Primera vez - Capítulo 2
Continuación del relato sobre tres... Se sugiere leer los capítulos anteriores para tener el contexto correspondiente
LA PRIMERA VEZ
Capítulo 2 - Alex
Debo reconocer que los dos últimos días los había pasado en una sola angustia. Por momentos me decía que eso era una locura y que no debía ponerle los cachos a mi esposa. Luego pensaba totalmente lo contrario, que tal como había dicho Alicia, era un favor que iba a hacerle a ésta y que no tenía nada de malo. Luego venía el hombre de mundo, que se alegraba de hacerle el amor a una espectacular mujer como era Alicia y todavía más, que se alegraba de enseñarle a ser mujer. Para volver al esposo fiel que siente remordimientos de conciencia.
Pero allí estaba, a las 12 en punto en el ascensor del edificio de Alicia.
Toqué el timbre y casi inmediatamente se abrió la puerta. Como si hubiese estado parada detrás de ella esperando mi llamado.
-Hola- me dijo con voz apagada.
-Hola- respondí con con la garganta seca.
-Pensé que te habías arrepentido- dijo cerrando la puerta tras de mi -no me llamaste, ni me mandaste algún mensaje-
-No, lo hubiese hecho si me hubiese arrepentido. Pero... no me pareció prudente estar mandándote mensajes y esas cosas-
-Ah. Ya tienes remordimientos-
-Te mentiría si te dijera que no he estado tentado a decirte que no. Pero al final... ves, aquí estoy-
-¿Tan mal te parece?-
-No, sabes que no. Pero... no dejaba de pensar en Mary-
-Bueno. La verdad es queso he pensado también muchísimo en ella, pero desde que tomé la decisión, me parece que no vale la pena seguir dándole la vuelta. Lo más importante es que estás aquí y ya veremos cómo nos va-
-Ah. Seguro que nos va a ir de lo más bien. Ahora ya no tengo dudas- dije recobrando mi confianza.
-¿Quieres tomarte un whisky o prefieres comer primero?-
-Mmm. Creo que mejor un vino, con la comida. ¿No crees?-
-De acuerdo. En la nevera hay unas botellas enfriándose. Abre el que más te apetezca y sírveme una copa a mi también, mientras termino con la comida-
Saqué una botella de Chardonay argentino, muy frío, y después de abrirlo me serví una copa y le pasé otra a Alicia. Esta se encargaba de servir la mesa y aproveché para detallarla. Tenía el pelo recogido en una cola de caballo y estaba maquillada muy levemente, lo que le resaltaba sus preciosos ojos pardos. Tenía puesta una blusa blanca, abotonada por delante y una elegante falda de algodón color beige, con unos botones grandes que que le llegaba por debajo de la rodilla. Como siempre, Alicia se destacaba por una vestimenta impecable, elegante sin ser exagerada.
Nos sentamos a la mesa cada uno con un plato de spaghetti con hongos muy ligeros y sabrosos. En la mesa había una ensalada de lechugas y berros.
-Para después de los spaghetti tengo unos medallones de lomito- dijo.
-Gracias. Pero no sé si pueda con todo- respondí comiendo un poco de spaghetti.
-¿No te gustaron?-
-Están deliciosos- respondí -pero... la verdad... es que no tengo mucha hambre-
-Bueno, si te hace sentir bien... yo tampoco-
-¿Estas nerviosa?-
-¿La verdad?... ¡mucho!-
-Bueno. Ya somos dos. Jajaja-
-¿A qué hora tienes que regresar a la oficina?- preguntó
-No tengo hora. Le dije a mi secretaria que tenía una reunión larga con un cliente y que no volvería. ¿Y tú?-
-Menos. Te podrás imaginar que lo último que pensaría sería volver hoy a la oficina. De hecho no fui en todo el día-
-¡Ah!. Has estado preparándote...-
-Claro. ¿Tu no?-
-Bueno. Debo reconocer que esta mañana escogí mi mejor ropa interior-
-Jajaja-
No comimos mucho más, pero sí que bebimos varias copas. De pronto nos quedamos en silencio, solamente viéndonos a los ojos. Era obvio que ambos esperábamos que el otro diese el primer paso.
