Primer día de escuela (3)

¿List@s para volver a clases? Como dicen por ahí, aprender es una aventura...

Primer día de escuela (III)

original en inglés por eroslit

"Oh, Chris," Lisa suspiró cuando se separaron nuestros labios.

Mi brazo se había enrollado detrás de su espalda y la sostenía por la cintura. Quería acomodarme por como estaba sentada, pero tenía miedo de moverme. Tal vez todavía estaba en shock.

"Lisa. Yo…yo…"

La mujer me besó otra vez. Suavemente. Resolvió mi incomodidad del sillón moviendo su cuerpo más para quedar frente a mí. El único problema era que mi mano quedaba ahora a un lado suyo, a nivel de sus pechos. Sentí cómo rozaba contra el lado de su pecho derecho mientras continuaba nuestro beso. Sentí que se enderezaba y que tomaba aire cuando nos tocamos.

Apenas un instante antes de romper el beso, puso las dos manos a mi lado. Cuando abrí los ojos de nuevo ella observaba mi cuerpo, moviendo las manos hacia la pequeña cantidad de piel por debajo de mi top y por encima de mis jeans.

Sus dedos acariciaron mi piel. Tenía que sentir y escuchar mi respiración irregular. Yo no quería que parara, pero no quería que ella fuera más allá. Los besos eran hermosos y de corazón, pero...me tocaba con dedos que parecían flotar sobre mi piel.

Rayos y truenos amainaron afuera, pero aún rompían el silencio de la noche. La luz de las velas jugueteaba en el rostro de Lisa. Estaba más hermosa que nunca.

Sentí presión contra mi cintura. Me empujaban hacia atrás muy ligeramente. Me iba a caer sobre el sillón. Mi cabeza golpeó delicadamente contra la almohada detrás mío. Mis piernas se estiraron a lo largo del frente del sillón, junto a las de Lisa. En la penumbra la vi doblarse hacia mí y yo me estiré hacia ella.

Con los brazos envueltos alrededor suyo, puso su boca en la mía y nos besamos apasionadamente, con una lujuria abrumadora. La olí y la sentí y la escuché gemir mientras nuestras lenguas se enredaron. Todo esto se combinó para formar una consciencia de nada excepto ella y yo. No existían otras visiones o sonidos.

Las manos de Lisa pasaron por mi cabello y hacia mi rostro. Apoyó su cuerpo en el mío y logré mover las piernas sobre el sofá tras ella. Finalmente, yacíamos cara a cara, pecho a pecho, perdidas en un beso.

Realmente, el beso se había convertido en un intento mutuo de devorar a la otra mujer. Nuestras bocas se abrieron y cerraron alrededor de la de la otra, lamiendo y aspirando al mismo tiempo. Gemidos escapaban de las dos, como si intentaran comunicar nuestros deseos.

Con las manos de Lisa sobre mí, no pude notar que había halado las tiras de mi top de mis hombros. Lo que noté fue que su mano derecha pudo deslizarse al interior de mi top y sobre mi pecho izquierdo.

El primer tacto proveniente de una mujer envió más ondas a través de mi cuerpo. Estaba temblando como si estuviera desnuda en la nieve. Estaba aterrada. Hasta que tocó mi pezón. ÉSA sensación que ya conocía. La sentí en mi coñito.

Lisa haló las tiras del top por mis brazos, exponiendo los dos pechos. No intenté detenerla mientras su boca se dirigía a un pezón. Si sentir su mano en mi pezón se sintió bien, no puedo explicar lo que pasó cuando me tocó su lengua.

"Oh, Lisa." Mis ojos estaban cerrados, mi boca abierta. "No."

No era eso lo que quería decir y ella lo sabía. O si pensaba que sí lo era, no estaba dispuesta a detenerse. Me lamió hasta que el pezón se puso duro y más sensible de lo que jamás había estado. Se lo puso en la boca, junto con una buena porción de mi pecho. Cuando pasó la lengua sobre él un poco más, arqueé el pecho hacia su cabeza.

Ésta tenía que ser la señal definitiva para ella de que me tenía. Nada de lo que pudiera hacer el resto de la noche podría decepcionarme. Era una experta y estaba a punto de usar todas sus habilidades en mi cuerpo. Mientras la tormenta amainaba fuera, la tormenta dentro de mí apenas empezaba.

Lisa tenía un pecho en su mano y el otro en su boca. Quise que nunca dejara mi pecho. Cuando empezó a alternarlos en su boca honestamente creí que me podía correr.

