Primer viaje solos... (2)

Ella tumbada en la cama, con sus piernas abiertas, y tacones!!, dejando todo su panochito al aire, un aperitivo dispuesto a saborearse poco o poco.

Primer viaje solos II PARTE

Como les conté en el relato anterior, mi novia Pamela y yo decidimos viajar solos a la casa en la playa de su familia, en una playa escondida del pacífico norte de Costa Rica, tendríamos la arena y el mar a nuestras anchas...

Después de cinco horas de viaje, y es que los que conocen Costa Rica sabrán, que todas las playas y centros turísticos quedan cerca de la capital, pero las playas más lindas y casi vírgenes están en Guanacaste, lejos de la civilización, bueno llegamos, como recordarán yo venía sin pantalones y mi novia sin calzones. Teníamos que recoger las llaves de la casa donde don Carlos, quien vigila la casa y le da mantenimiento, aunque viva como a medio kilómetro del chante.

-Me bajo yo, total ando más vestida y a ti no te conoce, me dijo. Aproveché para bajarme del carro, igual sentia vergüenza, no andaba tan destapado desde que era niño, busqué en la parte trasera mi pantaloneta y me la puse con rapidez, me volví a montar al carro, cuando abren la puerta de pasajero, -Ya las tengo mi amor, dijo Pamela, nos dimos un gran beso y arrancamos, llegamos a la casa, bajamos todas nuestras cosas. –

Qué calor hace, exclamé, me quité la camisa, ella se me miraba concentrada en mi cuerpo sudoroso, y yo nada más di media vuelta y terminé de poner nuestras cosas sobre la mesa.

-Amor sube, me llama, -estoy en mi cuarto. Subo a su cuarto y oh sorpresa!! Estaba con un diminuto bikini negro tipo hilo... la miro de arriba abajo deseando quitarle con mi boca sus pequeñas prendas, y me dice: -Este es tu premio, bueno esto es lo más tapada que voy andar contigo... Yo simplemente me le fui encima la besé, la abracé y la tumbé sobre la cama. Con mis manos iba desatando su top, y le dije al oído, ¿para qué te lo pusiste si te iba a durar tan poco?

Empecé a bajar por su cuello, la seguía besando apasionadamente, mientras ella con sus manos estripaba mis nalgas, llegué a sus senos me los comí como nunca, sus pezones estaban tiesos, se notaba que le gustaba lo que le hacía. Ella, luego me empezó a bajar la pantaloneta y quedamos los dos solamente con la prenda interior inferior.

Nos abrazamos y nos hincamos uno frente al otro. Luego, sin dejar de besarnos, comienzo a soltar los nudos del calzoncito que pronto se dejaría caer solo sobre las sábanas, su panochito estaba expuesto a mis anchas, su humedad y tensión delataban la necesidad de ser penetrado.

Ella llevó sus manos al speedo que todavía me tapaba, soltó su cordón y lo deslizó por mi piernas, no sin antes hacerme cosquillas sobre la tela, luego, yo me levanté lo dejé caer al suelo y también me saqué las tennis, ella aún conserva sus tacones, y es que, como dije antes, eso me vuelve loco. Ella tumbada en la cama, con sus piernas abiertas, y tacones!!, dejando todo su panochito al aire, un aperitivo dispuesto a saborearse poco o poco.

Comencé por sus deliciosas piernas, ella es una mujer que se cuida, se unta sus cremas y además hace deporte, por lo que estaban firmes, pero de piel suave, la besé desde los tobillos hasta sus muslos, dejando este premio delicado para después. Subí por su vientre, me encontré con su ombligo, jugueteé con él un rato, metía y sacaba mi lengua.

Su abdomen es planito, de campeonato, lo recorro como si fuera un terreno de fútbol, lo mejor está adelante, pronto llego al ataque, sus senos son redondos, firmes por los ejercicios, para ser sinceros tienen una ayudita, con eso del modelaje, las mujeres ocupan un empujoncito.

Me detuve ahí un buen rato, como un entrenador que planea su estrategia de ataque, le mordisqueo los pezones, con las manos le estripo las tetas, continúo mi viaje hasta su boca, y es que tanto placer la tenían jadeantes, su respiración era muy acelerada, cayó rápidamente entre mis besos.

Bajé nuevamente a la portería, ahí donde se siente el mayor de los placeres, y es que un futbolista podrá compartir conmigo que el placer de un gol y hacer el amor son realmente iguales. Esa portería ya está lista, sus jugos delatan el placer del momento, ya estaba lista para recibir el cañonazo, pero antes debía jugar con ella, vacilar con ella, como un gato cuando está apunto de comerse su presa, el primer paso fue introducir mi lengua, recorrer toda aquella área que significa el gol, y ella lo sabe, se retuerce entre cada mete y saca de mi lengua.

