Primer encuentro

Encuentros entre un hombre casado y su joven sumisa.

TRES ENCUENTROS

PRIMER ENCUENTRO

He de decir que la conocí por casualidad. Y fue maravilloso, porque el simple hecho de contemplarla, es un puro placer.

Yo soy un hombre de 42 años, casado y con tres hijos de mis dos matrimonios. Me conservo bien, juego al tenis, bebo en ocasiones y digamos que soy un maduro atractivo, fino, moreno y con cara de personalidad.

Pero no creo que fuese eso lo que la cautivo de mí. Soy jefe comercial y viajo mucho. Ella es administrativa y la primera vez que fui a la empresa donde trabaja quede embobado mirándola. Es preciosa. Llevaba su pelo rubio recogido en una cola y aun sentada, se podían vislumbrar sus impresionantes curvas.

Su carita blanca estaba triste.

Yo hablo por los codos como buen comercial y no tengo ninguna vergüenza, por eso, aunque no es con ella con quien trato directamente en su empresa, pronto cogí cierta confianza y pronto estuve tomando el primer café con ella en la máquina expendedora. Se reía mucho conmigo, a pesar de que la seguía encontrando un tanto melancólica. Era tímida pero agradable, una voz sensual y sobre todo, muy buena chica. Y de su físico que decir. Yo no podía reprimir mirarla cada vez que se alejaba de mí. Su metro sesenta y cinco era todo perfección, con falda, vestido, pantalones, lo que se pusiese; unas piernas cortas pero perfectamente moldeadas, una piel blanca llena de sensualidad y unos pechos maravillosos, voluminosos pero erguidos y desafiantes.

A pesar de mi delgadez, mis rasgos, mi voz y mis gestos, son de líder, la gente suele seguirme y hacerme caso, las mujeres también. Y pronto sentí que ella también sentía mi atracción. Me conto que hacía poco había terminado con su chico, su novio de toda la vida con el que había salido desde sus 17 añitos. Ahora tenía 21 y pude imaginar cómo se sentía, era casi una adolescente aun y se veía sola.

He de reconocer que me aproveche de la situación. Pero no me arrepiento. Yo vivo a casi 300 kilómetros de su ciudad, con mi familia, pero por razones de mi trabajo paso muchos días fuera. Pensé quedarme en su ciudad un fin de semana con disculpas laborales y la invite a que me acompañase a tomar una copa.

Acepto. Estaba esplendorosa, no sabía si se había puesto así porque su cuerpo la pedía marcha, o porque realmente la apetecía estar guapa, porque su forma de vestir, al menos en la oficina donde yo la veía, era sencilla y elegante a la vez, pero en absoluto nada provocativa. Llevaba una faldita blanca ajustada a sus muslos algo más arriba de sus rodillas con una pequeña apertura lateral que en algunos de sus movimientos dejaba ver algo más de sus piernas, cubiertas por unas medias verdes muy claritas que la quedaban perfectamente a juego con su falda; arriba llevaba una apretadísima blusa en la que se marcaban sus impresionantes tetas como si me estuvieran desafiando. Su pelo rubio, a diferencia de la mayoría de las veces que la veía en su trabajo y que lo llevaba recogido, lucia suelto en una esplendorosa cascada rubia.

Estaba impresionante. Me llevo a una zona de bares y pasamos a uno bastante tranquilo. Hablamos durante horas, sin parar, descubrí que era tan tímida y cariñosa como sensual. La hable de mi mujer y mis hijos y la sentí mucho mas morbosa, sus movimientos y el roce de sus piernas con mi cuerpo se acentuaron. Para mi satisfacción, acepto a bailar en la pequeña pista del local. Aquella primera sensación de sus tetas apretadas contra mí, fue demasiado, mi ansia por ella aumento al infinito. La abrace. Aquel cuerpo cálido de 21 años tan pegado a mí, revolvió todo mi ser. Sin saber cómo me atreví, supongo que por la máxima excitación, la dije que me acompañase a mi hotel, ella tímidamente y sin aparente sorpresa, me dijo que desde que había roto con su novio, sus padres la cuidaban demasiado y la esperaban a una hora prudente siempre que salía. Luego se quedo bastante callada, pero fue cuando subimos en mi coche cuando cogió su móvil y hablo, creo que con su madre, diciéndola que se iba aquedar con marta, su amiga, que no se preocupasen y que llegaría algo más tarde, al fin y al cabo tenía 21 años, ya había dejado de ser una niña, me miraba, una mirada tan dulce como provocadora.

