Primera vez

El agua estaba deliciosa, la sentía caer fresca por todo mi cuerpo mientras yo juguetona me acariciaba.

Aquel día llegue agotada de la escuela, lo único que deseaba era tomar un baño y sentarme el resto de la tarde a ver la televisión. Por aquel entonces yo tenia trece años y nunca me hubiera imaginado lo que estaba por pasar.

Cuando llegué nadie se encontraba en casa, mis padres trabajan hasta tarde y mi hermano casi nunca acostumbraba llegar temprano, apenas se aparecía para dormir, así que sin ninguna precaución me empecé a desvestir por toda la casa, deje mi suéter en la sala al igual que mi blanca playera, la falda la deje al pie de la escalera lo mismo que mis calcetas y zapatos, quedando ya únicamente en mi ropa interior, pero mi brassiere me lo quite a media escalera, esa semidesnudez me éxito mucho, así que me apure a llegar a la regadera, donde en la puerta del baño termine de desnudarme.

El agua estaba deliciosa, la sentía caer fresca por todo mi cuerpo mientras yo juguetona me acariciaba. Me llevaba las manos a mis pequeños pechos, bajaba por mi vientre hasta llegar a mi cuevita casi sin bello. Recuerdo que en ese momento pensaba en mi hermano, él, en ese entones, tenia 17 años y siempre ha sido bien parecido pues siempre se ha cuidado, hace mucho ejercicio. Yo lo espiaba cuando se cambiaba en su cuarto, me gustaba ver su cuerpo atlético y su abultado miembro en su trusa.

No recuerdo cuanto tiempo paso pues me encontraba absorta en la tarea de auto-complacerme, tampoco escuche el sonido de la puerta al abrirse ni los paso de una persona subiendo las escaleras, hasta que esta abrió la puerta del baño y corrió la cortina de este. Se trataba de mi hermano quien en su mano llevaba mi ropa que, descuidadamente, había dejado regada por toda la casa.

Al verlo me alarme y trate de cubrir desnudes, pero él pareció no importarle, muy por el contraigo parecía muy divertido viéndome, pues cuando me encontró yo estaba dando rienda suelta a mí placer, tirada en la regadera.

– ¿Qué estas haciendo? ¡Vete! – Le grite, mas él seguía mirándome y yo sentía su mirada recorrer cada centímetro de mi piel.

– Mira nada mas – Dijo el tranquilamente – ¿Pero qué has estado haciendo?

– Eso no te importa – Me incorpore. Me encontraba enojada, avergonzada, pero al mismo tiempo muy excitada.– Vete de aquí si no quieres que le diga a mis papás.

El sólo sonrió mientras entraba en el baño serrando la puerta tras de si.

– Y yo les diré que me espías – El se me acerco mientras se quitaba su camisa – ¿O crees que no me doy cuenta de que siempre me observas mientras me cambio?

Yo en ese momento quería desaparecer, no sabia que hacer o decir pero el se acercó todavía mas a mí. Yo miraba al suelo completamente abochornada por todo esto, cuando el levanto suavemente mi cabeza y me beso.

Inmediatamente yo me aparte y le reclame.

– ¿Qué té pasa? Somos hermanos...

Por toda respuesta él me tomó entre sus fuertes brazos y nuevamente me beso. Era inútil resistirme pues yo también lo deseaba.

Sentí con gran placer sus manos recorrer mi espalda, acariciar suavemente mis glúteos, mientras me besaba tiernamente en la boca y luego en el cuello y así hasta llegar a mis tiernos pechos, yo me estremecía ante cada beso suyo, ante cada caricia, mas aún cuando él siguió bajando y sus labios y lengua juguetearon con mi ombligo cosa que me hizo gemir. Tomo mi pierna y la alzó sobre su hombro comenzando pasar su lengua por los labios de mi vagina, dándome a conocer una sensación que nunca antes experimentado. Yo mordía mis nudillos por todo lo que él hacia sentir, ya en mi no quedaba ningún sentimiento de culpa, muy por el contrario sólo quería sentirlo dentro de mí y llegar los dos al clímax de aquella incestuosa relación.

El fue muy tierno conmigo pues aquella había sido mi primera vez, nuestros juegos duraron todo ese día, hasta la hora en que sabíamos nuestros padres llegarían, aunque después de eso nuestros encuentros fueron muy seguidos, ahora mi hermano siempre estaba en casa cuando yo regresaba y juntos experimentamos una gran gama de juegos sexuales, entre nosotros y con otras personas, hombres y mujeres, pero eso es otra historia.