Primera experiencia lésbica
De cómo aquella noche se convirtió en la mejor de mi vida gracias a aquella maravilla hehca mujer de ojos azules.
Era una noche normal, cuando decidí animarme a salir con mis amigas a tomarme una copa y celebrar que había encontrado un nuevo trabajo lejos de aquel nido de arpías en el que solía trabajar. Me vestí muy casual para la ocasión, un vestido algo ceñido con vuelo, de un tono rojo budeos, a juego con mis labios. Me rocíe con mi perfume favorito y salí como siempre con prisas para poder coger el bus. 20 minutos después estaba con mis amigas en el garito de moda de aquella pequeña y fría ciudad. La música sonaba y tras un par de copas, el ambiente empezó a caldearse. De repente un grupo de chicas irrumpió en la sala, y allí estaba ella, esa noche brillaba con luz propia, sus ojos iluminaban todo el local, pareció que el tiempo se paraba a cada paso que daba, estaba preciosa. Esas chicas, incluída aquella esfinge de ojos azules, eran antiguas compañeras mías, aunque nunca había mirado a ninguna chica de aquella manera…Mierda, quizás fuera hora de dejar el ron..
Aquellos ojos azules se posaron en mis pipilas dilatadas, notó que la estaba mirando y frunció el ceño de esa manera tan graciosa que sólo ella sabía. Era tan sexy… Meneé la cabeza, para sacudirme aquellos pensamientos tórridos que no dejaban de pulular por mi cerebro, y en un alarde de educación, me acerqué a saludar. Los saludos fueron normales, un abrazo,un par de besos y una ronda general de preguntas gnerales.
Por el rabillo del ojo veía a ese angel de tez blanca, sentía su mirada en mi nuca…olía su perfume. Estaba muy callada, siempre nos habíamos reído juntas y habíamos charlado de cualquier tema, desde el principio nos entendimos bastante bien, saltó una chispa entre nosotras. Me sentí un poco incómoda, me miraba diferente y me avergoncé por sólo haber tenido la idea de como sería besas esos labios jugosos de un tono rosado. Volví a sacudirme la cabeza. No entendía aquella actitud, acaso podía leerme el pensamiento y se había ofendido o que! Le pregunté por qué estaba tan callada. Vaciló un segundo, luego me respondió que había tenido movida con su chico. Las demás se giraron y siguieron hablando de temas triviales, yo por mi parte me interesé por ella, parecía que mi cuerpo vibraba cada vez que me acercaba o se movía y olía su fragancia.
Otra copa. Me comentó lo bien que me había sentado el cambio de aires, y mientras me acariciaba el hombro me dijo que estaba muy guapa esa noche. Nunca jamás en mi vida había escuchado ese matiz sensual en su voz y nunca, bajo ningún concepto, había deseado estar tan cerca de aguien como en ese preciso momento.
No se si sería por el alcohol o por si mirada azul clavada en mis pupilas, pero el cuerpo me ardía. Decidí ir al baño, no sin antes avisar, ya saben que a las mujeres nos gusta ir de dos en dos. Para mi suerte, esta semi diosa de ojos azules se aventuró a acompañarme. Mis amigas me vieron ir al baño con ella, mientras para no perdernos entre la gente, interambiabamos leves roces de manos. Yo estaba a dos mil por hora, y decidí dejar de pensar. Me apoyé en el lavabo y ella me miró, frunciendo el ceño de aquella manera que me estaba volviendo loca, y mordiéndose el labio con una muesca de preocupación. Me preguntó que si me encontraba bien y mi, boca, con una voz roonca, le dijo que solo tenía calor. Me costaba hablar cuando se acercaba tanto… tomó agua en sus manos y me la pasó por la nuca. Esas manos tan suaves…me quedé rígida, como un palo, me costaba hablar y mirarla a la cara…pero creo que podría habérmela follado allí mismo. Ella notó mi rigidez repentina y con una amable sonrisa preguntó si me encontraba mejor. “Sí.” Eso fue todo lo que salió de mi boca.