Dado que se suponía que yo era el de la experiencia, decidí darlo yo:
-¿Qué te parece si dejamos esta comida así y vamos a conversar a tu cuarto?-
-Bueno… estaba esperando que propusieras algo...-
Nos levantamos y cuando Alicia se iba a poner a recoger los platos le dije:
-Deja eso así. Ya los recogeremos después-
-Oh... claro, claro- respondió nerviosamente.
Le tome la mano y le dije que me condujera al cuarto.
Entramos y allí estaba su cama. Si bien había estado varias veces en el apartamento, era la primera vez que entraba al cuarto. Tenía una cama muy grade, muy bien acomodada, con muchos cojines y adornos. A un lado estaba la puerta del baño y del otro una cómoda con un gran espejo. Los colores dominantes eran el blanco y el azul pastel. Arquitecta claro, pensé...
Alicia se detuvo nerviosa...
-¿Me quito la ropa?- preguntó con un hilo de voz
-No. Quédate como estás. Estás demasiado preciosa. Iremos poco a poco, pero puedes quitarte los zapatos-
Ella agarró el lado izquierdo de la cama, supongo que su lado natural y luego de quitar unos cuantos cojines se recostó, medio erguida y apoyándose en otros cojines.
Yo me recosté a su lado y nos quedamos uno a lado del otro, en silencio, por unos segundos.
-¿Puedo darte un beso?- le pregunté.
-Claro- respondió sonriendo.
-Bien. Creo que podemos empezar por ahí-
Acerqué mi cara a la suya y despacio busqué sus labios. Primero fue un roce leve. Pero apenas sentí el contacto, mi corazón se aceleró. Volví a acercarme y volví a rozar sus labios con los míos, para separarme de nuevo. Ella parecía frustrarse cada vez que yo me apartaba, pero justamente eso era lo que quería, provocarla.
Finalmente, en vez de apartarme, presioné más mis labios y esta vez si que fue un beso, pero sin lengua. Un dulce beso en los labios. Cuando nos separamos y le sonreí.
-Eso estuvo bien- me dijo
-Bien. Es el primer paso de un alegre y largo paseo por la nubes- respondí.
Me acomodé un poco en la cama y acercándome más a Alicia volví a buscar su boca. Luego de unos segundos disfrutando de sus labios, abrí mi boca y pasé mi lengua por sus labios. Ella respondió de inmediato abriendo también su boca y el beso se hizo más profundo. Mi lengua exploró su boca y la suya hizo lo mismo con la mía. Sabía besar bien. En ningún momento dudó o rechazó mis avances. Por el contrario, su mano derecha buscó mi cabeza para halarme más hacia ella.
Y el beso se prolongó y se prolongó...
Finalmente tuvimos que interrumpirlo para respirar.
-¿Está bien?- preguntó Alicia todavía insegura
-Todo perfecto. No te angusties. Sigue tus sentidos-
Volvimos a besarnos y esta vez mi mano derecha comenzó a acariciar su cabeza primero y luego su cuello. Ella se estremeció bajo mis caricias, pero ni un sonido salió de su boca.
Entonces interrumpí el beso y sin separarme de ella, acerqué mi boca a su oreja.
-Uno de las cosas más excitantes de hacer el amor es oír como disfruta la pareja- le dije suavemente al oído -Además me indica qué es lo que te gusta y lo que no-
-Mmmjuuu- fue su única respuesta, pero a partir de ese momento, pude oír sus respuestas a mis caricias.
Mi mano izquierda estaba inmovilizada bajo su cabeza, pero la derecha estaba libre y comencé a acariciarla más. Primero en la cabeza, luego por el cuello y luego bajando por su hombro y llegué hasta su seno izquierdo. Inmediatamente sentí como su cuerpo se tensaba un poco, por lo que retrocedí inmediatamente, subiendo la mano otra vez al cuello. Tenía que ir más poco a poco.
Así pues continué acariciándole el cuello y la garganta y a ello le uní mi boca, comenzando a besarle la oreja y la unión de ésta con el cuello. Eso la tranquilizó y volví a sentir cómo se iba excitando. Entonces mi boca bajó por su garganta al hombro, pero para poder tener acceso a más piel, tuve que desabrochar el primer botón de la blusa. Como no hubo reacción contraria, bajé la mano y desabotoné el segundo botón. Eso me dio acceso a su hombro izquierdo y por allí me fui dándole pequeños besos y mordiscos.
