Primera experiencia

Primera vez que un matrimonio tienen relaciones con otra pareja.

Hola, me llamo, pongamos que Pablo, tengo 50 años y estoy casado, felizmente casado, con una mujer maravillosa. Llevamos 25 años viviendo juntos y el sexo nos va. Simplemente nos va. Y sin embargo la quiero. Pero no siempre fue así. En un principio teníamos nuestras propias experiencias sexuales paralelas. Estas nos servias de estímulo en la cama. Nos lo contábamos todo.

Hola, me llamó Lucía y tengo…, bueno, soy mucho más joven que mi marido. Yo también puedo decir que estoy felizmente casada, aunque, como siempre sucede, hay, bueno, ha habido "peros". Pero nos va bien, que es lo importante. En un principio lo del sexo abierto no terminaba de encajarme. Me venía un poco grande. Pero por no contradecirle yo le dejaba a Pablo hablar, siempre suponía que no tendría que llevar a la práctica nada de esto, sin embargo los acontecimiento se precipitaron.

Antes de que nos sucediera lo que nos sucedió, lo habíamos hablado y lo habíamos "teorizado". Considerábamos al sexo como una "cosa" más que no tenía que encerrarnos a los demás y que las experiencias con otras personas nos servirían para enriquecer nuestras propias experiencias sexuales. Lo teníamos todo claro pero siempre en la teoría.

Y la práctica llegó.

Vaya si llegó.

Ese día como no teníamos que ir a la oficina por la tarde, decidimos junto con unos compañeros, Rosi y Pascual, irnos a comer por ahí. Nos fuimos a Santapola, el restaurante estaba en la carretera y lo conocíamos. Comimos… y bebimos. Para la sobremesa nos fuimos a una la playa y se nos pasó la tarde sin darnos cuenta. Se hizo tarde y decidieron llevarme a casa.

La primera ve llegó de la manera más fácil y cuando uno menos lo esperaba.

Ese día, mi mujer llegó a casa con dos compañeros de trabajo, Pascual y Rosi. Iban a tomar unas copas. De Pascual poco tengo que decir. Lo único que puedo decir es que tenía, según mi mujer, unos labios carnosos y sensuales que daba gusto mordérselos. De Rosi puedo decir que era sexy, sensual y apetitosa. Estaba metida un unos pocos kilitos. Muy pocos. Tenía unos michelines que eran justos y necesarios lo que hace a una mujer deseable. Iba vestida con una falda ceñida que sin llegar a ser la clásica minifalda, era lo suficientemente corta para poder apreciar bien unos muslos firmes y bien torneados, sobre todo cuando se sentaba frente a mi. Las piernas no eran esculturales, sino más bien macizas,…, prietas,…, densas. Pero a mí me sabían a gloria. Sus piernas estaban moduladas por unas finas medias negras muy sugerentes que parecían coronadas por un liguero. Vestía una blusa, a juego con la falda, muy escotada, luciendo un canalillo de auténtico infarto. (Tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no dirigir la mirada a ellos). Insinuaban unos pechos turgentes, duros y del tamaño de unos meloncillos. Eran unos pechos de ensueño en que sus pezones se insinuaban a través del sujetador como dos piedras preciosas. Llevaba un ligero maquillaje, los labios finamente torneados con un color bastante neutro y la sombra de los ojos estaban tenazmente pintados con un azul celeste que me sabía a gloria vendita.

Los cuatros nos pusimos cómodos en el salón y empezamos a tomarnos unas copas. Puse música, no recuerdo que disco era, pero sí se que era una música lenta y muy pegadiza. Estuvimos charlando sobre chismes del trabajo. Si fulanito salía con menganita, si el jefe se había liado con la secretaria. Yo asistía a la conversación divertido y asombrado ya que conocía personalmente a muchos de los que nombraban. Pascual y Rosi estaban sentados en el sofá modular, mi mujer en el butacón herencia de la abuela Carmen y yo estaba cómodamente sentado en mí butaca de rejillas preferida. Tenía delante de mí a Rosi, la cual se apercibió de mis insistentes miradas a su "canalillo"por lo que no hacía más que mirarme picaronamente.

