Primer día de escuela (4)

¿List@s para volver a clases? Como dicen por ahí, aprender es una aventura...

Primer día de escuela (IV)

original en inglés por eroslit

Me puse boca arriba. La mujer puso sus rodillas a cada lado de mis piernas, con una inmensa sonrisa. Yo me sentía ligeramente más cómoda, pero todavía ansiosa. ¿O la palabra era estimulada?

Lisa llevó mi brazo libre hacia la muñeca atada, envolvió el cinturón alrededor de la segunda muñeca, y la ató a la cabecera de la cama. Cuando se inclinó hacia mí, sus pechos quedaron a centímetros de mi rostro. Los quería con lujuria. Pero estaba firme y seguramente atada. No podría ir a ningún lado por un buen rato.

"¿Estás lista para correrte otra vez?" preguntó.

Sólo asentí con la cabeza.

Lisa se bajó de la cama y, en la relativa oscuridad, la vi abrir un cajón de su armario. Volteó a verme sobre el hombro mientras yo observaba su hermoso trasero.

"Cajón para ocasiones especiales," dijo sonriendo.

Reí. Un segundo después volvió a aparecer su mano desde el interior del cajón. Algo brillante apareció y desapareció en un segundo. Luego volvió a brillar. Plata. Lo que fuera que ella tenía era de plata.

Volvió a la cama y gateando llevó el objeto hacia mi rostro. Era un terso consolador plateado –un juguete en forma de bala más largo y ancho que el promedio.

"Noto que estás acostumbrada a las pollas," dijo, levantando el objeto.

"Pero…," empecé.

"OK. Tal vez no todas son así de grandes." Rió mientras le daba vueltas en la mano.

"Lisa, no he visto nada así de grande ni en mis sueños," dije, poniendo mucho énfasis en sueños.

"Después de esto, no querrás nada que sea más pequeño."

La certeza con que lo dijo me convenció de que podía estar en lo cierto. Estaba cachonda otra vez y más allá de lo que puede describirse. Ser atada por esta hermosa mujer, verla desnuda y verla aparecer con el juguete era más de lo que podía soportar. Y tenía una oculta sospecha de que ella sabía cómo usarlo.

"Relájate y deja que Lisa cuide de ti, nena," dijo. ¿Cómo podía resistirme?

Lisa tocó el juguete contra mi pantorrilla y lo movió sobre mi rodilla hacia el muslo. Mis piernas se separaron un poco mientras ella movía el consolador hacia mi coño. Se lo saltó, dejándome con el trasero en el aire y el juguete avanzando por mi torso.

Trazó un pequeño círculo alrededor de mi ombligo antes de deslizar la punta del consolador hacia mis pechos. Quería coger su mano y guiar el juguete, pero mientras más luchaba contra mis ataduras más se apretaban. Dejé que fuera como ella quería.

Cuando la fresca, casi fría, punta del consolador tocó por primera vez un pezón pensé que iba a gritar. Era como un interruptor que había sido encendido y mi cuerpo se activó. Cada vez que pasaba el juguete sobre el pezón mi cuerpo temblaba. Si hubiera estado dentro de mí, no estoy segura de que la sensación hubiera sido diferente. Pero pronto lo descubriría.

Ella jugaba con los dos senos, sintiendo mi excitación. También podría haber sido por el hecho de que le suplicaba más.

Lisa esperó a que mis ojos se abrieran para tomar el consolador y meterlo eróticamente en su boca. No pude quitar los ojos de sus labios suaves arropando sensualmente el juguete plateado. Usó su lengua para lamerlo en toda su longitud y sentí el resultado en mi coñito. Sólo me sonrió y se movió entre mis piernas.

Finalmente, dejó que el consolador tocara mi clítoris de camino hacia mi coño. Gemí y me moví contra el cinturón. Mi cuerpo se tambaleó adelante y atrás, incapaz de controlar la excitación que se acumulaba por dentro.

Sentí el metal frío contra la piel. Estaba húmeda e imaginé que Lisa podía ver la humedad brillando en la plata incluso en la diáfana luz del cuarto. Miré a la mujer moviendo entusiasta el objeto alrededor de la entrada de mi coño.

Luego finalmente sentí que el extremo del consolador tocaba los labios de mi conchita. Tiré la cabeza contra la almohada y esperé. Fue una corta espera antes que la punta del juguete me penetrara. Sentí que mi coño se tensaba para recibirlo.

Por todos los cielos, pensé. Era sólo la punta y sentía que mi hoyito era estirado como nunca antes. Un momento después una porción más ancha del consolador me penetró y grité.

"Oh, Cielos. Lisa. Ahhh."

Cualquiera incomodidad que sintiera al comienzo dio paso a un regocijo total mientras más del juguete me penetraba. Lisa era cuidadosa al extremo, dejándome concentrar en el hecho de que este objeto estaba llenando por completo mi vagina.

La sentía en todo lugar dentro de mí. Ninguna polla me había hecho ésto antes.

Cuando Lisa empezó una lenta inserción metódica del consolador dentro y fuera de mí, estuve segura de que estaba en el paraíso. Por lo menos así era como quería morir –con el juguete plateado llenándome hasta el punto de explotar.

"Sí. Sí. Por favor, fóllame."

No estaba segura de a quién le hablaba… Lisa o el objeto inanimado. Simplemente lo quería.

Aumentó el ritmo y, por lo que podía decir, insertó todo el objeto dentro de mí. Lo sentía frotándose contra todos los lugares de mi coño, tocando cada punto sensible que tenía. Ninguna lengua podía hacer ésto.

Moví las caderas salvajemente, incapaz de usar las manos para guiar la cosa donde yo más la quería. Lo quería en el extremo de mi coño y logré llegar allí en ocasiones hundiendo el trasero en la cama. Una vez más, la maestra me estaba haciendo aprender.

Estaba contenta de dejar que continuara este proceso hasta que sentí la lengua de Lisa en mi clítoris. Casi grité su nombre de delicia para pedirle más. Tras unos segundos de tentarme, chupó el clítoris henchido.

Un orgasmo hizo erupción y moví mi cuerpo contra su cara y mano. La cabecera sonó al moverme contra mis ataduras. Mi cuerpo rebotaba violentamente en la cama mientras el juguete seguía entrando en mí una y otra vez.

He escuchado de personas que perdían la consciencia durante el sexo. Nunca lo creí. Pero mi cabeza dio vueltas y realmente perdí todo el sentido del tiempo y el espacio. Esto es lo más cerca que he estado nunca al sexo perfecto.

No tenía idea de cuánto duró mi orgasmo. ¿O debería decir orgasmos? Pero cuando terminé me dolía cada músculo del cuerpo. Cada centímetro de mis pechos y conchita quería que lo tocaran. Y yo no podía alcanzarlos.

Lisa me había puesto en una posición en la que no podía decir que no ni podía dejar de decir sí. Hacía una semana pensaba que las mujeres eran buenas como compañía para charlar, comer y hacer compras. Ahora no estaba segura de que no quería tenerlas en mi cama todas las noches.

Casi ataqué a Lisa cuando me desató las manos. Tenía tantos deseos de devolverle el amor que me había dado. Cuando las luces volvieron, yacíamos en la cama, las dos saciadas del placer de haber disfrutado del juguete plateado. Sólo la dejaría la mañana siguiente.

El año escolar continuará, pero no será lo mismo. Sentiré el perfume de Lisa y mi mente divagará. Hacia un cuarto oscuro en una noche de tormenta.