Luego recorrí el camino de vuelta hasta la boca, pero mientras volvía a perderme en sus labios, mi mano derecha siguió desabotonando botones. Pronto llegué a la cintura y no quise incomodarla siguiendo más abajo. Al contrario, despacio deslicé la punta de los dedos por su piel, entre los lados de la blusa entre abierta, subiendo por el sostén y luego hasta el cuello.
Ella me retornaba los besos con pasión, pero su mano libre no pasaba de mi cabeza y mi cuello. De alguna forma se limitaba a recibir, más que a dar caricias, lo que yo comprendía perfectamente. Sin embargo, conforme pasaban el tiempo, iba aumentando su confianza y su respuesta a mis caricias era más evidente.
Después de un besarnos otro rato en la boca, volví a bajar poco a poco, deslizando mis labios por su cuello. Sólo que ahora, en vez de moverme por su hombro, seguí por su garganta hasta su la clavícula izquierda y de ahí más abajo hasta llegar al borde del sostén, en el valle entre sus pechos. El sostén era bastante escotado y el borde superior dejaba al descubierto la parte superior de los pechos, por lo que mis labios pudieron recorrer esas preciosas colinas, hasta un lado del cuerpo y luego de vuelta.
Mientras, mi mano derecha se deslizaba por la parte superior de su abdomen y al hacerlo iba abriendo más y más la blusa, hasta que, aparte del sostén, prácticamente estaba desnuda de la cintura hacia arriba.
Con la boca, subí por la tira del sostén y al llegar al hombro, lo tomé en los dientes y lo halé hacia un lado. Luego recorrí todo el pecho de nuevo, bordeando el sostén y empujándolo un poco hacia abajo, hasta llegar al otro lado y tomando la otra tira y lo bajé del hombro.
Mientras hacía eso, eché una mirada y vi que el sostén se abría por delante, pero no quise apresurar nada. Además que estaba disfrutando yendo tan despacio, por lo que subí su boca otra vez y allí estaban sus labios esperándome. Cada vez eran más deliciosos los besos. Parecía que nos íbamos acoplando cada vez más. Conforme la excitación se iba apoderando de nuestros sentidos. Nuestras lenguas se trababan en luchas más intensas y nos acompañaban gemidos de placer más profundos.
Aprovechando que su lengua me exploraba ansiosa, mi mano buscó el cierre del sostén y gracias a Dios, sin mucho dificultad, logré abrirlo. No hubo reacción de tu parte y yo no hice nada por esos lares. Simplemente abrí el sostén y dejé que la gravedad hiciera lo suyo, mientras volvía a acariciarte la cabeza y el cuello.
Sin embargo, sabiendo que sus senos estaba expuestos para mi, rompí el beso, lo que nos dio un poco de aire y la oportunidad de volver a recorrer su cuello. Pronto llegue a los senos, pero no me apresuré, primero deslicé mis labios por la sensible piel alrededor de los pezones, sin tocarlos. Pude ver que éstos estaban erectos, como esperando por mis labios, pero todavía no era el momento. Entonces sentí cómo ella me empujaba la cabeza un poco hacia abajo, indicándome así que no sólo estaba preparada para eso, sino que lo deseaba.
Así pues, saqué la punta de la lengua y la deslicé por la aureola de su seno derecho. Sus senos no eran muy grandes, más bien diría que pequeños y más estando acostada, pero estaban duros y listos para ser comidos.
-Oohhh- gimió en voz alta, empujándome más duro, con lo que no me quedó otra opción que tomar el pezón en la boca y chuparlo.
-OOOOHHH- gimió de nuevo y luego preguntó: -¿Y es que aquí la única que se desviste soy yo?-
Luego de chupar el pezón por un segundo mas, me levanté de la cama y me desabotoné y me quité rápidamente la camisa. Luego me volví a acostar de lado, en la misma posición, pero un poco más abajo para que sus senos quedasen a la altura de mi cara. Ella me abrazó y me dediqué por los siguientes minutos a besarle y mordisquearle los senos.
Su respiración me decía que estaba bastante excitada y que la estaba llevando a la velocidad adecuada. Por supuesto que yo estaba muy excitado también y tenía el güevo duro desde hacía rato, pero éste iba a tener que esperar un buen rato todavía. Hoy no sería él el protagonista principal, aunque si que tendría un papel importante al final del día.
