Primera experiencia en un Club SW
Tanto insistió mi esposo que al fin fuimos; y estoy segura que repetiremos
Primera experiencia en un club SW
Nunca había tenido sexo con persona diferente a mi esposo, él me había llevado a disfrutar de muchos placeres en la cama y fuera de ella, pero siempre los dos, utilizando ropa sensual y juguetes para complacernos mutuamente; Alberto muchas veces me decía mal oído que debería probar con otro hombre, que estaba seguro que lo gozaríamos mucho; pero mi respuesta siempre era la misma, que de eso nunca.
Después de mucho insistir mi esposo para que fuéramos a un club SW, y considerando que él se esforzaba tanto por darme placer y hacer que viviéramos experiencias cada vez más audaces y placenteras; le dije que iría, pero con algunas condiciones; debería ser un sitio elegante, donde no tuviese que estar desnuda delante de nadie y solo sería a mirar, que si por alguna razón había algo que no nos gustara nos saldríamos al instante.
Lo primero que hizo fue escoger el mejor club de los que había encontrado por internet, era al norte de la ciudad; en la página del club me mostró todos los servicios que ofrecía, pistas de baile, bar, salones de fantasía, sauna, turco, jacuzzi, cuarto oscuro, salones de videos, cuartos de masajes y cuartos privados para los que deseen mayor intimidad; me gustó lo que vimos; también leímos varias reseñas, entre las que se describía el sitio como muy elegante y distinguido, que los asistentes frecuentes eran de buen nivel cultural y económico, ya que la tarifa no era barata; también se mencionaba que había zonas en donde los asistentes podían estar con ropa, pero que en las zonas húmedas debería estarse con ropa de baño, en toalla o desnudos, y lo más importante, que allí como en todos los club SW, se hacía lo que la mujer decidiera, que un no, era un no sin solicitar aclaración.
Me dijo Alberto es que iría él solo ese sábado para ver como era el ambiente, que si fuese apropiado iríamos el siguiente sábado los dos; al regresar ese primer sábado estaba muy ansioso, me contó que el club era pequeño pero muy bien atendido y que efectivamente contaba con todos los servicios que anunciaba, que estuvo conversando con una pareja; un abogado de más de 50 años y su pareja de unos 40 años, era una mujer de muy buen cuerpo con quien bailó un par de piezas, que se besaron y se tocaron frente a su hombre, el esposo le invitó una cerveza y le contó que ellos iban con alguna frecuencia al club, que siempre buscaban un hombre serio para realizar trío HMH; Alberto les dijo que en esa ocasión solo estaba para conocer el club porque quería llevarme, ellos le recomendaron que fuéramos, que la pasaríamos muy bien y que efectivamente por ser la primera vez que íbamos que no nos apresuráramos a hacer algo, solo mirar y dejar que las cosas fluyan por sí solas.
Decidimos que tenía razón en todo y nos alistamos para ir el siguiente sábado; yo aún estaba algo nerviosa, pero ya estaba decidido, iríamos solo a mirar; al llegar nos dieron un par de llaves para unos lockers en donde encontraríamos toallas y pantuflas; y podríamos guardar nuestra ropa y pertenencias, mi esposo me dijo que si quería podíamos estar en toalla para poder ingresar al sauna o turco, que igual si quería podría quedarme el tanga para estar más segura y cómoda, así lo hice, aunque estaba temblando de miedo, mirando a todos lados, pero me di cuenta que había muchas parejas en toalla y algunas mujeres, incluso desnudas lo que me dio algo más de confianza.
