Primer encuentro con M
Me encontré con M, mi nueva sumisa, en una cockteleria cerca de mi casa. Le dije que se vistiese con una falda, sin medias, el resto lo dejé a su elección. Apareció y esta es la historia de todo cuanto sucedió.
Conocí a M de la misma manera que en los últimos años estoy conociendo a la mayoría de las sumisas que he tenido en propiedad. Internet tiene tanto de positivo como de negativo, aunque hay personas que se empeñan en quedarse solo con los problemas que la red nos regala. ¿Acaso alguien puede pensar que esas personas que mienten o engañan en la red no lo harían en la vida "real"? Internet no es diferente al bar de la esquina o al parque dos calles mas arriba. La gente es la misma, el medio no. Conocí a M en ese medio, ella supo que yo era amo y practicaba la dominación, mi perfil lo dejaba claramente y doy por sentado que alguien que habla conmigo o lo practica o es curioso. Me gusta hablar con sumisas o con mujeres a las que les interese la dominación. Todos aprendemos de todos. Pero con M fue diferente, desde el primer momento parecía como si ella no quisiese demostrar que era o que buscaba. No me importó, pero me atraía esa mezcla de ingenuidad, desconfianza y excesivas ganas que demostraba. Decidí que quería educarla pero el motivo real aun lo desconozco. Cuando escojo a una sumisa siempre me muevo por impulsos. Y ella me atraía mucho. Me explico sus anteriores experiencias con el mundo del D/s, había sido sumisa pero no tenía buen recuerdo porque, al parecer, no había sido satisfactorio para ella. Eso es algo que suele ser habitual, algunos amos se preocupan solo del placer propio obviando el ajeno y, lo que es peor, creen que la humillación puede suceder en cualquier momento, no solo durante las sesiones. Esas actitudes acaban por minar la moral de las sumisas que rebajan sus expectativas hasta que la presión es extrema y no soportan sentirse como auténtica basura. He tenido sumisas que querían ser tratadas como basura pero existe una gran diferencia entre asumir y creer que eres algo. Si queréis dominar a alguien, nunca confundáis el hecho de como quiere sentirse una persona con lo que realmente es. Nadie quiere ser realmente humillado ni golpeado, nadie quiere ser continuamente golpeado ni constantemente apaleado.
Estuvimos hablando por internet durante unos días, intentando explicarle yo el tipo de amo que era y ella intentado explicarme el tipo de sumisa que deseaba ser. Todo cuadró por si solo, como cuando el universo se alinea y cierta suerte de justicia divina nos da cuanto deseamos. Puede que ella no fuese la sumisa que cualquier amo esperaba pero yo tampoco soy cualquier amo.
Nos encontramos en una cockteleria cerca de mi casa. Le dije que se vistiese con una falda, sin medias, el resto lo dejé a su elección. La vi aparecer por una esquina, mas pequeña y delgada de lo que creía, con su peinado de colegiala y la vista clavada unos centímetros por debajo de mi barbilla. Parecía avergonzada, quizás temerosa. Después supe que no era ni lo uno ni lo otro, simplemente la responsabilidad de el momento le impedía levantar la vista.. Cualquier tipo de emoción diferente a las cotidianas nos empujan de manera invisible a convertir cualquier experiencias relacionada con la D/s en algo mas intenso y disfrutable, incluso si sentimos vergüenza o estamos aterrados.
Pedimos dos copas de vino y nos acomodamos en la barra. M era diferente a cuanto había imaginado, diferente en su voz, sus movimientos, su mirada. Cuando conocemos a alguien de manera virtual siempre llenamos la información que nos falta con un ideal. Eso es habitual y siempre lleva a un primer sentimiento de decepción cuando ves a la persona por vez primera. Hay que entender eso, esperar y dejar que la persona real se despliegue frente a nosotros.
Estuvimos hablando un buen rato, pronto me descubrí que, pese a lo extraño de la situación, a M le gustaba hablar y preguntar, sobre todo preguntar. Preguntaba cualquier cosa y sus preguntas comenzaban siempre desde la duda del bien o el mal, en cierta manera sentía que ella me estaba juzgando. No puedo decir que me gustase esa situación pero asumí que así era y no podía cambiar nada. Respondería a todas y cada una de sus preguntas si eso la ayudaba a confiar mas en mi. La unica arma contra la desconfianza es la sinceridad. Y mientras contestaba a sus preguntas no debaja de mirar sus bonitas piernas de reojo y también a desplegar todo mi arsenal de amo seductor. Gracias a Dios que no lo desplegué todo, Amo lo soy pero seductor no demasiado.
¿Que quieres hacer? pregunté mientras acabábamos nuestras respectivas copas. Ella no dijo nada, me miró a los ojos durante mucho rato. Finalmente se encogió de hombros y dijo que no lo sabía. Por un lado le apetecía subir a mi casa, por otro lado creía que debía esperar unos días, confiar mas en mi, acostumbrarse a la persona que acababa de conocer. ¿Que quieres hacer tu? preguntó ella finalmente.
No contesté, la cogí de la mano y la saqué de aquel lugar, después la llevé a mi casa, unos metros mas abajo y subimos a mi piso. Ella no se resistía pero caminaba cada vez mas despacio, como alargando el tiempo para coger el suficiente valor para decir que no iba a subir a mi casa. No lo hizo. No porque no tuviese valor de negarse. No lo hizo porque quería era que la usase pero necesitaba ese pequeño empujón en forma de obediencia. Así de simple fue el proceso.