Sus pezones estaban ya duros y mojados de tanto que los había besado y mordisqueado. Me metía el pecho en la boca todo lo que podía abarcar y luego lo iba soltado poco a poco, hasta que sólo me quedaba el pezón. Entonces lo chupaba duro y por último deslizaba mi lengua por toda la aureola, haciéndola gemir de placer.
Pronto me di cuenta que era tiempo de pasar a la siguiente etapa y mientras seguía jugueteando con sus senos, mi mano derecha comenzó a explorar más abajo. Buscando por la cintura encontré el cierre del vestido del lado izquierdo de su cuerpo, lo que facilitó que lo pudiera abrir sin problema. Luego bajé el cierre y su cintura quedó libre.
Mi boca empezó a deslizarse por su abdomen buscando su ombligo. Por supuesto que el abdomen era completamente plano y se notaba el esfuerzo que hacía por mantenerse en buena forma física.
En el ombligo me distraje un rato, deslizando la lengua alrededor y metiéndosela dentro del mismo, pero pronto seguí más abajo hasta llegar al borde del vestido. Dado que éste estaba suelto, pude empujarlo fácilmente hacia abajo hasta encontrarme con el borde de la pantaleta.
Ella sólo podía acariciarme la cabeza, porque yo estaba ya muy abajo, pero gemía y suspiraba suavemente con cada nuevo beso y cada nueva caricia que yo le hacía en el vientre.
Sin preguntarle nada, con ambas manos tomé el borde del vestido a cada lado de la cadera e inmediatamente ella entendió que iba a quitarle el vestido y sin dudarlo levantó la cadera para que éste pasara hacia abajo.
En un instante halé el vestido y Alicia quedó desnuda. Bueno, casi. Yo aproveché la interrupción y me quité mis pantalones y las medias. Notando que ella tenía los ojos cerrados, aproveché y me quité también los interiores de una vez, sin que ella se diera cuenta.
Volví a acostarme con mi cabeza a la altura de su vientre y empecé a besarla por todo el borde de las pantaletas, siguiendo el mismo procedimiento que había hecho con el sostén.
Luego me dije que hacía rato que no la besaba en la boca y subí para comerme otra vez sus labios, cosa que creo que ella agradeció, pues sentí que se había puesto nerviosa cuando la había desnudado.
Volvimos a besarnos apasionadamente, pero esta vez había mucha más piel en juego. Ambos estábamos desnudos, bueno ella todavía tenía una tanga mínima y yo nada. De pronto ella notó mi güevo duro recostado contra su pierna y empujándome suavemente y rompiendo el beso, miró hacia abajo.
-Ohhh... es tan grande...-
-No te preocupes, mi amor. No es tan grande. Es de tamaño normal-
-Pero... pero eso no cabe... no cabe en mi huequito- dijo cual niña atemorizada.
-No te preocupes- repetí -todas las mujeres están construidas para eso. Y yo voy a ser tan tierno y amoroso que no vas sentir nada. Bueno, eso no es correcto. Lo que quiero decir es que te va a gustar-
-Si, por favor. Con mucho cuidado...-
-Claro, claro. Sólo lo haremos cuando estés dispuesta...-
Le cubrí de nuevo la boca con mis besos para hacerle olvidar su angustia y así pasamos varios minutos besándonos y acariciándonos con las manos, hasta que sentí que su respiración volvía a agitarse y a gemir suavemente.
Entonces volví a bajar poco a poco otra vez. La primera parada otra vez los senos. Los pezones se habían bajado y había que volver a ponerlos en movimiento, así que por un rato largo, volví a comerle las tetas. Chupando, besando, acariciándoselas. El pezón que no tenía en la boca, lo tenía en la mano. Luego cambiaba y chupaba éste y acariciaba el otro.
Luego me bajé y me coloqué entre sus piernas y comencé a besarle el vientre por el borde de la tanga, pero bajando por el muslo y subiendo luego por el otro. La tela estaba mojada con su excitación y el olor a sexo me aceleraba el pulso, pero sabía que ahora tenía que seguir con especial cuidado.
Así pues, seguí acariciándola con mi boca por encima de la tela sintiendo sus formas por debajo de la misma. El monte de venus y el valle entre los labios mayores. Con la nariz apreté contra dicho valle, sabiendo que allí se hallaba el clítoris, esperando.
Finalmente me decidí a quitarle el tanga y aunque Alicia levantó las caderas, sentí como se agitaba un poco inquieta otra vez.
