Primer regalo de navidad

Como estas navidades cambiarían mi vida.

PRIMER REGALO DE NAVIDAD

Hola, me llamo José, tengo 36 años y vivo en Barcelona. Esto que os voy a relatar, ocurrió hace pocos días, durante el puente de la constitución.

Hace cerca de 4 años, que mantengo una relación con una chica algo mayor que yo. Ella se llama Marta. Es una chica algo bajita, con unos grandes pechos, delgadita y con un culito respingón que quita el hipo a cualquiera. Es una chica preciosa, eso sí, bastante celosa.

Siempre, y dentro de mis predilecciones en las partes del cuerpo femenino, me han gustado y excitado los pies desnudos de las mujeres; tanto para tocarlos, besarlos, saborearlos, etc, por lo tanto, me considero fetichista de ellos.

Bueno, el caso es que, dado que teníamos los dos la semana libre, debido al constitucional puente, uno de los días, decidimos salir a hacer las compras navideñas: regalos, comida, etc. Pasamos el día de tienda en tienda, en centros comerciales, etc. El caso, es que serían sobre las 6 de la tarde, Marta vio en un escaparate unos zapatos que le gustaron mucho, y yo, la animé a que entrara a probárselos. Una vez dentro, tardaron en atendernos, hasta que al cabo de unos 15 minutos o así, logramos que una de las dependientas nos atendiera. Era una chica, de raza negra, de unos 23 o 24 años.

Después de unos minutos, y de una breve conversación con la chica, sobre los zapatos, Marta decidió quedárselos. Todo hay que decir que durante este rato, pude tocar las plantas de sus pies, y llevarme la mano hasta la cara para poder oler ese maravilloso olor que siempre me vuelve loco. Pagamos, cogimos la bolsa, y nos fuimos, después de despedirnos de la chica y desearle felices fiestas.

Seguimos con las compras, y sin darnos cuenta, se nos hizo las diez de la noche, con lo cual, ya no íbamos a encontrar mas tiendas abiertas, y dado que también nos apetecía cenar algo, decidimos dejarlo todo en el coche, y buscar algún sitio para cenar.

Empezamos a andar por el Barrio Gótico, en busca de algún lugar para cenar, y al final, nos decidimos por un restaurante que íbamos de vez en cuando. Entramos, y nos asignaron una mesa. El local no está excesivamente iluminado, y debido a la conversación que llevábamos, no reparé en las personas que habían en las mesas contiguas; pero Marta, si. Me di cuenta que saludaba a alguien, pero no giré la cabeza, ya que fue un saludo bastante escueto. Pedimos, cenamos, y ¿porqué no decirlo?, bebimos un tanto en exceso. Ya al final, tuve ganas de ir al lavabo, me levante, y fui, prometiéndole a ella, que volvía en un santiamén.

Al volver, observé que ella, estaba charlando con las personas que estaban en la mesa de al lado, y al ir a sentarme, me di cuenta de que eran tres chicas, una de ellas, la dependienta de la zapatería, que nos había atendido. Tanto Marta como ella, estaban con una sonrisa en los labios, y resulta que yo, sin saberlo, era el tema de conversación de ambas. Saludé, y por supuesto, me metí en la conversación, y dado que tanto ellas como nosotros, habíamos terminado la cena y abonado nuestras respectivas cuentas, decidimos ir a tomar una copa a un bar musical muy tranquilo que había a pocos metros del restaurante.

Resulta que durante mi ausencia, habían estado hablando sobre mi "afición" a los pies femeninos, dado que la dependienta, se había dado cuenta de todos mis movimientos dentro de la zapatería. Y ahí viene lo raro; Marta, nunca había podido soportar que otra mujer se fijara en mi, pero supongo que por el efecto del alcohol, había decidido entrar en el juego. Un juego, del cual, hasta al cabo de un rato, yo no iba a tener noticia.

Íbamos ya por la segunda copa, cuando Marta estaba hablando con las dos chicas que iban con Berta, la dependienta, y yo, algo mas separado de ellas, estaba charlando con ella. La conversación pasó rápidamente por varias fases, hasta llegar al tema del sexo: preferencias, gustos, etc. Yo, en ese momento, oculté mis preferencias, dado que, a pesar de los años, me siguen pareciendo bastante singulares. Tomamos una tercera ronda, y al cabo de un rato, ellas, dijeron que se iban ya a su casa (compartían piso), no sin antes, invitarnos a tomar una copa mas allí. Marta accedió de inmediato (luego supe de que desde hacía rato que ya estaban "compinchadas"), con lo cual, yo también acepté, y de buen grado.

No vivían demasiado lejos de donde estábamos. Simplemente tuvimos que cruzar las Ramblas, y andar unos pocos minutos, ya que el piso estaba en el barrio del Raval. Subimos, y después de acomodarnos, y estar ya los cinco con un vaso en la mano, mi sorpresa fue de órdago, ya que Berta fue muy directa: Así que tu eres de estos que "flipa" con nuestros pies, ¿no, José?. No sabía que contestar. La miraba a ella, miraba a mi novia; la verdad, es que me quedé poco menos que sin aliento, aunque eso sí, por pocos segundos, ya que nada mas suceder eso, Marta, con su pié descalzo, empezó a masajearme el "paquete".

Mi respuesta, fue sin palabra alguna. Cogí el pié de Marta, le quité el calcetín, y sin dejar de mirar a Berta y a las otras dos chicas (María y Sandra), empecé a olerlo, lamerlo, besarlo, etc. La situación era de lo mas morbosa para mi, y mas, cuando puede ver como las tres se descalzaban, y tenía ante mi tres maravillosos pares de pies desnudos. Marta, en un momento dado, se acercó, y me susurró al oido. "considéralo como uno de mis regalos de navidad", con lo cual, consideré que con ello, me daba su beneplácito, para poder devorar con mi lengua y mis labios, esas maravillas.

Me arrodille frente a ellas, y empecé por los pies de Sandra, que era la que tenía mas cerca. Tenían un olor intenso, como a mi me gustan. Mi lengua y mis labios, no daban abasto a lamer, chupar, y adorar esos maravillosos pies. Todo a mi alrededor me pasaba desapercibido: lo que me decían ellas, lo que hacían, etc; pero lo que está claro, es que esa noche, iba a cumplir uno de mis sueños dorados: estar a los pies de varias mujeres, y poder disfrutar a rienda suelta de ellos.

Continuará......

José ( sexsuccess@hotmail.com )