Primera experiencia en un masaje a mi mujer
Muchos soñamos con ver nuestra querida esposa masajeada por otro hombre, verla disfrutar otra polla... esta fue nuestra primera experiencia
Bueno amigos, quizá algunos ya nos conocen, quizá no, por si acaso nos presento. Somos una pareja felizmente casada, yo en 38 ella en 34. Llevamos tiempo fantaseando con meter un tercero en nuestra relación, a veces jugamos con dildos, a veces simplemente dejamos llevar nuestra imaginación.
Mi mujer es especial, bajita pero muy bien proporcionada, con un culo que me vuelve loco, una cinturita deliciosa y un buen par de tetas que ya le gustaría a más de uno catarlas. Además, su larga melena rubia junto con una cara preciosa, aniñada, hacen de ella un manjar para cualquier fantasía sexual.
Y así ocurrió, como fue nuestra primera incursión dejando que un tercero “tocase” a mi esposa.
Estábamos de viaje, sin niños por fin, en una gran ciudad de España. Era una escapada de tres dias apenas, pero algo es algo. Si bien había fantaseado alguna vez en realizar un trio hmh, jamás lo había llevado a la práctica. Primero, porque tal vez me dejase llevar por los celos, no estaba seguro. Segundo, ella estaba convencida cuando fantaseábamos, pero del dicho al hecho hay un trecho, una cosa es la fantasía y otra la realidad. Y aunque si habíamos dicho de ir algún día a locales liberales, no había surgido la ocasión.
Pero esta vez lo tenía todo bien atado. Mi mujer no lo sabía, pero había reservado en un local de masajes para adultos. Así que después de llegar al hotel, hacer un poco de turismo, y picar algo, volvimos al hotel para ducharnos y salir a cenar. En la habitación, ella me abordó, besándome y tocándome el paquete, pero yo la rechacé:
-No cariño, reservate para luego, que tengo una sorpresa especial.
-No hagas locuras -dijo mirándome con sorpresa- no quiero trios ni cosas raras… te quiero a ti.
-Y yo a ti mi vida. No, no haremos nada fuera de lo común, te lo prometo. Además, nada que tu no quieras hacer, lo sabes.
-Pero dime lo que es, porfa…
-No vida, deja que sea una sorpresa porfa. Tu vistete guapa y salgamos a cenar.
Y así lo hicimos, se puso preciosa, con unos zapatos de cuña, falda ajustada sobre las rodillas marcando su prieto y precioso culo, y una blusa de botones, dejándose dos desabrochados, resaltando un pecho que decía !cómeme!…
Llegamos al restaurante y cenamos súper a gusto, tapeando como nos gusta, y bebiendo cervezita y shandys. Después de cenar, al salir del local, mi amada me volvió a agarrar de la cintura, y me besó….
-Me tienes supercachonda… quiero follarte…
-Pensaba ir a tomar algo, pero si quieres vamos a tu “sorpresa” directamente.
-Dime que es amor, va…
Se la veía tan dulce, nerviosa y cachonda a la vez. Joder, me la habría follado ahí mismo.
-Mira, tenemos hora en treinta minutos, es justo aquí al lado, si quieres tomamos una copa y luego vamos a tu “sorpresa”.
-Que será, un masaje no? Amor yo no quiero masajes yo te quiero a ti…
-Cariño sea lo que sea, vamos a tomar una copa, y déjate llevar porfa. No haremos nada que tu no quieras, pero deja que pruebe cosas “nuevas”, sabes que hay cosas que me rondan por la cabeza y no te pido que hagas nada que no quieras, solo que te dejes llevar y si disfrutas bien, si no pues nos vamos…
-Me tienes intrigada…
Nos paramos en un bar a tomar un gintonic (yo) y un licor (ella). Estuve alagándola todo el rato, diciendole lo guapa que estaba, intentando distraerla… pero de vez en cuando la notaba nerviosa, temiendo, supongo, que le propusiera de verdad un trio o algo parecido…
Tras media hora, salimos y fuimos para el lugar. Yo no había estado allí, pero me había informado bien y con una amable señorita (Ana se llamába) había acordado exactamente lo que quería. Llegamos, y mi mujer estaba medio temblona, con los ojos como platos, viendo que subiamos las escaleras hacia una puerta no se sabía a donde…
-Relájate mi vida – la besé con ternura- sabes que lo único que quiero es verte disfrutar, tu gozo es mi gozo. Dejate llevar, y si en algún momento estás incómoda me lo dices y nos vamos.