Me di perfecta cuenta que algo estaba sucediendo. Mi marido no paraba de "mirar" a Rosi y Pascual también le noté acelerado. De siempre Pascual me había interesado, incluso de antes de conocer a mi marido. Me había parecido simpático y me sentido siempre cómoda cuando salía a trabajar con él por la provincia. A veces parábamos en una cafetería y nos tomábamos una cerveza, siempre me había producido una especial sugestión su planta. No es que fuera precisamente un adonis, no. Pero tenía algo que me atraía, me gustaba de él en especial sus labios, eran unos labios carnosos que me resultaban muy sexis. A veces cuando vamos en el coche y nos ponemos a hablar de sus antiguas novias, me doy cuenta que me mira con unos ojos diferentes. Me doy cuenta que no para de mirarme mi escote o las piernas, sobre todo cuando entro en el coche. Me fijo en su "paquete". Se me antoja grande y potente.

Cuando caía un nuevo LP en el tocadiscos y Adamo comenzaba una de sus eternas y románticas melodías, Pascual se incorpora como impulsado por un resorte, coge de la mano a Rosi y me la entrega diciéndonos que nos pusiéramos a bailar, sacando él a su vez a mi mujer.

Mi azoramiento fue mayúsculo, máxime teniendo en cuenta mi nula aptitud para el baile. Pero me supe rehacer y recordé a un tío mío que hablando de sus años mozos decía que él bailaba en el espacio de una loseta, y le dije:

Perdona, pero yo solo sé bailar en una loseta.

Cuando Pascual me cogió de la mano y nos pusimos a bailar no supe como reaccionar. Me quedé cortada. No esperaba que los acontecimientos se desarrollaran por ese camino. Pero los dos güisquis que llevaba encima y el ver a mi marido como se había quedado fundido en los brazos de Rosi me hicieron reaccionar.

Pascual me dijo muy suavemente al oído:

No te importa, ¿verdad? He buscado esta oportunidad desde que nos conocimos.

Nos abrazamos y nos pusimos a mover al ritmo de la música. Pascual me estrechó entre sus brazos y yo, en lugar de poner algún tipo de objeción me dejé llevar. Tal vez fuera el efecto del alcohol o el ver lo bien que se lo estaba pasando mi marido. Pero el hecho fue que me dejé llevar. No puse la más mínima objeción. Además, que carajo, me sentía tremendamente excitada. Una extraña sensación ya desaparecida me empezó a invadir por todo el cuerpo.

Empecé a notar el "paquete" de Pascual como empezaba a desarrollarse y me sentía feliz, muy feliz de poder excitar a alguien que no fuera mi marido. Además, el condenado sabía moverse con la cadencia necesaria para empezar a desear que sucediera algo más.

Comenzó a acariciarme la espalda y el culo mientras nos movíamos lentamente.

Le dejaba hacer.

Comenzó a besarme el cuello.( uuuuuhhhh)

Le dejaba hacer.

Comenzó mordisquear, pasándome los labios por el cuello. (uuuuuhhhh)

Comencé a notarme tremendamente excitada. Notaba como el alcohol me estaba pasando factura, comenzando a excitarme.

Me estreché aun más a él.

Sus labios buscaron mi boca, su lengua me rozó los dientes y entró en contacto con mi lengua.

La estreché entre mis brazos y nos pusimos a bailar muy lentamente. Nos fundidos el uno con el otro. Notaba su aliento en mi oreja y su perfume me embriagaba todos los sentidos. Su perfume. Uhhhhhhhh. Aun creo percibirlo. Uhhhhhhh. Adamo seguía cantando y nosotros casi nos habíamos quedado pegados en la losa del suelo. Ella me tenía una mano apoyada en la espalda y la otra introducía sus dedos entre mis cabellos acariciándolos suavemente. Mi pene había tomado posición y lo sentía pleno de facultades. Me azoré muchísimo pensando se daría cuenta. Pero en lugar de reprocharme algo lo que hizo fue apretarme más contra mí.

