Primera noche de amor con mi prima
Primera vez que los dos primos pasan la noche juntos, descubriéndose y gozando de sus cuerpos
Una barrera parecía haberse establecido entre los primos adolescentes desde su primera relación sexual, atmósfera de culpabilidad reinaba en aquel apartamento. Javier y su prima preferían no tocar el tema. Ninguno de ellos lograba adivinar lo que pasaba por la mente del otro. Los días de verano transcurrían para los jóvenes en aquel lugar de la costa, en compañía de los padres de Javier. Después de aquel primer encuentro sexual, el único momento que los jóvenes compartían era el del estudio, horas en las que el muchacho daba clases particulares de matemáticas y física a su prima. Javier pensaba que a pesar de todo, sus padres no conocían que hacía unos días su prima y él habían tenido su primera relación sexual en el sofá del apartamento, y eso le tranquilizaba un poco. Sabía que si sus padres descubriesen que él había desvirgado a su prima, montarían en cólera, ya que los progenitores de Ana confiaban plenamente en los de Javier, y por eso habían permitido que la chica pasara el mes de agosto con ellos; tampoco aceptarían de buen grado que una chica de dieciocho años hubiese perdido la virginidad con el primo de diecinueve, en el que todos confiaban y al que consideraban un muchacho responsable. En aquellos años la virginidad aún era un don preciado para una chica de clase media, perteneciente a una familia tradicional. Ana no podía entregar esa virginidad a nadie más, había sido desflorada por su primo; no podía llegar virgen al matrimonio.
Todos estos pensamientos pasaban por la mente de Javier, por momentos se sentía culpable por haber seducido a su prima, aunque también era consciente de que ésta había gozado, que su sexo húmedo se había acoplado perfectamente a su polla, y a pesar de que cuando su verga presionó en serio el himen, ella intentó liberarse; no fue menos cierto que vencido ese primer obstáculo, su miedo se transformó en placer y cooperó con su primo en el momento que éste empezó a follarla.
Casi dos semanas después de esa primera vez, los padres de Javier se ausentaban toda la noche pues tenían una celebración en casa de una pareja amiga y los chicos pasarían la noche solos. Días antes de conocer este hecho, Javier empezó a sentirse nervioso, a no controlar la situación y esto le incomodaba. Sabía que verano tras verano, sus padres pasaban una jornada en la finca de esa pareja amiga, y nunca le importó, al contrario, le agradaba estar sólo, acostarse tarde, etc. Sin embargo, ahora prefería que sus padres pasaran la noche con ellos en el apartamento, no deseaba estar a solas con su prima.
Esa noche, los chicos cenaron los sándwiches que la madre de Javier les había dejado, abrieron una cola y cenaron viendo la tele, era la mejor forma de no decir nada; cuando acabaron Ana se ofreció para recogerlo todo y siguieron viendo la tele un tiempo. De vez en cuando Javier observaba a su prima: el cuerpo moreno, la piel tersa, los senos duros. A las once Ana le dijo a su primo que ella se retiraba a dormir, puesto que al día siguiente quería ir de compras y bajar temprano a la playa; Javier por su parte le dio las buenas noches, diciéndole que se quedaría un rato más, ya que aún no tenía sueño. Cuando la vio alejarse por el pasillo se fijó en el culo, lo tenía redondo y bonito, y resaltaba dentro de aquel pantalón corto, ceñido; también poseía bonitas piernas y en ese momento notó que su polla empezaba a interesarse por el asunto, no tuvo más remedio que meter la mano para acomodarla y aplacarla.
A las doce Javier decidió irse a la cama, pasó por el baño, se cepilló los dientes, sacó la polla del pantalón y orinó. Sintió una sensación de sensual ardor en su verga cuando la guardó dentro del calzoncillo.
En la habitación Javier se desnudó y se dirigió a la cama, quedando en calzoncillos, pues el calor de agosto hacía incómodo dormir con más ropa. En vano intentó Javier conciliar el sueño, el calor era sofocante, tal vez la coca cola le había quitado el sueño, de nuevo sentía esa sensación de ardor en sus partes, le picaba la polla, los huevos… Se levantó de nuevo para orinar, cuando pasó delante de la habitación de su prima observó que la luz estaba encendida. Volvió a su habitación y a la media hora tuvo la necesidad de volver al baño, su prima aún seguía despierta, puso su oído en la puerta intentando descubrir que estaba haciendo la joven, creyó percibir un ruido semejante al que se produce cuando alguien pasa las páginas de un libro o una revista.
