Primera dominación2: mas que puta, hija de puta.

Aqui no hay mucho sexo, explico el tipo de truculenta relación que hubo con ella, hasta que un día decidí empezar a dominar.

Este relato es una continuación de la parte primera http://www.todorelatos.com/relato/95480/ .

Aquí estamos ante la segunda parte de mi experiencia con Pepi. Antes de nada decir dos cosas, por un lado que estos son hechos totalmente reales con la pequeña distorsión que el tiempo haya podido provocar y en segundo lugar avisar que no va a haber  sexo en este relato de hoy donde voy a contar como transcurrieron esos dos años mes arriba o abajo. Los detalles los dejaremos para más adelante.

Después de mi noche con Pepi me levanté a la una de la tarde, cansado y algo resacoso siendo perfectamente consciente de lo sucedido pero sin recordar del todo bien a la protagonista, no tenía la sensación de poderla describir.  Ante el cansancio nada mejor que ducha y sofá, así que a ello me puse y ya relajado empecé a pensar en ella, en principio no tuve la sensación de que me pudiese gustar pero lo que si me gustaba era lo que había sucedido así que llegué a la conclusión de que tenía que llamarla para quedar y poder tener las cosas más claras.

Evidentemente decidí que dejaría pasar unos días antes de contactarla,  primero porque no tenía mucho interés y después por que aunque lo hubiese tenido no lo hubiese demostrado, en fin que hasta el miércoles no me decidí a contactar, estuve pensando si llamada o mejor un mensaje y me decidí por esto último citándola en un conocido bar del barrio a las siete de la tarde.

Llegué como siempre unos minutos antes para asegurarme que llegaba yo primero y me senté en una mesa del final alejado de los pocos clientes que había. Estaba yo distraído mirando al personal cuando la vi aparecer, andaría por el  1,50 delgada y con un vestuario más propio de una señora de 60 años que de una chica de 30, la repasé escrupulosamente y  tuve claro que esa mujer no era para mi. Mientras se acercaba una sonrisa de oreja a oreja inundaba toda su cara. Nos saludamos e inmediatamente la dije que había llegado tarde, contestándome con total naturalidad y manteniendo su sonrisa que se había entretenido con una amiga. Mal vamos pensé y cuando la iba a ofrecer asiento ella ya estaba instalada.

Estuvimos charlando un poco de todo y casi desde el principio sentí que esa chica tenía algún tipo de desequilibrio, me resultaba extraña, las incongruencias y las fantasías que se sucedían en la conversación no me dejaban lugar a la duda, definitivamente no volvería a quedar con ella me empezaba a sentir incómodo y una llamada telefónica me sacó del apuro, aproveche para excusarme  y terminamos nuestra cita.

Estaba yo camino de casa dando vueltas a mis pensamientos, incrédulo, pensando como había podido terminar aquella noche con esa chica cuando un mensaje sonó en el teléfono, “eres muy guapo te quiero mucho”, definitivamente la chica tiene problemas ni soy guapo ni había habido nada para que me quisiese mucho,  ahí supe que iba a tener problemas, pero nunca pensé que serían de tal calibre. Al día siguiente otro mensaje “¿salimos este fin de semana?”, mensaje al que no respondí.

Por aquel entonces vivía yo con mis padres, ya jubilados, que se marchaban al pueblo los viernes a medio día y no volvían hasta el lunes. Como es normal me solían llamar para comunicarme que habían llegado bien a eso de la hora de la comida pero este viernes la llamada se produjo sobre las diez de la mañana, mi madre llamaba para decirme que una chica había llevado un sobre que decía era un regalo para mi. Las preguntas arreciaban, los problemas comenzaban, evidentemente había dejado huella con su visita a casa. En el sobre una carta contándome media vida y que ahora yo era lo más importante para ella, definitivamente tenía algún trastorno.