Como se estaban desarrollando los acontecimientos miré a mi mujer para ver como se lo estaba tomando y me sorprendí gratamente pues la vi con la espalda pegada a la pared y a Pascual restregándose contra ella, al tiempo que se besaban. Ella tenía una pierna levantada enlazando hacía sí a Pascual.

Me llevó contra la pared y allí comenzó a besarme por toda la cara. Me daba cortos besos con los labios por toda la cara, el cuello y la boca. Creí fenecer.

Me sentía tan a gusto que hubiera deseado que en ese mismo momento me hubiera penetrado, por eso levanté mi pierna y como pude le rodee a él atrayéndomelo.

Por lo tanto, me desinhibí por completo y empecé a darle cortos besos a mi pareja por el cuello y a mordisquearle el lóbulo de la oreja.

Parece ser que le toqué un punto débil por lo que reaccionó con un leve gemido que a mí me supo a gloria vendita:

ooooooooh

Tras lo cual se apretó aun más contra mi vientre y empezó a acariciarme la nuca.

Le puse una mano en el culo y la otra en la espalda y empecé a acariciarle. Movía cadenciosamente las manos a lo largo de su espalda. Con la otra mano me la apañé para introducírsela a través de la falda me posibilitó pasarle la mano por las nalgas y juguetear con sus braquitas. Nos besamos profundamente. Nuestras lenguas se juntaron juguetonas y empezaron a acariciarse. Nos lamíamos la cara, la lengua, la boca, los ojos, ….. Nuestras salivas se mezclaban haciendo que nos pusiéramos a 200 por hora.

Nos habíamos acelerado muchísimo, pero me resultaba un incordio estar ahí de pie. Cogí de la mano a Pascual y me dirigí a mi marido que estaba al lado. Como no me hizo caso nos dirigimos a mi habitación.

En ese momento noto un leve soplido en el cuello y un suave beso . Era mi mujer que me decía:

Vamos a la habitación.

Era justo lo que siempre había querido. Una cama redonda. Pero precisamente en ese momento no podía moverme de esa loseta, por lo que le contesté con un leve movimiento de cabeza cuyo única finalidad era que me dejara seguir con lo mío.

Por eso hicimos caso omiso a la invitación. Seguí pegado a Rosi y como pude me separé de ella quitándole la blusa. Quedó al descubierto dos magníficas tetas, redondas, dejando vislumbrarse por entre el encaje del sostén unos sonrosados pezones. Me quedé contemplándolas mientras los acariciaba suavemente. Me incliné hacia ellos y les pase, por encima del encaje, la punta de mi lengua

uuuuuuhhhhhhhhh

Fue la respuesta de Rosi

Como no estaba cómodo de pie me senté en un módulo del sofá y ella se puso, a caballo, encima de mí. Como pudo se subió la falda dejando al aire sus piernas, pudiendo apreciar efectivamente llevaba medias con ligueros. El pasarle la mano por encima de sus medias me excitaba, me enervaba. Comenzamos a frotarnos desesperadamente y a besarnos con fruición. Nuestras lenguas se arremolinaban en nuestras bocas y fueras de ellas. Nos chupábamos la lengua, la cara, el cuello, los ojos, esos maravillosos ojos pintados de azul que siempre me habían excitado..

Pero ella quería más. Desmontó de su cabalgadura y poniéndose de rodillas delante de mí, me desabrochó la bragueta. Botón a botón.

Dioooossssssss.

Classsss.

Un botón.

Pasaba la palma por el paquete y me miraba relamiéndose los labios lascivamente.

Classsss

Otro botón.

Se pasaba la lengua por los labios.