-¿Ya?- preguntó nerviosa
-Nada que ver, mi amor. Todavía te falta mucho- le dije -¿has tenido alguna vez un orgasmo?-
-No, no- respondió.
-Bueno, ahora vas a conocer el cielo- le dije una vez que quedó desnuda ante mi.
Volví a acomodarme entre sus piernas y me dispuse a comérmela hasta hacerla acabar, tomara el tiempo que me tomara.
Tenía los vellos cortos y bien acomodados en un triángulo que le permitía usar los pequeños bikinis que yo conocía tan bien.
Despacio, deslicé mi lengua plana por toda la vulva. Ella estaba toda mojada y el sabor de sus fluidos se mezcló con mi saliva.
-Ooooohhhh- dijo al sentir mi lengua.
-Disfruta mi amor. Disfruta. Pero recuerda decirme qué es lo que te gusta más. Dirígeme hacia tus puntos más sensibles...-
Volví a recorrer toda la extensión de su entrepierna pero desde abajo hacia arriba, sin meterla entre los pliegues de su cuerpo. Luego, con la punta, exploré un poco más y la abrí más, metiendo la lengua un poco hacia la vagina. Tenía los labios menores pequeños por lo que no sobresalían mucho. Empujé un poco sus muslos hacia afuera y su vulva se abrió un poco más.
Entonces empecé a comérmela de verdad verdad. Subí con la lengua por toda la abertura de su cuerpo hasta llegar al clítoris y allí la deslicé por todo el botocito rojo.
Alicia pegó un brinco y un ronco gemido de placer me dijo que estaba cerca. Volví a bajar la boca y metí la lengua por la vulva en la búsqueda de la vagina.
-AAAAHHHH- gimió de nuevo.
Así fui descubriendo poco a poco todos los pliegues de su cuerpo, aprendiendo dónde le gustaba más. Obviamente era el clítoris, pero cuando lo acariciaba muy seguido se ponía sensible y había que cambiar.
Con los dedos de la mano derecha comencé también a explorar un poco su vulva, ahora que estaba tan mojada, y comencé a meter un dedo, notando lo cerrado que estaba el pasaje. Obviamente nada había pasado nunca por ahí. Sin dejar de deslizar mi lengua por todas partes, despacio metí mi dedo índice uno o dos centímetros, hasta encontrar un nuevo obstáculo, el himen, pensé.
Por un largo rato seguí comiéndomela con la boca, al tiempo que le acariciaba la entrada de la vagina con el dedo, tratando de relajar los músculos, en preparación de lo que vendría después, mientras sentía como Alicia se aproximaba al clímax. Su respiración era irregular y no paraba de gemir.
-AAAHHHH-
-Dime cómo te gusta más- la animaba.
-SIIIII… ahiiiii- respondía o -Maaaas abaaaajooo-
Si me dilataba demasiado con la boca en la parte de abajo de la vulva, ella me halaba hacia el clítoris, por lo que concentré mis esfuerzos ahí, hasta que ella ya no pudo más:
-AAAAAHHHH, NO PARES, NOO PAAAREESSS AAAAAHHHH-
Su cuerpo se tensó, levantando las caderas contra mi. Yo dejé mis labios pegados a su clítoris, pero no los moví más, pensando en lo sensible que estaba.
Por un instante quedó suspendida con el cuerpo apoyado en los pies y la cabeza y sus manos apretándome contra su vulva, mientras los músculos de ésta pulsaban una y otra vez, en un orgasmo poderoso.
Pasó casi un minuto en esa posición, gimiendo constantemente, hasta que finalmente aflojó el cuerpo y cayó otra vez sobre la cama respirando pesadamente.
-¡Oh dios mío!, ¡Oooohhh!- repetía una y otra vez -yo nunca… yo nunca… OOOOHHH-
Yo esperé un rato a que su respiración disminuyera un poco, pero calculando que todavía se mantuviese en la nube del orgasmo. Entonces me acomodé entre sus la piernas y tomándome el miembro con la mano derecha lo coloqué en la entrada de su vulva, empujando un poco para asegurarme que estaba en la entrada. Luego me apoyé con las dos manos y comencé a metérselo.