La acompañé hasta el centro de mi comedor y le vendé los ojos. Después tomé asiento y me quedé mirándola durante mas de cinco minutos, sin decir nada. M comenzó a temblar, a cada movimiento mío en el sofá que provocaba un ruido, ella daba un saltito como si creyese que alguien iba a suceder algo. Después me levanté y le até las manos a la espalda, finalmente me puse frente a ella, metí mis manos bajo su falda y le bajé la ropa interior hasta los tobillos. Ahora M si que estaba temblando de verdad, sin poder evitarlo. Volví a su espalda e introduje ambas manos bajo su falda, no conseguí notar nada de vello en su pubis pero su que pude comprobar que su sexo estaba completamente mojado mojado. Comencé a masturbarla lentamente mientras besaba su cuello, mordía sus orejas y olía su pelo.
M olia maravillosamente bien. Casi tan bien como el sabor de su cuello o el olor de su pelo.
M no tardó demasiado en correrse. Mi mano quedó completamente mojada de sus flujos mientras sus grititos se apagaban en el eco del comedor de mi casa. Tardó mucho en dejar de temblar pero cuando se hubo tranquilizado, salí de su espalda, me coloqué frente a ella y subí su falda para observar su sexo. Era bonito, completamente depilado, un pubis suave y lleno de graciosos lunares, como su estómago y sus piernas. A continuación desabotoné poco a poco los botones de la camisa de M. Lentamente, recreándome en cada botón de nácar mientras ella respiraba cada ve mas fuerte. Su pecho, cubierto por unos sostenes negros, quedó frente a mi. Los pezones podían notarse perfectamente a través de la tela. Cogí uno con dos dedos y comencé a jugar con el, apretando y volviéndolo a soltar, después el otro. M intentaba moverse para evitar cierto dolor pero nada podía hacer.
Entonces la agarré con fuerza del pelo y la obligué a levantarse para ir hasta el sofá donde la coloqué a cuatro patas. Su respiración era cada vez mas intensa, incluso mas aun que cuando la estaba masturbando. Levanté su falda y acabé de quitar la ropa interior que estaba enrollada en sus tobillos, entonces me bajé los pantalones, escupí en su sexo y la penetré con suavizad mientras cogía de su pelo y tiraba con fuerza. Estuve follandome a mi sumisa mas de diez minutos, ella se corrió varias veces, o al menos a mi me lo pareció. Después decidí que quería sodomizarla y cuando decido algo lo hago a menos que me lo impidan. Escupí en su culo y metí un dedo mientras continuaba follandola. M no se resistió, mejor. Al cabo de un rato, cuando su ano estaba ya dilatado, saque mi pene y la penetré analmente, poco a poco. M lanzó algun gritito de desaprobación pero nada mas, aguantó mis embestidas mientras apretaba los dientes. Estuve sodomizandola durante diez minutos mas mientras continuaba tirando de su pelo, cada vez con mas fuerza.
Despues la obligué a arrodillarse, saque mi pene y se lo clavé en la boca hasta la garganta. La primera arcada casi la hizo vomitar pero con las manos atadas en la espalda poco podía hacer ella. De eso se trataba precisamente. M había obtenido su placer, ahora tocaba el mío. Comencé a follarle la boca, lentamente, diciéndole como debía utilizar la lengua. Sus manos atadas en la espalda la imposibilitaban hacer nada mas mientras yo me recreaba con cada embestida, cogiéndola de la cabeza y empujando cada vez con mas fuerza.
Al cabo de un buen rato eyaculé dentro de su boca. M recibió todo mi semen sin rechistar, apretando las mandíbulas e intentando no ahogarse. Cuando saqué mi pene de su boca le dije que podía tragarlo o escupirlo. La primera vez siempre le permito esa licencia a una sumisa. Entonces M tragó todo mi semen y, a continuación, abrió la boca para mostrarme que no quedaba nada. ¿Orgulloso? Mas aun. Estaba maravillado de que aquella mujer pequeña y timida fuese capaz de olvidar todo cuanto aparentaba ser y ser realmente ella. M, la sumisa.
La ayudé a levantarse y abotoné su camisa después de haberme vestirme yo (un amo con los pantalones por los tobillos pierde mucho encanto). Le desaté las manos y la abracé, la besé y le dije todo cuanto un amo ha de decir a su sumisa si se ha portado bien. ¿Cuales son esas palabras? Pensad un poco, vosotros también las sabéis e incluso puede que las hayáis pronunciado en alguna ocasión. Después le quité la venda de los ojos y volvimos a la calle para ir a tomar una segunda copa de vino y volver a hablar de cuanto había sucedido.
Muchos de quienes habéis leído estas líneas, seguramente estaréis defraudados porque esperabais mucho mas. Imagino que esperabais azotes, insultos o pinzas en los pezones. Pero no sucedió eso, la primera vez no. Y no pasó no porque ella fuese menos sumisa ni yo menos amo. No sucedió porque no debía suceder nada mas de cuanto realmente sucedió esa primera vez. Y fue perfecto para ambos. Incluso aunque hubiese sido diferente habría sido perfecto.
Volvimos a vernos muchas otras veces, la mayoría de esas veces la dominé, algunas pocas no. No se vosotros como vivís vuestra condición dentro del a D/s (si es que la tenéis) pero para mi no es necesario dominar a mi sumisa siempre que la tenga frente a mi. La necesidad existe, es tuya y quieres usarla, pero la paciencia tampoco es mala acompañante de las sensaciones extremas. En efecto, ahora soy el orgulloso amo de la mejor sumisa que nunca soñé tener. Su nombre es M y, por supuesto, en las sesiones posteriores sucedió todo cuanto estabais esperando leer, sucedieron esas cosas y muchas mas.
Pero eso no pertenece a este relato de un primer encuentro.