Nada mas colgar su móvil acerque mi boca a sus labios. Qué maravilla, sentí su aliento penetrar en todo mi ser sintiendo como mi polla crecía sin parar dentro de mi pantalón. Ella abrió sus labios recibiendo mi lengua que no dejo de recorrer ni un solo recoveco de su húmeda boquita, mis manos fueron a su cintura, sus muslos, todo en ella estaba cálido, por fin subí una mano a sus tetas, grandes, duras, deliciosas, las aplaste suavemente escuchado sus leves pero ansiosos gemidos. Note los pezones duros queriéndose salir de su blusa, los palpe a través de las telas de la blusa y el sujetador y pellizque uno. "Aah", soltó un leve grito, un leve grito de excitación.

La deseaba con toda mi alma.

Deje sus labios empapados de saliva y recorrí su suave cuello, besándolo, succionándolo, notaba como el calor se desprendía a raudales de su cuerpo. Mis manos apretaban sus tetas, baje una a sus muslos que se habían descubierto bastante más para mi, los toque, su carne estaba dura, tersa, intente meter mi mano bajo su falda, pero me detuve, el tesoro que se escondía allí quería descubrirlo en una mejor situación.

Me aparte de ella, la mire, respiraba agitada, su camisa se había abierto dejando al descubierto gran parte de sus excitados pechos. Arranque el coche y conduje hasta mi hotel. Mi polla no perdía ni un ápice de su dureza. En la puerta de mi habitación, la cogí con firmeza de su cintura y la pregunte si estaba segura. "Si", su voz sonó dulce, segura y sumisa. Abrí la puerta y nada más cerrar por dentro, la empuje contra una de las paredes. Comí su boca con ansiedad mientras quitaba su chaqueta, note el movimiento de sus tetas agitadas bajo la blusa, pegue el paquete que mi polla formaba en mi pantalón a su cuerpo y agarre su blusa, a punto estuve de desgarrarla de un solo tirón, pero me contuve. Notaba su entrega y su disposición, pero aun así, era nuestro primer encuentro. Desabroche por completo la blusa mientras nuestras lenguas no paraban de entrelazarse y mi paquete no paraba de frotarse contra ella.

Aparte mi boca dejando que un chorro de saliva cayese sobre una de sus tetas que ya lucían ante mi esplendorosas bajo su sujetador rosa oscuro de encaje, puse mis manos sobre ellas y las apreté mientras acercaba mi boca a su oído, "que cuerpo tienes, te deseo, deseo que seas mía", ella gimió y sus palabras tan sinceras me sorprendieron y me pusieron la piel aun mas de gallina, "sii, sii solo tuya". Instintivamente mi mano agarro su melena rubia y tire ligeramente haciendo que su precioso rostro se levantase para mi, "aaah" gimió, "tuya y de nadie más". Mordí su oreja y con cierta brusquedad la retire de la pared, mis manos exploraron sus nalgas, sus preciosas y duras nalgas hasta que encontraron el broche de su falda que cayó al suelo de inmediato al tiempo que terminaba de quitarla la blusa.

Su disposición a complacerme me excitaba aun más. Cogí sus muñecas y con la fuerza justa la hice que se girase hasta que su cuerpo quedo pegado a la pared de espaldas a mí, junte sus manos por encima de su cabeza y me pegue a ella nuevamente. "No te muevas".

No se movió. Me separe y por unos interminables segundos, contemple la exquisitez de sus curvas, su cuerpo cubierto tan solo por su lencería, ofreciéndome sus redondas nalgas. Me desnude deprisa mientras escuchaba el fluir de su agitada respiración, mi polla me dolía como nuca antes en mi vida, notaba la ebullición de la sangre y mi semen detenido tan solo por una fina barrera a punto de derribarse.

Me volví a pegar a ella y esta vez note como mi miembro desnudo, palpitante, rozaba su culo, solté un alarido e incruste mi pene entre sus nalgas, presionando con fuerza, recorriendo sus costados con mis manos hasta que alcance su sujetador y baje las copas, sin soltarle, dejando los pezones fuera de la tela, ella no paraba de gemir entrelazando alguna dulce y quebrada palabra.

La fuerte presión de mi polla hizo que abriese ligeramente sus muslos y como si cobrase vida propia, mi miembro busco el caliente camino entre sus muslos hasta rozar su sexo con la punta. Por fin note el calor de su coño. Ella acentuó sus gemidos y yo comencé a moverme frotando mi polla entre sus apretados muslos, una de mis manos recorrió su tripa hasta adentrarse dentro de sus bragas. Sentí un escalofrío en todo mi cuerpo, mis dedos exploraron la exquisitez de sus pliegues, su calor, su humedad. La frote con mis dedos, empapándolos, sintiendo como ella se arqueaba empujando aun más sus nalgas contra mí. "Aaah" grito.