Cuando hubo terminado sacó mi falo y empezó a saborearlo como si fuera una dulce y enorme piruleta. Y me miraba. Y se relamía.

Diooosssssssss.

No se si me excitaba más cada vez que pasaba su lengua por todo mi pene o cuando me miraba. O era todo.

.

Como mi marido no me respondía nos dirigimos a mi habitación. Por el camino Pascual me cogió por detrás y poniendo sus manos sobre mis pechos comenzó a besarme por el cuello.

Uuuuuuuuuhhhhhhhhhhh

Por fin llegamos a la habitación. Nos empezamos a desnudar mutuamente.

Le desabroché la camisa

El me quitó la blusa.

Le desabrocharle la correa del pantalón

El me quitó el sujetador.

Ahí nos paramos. Se inclinó y comenzó a besarme los pechos. Le llamó la atención lo sonrosado de mis pezones. Que estaban grandes y duros como piedras. Les pasó la punta de la lengua.

Aaaaaahhhhh

Le empujé juguetona cayendo atravesado en la cama. Aproveché y le terminé de desabrochar la bragueta, bajándole como pude los pantalones. Llevaba unos ajustados calzoncillos, de los que ahora se llaman "slip". El bulto destacaba poderosamente la atención. Me puse de rodillas delante de él y comencé a comerme, por encima del "slip" el enorme bulto.

Como sabía que tarde o temprano entraría mi marido en la habitación, me levanté y le dije a mi amante que regresaba en un minuto.

Fui rápidamente al cuarto de baño y me puse, como le digo en broma a mi marido, el traje de faena. Me puse un corpiño y unas medias negras con liguero. Me pinté como sé que le gusta a él y salí radiante. Mi compañero esperaba desolado, pero al verme llegar su semblante cambió totalmente, me incliné y le pasé la lengua por encima de su "slip"

Uuuuuuhhhhh

fue su respuesta. Le bajé los calzoncillos y emergió una pieza que llenó mis ojos de lujuria. Su pene era largo y no muy grueso. Automáticamente pensé que sería ideal para mi culo. Me comí lo que pude. Le pasé la lengua por el glande rojo y brillante. Noté como saltaban chispas de mi compañero.

Mientras me comía semejante pene oía perfectamente a mi marido como estaba en la pieza de al lado jodiendo con mi compañera Rosi. Oía la respiración entrecortada de ella y los bufidos típicos de mi marido.

Era una autentica como polla. Tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no derramarme en su cara, aunque hubiera sido maravilloso. Sabía perfectamente lo que se hacía, me pasaba la punta de su lengua por todo el glande y terminaba succionándolo por completo. Chupaba y chupaba incansable, moviendo rítmicamente la cabeza, al mismo tiempo que me introducía su dedo índice por el ojete del culo. De vez en cuando alzaba su mirada para confirmar el resultado de su profunda lamida. Llegó un momento que tuve que cortar, muy a mi pesar, ya que no quería derramarle aun nada. Así pues, cambiamos nuestra posición haciéndole sentar en el sillón.

Yo me puse a sus pies, le desabroché su falda y haciendo a un lado su braguita dejé al aire su palpitante almeja. Primero la olí. Uuuuuhhhh. Ambrosía. Posteriormente le empecé a pasar suavemente la punta de mi lengua por las ingles. Despacio. Muy despacio. No hacía falta levantar la vista para saber lo bien que le iba. Tan sólo hacía falta oírla. Era todo un repertorio onomatopéyico.

ooooohhhhhhhh

aaaahhhhhhhhh

sssssiiiiiiiiiiiiii

uuuuuuuuhhhhhhh

Posteriormente comencé a pasarle la puntita de la lengua, como a pincelada, por su clítoris. Para terminar por introducir, todo lo que pude, mi lengua en su vajina. A esta altura tenía la boca que llena de sus jugos. No hacía más que relamerme y pasarle la lengua.

Por favor fóllame, méteme tu polla en mi coño.