Juego con su clítoris, en ese momento alcanza su primer orgasmo, la verdad no sé si ya había tenido alguno antes, pero este era muy evidente sus jugos vaginales emanaban en gran afluencia. Creo que sería incapaz de dar un discurso después de esa sesión de sexo oral, mi lengua estaba como dormida y lo único a que atinaba era a besarla, ella casi no se podía mover.

Tenía que dejarla descansar, además ya me tocaba a mí, mi pene estaba al máximo, creo que con el mínimo contacto me regaba, decidí llevar mi pinga hasta su boca, para que repitiera lo que había hecho anteriormente en el carro. Ella seguía tumbada, yo estaba hincado sobre su rostro y agarrado del respaldar de la cama.

Ella se introdujo mi herramienta de un solo tiro en su boca, sentí que mis testículos pegaban contra su barbilla. Me empecé a menear dentro de su boca, despacio, poco a poco, primero movimientos circulares, sus ojos estaban en blanco, yo sentía una placer increíble. Me agarraba del respaldar de su cama para que las embestidas fueran más descomunales.

Luego de un rato, me di cuenta que casi no podía respirar, pero cuando intenté sacársela, me regué dentro suyo, fue fenomenal, ella se trago otra vez toda mi leche, le saqué la verga, tosía y le salían lágrimas, sin embargo, su rostro reflejaba una sonrisa de felicidad. Mi pinga quedó húmeda y con hilos de semen y saliva que aún nos unía, ella lo limpió todo con gran delicadeza.

Yo, sin perder la erección me senté en la cama, la vi más repuesta, y la invité a que se sentara frente a mí, nuestros ojos evidenciaban la gran sesión de sexo que estábamos experimentando en ese momento.

La senté en mis regazos, sus pechos quedaron a la altura de mi boca y por supuesto los empecé a besar otra vez, le mordisqueaba los pezones, sus arañazos en mi espalda eran fe del placer que estaba sintiendo, con la boca me dedico a besarle una teta y con la otra se la pellizco, juego con ella y la hago a mi antojo.

Mi tranca ya estaba lista. La fui colocando con mi mano izquierda, despacio en sus adentros, sentía como todavía emanaba jugos de su vagina, ella se dejó ir de un solo tiro sobre mi regazo, y otra vez sentí como su cuerpo golpeaba mis huevos, la penetración fue bastante dura, ambos gemimos de placer en ese instante, yo atinaba a cerrar mis ojos y dejarme lleva. Con mis manos sobre sus nalgas iba marcando el paso del vaivén de su cuerpo. Con mi boca le cubría la parte superior y ella me besaba el cabello, me arañaba la espalda, cómo gozaba!!

Llevábamos un rato así, creo que los dos tenemos mucho aguante gracias al deporte, cuando me dice, -creo que me voy a venir, a lo que contesté, -yo también. La embestidas fueron cada vez más duras y seguidas, la velocidad y el placer estaban al máximo, los dos nos regamos a la vez fue una sensación única, yo le dije en su oído: -¡Gooool!

Ella gritó de placer. sonrió y se tumbó hacia atrás, se sacó la verga poco a poco y buscó mi boca, nos besamos y abrazamos, -podíamos habernos echado otro polvo en ese momento, pero teníamos todo el fin de semana para coger- luego caímos rendidos en la cama, dormimos abrazados por un rato después de esta descarga de sexo.

Varias después nos levantamos, nos dimos una ducha rápida, ella me puso en la cama un speedo rojo que me había regalado (recordemos que ella tiene una obsesión con esas prendas), me lo puse, busqué la camiseta que traía en la mañana, me puse también unos zapatos de playa y las gafas.

Ella se vistió solamente con la tanguita negra de hilo que me había mostrado, y arriba una toalla de salida de baño, se puso unas chanclas y gafas oscuras, se puso bronceador, y a mi también, me dice: -lo prometido es deuda, así que yo salgo sin top por verte así papacito, además quiero evitar las marcas del brassier con el sol....

Salimos de la casa, el ambiente no podía ser mejor, el sol era todavía muy fuerte, sin embargo la brisa nos refrescaba la cara, la playa vacía, el agua turquesa y la marea completamente quedita, podíamos caminar por la arena blanca tranquilos.

Caminamos por la playa tomados de la mano hasta unos árboles donde Pamela se quitó la toalla para extenderla en la arena y así poderse acostar a tomar el sol, otra vez esa escultura dejaba sus grandes senos al aire, se notaba que estaba totalmente excitada, la brisa le rozaba su cuerpo y la piel se le puso como de gallina.