Me apretó fuerte la mano, y subió otro peldaño, dándome a entender que adelante, que a ver que pasaba. Llamé al timbre y abrió una mujer, debía de ser Ana, algo mayor que mi esposa y vestida muy elegante.
-Hola debes ser Juan y su señora… -dijo adelántandose a darnos dos besos- pasad, pasad.
Entramos y fuimos por un pasillo hasta una sala con mesitas, estábamos solos…
-Sentaos y poneros cómodos.. queréis tomar algo?
-Un gintonic y un licor para ella – me adelanté a que mi mujer se negara a beber más, porque quería que se relajara.- Gracias.
-Ahora mismo -dijo marchándose-
-Que sitio es este? -pregunto mi esposa-
-De momento tomemos algo y a ver que nos propone Ana, te parece?
-Estas colgado, -dijo sonriéndome, y dandome otro beso-
Al rato Ana trajo nuestras bebidas.
-Bueno Juan, -dijo Ana- ¿seguro que sólo para ella? Os lo pueden dar en pareja y es muy placentero.
-No Ana, de momento y por ser la primera vez, solo para ella gracias.
-Ok -sonrió Ana viéndo que mi mujer, con los ojos como platos, daba un trago a su licor- parece que no sabías a qué venías no?
-Aún no lo sé…
-Bueno estate tranquila. Tenemos tres chicos y cuatro chicas disponibles, y te van a dar un masaje, almenos en eso quedé con tu marido. Hay varios tipos de masaje, pero tu marido ya dijo que masaje darte, asi que solo hace falta saber si prefieres chico o chica…
Mi mujer me miró, le noté nerviosismo en la mirada, a la vez que parecía que el licor empezaba a hacer efecto, pués me sonrió….
-Un chico -dije yo- si a ella le parece bien.
-Bueeeno,- dijo ella, y nos reímos.
Sabía que preferiría un chico, pero tambíen que le daba corte decirlo.
-Vale, pués mientras os tomáis la copa pasarán y los veréis.
Ana se fue, y mi mujer, dando otro sorbo al licor, me repitió que aquello era una locura. Pero no hizo ademán de levantarse, no dejaba de mirar de reojo hacia la puerta. Yo le acariciaba la pierna, me acercaba a su coñito por debajo de la mesa, por debajo de falda… estaba excitada, nerviosa y excitada, lo sabía. Entró un muchacho de unos 25, vestido con vaquero y camisa negra. Era moreno, pelo corto, muy guapo, y se le veía con buen cuerpo. No era muy alto, estaria sobre los 1.75.
-Hola, me llamo Iván -dijo hacercándose a darle dos besos a mi mujer-
Se fue por donde había venido, y mi mujer, que no había dicho nada, me dijo:
-Coño…mmmm…. -sonriendome-
Bueno, pensé, por lo menos ya no está tan tensa. Después de unos minutos, y apurar la copa, entró otro muchacho, este era bastante más alto que Iván, algo mayor (estaría sobre los 30), llevaba media barba y fisicamente se le notaba delgado pero musculoso, fibrado. Vestía un vaquero y una camiseta sport, blanca.
-Este -dijo mi esposa agarrándome la mano-
-Jajajajaja -me reí.
El muchacho tambíen se rió, pués la oyó… – Me llamo David -dijo- y me alegrará ser vuestra elección hoy. Le dió dos besos a mi mujer, y marchó. Pude ver como mi mujer no lo perdía de vista, y una escalofrio me recorrió la espalda.. no sabía si eran celos, o excitación… a juzgar por la punzada que noté en la polla (recordad que no habíamos follado aún) diria que me excitó ver como mi mujer se fijaba en ese hombre. O una mezcla de todo. En fin, habíamos venido a experimentar, no?