Ella se acercó a mi cuerpo, que vibraba a medida que notaba más y más cerca su respiración, y me asió para sí de mi cadera. Con total ternura me aprtó un mechón de pelo rebelde que había saltado a mi cara, y me acarició el cuello. Mi cuerpo se prendió en llamas. Su tacto me quemaba, me abrasaba la piel. Tímidamente se acercó y levemente rozó sus labios con los míos. Y se apartó sutilmente. Mi brazo, en un alarde de rapidez, le agarró de la cadera y la apreté contra mí de una manera quizás un poco violenta. Le devolví el beso como si no hubiera besado en 10 años. Ella respondió bien, y dulcemente me mordió el labio inferior, sin saber lo que eso suponía para mi cuerpo que hace rato estaba ya más caliente que el palo de un churrero. Con toda delicadeza, y sin atreverme a mirarle a los ojos, la aparté unos segundos, necesitaba saber que era real, mirar sus ojos que eran como un mar en calma.
En ese momento entró una compañera, nos miró extrañada y preguntó el por qué de la tardanza. A Mitad del interrogatorio, se quedó muda, y le dijo a Katy, la preciosa mujer cuya cadera aún estaba pegada a mi mano, que tenía restos de mi pintalabios. Con una sonrisa picarona, esta compañera entró en el baño y cerró la puerta mientras murmuraba un : “vosotras a vuestro rollo, yo no he visto nada”.
Nos apresuramos a limpiar las marcas de carmín y nos miramos a los ojos, con esa mirada de hambre voraz, como de gatas en celo. Acordamos ir cada una con nuestro grupo y ver cómo se sucedía la noche.
Yo no paraba de mirarla, y sé que ella a mi tampoco, notaba su mirada lasciva detrás de mí, y el sabor de su boca no se me iba. Salí a fumar, y ahí estaba la compañera que nos vió, que por cierto iba emporrada hasta las cejas. Con una sonrisa cómplpice, me invitó a fumar a su lado,nos miramos y sobraron las palabras. Ella sólo se rió y me acarició el hombro como con compasión. Ella como yo, hasta hace unas horas, sabía que era completamente heterosexual, ya habíamos tocado este tema. Y ahora, su mueca al contenerse una carcajada, tenía mucho sentido. Sonreí, y me encendí el cigarro.
Katy apareció entre toda la multitud, ella destacaba, brillaba, se dirigió a nosotras. Dijo que estaba cansada y que en breves se iría a casa, mientras dijo esto rozó levemente mi mano y mi cerebro tomó esto como una invitación. Apresuradamente mi boca empezó a balbucear, diciendo que yo también estaba muy cansada y que mejor sería coger el tren juntas. La compañera nos miro extrañada y se volvió a reir: “venga ya!si vivís en direcciones opuestas!!A mí no tenéis que darme explicaciones!” y tras una cacajada sonora, volvió a internarse en aquel antro.
A Katy el rubor se le subío a las mejillas, lo que la hacía aún más sexy. Le dije que me iría despedir y así tomaríamos juntas el tren. Dicho y hecho. Entramos nos despedimos y salimos cogidas de la mano.
El trayecto de caminata hacia el tren fue muy incómodo. Una vez en la estación yo no sabía si ir con ella, o si olvidarme e ir a dormir la mona. Pero esos instante de dudad duraron un microsegundo, ella me susurró con una voz roonca mientras me asía de la muñeca con firmeza pero con delicadeza que no la dejara sola esa noche. No me pude resistir, y una vez tomado asiento en el tren, hundí mi cabeza en su cuello, sentí su aroma, y la besé sin descanso como un animal hambriento. Ella se acercó más a mí y me agarró de la cadera, note su pecho contra el mío. Esa sensación hizo que se me escapara un leve gemido, nos separamos cautelosamente y podía ver como sus mejillas estaban más rosadas. Estaba tan sexy…
En seguida llegamos a su loft, vacío tras la repentina discursión con su chico antes de aquella tórrida noche que nos esperaba. Yo temblé sólo de pensar en lo que me esperaba, en lo que sería besarla hasta no poder más, y besar, morder y chupar todo su cuerpo…quería comermela. Le pedí un vaso de agua, me senté en la encimera, y ella comenzó a besarme, con besos húmedos y mordisquitos en mis labios, su lengua y la mía se entendían a las mil maravillas. Su mano comenzó a subir pausadamente, y una vez en mi pecho, lo estrujo con fuerza. Un escalofrío recorrío mi espalda y la pelusilla de la nca se me erizó.
Mi vagina emepzaba ya a lubricar, y yo la apreté a ún más contra mí. Nuestros cuerpos se entendían a la perfección y en un movimiento acompasado, mis cederas se delizaron de la encimera, y de un momento a otro, me ví debajo de ella, con su cuerpo entre mis piernas, tocandome con ansias por encima del vestido.