La inaguantable excitación me calentó la sangre. Furioso, aparte la tela mojada de las bragas y la cogí nuevamente de su tripa sintiendo como mi capullo encontraba la cavidad que mis dedos habían abierto, la deseosa entrada a su tesoro. Empuje, note la fricción de sus paredes contra mi capullo, como se abrían permitiendo el ajustado paso de mi miembro entre ellas. Sentí un placer enloquecedor. Empuje con más fuerza. "AAAAAaaagg". Yo también grite y sin pensarlo mis palabras fluyeron solas, "¡puta que rica estaaas! Note toda mi polla dentro de ella, quería que el instante se hiciese eterno. "¡Oh puta, putitaa!" Seguí gritando sin saber si mis insultos terminarían con aquel momento de placer. Pero no. Ella se estremeció aun mas contra mí, "Si, si…, mi amor… aah". Empecé a moverme, a bombear mi polla dentro de su coño. Que placer, ella no paraba de gemir, notaba sus flujos chorrear por mi polla saliendo de su coño, hirviendo. Agarre sus hombros y empecé a darla con mucha más fuerza, notaba como mi polla entraba y salía de su delicioso coño una y otra vez. Ella no paraba de gritar, gritos dulces llenos de placer y sensualidad que me volvían loco, "aaah cielo, aaah mi amor, sii, sii, damee, damee, no pareees", note como sus brazos se aflojaban en la pared y su cuerpo caía temblando, la agarre, la rodee con mis brazos apretando sus tetas que se habían puesto duras como el hierro. Note que no podía mas, que mi semen estaba a punto de explotar a chorros, pero me contuve, la abrace y lentamente saque mi polla, empapada, palpitando; sin soltarla la lleve a la cama y la tire con fuerza, ella cayó bocarriba, me miraba, su preciosa cara mezclaba un rictus de placer, y deseo, su cuerpo brillaba cubierto con pequeñas partículas de sudor, por unos instantes, me quede de pie, desnudo ante ella, contemplándola, viendo como sus tetas se movían hipnotizadoramente al compas de su respiración, como su coño permanecía empapado, mojado.

Me acerque a ella y me senté sobre su tripa colocando mis piernas a ambos lados de su cuerpo, notando como mi polla y mis huevos reposaban en la tersa carne de su vientre y aunque no perdía su erección, note como se relajaba algo al permanecer quieta. Continué mirándola con su espectacular cuerpo debajo de mí y desee que ese momento se hiciese eterno. "eres una putita maravillosa" le dije, ella sonrió sin molestarse y coloque mis manos abiertas sobre sus pechos, manoseándolos, estrujándolos con una suavidad severa, notaba como se excitaba, como se removía casi imperceptiblemente. Lleve mis dedos a sus hinchados pezones y tire, ella gimió y se arqueo haciendo que mi polla se balancease en su tripa. Mantuve sus pezones apretados y acerque mi boca besándola con suavidad, empapándola de mi saliva, "me encanta follarte", la mire con mi cara a escasos centímetros de su rostro, con nuestras narices prácticamente rozándose, seguía sonriéndome de una manera increíblemente sumisa, "y voy hacerlo hasta que me corra…en tu boquita" termine diciéndola y llevando dos de mis dedos a su boca, ella como respuesta, cerro sus labios y yo moví mis dedos durante unos segundos tras los cuales me deslicé hacia atrás sobre su cuerpo, cogí sus tobillos y levante sus piernas colocándolas en mis hombros, mi polla volvió a rozar su sexo húmedo, lentamente y mirando como sus coño absorbía toda mi polla, fui empujando hasta que la introduje toda, cerré los ojos, el placer era infinito, empecé a bombear primero con lentitud y luego con más fuerza, abrí mis ojos y la folle mirando como en su boca se dibujaban muecas de excitación y sus tetas bailaban al compas de mis pollazos.

Note como no aguantaba más. Saque mi polla y casi sin darme tiempo, la lleve a la comisura de sus labios. Mi semen no paraba de brotar. A chorros, dolorosos chorros de un extenuador placer. Grite y grite, insultándola, mi cuerpo descontrolado no paraba de temblar mientras me descargaba sobre su boca, la mire y vi sus entrecerrados ojos y su esfuerzo por no ahogarse con mi leche que ya llenaba su boca. Tragó y deje que tosiese, después introduje toda mi polla muy lentamente en su boca, haciendo que el semen que quedaba bajase por su garganta.

Nunca había experimentado tanto placer. Me deje caer a su lado exhausto, relajándome, escuchando el embriagador sonido de su respiración, relajándose también.

Hasta que me dormí.

Cuando desperté ella ya no estaba. A pesar de la maravillosa sesión de sexo que acababa de tener, me sentí mal, muy mal porque pensé que no volvería a disfrutar de ella.

Pero me equivocaba.