Necesito tu polla, por favor

Fue entonces cuando se colocó encima de mí e introdujo todo mi pene en su lubricada vajina.

Ooooohhhhhhh

Uuuuuuuhhhhhh

Aaaaaaaahhhhhh

Jódeme, ……,fóllame,….. quiero toda tu poya. …..Siiiiiii, fóllameeee, soy tu puta. Aaaaaaaahhhhhhh.

Llegado este momento en que sentía mi polla en su vajina y la oía decirme todas esas guarrerías creí morirme de gusto. Tuve que sacar, a mi pesar, mi pene de su vajina. Pero no pude aguantar más la tensión y sentí que me iba. Se dio ella cuenta y cogiéndomela se la introdujo en su boca, derramándome todo en ella, en su boca, en su cara, fue una corrida maravillosa. Nunca me había corrido en la boca de ninguna mujer y hacerlo ahora me dejó K.O.

No pudo resistir mis lametones y como yo ardía en deseo de que me follara esa polla por el culo, se lo pedí:

-Por favor, Pascual necesito que me jodas por el culo.

Dicho y hecho. Me puse a cuatro patas y él con mucho cuidado comenzó a meterme su largo pene por el ojo del culo. Acostumbrada a la polla de mi marido, que era más corta pero más gorda, notaba como un vacío, pero poco a poco, con el vaivén que le imprimió, comenzó a profundizar y a llegar donde ninguna otra polla había llegado jamás, comencé a gozar como una loca. Empecé a jadear y las primeras gotas de saliva comenzaron a caer de mi boca abierta. Abierta de puro placer.

Pero entonces pude oír a mi mujer jadear en la habitación de al lado y decidí que sería divertido unirnos los cuatros.

Como pude levanté a Rosi y a regañadientes nos fuimos con los otros dos amantes.

Cuando entramos en la habitación vimos a mi mujer siendo enculada en la posición del "perrito". Me acerqué y le puse mi manguera en su boca, la cual la empezó a lamer y tomó rápidamente su tamaño ideal. Se dio cuenta de que me había corrido y como pudo me lo hizo saber,

  • uuuuhhhh sabe a coño y a semen.

Por su parte Rosi no se quedó cortada y empezó a pasarle la lengua por la poya de Pascual que se la estaba metiendo por el culo a mi mujer.

Oía jadear a mi mujer y eso me enardecía. Pero a ella no le gusta que se corran en su boca, por lo que opté por cogerme otra vez a Rosi y aprovechando su postura de felación que tenía con Pascual, me preparé para penetrarla por detrás. Primeramente le metí muy despacito un dedo, lo metía y lo sacaba, despacio. Al principio se quejó, pero poco a poco comenzó a encontrarle gusto. Su ojete se fue dilatando. Ya le metía dos dedos y de vez en cuando le pasaba la punta de la lengua para darle más jugosidad. Pero no hacía falta, todos sus flujos vaginales le estaba llegando al ojete. Ya tenía una dilatación suficiente de su puerta trasera, así queme incorporé y la penetré por el culo con toda mi determinación.

Apenas sí pudo articular exclamación alguna pues en ese momento tenía la poya de Pascual en lo más profundo de su garganta y un chorro cálido de esperma le desbordaba por la boca.

Jamás en todos los años de matrimonio que llevaba oí correrse a mi mujer con la intensidad y la fuerza (y los gritos) con que se corrió esa vez. Gritos, jadeos y respiraciones entrecortadas empezaron a oírse. Rosi fue la siguiente en correrse y poco a poco los acontecimientos empezaron a sucederse vertiginosamente. Pascual se corrió en el culo de mi mujer y Rosi relamió todo el semen que se desbordó. Para sorpresa gorda fue ver acercarse a mi mujer y relamer las gotas de semen mío que le caían a Rosi por la cara.

Esa fue la primera vez de una gran amistad.

Las otras veces eso, eso es otra historia.