Primera incursión swinger
Relato contado por mi novio de cómo fue la primera vez que hicimos swinger light.
Después de fantasear mucho en la cama, es decir, después de meter gente en ella, aunque solo sea de pensamiento, nos decidimos a dar el paso. Con las fantasías ahuyentamos los fantasmas de los celos, y con una copa previa esperamos envalentonarnos a entrar en el pub liberal, no sin miedos y dudas.
Allí nos recibió una pareja, regentes del local, muy amables, abiertos, que denotaban seguridad y confianza. Se presentaron y nos comentaron las normas del local (siempre condón, no significa no, y la libertad es poder elegir, básicamente). Después de este encuentro la verdad es que nos sentimos más confiados.
Nos sentamos en una mesa apartada, con luz tenue y de sofás cómodos y amplios. Al cuarto de hora y con la primera copa casi apurada nos piden educadamente sentarse una pareja, a lo cual accedimos. Eran jóvenes como nosotros y muy dicharacheros. Nos contaron un poco de todo, de sus gustos, aficiones, (también eran nudistas), y de sus primeras experiencias en el swinger. Tanto sus buenas como sus malas experiencias. Estuvimos hablando casi una hora y la verdad es que eran muy simpáticos.
Ya con un poco más de confianza, la chica empezó hablarme con su mano en mi rodilla, estábamos sentados Jorge, mi novia, Ana, y yo. Poco a poco se fue deslizando casi imperceptiblemente hasta mi entrepierna, con lo que yo ya ni podía prestar atención a lo que decía. Mi novia, al ver la situación no quiso ser menos y puso su pierna colgando encima de la rodilla de Jorge (no hacía falta que mi novia me dijera nada, yo sabía que Jorge era su tipo, alto, rubio y sin barriga), con lo que Jorge se vio con vía libre para actuar, acariciando la pierna de mi novia por el interior. La verdad es que los dos (mi novia y yo) nos sorprendimos de estar disfrutando de una manera tan natural.
Ana dejó de andarse con rodeos y con una mano me empujó suavemente contra el respaldo del sofá y se lanzó a comerme la boca, yo no pude hacer otra cosa que corresponderla efusívamente, abrazándola y notando su espalda suave y cómo sus tetas luchaban por mantener la separación entre Ana y yo. Al rato, me dió por investigar a mi novia, y me la encontré dándose el lote con Jorge mientras ya le tenía la polla afuera y se la meneaba muy fuerte (como yo había experimentado en innumerables ocasiones), totalmente ajena a Ana y amí. Parece ser que las chicas han toman aquí las decisiones, pensé, mejor.
Ana estaba echada sobre mí y me besaba, me lamía y me chupaba el cuello con fuerza, mientras me bajaba la cremallera con mucha maestría y me sacaba el miembro totalmente erecto. Yo miraba a mi novia, meneándosela a otro, como si viera una película porno. Ellos, totalmente ajenos a nosotros, estábamos juntos, pero sin estarlo. Jorge había sabido entrarle y estaba ya con un habilidoso dedo dentro de mi novia. Mi novia se retorcía de placer y hacía círculos con su pelvis, para que el dedo de Jorge no perdiera ni potencia ni velocidad. Entraba y salía de forma suave y precisa, como un pistón bien engrasado con el lubricante natural de mi novia. Por su parte, mi novia le hacía una paja ejemplar, de las que solo mi novia sabe hacer. Supo sacar el líquido preseminal de Jorge para poder restregar su pulgar por el capullo, sin dolor y con mucho placer, lo digo por experiencia. Ana llevaba un tiempo masturbándome y yo ya me conocía sus tetas lo suficiente.
Interrumpí a mi novia y me dirigí a Jorge. Mi novia salió de su trance y se sorprendió un poco de verme ahí, como si yo nunca hubiera estado, y me miró un poco avergonzada. Le pasé un condón a Jorge, y le dije: "el secreto de mi novia está en la boca". Acto seguido Jorge se lo colocó rápidamente, yo me incliné sobre Ana y le di un morreo a mi novia. "Aunque me da un poco de coraje, demuéstrale lo que sabes hacer" le dije. Ella, no dijo nada. Solo se agachó cogió la polla de Jorge y se la comió de un solo trago. Jorge se recostó sobre el sofá y suspiró de placer. Yo sabía cómo la comía mi novia, y Jorge me dio mucha envidia en ese momento.
Ana me miraba mientras yo contemplaba a mi novia succionando a otro, cogió un condón y me lo puso casi sin darme cuenta, y empezó a chupármela a mi también. He de reconocer que me gustaba cómo lamia mi polla, pero ni comparación con los juegos de lengua y boca de mi novia. Me di cuenta que a Ana la tenía descuidada, solo le había tocado por encima las braguitas, y sin embargo, mi novia y Jorge se habían dado el gran magreo.
Cogí a Ana la volteé de manera que tuviera acceso directo a mi polla y yo acceso manual a su coño. Entonces introduje mi mano por debajo de sus bragas. Noté un pelo suave y abundante, pero perfectamente delimitado a cuchilla. Me adentré más adentro, deseoso de explorar ese nuevo mundo para mí. Palpé un clítoris muy grande y sensible, ya que cuando lo tocaba directamente Ana hacia movimientos de incomodidad. Tenía unos labios internos prominentes, de esos que parecen que te están dando la bienvenida a entrar. Estaba completamente mojada, había empapado ya sus bragas y mis dedos se deslizaron adentro despacio, pero con decisión, lo que provocó una súbita aceleración en boca, síntoma de iba por buen camino. Yo estaba concentrado en el coño y en la boca de Ana, que la verdad es que la chupaba bastante bien, cuando noté cómo mi novia aceleraba el movimiento de su pelvis, moviendo todo el sofá lo que hizo que dirigiéramos las miradas hacia ella, cerró sus ojos y cuando todos estábamos mirando se corrió como hacia tiempo que yo no la veía con un gemido ahogado por lo menos de 10 segundos. Descansó un momento y siguió chupándosela a Jorge ya más calmada, pero no por ello peor (lo digo por experiencia también). Yo ya no pude aguantar más de ver la escena de mi novia chupando, yo siendo chupado por Ana, y de Ana completamente abierta de patas con el coño chorreando, por lo que me corrí sin remedio. Aceleré mi dedo en el coño, lo que aprovechó Ana para correrse también de una manera muy húmeda, dejándome toda la mano mojada.
Mi novia le quitó el condón a Jorge y empezó a masturbarle de esa manera que a mí me encanta, y por lo visto a Jorge también, porque no tardó en correrse abundantemente en la mano de mi novia. Le salía semen por entre los dedos y se deslizaba por su muñeca. Yo sé que esa sensación de tener la mano llena de semen a mi novia le encanta, y seguro que estaría disfrutando muchísimo en ese momento.
Nos quedamos todos muy satisfecho del momento pasado. Nos vestimos y nos fuimos a lavar. Nos intercambiamos lo números de teléfono, porque eso había que repetirlo. Al llegar a casa, nos contamos lo que sentimos en esos momentos, y aunque los dos tuvimos momentos de celos, nuestra confianza mutua salió reforzada, y el recuerdo nos puso de nuevo muy calientes, lo que provocó que folláramos de nuevo, esta vez, juntos.