío se pone tan pequeño que casi que hay que buscarlo con una lupa-
-Jajaja. No te creo… mira, ya está creciendo- dijo acercándose mucho para verlo.
-Si lo acaricias verás cómo crece más rápido todavía-
Alicia me apretó el güevo, pero de una manera brusca y rozando el glande, lo que me dolió un poco.
-¡Hey! Tienes que tener cuidado. La cabeza es muy sensible. Es como tu clítoris. Para acariciarla tienes que ponerle una crema o saliva o tus líquidos vaginales. Nosotros no lubricamos tanto como Uds en la vagina-
-¡Ay, perdóname-
-No te preocupes. Estas aprendiendo y por eso te lo digo. A los hombres nos encanta que nos lo acaricien con la boca porque siempre está la saliva-
-¡Ahhh! Te refieres a lo que llaman una mamada de güevo-
-Exactamente. Bien hecha es una delicia. Es uno de los típicos juegos previos antes de la propia cogida. Aunque a veces, se hace hasta que el hombre acaba. En cuyo caso, el güevo se desinfla y no puede haber penetración-
-¿Y qué se hace entonces?-
-Bueno. Puede que el hombre le haga lo mismo a la mujer. Es decir, que se la coma hasta que ella acaba también. O hasta que al hombre se le pare de nuevo. O… simplemente se termina ahí. El hombre acabó y la mujer queda insatisfecha-
-Pero no es justo- dijo Alicia, mientras me masturbaba despacio. El güevo lo tenía ya completamente parado y ella lo acariciaba con la mano.
-Recuerda que algo así como el 95% de los hombre acaban durante el acto sexual, pero sólo el 65% de las mujeres…-
-Mmmjuuu- dijo Alicia metiéndose el güevo en la boca despacio.
-Ayyy- dije cuando me rozó el glande con un diente -¡tienes que tener cuidado con los dientes!-
-¡Perdona, perdona!- dijo sacándoselo de la boca.
-Sobre todo con el glande- le dije -eso es lo mas sensible, pero en general, todo. Los dientes son un peligro. Lo mejor sería que una mujer desdentada se lo mame a uno. Jajaja-
Ya ella se había metido el güevo en la boca y evidentemente no podía contestarme.
-Algunas mujeres se cubren los dientes con los labios, pero creo que si abres la boca lo suficiente, no es necesario… mmm… lo estás haciendo muy bien- le dije sintiendo como le acaricia el glande con la lengua.
-Otro juego consiste… mmm… en que… mmm, qué rico… en que te metas todo el güevo en la boca, pero para lograrlo, tienes que tragártelo… mmm… sigue asiii… estaaa muy bieen… tienes que meterte el güevo por la garganta… se llama garganta profunda…-
Entonces sentí como ella intentaba meterse el güevo más adentro, pero inmediatamente tuvo arcadas y se lo tuvo que sacar.
-Aaarggghhh, cough, cough- tosió -eso está muy difícil-
-Supongo que si- respondí -yo nunca lo he hecho. Jajajaja-
-¡Me lo imagino! ¿Quieres que lo intente otra vez?-
-Una mamada profunda es una cosa muy erótica y si lo aprendes a hacer, será un punto importante para las relaciones con tu pareja, pero no estoy seguro de que lo puedas aprender la primera vez. Supongo que es un asunto de práctica-
-Déjame intentarlo otra vez y después vemos-
Así pues, Alicia comenzó a meterse el güevo en la boca.
-Una vez leí- le dije -que tienes que sacar la lengua lo más que puedas para expandir la garganta-
-Mjjuu- respondió al tiempo que sacaba la lengua. El güevo le tocó el fondo de la garganta… y enseguida tuvo una arqueada. La aguantó y siguió presionando… pero no pudo más y se lo sacó.
-Aaarggghhh, cough, cough- tosió -no puedo-
-Ya déjalo- le dije mientras seguía acariciándole las tetas.