Tal vez sintió esto pues un momento después se retiró. La miré cómo se doblaba hacia la mesa y apagaba de un soplo dos de las velas, dejando tan solo la que se encontraba al final de la mesa. Era apenas suficiente para que distinguiéramos las formas en el cuarto.

"Quítate el top," dijo en un susurro cercano. "Por favor."

No necesitó rogarme. Lo levanté, cómoda un poco por la oscuridad del cuarto. Me pregunté qué estaba haciendo, pero nunca consideré decirle no a Lisa. Me acosté de espaldas, esperando que hiciera su siguiente movimiento.

Empezó desabotonando su blusa. Tal vez las fantasmales sombras del cuarto me influyeron, pero quería desesperadamente ver y sentir y saborear sus pechos. Era tentación al último nivel. Casi al alcance de mi brazo estaba uno de los más hermosos cuerpos que yo hubiera visto y aún así no lo entendía. Allí estaban los senos, luego ya no estaban. Los quería.

Lisa se sacó la blusa y la arrojó a la silla siguiente. Dudó por lo que me pareció una eternidad antes de doblarse hacia mí. Justo antes de que su cuerpo tocara el mío vi la maravillosa forma de sus pechos mientras colgaban. Cuando sus senos tocaron los míos, exhalé con un gemido que sólo los amantes entenderían.

Besó mi frente y nariz y rostro y cuello. Me lamió y me mordisqueó y me besó un poco más. Nuestras caderas se frotaron al tiempo mientras mis manos exploraron su espalda y hombros. Se sentía magnífica mientras me consumía.

"Te quiero," murmuré a su oído. "Quiero tu…"

No necesité decir la palabra. Se movió hacia arriba y un seno vaciló sobre mi rostro. Puse mi mano en él justo antes de que cayera en mi boca. Recibirlo con labios y lengua me pareció la cosa más natural que hubiera hecho nunca.

Mi lengua no pudo evitar el pezón. Sin haber estado nunca con una mujer, sin que una mujer me hubiera dicho nunca qué la excitaba, supe lamer y chupar su pezón. Eso es lo que yo hubiera querido.

Los pechos de Lisa eran plenos, firmes y maravillosos. Dejé que se frotaran contra mi rostro. Estaban frescos y suaves. Cerré los ojos y me perdí en su esplendor. De nuevo puse uno en mi boca y Lisa emitió un suave "Sí".

Mis manos se movieron a su trasero. Sentía la tibieza entre sus piernas incluso a través de sus jeans. Acaricié suavemente al principio, y luego con más fuerza con un fervor lleno de lujuria. Esperaba tener una oportunidad de sentir la piel que había dentro de los jeans.

La verdad era que yo estaba más allá de mi alarma inicial sobre lo que estaba pasando y ahora quería que lo que una vez fue fantasía se hiciera realidad. Podíamos habernos vestido en ese momento y volver otra noche. Pero yo quería a esta mujer desnuda. En ese instante.

Me preocuparía después sobre qué hacer luego.

Lo que no había considerado era que ella también me quería desnuda. Y ella estaba encima. Al control. Así que cuando alejó sus pechos de mi rostro y se deslizó por mi cuerpo, me tomó por sorpresa.

Lisa lamió ligeramente mis pezones al pasar por allí. Luego sentí su lengua en mi estómago y alrededor de mi ombligo. Cielos, no pares, pensé para mí.

Soltó mi cinturón y desabotonó los jeans. Cuando escuché el sonido de la cremallera bajando mis ansiedades regresaron. También sentí la humedad entre mis piernas. Tenía la sensación de que las necesidades de mi cuerpo sobrepasarían mis temores.

Levanté mi trasero del sofá para permitirle a Lisa bajar mis jeans por mis caderas y piernas. Miré a la penumbra y vi la luz trémula de la vela jugando en el techo, creando unos indefinibles y locos patrones. El sonido de mis jeans cayendo al suelo me devolvió al mundo real.

Un aire fresco me rozó el cuerpo. Pero me sentía segura. Los rayos casi se habían ido y el aroma de Lisa aún me rodeaba.

Cuando sus manos tocaron mis muslos mi cuerpo se puso tenso. Los dedos de Lisa apenas hacían contacto con mi piel mientras subían por mis piernas. Se deslizaron por debajo de mis bragas y pasaron por alto mi concha moviéndose hacia la parte superior de las piernas. Luego Lisa los puso juntos dentro de mis bragas directamente encima del pequeño parche de vello que rodeaba mi clítoris.