-Me pones bronceador, me dice. -Más? Le contesté. –Sí es que creo que no fue suficiente y quiero coger un color caramelo. Me saqué la camisa y me la amarré como pañuelo en la cabeza. Unté un poco de bronceador en mis manos y comencé a recorrer su espalda, luego ella se tiró sobre la toalla y reanudé mi tarea, puse bronceador primero en su cuello, luego en sus senos, jugueteé con ellos, los palpé y sentí como cada vez se ponían más duros.

Mi picha crecía a su vez dentro de mi bañador, terminé su parte frontal. Y le digo –Creo que te hacen falta sus nalguitas, no quiero que te queden pálidas. Ella se puso boca abajo, sus nalgas quedaron frente a mi únicamente cubiertas por unos hilitos negros, uno de ellos se perdía por su tentadora rajita. Le puse bronceador con total ternura y paciencia, pero en mis adentros me la quería comer a mordiscos.

-Amor mejor suelto esto, capaz y no se te broncea bien, le dije, mientras le soltaba los nudos del calzoncito. -¿Tú crees?, me contestó en un tono irónico.

Con las manos llenas de bronceador empecé a jugar con su rajita, de arriba abajo le acariciaba todo el culo, poco a poco y suavecito introduje mi dedo corazón en su ano, robándole un gemido de placer, era una situación que nos excitaba mucho porque era la primera vea que teníamos algún tipo de contacto sexual al aire libre, además de los nervios que nos daba si alguien pasara y nos viera.

En un vaivén suavecito de mi dedo, agregué el dedo índice a la penetración manual que le estaba haciendo, ella se recostó sobre sus brazos y se relajó, no era la primera vez que exploraba ese agujerito. Luego me quité de encima suyo y me senté y vi mi bañador, la picha quería escaparse de ahí, era muy poca tela para retenerla adentro. Dicen que el agua fría calma estas situaciones y decidí meterme en el mar.

La marea estaba realmente baja, entonces para buscar algo de profundidad, por lo menos que me llegara hasta la cintura tenía que alejarme de la costa. Caminé por largos minutos tratando de espaldas a la playa y disimuladamente me tocaba el pene, el cual no lograba que regresara a su posición original.

-Ocupas ayuda, me asusta, Pamela, -parece que traes un problemita ahí adentro, exclamó. Me dio un suave beso, luego se fue agachando, sin dejar de besar mi pecho y seguir por el caminito del amor hasta encontrarse con una presa atrapada en una jaula roja.

Puso sus manos en mis nalgas las pellizcó mientras con su boca besaba mi picha sobre la tanga, yo levanté mis manos como ladrón diciendo, "soy inocente", -veamos a ver que tenemos aquí, me dijo.

Con una mano me sacó la pinga y con la otra corrió el bañador, me besó primero la punta, acarició mis huevos, yo atiné a ver hacia el cielo como agradeciéndole a Dios por haber creado esta maravilla llamada sexo.

De un pronto a otro se traga toda la tranca, me arranca un gemido poderoso, pongo mis manos en su cabeza, siento sus pezones pegándose contra mis rodillas, dirijo sus movimientos mientras el agua me ayudaba con el equilibrio, porque las sensaciones eran tantas que difícilmente me mantenía en pie.

El mete y saca era intenso, insaciable, no podía creer lo afortunado que soy, ella es toda una experta en mamadas, luego siento como ella abre mis piernas poco a poco y mete su otra mano x debajo del speedo que aún vestía, me pellizcaba la parte posterior de los huevos.

A lo lejos divisé una persona, tal vez nos vería, tal vez no, pero lo que sentía era tan rico, que no le quise decir nada. No permitiría que eso tan rico acabara por algún samuel (vino-mirón, etc..) Entre las piernas, metió su mano hasta mis nalgas, me las tocaba por debajo del bañador, y le dije: -Ya me vengo. Ella se la sacó de la boca y me dijo, -Suave.

Sus siguientes movimientos fueron introducirme uno de sus dedos en mi ano, según ella para buscar mi punto G, el cual habíamos leído haría que la eyaculación fuera más abundante y el orgasmo fuera más sabroso. No me gustó para nada sus dedos en mi interior, creo que se aprovechó que me tenía a su merced y que la humedad del agua fue su cómplice para atraparme.

Con la otra mano aceleró los movimientos de mi penetración en su boca, hasta que, finalmente me vine, echándole toda mi leche en su boca, ella se la sacó todavía me salían chorros en su cara.... que éxtasis fue eso!!

Nos acomodamos bien nuestras ropas nos lavamos en el mar, salimos a la playa, vimos un poco más de cerca aquel hombre, yo me puse la camiseta y ella la toalla (salida de baño) y caminamos hasta la casa....

Continúa....

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