Primer rodaje
El deseo se había apropiado de la psiquis de Antonio, su cuerpo ya no respondía a la razón. Ya no le importaban las consecuencias ni cuánto tardase en correrse. Después de escuchar a la morena no necesitaba más razones y pasando rotundamente del contrato, empezó a follársela a pelo.
Antonio estaba nervioso acerca de su primera grabación. En la industria pornográfica era difícil encontrar una oportunidad, y a él le había caído del cielo, como si hubiese sido enviado por la providencia. Definitivamente no quería arruinarlo y es que dar una buena impresión era importante y más aún cuando se trataba de su alquiler en juego.
Había perdido su trabajo como tornero en una fábrica local gracias a la recesión, su trabajo no era complicado pero sí tedioso, se dedicaba a la fabricación de piezas mecánicas mediante el uso de máquinas fresadoras para tornos y limadoras, las cuales terminaban garantizando el óptimo funcionamiento de las piezas requeridas para las demás máquinas del patio industrial en el cual había estado atrapado por los últimos ocho años. No era algo que le apasionase, pero pagaba su alquiler mes a mes, y así se le fue el tiempo. Ya tenía veintiocho años y conformándose con un título de técnico superior en Mecánica nunca volvió a la facultad por los dos años más que lo acreditarían como ingeniero.
El enganche venía de manos de un conocido, le dijo que tenía un trabajo para él. Pensó que le estaba tomando el pelo cuando le dijo que recibiría una cantidad que igualaba al doble de su paga mensual por un día de trabajo, y terminó de perder la cordura cuando escuchó como le acotaba que la brega consistía en follarse a una potente muñequita de ébano vivo. Antonio le llamó cabrón más veces de las que le gustaría admitir por lo que consideraba como una burla malsana a un hombre en situación de necesidad. Con una risa sonora su interlocutor le explicó su trabajo en aquella empresa de material audiovisual para el disfrute adulto y que, de hecho, no se trataba de ninguna broma sino más bien de algo muy serio. Su último actor había migrado por una mejor oferta laboral a una empresa de la misma índole pero de un indudable mayor estatus. El rédito que le habían ofrecido no podía ser igualado y terminaron perdiendo el capital humano que habían cosechado. El mercado se trata de posicionamiento, una vez que creas un nicho debes aferrarte a él. Es una fuente de ingresos fijos al crear un éxito reproducible debido a la preferencia del consumidor: Rocco Siffredi, James Deen, Frederick Lamont. Cada uno de ellos es la muestra más fidedigna a esta idea.
Antonio se presentaba como un buen remplazo para el que fuese su homólogo, él también era un hombre de carácter y esencia tosca y áspera. Un gañán en toda regla, mirada castigadora como la que lucen los chulos asentados en nuestro constructo social. Ese estándar de hombre estoico representado en el ideario de la gente por la cultura popular: Pose de cabrón como Marlon Brando, mirada ácida como la de Clint Eastwood. Todo esto fue denotado por el agente a Antonio el cual lo aceptó como una verdad absoluta. No sabía si era retórica pura o había aprovechado el hecho de que su pathos estaba en el peor estado, pero la respuesta era sí.
Un contrato fue firmado y la mitad de la pagada fue adelantada luego de que la agencia recibió los estudios del laboratorio que resultaron satisfactorios. Antonio estaba sano para rodar.
Al pisar el estudio se había empalmado por el morbo del asunto, nunca había tenido relaciones frente a otras personas y su libido iba a estallar tan sólo con la idea. En introspectiva más allá del morbo, sus ideas se centraban en la preocupación que representaba la posibilidad de soltar su simiente muy pronto a causa de la excitación.
Mientras caminaba de manera introductoria al plató, ya acondicionado para su deber sólo se percató del ambiente resemblando un aire de motel de malamuerte, terminó desviándose del entorno al observar al pedazo de carne que debía comerse, considerarla un pedazo de carne era lo mejor para el beneficio de su nuevo oficio. Pero era difícil disfrazarla en su mente cuando su talento femenino era notorio. Era hermosa, caderas anchas y un par de tetas voluptuosas. Un culo que rebotaba al caminar y cara depredatoria de hembra en celo.