No hizo ningún intento de excitarme. Sólo me tocó. Tal vez miraba y sentía si había alguna respuesta de parte mía. No me pude mover, pero esa era mi manera de decir, "Sí. Más."

Lisa me bajó las bragas. Esa fue la primera vez que mi mente realmente, realmente se centró en el hecho de que una mujer me estaba desnudando y que probablemente íbamos a hacer el amor. Sólo tenía una leve idea de lo que se suponía teníamos que hacer. Desde luego, estar de espaldas y dejar que la "experta" hiciera el trabajo sería fácil. Más difícil sería cómo le iba a responder.

Desesperadamente quise no decepcionarla. Pero ella tenía que saber que ésta era mi primera vez. Tenía que saberlo.

Mis pantaletas estaban en el suelo. Estaba desnuda. Gracias al cielo estaba oscuro. Me dije a mí misma que NO despertaría la ciudad entera si la luz volviera. Respira, Chris, respira.

"Chris Spivey, eres hermosa. Absolutamente bella," dijo Lisa tranquilamente.

Pude descubrir la sonrisa en su rostro y se la devolví, avergonzada aunque agradecida de su cumplido.

"Gracias, Lisa. Espero que…Este. Nunca he…"

"Shhh. Déjame enseñarte," dijo.

Profesoras. Eso es lo que éramos. Y Lisa me iba a enseñar cómo amar a una mujer. Y a ser amada.

La vi encogerse entre mis piernas y desabrochar sus jeans. Bajó el cierre y empujó los pantalones hasta sus rodillas. Observé atentamente la pequeña prenda que le cubría el coño. Su tanga era erótica en su simplicidad. Lisa sonreía, pero nunca lo noté.

Se bajó del sofá y se quedó de pie, dejando que los jeans cayeran al piso antes de zafárselos. Sensualmente colocó sus dedos en la cintura de su tanga y se la bajó. Se movió apenas lo suficiente para que yo viera su culito y su coño mientras se la quitaba. No pude evitar mirar cómo las sombras se movían a través de su desnudez.

Posó para mí apenas un instante, con las manos en el trasero.

"Vaya, Lisa." Quería decirle que era hermosa y sexy y me enloquecía. Sin embargo no sabía cómo. Tenía tanto miedo de decir algo estúpido que no dije nada. Tal vez fue lo mejor.

Lisa volvió al sillón, poniendo sus rodillas entre mis piernas y su boca sobre mi pecho izquierdo. Mantuve su cabeza en ese sitio con la mano, rozando su fino cabello rubio. Separé las piernas mientras su lengua pasaba por mi pezón endureciéndolo más.

Luego se movió más abajo de nuevo. Esta vez no se detuvo en mi ombligo. Me dio pequeños mordiscos con sus labios por encima y alrededor de mi clítoris. Pero nunca en él. Moví las caderas intentando poner mi clítoris en su boca, pero se alejó cada vez. Besó mis muslos y regresó hacia arriba lamiendo.

Sentí que la tensión en mis piernas aumentaba hasta que su lengua finalmente tocó mi clítoris. Mi cuerpo entero se estremeció y sentí que una extraña calma se apoderaba de mí. Toda la ansiedad sobre el que otra mujer me deseara desapareció. Esto estaba pasando y ella me volvía loca de lujuria. Sólo deja que pase, Chris.

Sentí la lengua de Lisa entre los pliegues de piel que separaban mi coño de mi clítoris. Ella tenía que degustarme. Mis líquidos se habían estado acumulando desde el primer beso. Ahora su lengua estaba en la entrada de mi coño y yo quería que me saboreara.

Con las manos firmemente puestas en mi trasero, me levantó del sillón y empujó su lengua dentro de mí. Nunca antes una polla se había sentido tan bien. Lamió el interior de mi chochito, golpeando cada esquina que pudo alcanzar. Gemí mientras se salía.

Su lengua lentamente ascendió entre mis piernas. Jugueteó con mi clítoris antes de hacer un contacto sólido una vez más. Me empujé contra su rostro. Sentí cómo acariciaba con fuerza mi trasero mientras lamía frenéticamente. Su nariz estaba presionada contra mí a la vez que abría la boca y aceptaba en su interior toda el área alrededor de mi clítoris.

Ahora sus labios y lengua trabajaban al tiempo en el henchido clítoris. Se me escapaban sonidos que nunca antes había hecho. Esto era placer total.

"Oh, Lisa. Sí. Sí."