Mi mujer debió notar algo, porque me dijo
-Amor, estás seguro de esto?
-A mi me pone cachondo la idea, que quieres que te diga…
Entró Ana..
-Parece que os habéis decidido. Seguidme por favor.
Nos cojimos de la mano y seguimos a Ana. Nos llevó a una habitación con luz tenue, y música relajante. Había velas a aromáticas, y la decoración eran una cama, una camilla de masajes, un una butaca. Había tambíen una ducha y un biombo.
-Usted puede desnudarse o quedarse en ropa interior, y tumbarse en la camilla. Y usted Juan puede ocupar la butaca. En breve vendrá David.
Y se fue. Mi mujer me miró, pero no con la inseguridad de hace un rato, sino con una mirada de excitación, de deseo, de lujuria, que me encantó. Empezó a quitarse la ropa, mirándome, mientras me decía: -asi que te pone cachondo ver como masajean a tu mujercita no?… A ver si al final hacemos un trio…jajaja. Se quedó en tanguita y sostén… -Estás preciosa amor – le dije, y me acerqué a besarla con pasión – Te follaba aqui mismo. Mientras la besaba, le desabroché el sostén, y apoyé una mano en su coñito, por encima del tanga. Lo noté húmedo.
-Uyyy -dije- como vas a disfrutar.
La llevé hacia la camilla, y la ayudé a tumbarse boca abajo. Estaba preciosa, solo con un tanguita, tumbada, sonrojada, con ese culito que me lo hubiese follado ahí mismo. Le puse la toalla por encima, la besé otra vez -Cierra los ojos y dejate llevar- Le dije. Así lo hizo, y yo me senté en la butaca, dispuesto a ver el espectáculo.
Entró David, sin decir nada. Ahora no llevaba más que unos shorts puestos. Le adiviné un buen paquete, pero lo que más me llamó la atención fue que estaba fisicamente echo un toro. No le veia grasa por ningun lado. David empezó su trabajo, tenía un bote de aceite y iba mojándose las manos de vez en cuando. Pude ver como empezaba por la espalda de mi mujer, un buen rato, arriba y abajo, relajándola. Desde mi posición no podia ver su cara, desconocía si seguía con los ojos cerrados o no. David se pasó a las piernas, y se tiró otro buen rato, los gemelos, los pies…. Llevaba como veinte minutos de masaje, cuando ya empezó a subir por los muslos. Cada vez, veía como sus manos se acercaban al culito de mi esposa. Notaba como mi polla empezaba a reaccionar. Pensaba sentiría celos, pero de momento me estaba excitando. De repente, David quitó la toalla. Ahí estaba mi mujer con el culito en tanga, las manos de ese maromo recorriendolo, masajeándo desde los gemelos hasta sus nalgas, frotando a conciencia, espalda, culo, muslos… no dejaba un rincón sin masajear bien. Escuché como mi esposa dio un suspiro. No había duda, estaba excitada. Vi que David le estaba rozando, en algun que otro movimiento, el coñito por encima del tanga.
-Quitamos esto para que no se manche? -Dijo el muchacho tirando de los lados del tanguita.
-Mmmmjjjmmm -fue cuanto dijo mi mujer, levantando un poco el culito.
Las manos de David bajaron el tanga con destreza hasta tirarlo al suelto. Pude ver como mi mujer, ya sin tanga, abría un poco más que antes las piernas, dejando ver ese coñito hermos, depilado, y mojado a su masajista. Tambíen pude adivinar como a David le empezaba a crecer la polla debajo del short. Siguió con su masaje, frotando los muslos, el culito, dejando esta vez que resbalara aceite desde la espalda hacia su culito, del culito, al coñito, mientras sus manos no tocaban directamente… solo rozaban. Yo ya me habia desnudado, sin ningún pudor, pues David ni me miraba, y empeze a pajearme.