Lo primero que hizo mi esposo fue darme un paseo por todas las instalaciones, todo muy limpio, todas las parejas y algunos hombres solos nos saludaban muy educados, aunque me miraban de pies a cabeza sonriendo, aunque me daba algo de pena empecé a sentir un poco de emoción y cosquillas, Alberto me llevaba de la mano, pero al cruzarnos con algunos asistentes, los saludábamos sonriendo mientras mi esposo me tomaba de la cintura, bajaba su mano y me acariciaba las nalgas, eso me calentaba más; por último decidimos sentarnos en la barra y pedimos un par de bebidas, las tomamos lentamente mirando todo el ambiente; frente a nosotros, en una mesa había un par de hombres jóvenes de unos 25 años, ellos me miraban descaradamente y me sonreían cuando nuestros ojos se cruzaban, insistían en mirar bajo mi toalla que se encontraba bastante arriba por estar sentada en una banca alta del bar, le comenté a mi esposo que aquellos hombres no quitaban la vista de mis piernas y solo me besó y me dijo que él haría lo mismo de estar en su posición, que yo estaba muy sexi, desnuda y solo con una toalla, incluso me dijo que porque no habría un poco las piernas, que igual estaba con el tanga, por supuesto que no le hice caso, pero me sentí más excitada con sus palabras.
Después de un rato, nos fuimos al sauna, nos sentamos en uno de los banco de madera y Alberto se quitó la toalla colocándola sobre el banco quedando totalmente desnudo, yo lo miré asombrada por su tranquilidad y lo imité con mucha timidez, puse la toalla en el banco quedándome solo con el tanga que era muy pequeño y por atrás se perdía entre mis nalgas; mi esposo no me dejó sentarme enseguida, quería que los que estaban en el sauna me vieran bien; me hizo pararme frente a él para darme un beso mientras me acariciaba suavemente los senos, yo sentí que me derretía de emoción y temor simultáneamente, luego me senté en el mismo banco donde estaba él pero un poco retirada para estirar mi toalla; era un sauna grande, cabrían alrededor de 30 personas pero solo estaban una pareja muy joven acostados boca abajo sobre sus toallas, completamente desnudos; en un extremo un señor algo canoso sentado y dormido; en el banco más cercano al nuestro había una mujer de unos 35 años, muy gorda, desnuda y acostada de espaldas dejando ver su amplio abdomen y unos grandes senos que se escurrían por los laterales, estaba bien depilada mostrando una vulva de grandes labios; nos miraba disimuladamente a los dos.
Estábamos muy relajados disfrutando de ese calor en nuestra piel desnuda yo tenía los ojos cerrados y mi espalda recta respirando el dulce aroma del sauna; escuché que la puerta se abrió, entró un hombre que identifiqué como uno de los dos que me miraban en el bar; lo miré detenidamente de arriba abajo y cuando subí la mirada a los ojos me estaba mirando profundamente con una sonrisa en los labios, me puse nerviosa por ser descubierta mirándolo y le sonreí tímidamente; él se acercó y se sentó junto a mí; me saludó preguntando mi nombre y con quien venía, le señalé a Alberto y le dije con mi esposo, ellos se saludaron con una leve inclinación de la cabeza; enseguida me dijo que estaba muy linda mirándome todo el cuerpo prácticamente desnudo, me tenía temblando de susto y algo de placer; miré de reojo a mi esposo al que parecía gustarle que me hablaran pues solo sonreía tratando de parecer que miraba a otro lado, entonces me tranquilice y empezamos a hablar del club y de sus servicios, me comentó que él venia cada 15 días, que le gustaba porque era uno de los pocos clubes en donde dejaban entrar hombres solos, ya que en la mayoría de los clubes entraban solo parejas, me dijo llamarse José, que tenía novia pero que no le gustaba este ambiente swinger por lo que él venía escapado.
