Primera vez
03/07/2012
Fue una noche larga, tu papá no nos quería en la misma habitación, tú dormiste arriba y yo en el piso de abajo, la cama era enorme y me dejaste tu iPod para distraerme en tu ausencia.
Aunque estabas un piso por encima de mí, seguíamos hablando por mensajes y deseando estar en los brazos de la otra, te escapaste antes de dormir, a darme un beso de buenas noches y decirme hasta mañana, dices que mi sonrisa iluminó toda la habitación, puede ser. Eso automáticamente me hizo recordar una canción que me habías dedicado.
Al día siguiente, muy temprano, tu papá y tu hermano se alistaban para ir al gimnasio, yo me hacía la dormida aunque te esperaba desde hace horas con pensamientos ansiosos, escuchando cuidadosamente la salida de ambos no tardaron mucho tus pasos en escucharse bajando por las escaleras.
Sí, eras tú, lo que había esperado toda la noche, entre risas y picardías entraste a la grandísima cama y te metiste debajo de las cobijas, ambas estábamos a la expectativa y sin tener muy claro qué hacer, yo estaba nerviosa pues era tu primera vez.
Bajaste tus manos a mis caderas entre besos y comenzaste a clavar tus pulgares, yo metía mis manos por tu franela y bajaba con mis uñas por tu espalda, mientras nos consumía un beso infinito.
Terminamos con nuestras piernas entre la entrepierna de la otra, rozando suavemente y con ganas de más, mientras desesperadamente nos besábamos y tocábamos, la parte de abajo de la ropa cayó con todo y ropa interior, pero la de arriba no, porque seguíamos inocentemente hundidas en un poco de timidez.
Mirándote a los ojos como para asegurarme de hacer lo que quisieras fui bajando mi mano poco a poco hacia tu entrepierna, casi me ahogo en el castaño de tu mirada. Comencé a tocar poco a poco, haciendo pequeños recorridos en ida y vuelta, tu cuerpo se movía en respuesta a mis acciones y tu mirada seguía fijamente en la mía.
Comencé entonces a frotar tu clítoris haciendo pequeños círculos, cuando podías me besabas o cortabas los besos con gemidos, echabas tu cabeza para atrás y volvías hacía mí, estábamos siendo criminales en casa de tu papá y el peligro hacía más excitante la situación.
Entonces decidí bajar, dando besos por tu abdomen y tus caderas, tu mano tocando mi cabello acompañándome a mi destino, podía sentir tu ansiedad, tu deseo y curiosidad. Comencé a lamer tu entrepierna, sin parar, mientras tu pelvis se elevaba y volvía a bajar, tus piernas se abrían y se cerraban entre gemidos, tus manos sosnteían firmemente mi cabeza como para que no fuera a ningún otro lugar, tus gemidos eran todo lo que se escuchaba en esa habitación que lucía tan abandonada antes de que nosotras hicieramos un momento de vida ahí.
Recuerdo haber entrado con un dedo y luego de un rato con dos, entre tus gemidos y movimientos hice una pausa y te pregunté "¿Estás bien?" y tu hermosa voz, cortada de placer me dijo que sí, entonces seguí hasta que no pudiste más. Luego, volví a tus labios, a besarte y a ver nuevamente tus hermosos ojos.
En un momento, los papeles se invirtieron y estaba yo abajo, besándote aún, y tu mano tocaba mi cuerpo, tomabas mi mano y la soltabas, estabas lista para experimentar conmigo, y fuiste directa, estabas arrodillada a mi lado, besándome mientras introducías tus dedos en mí, ahora era mi turno de gemir entre besos, mover mis piernas y mi cuerpo, levantar y bajar mi pelvis, retorcerme de placer contra la cama, me preguntaste si me gustaba y entre lo que puedo recordar te dije que sí, seguimos así invirtiendo los papeles hasta cansarnos.
Un rato después, llegó la hora de vestirse, bastante acertada, pues tu papá y tu hermano llegaron no mucho después de eso.
Se supone que no hicimos nada.