- Ana, ¿duermes? – preguntó Javier.
- No, leía una revista. ¿No puedes dormir?
- No, no logro conciliar el sueño – respondió el muchacho.
El chico decidió dar un paso más y preguntarle a la chica si podía pasar un momento. Ante la respuesta afirmativa de la chica, Javier abre la puerta. Ana se encuentra en la cama, cubierta por una ligera sábana, y con el tronco apoyado sobre una almohada, mientras lee una revista de moda. Javier, permanece de pie, nervioso, sin saber qué hacer.
- ¿Qué lees? – preguntó el joven.
- Un artículo sobre lo que se va a llevar la próxima temporada. Mira…
El chico interpreta esa respuesta como el permiso de su prima para sentarse en su cama. Ésta le ofrece la revista. Mientras intenta leer el artículo, el chico lanza furtivas miradas a su prima de soslayo. La chica lleva una camiseta de tirantes blanca que resalta su tez morena. La camiseta le permite observar el canalillo de su pecho. Ésta también observa disimuladamente a su primo: el slip de algodón blanco, el bulto que se intuye tras el calzoncillo, el vello oscuro en sus piernas y más castaño y débil en su pecho. Al chico el bulto comienza a crecerle dentro del calzoncillo, intenta disimularlo tapándolo con la revista; la chica se ha dado cuenta, también ella tiene ganas de estar con su primo y decide dar un paso más y acariciar la rodilla del muchacho. Éste no dice nada, simula leer la revista; ella avanza y acaricia suavemente el muslo del chico haciendo pequeños círculos con su mano sobre el muslo. Para Javier, este es el permiso definitivo que esperaba de su prima para hacerle el amor. Demasiado tarde para disimular el bulto, que se encuentra en estado de total erección bajo el calzoncillo. Deja caer la revista al suelo. Se acerca más a su prima, la mira, la observa, los labios carnosos, los pezones marcados bajo la camiseta, la nariz respingona, sus pómulos, sus bellos ojos azules.
El chico se tiende a su lado en el lecho y ésta le hace sitio, se cubren con la sábana, frente a frente, se observan, tienen todo el tiempo del mundo para reconocerse, ambos saben que los padres de Javier no llegarán hasta mañana al mediodía. Javier se mira en los profundos ojos azules de Ana. No se tocan. Escasos veinte centímetros separan ambos cuerpos. Javier se aproxima. Su polla ya roza la braguita de Ana y la vagina de ésta comienza a humedecerse. Ana acaricia el pecho del primo con suavidad, quiere sentir el vello del primo entre sus dedos, Javier no habla, en lugar de palabras hablaron sus manos que estrecharon el tibio cuerpo de la joven y lo cubrieron de besos y de caricias. Las manos del muchacho quitan delicadamente la camiseta de Ana. Ella le devuelve beso por beso, suspirando y sintiéndose mujer, deseaba experimentar de nuevo el placer que había vivido días atrás entre los brazos de su primo, pero ahora sin prisas, gozando toda la noche.
El muchacho decide explorarla, hace vibrar su lengua a lo largo del cuerpo de Ana, deteniéndose en los pezones, y dejando una estela de saliva sobre el vientre, camino hacia el mojado coño que le esperaba con ansioso.
Durante largos minutos lame y chupa el clítoris, haciendo estremecer a la joven, que le suplica penetración. Luego, abandona el coño y la monta. Ella abre las piernas, y siente que la polla del hombre la penetra repetidamente. Cabalgaron toda la noche, él sobre ella y luego ella sobre él, sentada sobre la verga y meneando las caderas, echando mano de imágenes que había visto en alguna película erótica. Javier a punto de estallar por las acometidas que estaba llevando a cabo dentro de la sedosa vagina de su prima, sacó su polla del coño y se corrió sobre el vello púbico y la vagina de su prima; ya que le preocupaba que ésta pudiera quedarse embarazada por imprudencia suya. Tomaron breves momentos de descanso y repitieron el acto varias veces a lo largo de la noche.
Hacia el amanecer los dos se durmieron abrazados, cansados por extenuante jodienda, y se quedaron unidos en un tierno abrazo hasta el mediodía del día siguiente.