Después de algunos minutos de charla, sentí que se me acercó más y mirando disimuladamente a mi esposo me preguntó al oído si podía acariciarme, miré a Alberto y vi que tenía los ojos brillantes de deseo y su pene estaba erecto, por lo visto le gustaba lo que estaba pasando, entonces mirando a José asentí en respuesta a su pregunta; inmediatamente acarició mis piernas desde las rodillas hasta la cintura, sentí una punzada de excitación y miré a mi esposo que me sonrió, José siguió acariciándome muy suave, yo sentía que mis senos se pusieron duros y mis pezones erectos, mojé el tanga y miraba para todos lados por si alguien nos miraba, solo la mujer gorda me veía, José me puso el otro brazo sobre mis hombros y me acercó más a él, luego acercó su mano a mi seno y me rozó, apretó levemente el pezón, luego lo tomó con toda la mano, lo acariciaba tan suave y constante estaba muy excitada; miré de reojo y vi que su toalla empezaba a levantarse; él se dio cuenta y se quitó la toalla mostrándome su erección, tenía un pene muy parecido al de mi esposo, grande y gordo, lo tenía muy erecto apuntando hacia arriba, tomó mi mano y la colocó sobre su pene; era la primera vez que tocaba un pene diferente al de mi esposo, me sentí más mojada, empecé a recorrer ese pene tan caliente y duro, miré a mi esposo que se aceró a mí; entonces también tomé su pene en mi otra mano, era tan erótico, sentir un pene en cada mano, los acaricié suavemente al principio y luego más fuerte, quería que sintieran todo el placer que yo sentía; José llevo su mano a mi entrepierna rozando mi tanga y al oído me dijo que si quería ir a un cuarto privado, volví hacia mi esposo y le comenté al oído lo que me dijo José; Alberto me preguntó si quería; en ese instante sentí tanta excitación que le dije que sí, entonces Alberto me tomó de la mano y nos paramos, Alberto le hizo una señal a José para que nos siguiera y tomando nuestras toallas nos fuimos a un cuarto privado.
Al entrar mi esposo me besó pasionalmente mientras José nos veía, luego Alberto me giró para que quedara frente a José, él me tomó de la cintura y me acercó a su cara, yo no quería besarlo, solo dejar que me acariciara, me besó el cuello y me abrazó acariciando mi espalda, me sentía temblar, llevó sus manos hasta mis nalgas cuya tanga no cubría nada, me acaricio primero suave y luego muy duro, me apretó contra su erección, sentí que su pene se metía entre mis piernas y me asusté, entonces me giré hacia mi esposo y lo encontré sentado en la cama mirando con lujuria, al inclinarme para besarlo, José aprovecho para acariciarme entre mis nalgas llegó a rozarme el ano y llegó hasta la vulva por encima del tanga, debió sentir como estaba de mojada, mi esposo me besó apresuradamente y me dijo que siguiera con José.
Volví hacia José y él me tomó en sus brazos, esta vez, me apretó bien las nalgas, acomodó su duro pene entre mis piernas y me rozaba adentro y afuera, era como si me estuviese penetrando, yo estaba super excitada, miraba a Alberto para que detuviera esta locura porque yo no era capaz, pero él solo me insistía para que siguiera, José me acarició lo senos, me los apretaba cada vez más duro, me pellizcaba los pezones que estaban muy erectos, estaba cada vez más asustada pero más excitada, Alberto se paró y se puso detrás mío, me empezó a besar el cuello y la oreja, sabiendo que eso me enloquece más, José metió su mano dentro de la tanga y empezó a tocarme los labios y el clítoris, trató de meter sus dedos; yo volteé mi rostro desesperada, para que mi esposo me besara en la boca pero él no quiso, me giro el rostro para que me besara con José, cosa que no estaba dispuesta a hacer, José me besaba en las mejillas, la frente, el cuello; luego bajó a besarme los senos, me los apretaba con sus manos y con su lengua recorría mis pezones de uno a otro, me tenían encantada pero estábamos llegando a la línea de no retorno, me asusté mucho y mucho más cuando Alberto tomó mi tanga y me la bajó; yo me retiré inmediatamente de los dos, le dije a Alberto que ya no más que hasta ahí, que era suficiente; él me abrazó besándome con pasión; me preguntó si me gustaba, yo le dije que me gustaba pero que ya no más, que nos fuéramos inmediatamente.
Se que la próxima vez llegaremos mucho más allá.