A mí me salió el instinto animal y le di la vuelta a la tortilla. Le arranqué la camisa y le quité el sujetador. Por fin los vi, y los podía tocar, me demoré un segundo para observar esas rosadas aureolas, y acto seguido les pasé la lengua, como si no hubiera mañana, jugué con sus pechos, los lamía, los mordía, los estrujaba…Mientras ella sólo gemía y movía la cadera espasmódicamente…Su piel era tan suave, y su olor tan irresistible…De repente, con ansias me volteó y se puso encima de mí, tiró el vestido y las medias, y comenzó a comerme toda, mi sexo se mojaba con cada lametón, con cada beso húmedo.
Aprete sus nalgas y comencé instintibamente a frotar su sexo con el mío, mientras mi vagina rogaba por aquellos labios y esos dedos suaves; parece que estaba preparadonse abriendo sus puertas. Nos fundimos en una, sus pechos desnudos recorrían mi mi torso, que también desnudo, se frotaba contra ella, lo necesitaba como el repirar. Estaba rdiendo. Nos deshicimos de la ropa, que solo estorbaba. Era mi primera vez con una chica, pero me ponía tanto que a veces afloraba mi instiinto animal, era como una bestia fuera de control. Sus ojos me miraron y con una ternura incomparable, me susurro un :”hey, tranquila loba!tenemos toda la noche para nosotras” y comenzó a besarme el cuello con dulzura.
Yo me dejé llevar, su sexo se frotaba contra el mío en un compás lento, pero sin pausa, me mojaba, y sentía su vagina mojada, esto me excitaba más y se me escapó una cachetada en su prominente trasero. “hey!” exclamó mientras soltaba una sutil carcajada.Pareció gustarle porque comenzó a frotarse con más rudeza y a mover sus caderas con más violencia. Se escapaban de nuestras bocas leves gemidos, y otros no tan leves.
Presentí que si iba a correr, yo también. La apreté aún más a mi sexo y mi cadera se movía como fuera de sí. Me agarró del cuello y sus uñas se clavaron en mi nuca. Me dio igual. Mi mano agarraba su trasero como si no volviera a tocarlo nunca, con miedo de soltarlo, lo apretaba cada vez más…Y entonces, sin saber ni cómo, le introduje un dedo en la vagina. Fue un acto reflejo, y ella comenzó a gemir como una gatita.
Cuando hubo trminado, comenzó mi calvario. Comenzó a comerme todo el cuerpo, su lengua rodaba por mi piel con total libertad, sus manos se fundían conmigo, me llevó al extasis tantas veces que perdí la cuenta. Sus ojos se clavaron en mí cuando, sin apenas esperarlo, con brusquedad me abrió las piernas. Yo ya me había corrido varias veces, las dos estábamos empapadas…pero eso no fue nada comparado con lo que estaba por venir.
Con elegancia y sutileza, comenzó a lamerme el clitoris, despacio, pero de una manera contstante. Para ese entonces yo ya estaba en el cielo, o en infierno, depende de cómo se mire. Su lengua comenzó a abrirse paso a las puertas de mi paraíso. Despacito y con dulzura, se aseguró de recorrer todos y cada uno de los rincones de mis labios, interiores y exteriores. Esa mujer tenía magia en la lengua. Para ese entonces, yo me había corrido como unas mil veces.
Volvió a mirarme a los ojos, y con una expresión que aún no había visto en ella, Me penetró con su lengua. Hasta el fondo. Metió y sacó su lengua, entre la vorágine de mis líquidos sexuales, pareció no importarle, y siguió llevándome al extásis varias vveces por segundo. Estaba agotaba, mi cuerpo no tenía fuerzas para más, aunque mi vagina la seguía reclamando mediante violentas dilataciones. Al parecer ella también estaba cansada, pues al poco, decidió regodearse en mi labios faciales, y yo la abracé sin saber muy bien cómo actuar. Ni siquiera sabía por qué me había acostado con una mujer…
Nos quedamos dormidas enseguida.
A la mañana siguiente desperté con la sensación de haber tenido la mejor noche de mi vida, ella dormía plácidamente. Su pecho altivo reposaba bajo mi cabeza. Me desperté, y me fui. Jamás volví a saber de ella.