Al verle sólo profirió una sonrisa, separaba sus labios oscuros – tanto los de arriba como los de abajo – resoplaba los cabellos que caían en su resto y sus manos profanaban su feminidad. La luz de la cámara ya estaba encendida, y ella seguía relamiéndose los labios de manera sensual. Su voz retumbó en la habitación
- Ven acá hombresote
Animado y laureado por el equipo de producción, se presentaban como figuras en movimiento alrededor de la habitación, que cargando con micrófonos y lámparas móviles hacían seguimiento a las tomas de la vídeograbadora, buscando esa posición que terminaría calando en el consumidor final del material. Esa escena que hace que valga la pena pagar por el vídeo.
El contrato que Antonio había firmado le obligaba a usar látex como protección durante todas las escenas. Esto lo hacía feliz, sabía que el profiláctico funcionaría como barrera desensibilizadora y sin pensarlo embutió su hombría dentro del material gomoso y la diosa de ébano lo llamó alzando sus brazos, su falo funcionó como un misil dirigido hacia el coño hinchado, era un llamado primitivo. Se acoplaron en poses sugestivas para la cámara y el lente captó perfectamente como el glande de Antonio se abría paso en el cuerpo de aquella putilla. Lo hacían como conejos, tomando el ritmo del otro y moviéndose en la misma sintonía. Para Antonio su entorno se convirtió en formas difusas y sólo podía concentrarse en el coño que engullía su falo. En cada embestida de Antonio el cuerpo de la morena rebotaba, el sonido del impacto de piel contra piel resonaba. Gemidos, bufidos y golpes de piel era el material sonoro recopilado por la vídeograbadora. El morbo era tanto que la cantidad de líquido preseminal que manaba de la hombría de Antonio era descomunal, haciendo que el condón se resbalara mientras se follaba a la hembra que yacía sobre su espalda. Las rebotantes tetas hipnotizaban a Antonio y a los presentes, entre gemidos se le escuchó sacando a Antonio de ensimismamiento
- El látex… está dañando… ¡la escena! Esputó entre respiraciones forzadas
- - ¿Qué quieres que haga? Repuntó Antonio
- Deshazte de él – resopló
El deseo se había apropiado de la psiquis de Antonio, su cuerpo ya no respondía a la razón. Ya no le importaban las consecuencias ni cuánto tardase en correrse. Después de escuchar a la morena no necesitaba más razones y pasando rotundamente del contrato, retiro su polla del interior de la morena para terminar arrancando la goma que tanto les molestaba, logrando apuntalar su hombría dentro de nuevo, pero esta vez sin nada que fungiese como barrera entre su polla y el interior de ese precioso coñito hinchado.
La sensación era más intensa y la irracionalidad de la situación terminó por sacar la cordura de Antonio
- ¡Coño! – profería mientras bombeaba a lo que consideraba ya como su propiedad
No podía aguantar mucho más, sentía como su pene empezaba a tener pulsaciones y así fue como sabía que lo inevitable estaba ocurriendo, a diferencia de la mujer que puede perder un orgasmo en medio del mismo, Antonio había llegado al punto de no retorno y por su mente no pasaba la idea de salir de la calidez de la morena. La polla de Antonio empezó a soltar uno tras otro chorros de semen en lo más profundo de ese coñito fértil, ese mismo instante las manos de la hembra se asían contra el pecho de Antonio, terminó por sacarlo y los chorros golpearon el pubis y el bajo vientre de la actriz.
- Madre mía, puede que te acabes de convertir en padre, Antonio – bromeó el director detrás de la escena, con las manos sumidas en la vídeograbadora
Pero Antonio no estaba escuchando, no había terminado aún, con su hombría aún dura como una roca terminó por hundirla de nuevo en el coñito de la morena.
- Siempre he querido llevar el bebé de un verdadero macho – musitó la pornoactriz a la cámara mientras su co-estrella empezaba el segundo round.