Ella se tensó un poco pero sentí como los labios de su vulva se iban abriendo y mi güevo se introducía en su cuerpo. Le miré la cara y vi que estaba preparada. Ella me devolvió la mirada y afirmó ligeramente, por lo que seguí empujando, sintiendo como los músculos de su vagina se relajaban y me dejaban entrar cada vez más adentro. Sin embargo, un poco más adentro sentí una fuerte la resistencia.
Aunque Alicia estaba todavía un poco en las nubes por el primer orgasmo de su vida, ya se daba cuenta que ahora estábamos en una nueva etapa del juego. Así pues, abrió aún más las piernas y me abrazó, susurrándome: -Con cuidado, por favor-
Primero empujé un poco más fuerte, pero el obstáculo no cedía. Bajé mi mano derecha y me agarré el güevo, moviéndolo hacia los lados para verificar que se estaba en la posición correcta. Luego le dije a Alicia:
-Respira profundo y aguanta el aire-
y mientras ella estaba aspirando el aire, empujé con fuerza y el obstáculo cedió. Con el impulso, el güevo se hundió 4 o 5 centímetros un sólo golpe.
-AAAAYYYYY- gimió Alicia.
Me quedé inmóvil, esperando que el dolor pasara.
-Me dolió muuchoooo- dijo.
-Perdóname, mi amor, pero ya pasó lo peor-
Haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad, seguí lo más inmóvil que pude. Tenía el güevo metido hasta la mitad en su vagina, pero no podía moverme, a pesar del deseo que me empujaba a meterlo completo y a comenzar a cogérmela realmente.
-¿Cómo te sientes?- le pregunté
-Ya va... ya.... ya está pasando el dolor- dijo.
Me moví un poco más hacia atrás, sacándole el miembro un poco.
-Ya vaaaa. No te muevas todavía- gimió.
Volví a quedarme inmóvil, esperando.
-Ya va... ya va pasando- dijo.
Esperé unos instantes más, que me parecieron eternos y entonces lo empujé un poco más hacia adentro.
-Aaaahh- se quejó Alicia, pero no me pidió que parara.
Luego lo saqué un poco hacia afuera y volví a meterlo, llegando creo, un poco más adentro que antes.
-Aaaahh- volvió a quejarse Alicia, pero me pareció sentir un dejo de placer en su voz.
Así pues, poco a poco seguí sacándolo y metiéndolo muy, muy despacio. Procurando meterlo cada vez más adentro. Muchos minutos después, ya la había penetrado por completo y mi pubis chocaba con el de ella en cada penetración. Pero también se me estaba acabando la paciencia y la capacidad de moverme despacio.
Ella respiraba fuerte y gemía un poco, pero definitivamente no iba a acabar otra vez.
-Voy a moverme más rápido, mi amor ¿estás bien?-
-No estoy bien, pero está bien. Quiero que acabes dentro de mi y que lo disfrutes. Ya no me duele tanto-
Así, comencé a acelerar el impulso de mis caderas. Su vagina era increíblemente apretada y el roce y el placer que me trasmitía era tan grande que me di cuenta que en poco tiempo acabaría.
-Ya no aguanto más mi amor, voy a acabar-
-Si, dale, dale, disfruta- respondió.
Para mi sorpresa, Alicia enganchó sus piernas detrás de mi espalda y empezó a empujar contra mi, haciéndome penetrarla más completamente. Eso fue lo que me llevó sobre el borde. Una inmensa bola de placer se acumuló en mis bolas y subiendo por mi vientre explotó por mi miembro y dentro de su cuerpo. Un chorro de semen y luego otro y otro se depositaron en el fondo de su vientre, mientras los espasmos de placer se sucedían en mi cuerpo.
Agotado y sudoroso caí sobre Alicia y ella siguió abrazándome, sintiendo como mi cuerpo se recuperaba poco a poco. Mientras, mi miembro se iba empequeñeciendo hasta que se salió solo de Alicia.
-¿Estás bien?- preguntó ella.
-Eso mismo quería preguntarte yo-
-Ah… pues en realidad siento como si me hubiesen metido un hierro candente por allá abajo. Y eso fue lo que hiciste ¿no? ¿Un hierro grande y duro?-
La sonrisa en su rostro me decía que lo había hecho bien
-Pero no pongas esa cara- siguió -El hierro caliente fue cambiando y poco a poco empecé a desear que no dejara de quemarme… lástima que al final se acabó, pero estoy segura de que la próxima vez será… mmm… ¡rico!-