-Mejor cuéntame ¿cómo averiguaste si ya estabas curada allá abajo?-
-¡Aaaahhh, éso estuvo de lo más bien- respondió mientras comenzaba a hacerme la paja despacio. Con el güevo mojado de saliva, sus dedos se deslizaban rico por toda la piel.
-Primero me desnudé completa y fui al baño a ver qué conseguía. Primero probé con el cepillo de dientes. Algo delgadito porsia-
-Pero cuando comencé a tocarme para encontrar el hueco bien, me di cuenta de que estaba muy seca. Entonces recordé cómo me habías acariciado con la lengua y mojando mis dedos en mi saliva, volví a tocarme ¡qué diferencia!- siguió diciendo.
Mientras, yo seguía jugando con sus tetas, metiéndome los pezones en la boca y chupándolos haciéndolos crecer tanto como podía. También bajé mis manos a su vientre y comencé a acariciarle la vulva, que estaba completamente combada, claro.
-Yo nunca me había hecho la paja- siguió contándome -gracias a las monjas del colegio, a mi mamá y probablemente a mis amigas del cole. El caso es que siempre pensé que eso era pecado, malo y que solo las mujeres de mala vida lo hacían. ¿Te puedes imaginar? Una mujer hecha y derecha como yo con 32 años y nunca se había tocado por allá abajo-
-¿Ni siquiera cuando te bañabas?-
-Claro, cuando me bañaba si, pero digamos que pasaba la mano plana contra la vulva, evitando tocarme muy adentro. El caso es que el otro día, por primera vez en mi vida me acaricié el clítoris… ¡y ya no voy a volver a para nunca! Jajajaja-
-Jajajaja- reí con ella, mientras justamente le acariciaba el clítoris.
-Mmmmm, qué rico- dijo.
-El caso es que mientras lo hacía, me fui metiendo el mango del cepillo de dientes por la vagina y no sentí ningún dolor, ni cuando llegué hasta el fondo. Me miré y me dio mucha risa mi vulva toda mojada y con los pelos del cepillo apenas sobresaliendo-
-Entonces me paré a buscar algo más grande… mmm sigue, mi amoorrr. no pares…-
Yo no pensaba parar, pero ya tenía muchas ganas de metérselo…
-Entonces encontré un cepillo de pelos con un mango más adecuado… sobretodo más grueso. No tango como esto… - dijo señalándome el güevo -pero más apropiado que un cepillo de dientes. Mientras me lo metía… aaahhh mmmm- volvió a gemir.
Ahora tenía las dos manos en su vulva. Con los dedos de la mano derecha le acariciaba el punto G y con los de la mano izquierda, el clítoris y las zonas de alrededor.
-Mieeentras me lo metiiia no pude mas y me vino mi primer orgasmo masturbándome… mmm-
-Para… para…- me dijo con voz temblorosa.
Entonces me soltó el güevo y suavemente me empujó para que me acostara boca arriba. Luego pasó una pierna por sobre mi cuerpo y arrodillada sobre mi, me agarró el güevo con la mano derecha, apuntándolo para arriba, para entonces comenzar a bajar, metiéndoselo poco a poco.
-Aaaahhhh- gimió mientras el güevo la iba abriendo.
Finalmente quedó sentada sobre mis caderas, con el güevo firmemente encajado en su vientre.
-Mmmm… es tan graandeee-
-¿Mas grande que el cepillo?- le pregunté.
-Oooh siiii, mucho maaas graande y maas ricooo-
Entonces comenzó a moverse en redondo, aprendiendo los movimientos sexuales básicos de las mujeres. Luego de adelante hacia atrás y finalmente subiendo y bajando.
-Ooohhh, cóoomooo he peeerdidooo todos estooos añooos-
-Aaaahhh-
-Siiii… -
-AAAAAHHHH-
Ese día hicimos el amor cinco veces, en las cuales ella habrá tenido 8 o 10 orgasmos distintos. Quizo probarlo todo, conmigo arriba, sentados, de lado, boca abajo. Solamente nos derrotó el cansancio y que ya era hora de que me fuera a la casa.