Llegado el fin de semana quedé con los amigos como siempre para tomar algo por los bares habituales del barrio, a eso de la una llegamos al que se podría considerar nuestro cuartel general y no había pasado media hora cuando sonó un “hola” y apareció una amplía sonrisa en medio del grupo, todos se quedaron extrañados  y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Saludamos amablemente y ella se acercó a mi empezando una conversación que al poco tiempo yo quise cortar, sin embargo esos no eran los planes de Pepi. Ella seguía y seguía, mientras mi paciencia se iba acabando y el efecto del alcohol iba creciendo, mis amigos ya se empezaban a reir de la situación que cada vez me incomodaba más, fue imposible librarse de ella en toda la noche. Cerraron el bar a eso de las tres y media y nos marchamos a la discoteca a donde ella nos acompañó. Según avanzaba la noche ella empezaba a ponerse más pesada, ya me agarraba del brazo y ponía sus manos encima de mí, mis gestos para librarme de ella empezaban a ser cada vez más contundentes y mi vocabulario más agresivo.

“Olvidamé zorra, dejamé en paz puta, largaté, no quiero que me hables babosa, fuera de aquí zorra….” Ella iba y venía tan pronto con sus amigas como conmigo hasta que decidí marcharme antes de lo normal por no aguantarla, así que me despedí de los amigos y salí camino de casa cuando de repente oigo que me llaman, ella otra vez.

Durante aproximadamente un año estuve en esta situación, con tanto roce conocimos a sus amigas, dos chicas bastante atractivas con las que apenas mantenía contacto y otra chica llamada Carla que resultó ser una clienta habitual de uno de mis amigos,  era la única casada pero solía aparecer casi todos los fines de semana y fue con esta con la que tuve más relación. No era tan atractiva como estas otras dos pero tenía su encanto. Volveremos sobre ella.

Mientras Pepi seguía sin dejarme tranquilo los fines de semana así que yo me iba mostrando más y más agresivo con ella, cuando el alcohol hacía efecto a veces me descontrolaba. Unos días la derramaba el cubata en la cabeza, otros en la camisa, cuando me seguía a casa la empujaba en los jardines haciéndola caer, una vez incluso la metí en un cubo de basura. Si de vez en cuando me la follaba, pero de eso ya hablaremos.

Todas estas reacciones mías me estaban preocupando, sentía que cualquier día la podía hacer daño me sacaba de mis casillas, me descolocaba,  sacaba toda mi agresividad. Una noche mientras charlaba con una chica se presentó y empezó a hablarme. “Pepi no seas mal educada que estoy hablando con esta chica, haz el favor de dejarnos” le dije, a lo que llegó su contundente respuesta “¡para follar si me quieres verdad!”. Está claro que a la chica no la volví a ver y ya no pude aguanta la zarandeé y enseguida acudieron mis amigos a sacarme de allí. Cuando me hube recompuesto, con ella a unos diez metros mirándome llamé a la policía para poner una denuncia quería tener algo por si hacía alguna tontería, no se si serviría de mucho pero así lo hice. Cuando llegó la policía ella no se cortó un pelo, se acercó y no paraba de querer estar junto a mi agarrarme y acosarme como en cualquier otro momento mientras yo intentaba separarme de ella, parecía simular que tuviésemos una relación, los policías alucinaban y ante la imposibilidad de poner orden decidieron meterme en su coche y llevarme a comisaría para poner la denuncia, ahí empezaron las risas. Tampoco voy a comentar mucho acerca de la denuncia, los policías, por un lado, no daban crédito a lo que les decía y por otro se partían de risa pidiéndome disculpas. Yo evidentemente dije que no había tenido nada con ella lo cual no se creían y el comentario generalizado era  “algo la has hecho, pero que muy bien hecho, porque de lo contrario una mujer no se pone así”, todo esto entre risas. Evidentemente me dijeron que la denuncia no iba a llegar a ninguna parte y que si la situación fuese al contrarío yo estaría en un buen lio.  No se que hora sería las cuatro o cinco de la mañana pero se juntaron seis policías a contemplar el espectáculo.

Ya camino de casa me puse a pensar, tenía la mente más serena y estuve dándole vueltas a la situación. Por fin lo vi con claridad, esta zorra va a tener lo que desea…..fue en ese momento cuando vi claro que iba a dominar  a controlar y a hacer lo que me apeteciese con esa mujer, cada fin de semana iba a usarla a mi antojo y evidentemente así sucedió…