-Nos damos la vuelta? -Le dijo David a mi mujer-
Ella se giró, y al girarse me buscó con la mirada…
-Coño! -Exclamó al verme, sonriéndome. Yo tambíen le sonreí, y le asentí con la cabeza, para que viera que estaba disfrutando tanto como ella.
Se volvió para tumbarse, pero antes pude ver como sus ojos se dirigian a su masajista, al quien aún no había mirado. Más que a su cara, los ojos de mi mujer pasaron de su cuerpo desnudo, al bulto que se adivinaba en su polla. Mordiéndose el labio, me miró de reojo… y ese gesto me puso cachondísimo. Se echó hacia atrás y una vez más no vi si cerraba o no los ojos. David se colocó en un lado y empezó de nuevo a masajear las piernas. Arriba y abajo. Al llegar a los muslos, observé como de nuevo sus manos rozaban, de vez en cuando, los labios vaginales de mi esposa, que cada vez suspiraba con mas fuerza.
David cambió de sitio, y se puso en un lado de la camilla. Me miró, y hizo ademan de quitarse el boxer. Me estaba pidiendo permiso. Asentí, pues adivine que mi mujer debía de tener los ojos cerrados. Se lo quitó y saltó una polla un poco más grande y gruesa que la mía, pero no mucho más. David empezó a masajear entonces los hombros de mi esposa. Yo estaba en los pies, y no quería perder detalle, así que me levanté. Desnudo, con la polla en la mano, dura como una piedra, me puse de pie a unos metros de distancia en un lado de la camilla. Efectivamente, mi mujer tenía los ojos desnudos. David iba con cuidado, y su polla no llegaba a entrar en contacto con el cuerpo de mi mujer. Entonces pasó a los pechos…
Ver un tio desnudo, masajeandole los pechos a mi mujer desnuda, mientras me pajeaba a unos metros… pues si, la cosa era una locura. Mi mujer seguía gimiendo de vez en cuando, debia estar cachondísima, aunque seguía con los ojos cerrados. David bajo por el vientre de ella, y llego a su cóñito. Esta vez, vi como su mano se quedaba allí, y empezaba a masturbarla. Vi como mi esposa arqueaba la espalda en la camilla, y se agarraba con fuerza a ella. En ese momento, David acercó su polla tiesa a la mano de mi mujer. Ella no hizo ademán de cojerla, pero si abrió los ojos. Al estar girada hacia el lado que estaba yo, me miró con deseo, con lujuria, con los ojos que le chispeaban. Me acerqué, y le dije al oído: -Goza vida mia, goza como una perra. Y cojele la polla, quiero ver como agarras otra polla con la mano.
Ella, sin dejar de mirarme, agarró la polla de David y empezó a meneársela… mientras David seguia masturbándola, con una mano en su coñito y la otra debajo de su ombligo, apretando….
Me acerqué más a la camilla, y le puse la polla en la boca a mi mujer. Ella no lo dudó, y me la agarró con fuerza, y empezó a chuparme. Noté como se corría, dejó de chupármela, y con mi polla en su mano derecha, i la de David en su izquierda, tuvo un orgasmo descomunal. David siguió masturbandola un rato más hasta que notó que debía parar. Se apartó, y nos sonrió.
-Os dejo solos unos minutos por si queréis intimidad -dijo. Se puso el boxer, y salió de la habitación. No dió pie a que mi mujer le siguiera pajeando, tampoco terminó. Supuse que formaba parte de su trabajo.
Yo estaba a mil, y empezé a pajearme con más fuerza. Me subí encima de la camilla, y besé con fuerza a mi esposa, que me agarró la polla y consiguió que esparciera toda mi lecha encima de sus tetas, en una corrida espectacular.
Nos besamos. Tiernamente.
Me sonrió.
-Que tal? -Le dije-
-Bufff – me contestó.
-Yo también, bufff, mi vida. Te amo.