Me iba a correr. Eso era inevitable. Pero me encontré preguntándome si me debería correr en ese instante, cuando yo quería, o esperar. ¿Qué haría una mujer "experimentada"? Cielos, Chris, deja de pensar. Concéntrate.

Mi mano estaba sobre mi pecho, torciendo un pezón entre el índice y el pulgar. Ese era el último estímulo que necesitaba.

Empecé a temblar. Lisa manipulaba mi clítoris con precisión y mi pezón cosquilleaba. Grité cuando el orgasmo hizo erupción en mi interior.

"Vamos, Chris. Eso es." Lisa solamente levantó la boca el tiempo exacto para emitir las palabras de ánimo, y luego la puso en mí una vez más.

Mi instinto natural tomó el control. Empecé a levantar y bajar las caderas como si su boca fuera una polla. Estaba follándole la cara porque eso era todo lo que sabía hacer. Me estaba corriendo y cuando me corría movía las caderas.

Afortunadamente, Lisa fue capaz de mantener contacto con mi clítoris cada vez más sensible. Mientras más me lamía más me corría. Mis pechos se bamboleaban adelante y atrás al ritmo de mi cuerpo y mi cabeza giraba de un lado al otro del cojín.

Estaba aferrada al sillón hasta que moví las manos a la parte de atrás de la cabeza de Lisa. Quería que nunca dejara el área entre mis piernas. Un orgasmo surgió dentro de otro y mi conchita se sentía como si nunca fuera a volver a su estado normal. Muy dentro de mí pequeñas olas provenientes de los orgasmos seguían su camino a través mío hasta explotar de mi coño.

"Lisa. Lisa, para."

Intenté arrastrarme por el sillón para alejarme de la lengua que me había llevado a orgasmos múltiples y ahora necesitaba que me diera un respiro. Pero Lisa se agarró de mi trasero y me haló hacia ella una vez más.

"Lisa," dije medio riendo. "No. Por favor."

Finalmente se detuvo. Mi cuerpo estaba adormecido. Me había corrido con hombres y me había quedado con ellos mientras nos recuperábamos, pero nunca fue como esto. Estaba totalmente agotada, respirando agitada y a punto de sudar.

"Ah, por todos los cielos," gemí. "¿Qué fue eso?"

Lisa rió y me besó los muslos, la humedad de sus labios se sentía refrescante sobre mi piel. "Eso fue un orgasmo, creo."

Puse las manos en el estómago e intenté relajarme. "He tenido orgasmos. Eso fue diferente."

Lisa se arrastró sobre mi cuerpo, y la sensación de su piel sobre la mía enviaba nuevas oleadas de deleite a través de mí. Me besó y logré por primera vez probar los líquidos dulces que recién habían fluido de mi interior. Nos besamos largo tiempo y con fuerza, mis manos explorando su cuerpo y su lengua explorando mi boca.

Su trasero era magnífico al tacto. Las redondas curvas le daban paso a mis dedos y palmas, empujando al tiempo hasta que me moví hacia sus caderas de nuevo. La halé hacia mí y sentí sus pechos sobre los míos. Podía haber permanecido así toda la noche.

No obstante Lisa rompió el beso y se movió hasta quedar sentada en el borde del sillón. Me pasó un vaso de vino y sostuvo el suyo en la mano. Yo me incorporé.

"Por tu primera vez." Acepté su brindis y chocamos los vasos. Luego cada una tomó un trago.

Lisa me quitó el vaso y lo puso en la mesa. Observé con incertidumbre mientras ella se recostaba al otro costado del sillón, estirando las piernas alrededor de mí. Sus ojos penetraron los míos y me capturaron. Una vez supo que estaba mirando cada uno de sus movimientos, movió el vaso hacia sus pechos.

El vaso se inclinó y un chorro de vino cubrió un seno. Lisa me miró invitándome. No necesité más consejos.

Bajé la cabeza y atrapé la parte inferior del flujo de vino. Lo bebí con la lengua y seguí el camino hasta la parte de encima de su pecho. Era el trago más regocijante que hubiera bebido nunca

Lisa repitió el proceso en el otro pecho. Ávidamente lo bebí.

"Muévete hacia abajo," dijo.

Obedecí. El vino regó una pequeña cantidad de vino debajo de su ombligo. La seguí para perfilar la pequeña línea de vello rubio por encima de su clítoris. El resto del coñito de Lisa estaba rasurado completamente. Esta mujer siempre usaba tangas tan pequeñas, por todos los cielos, me dije al maravillarme ante la falta de vello.

Entonces me golpeó un pensamiento. Dudé, consideré mis opciones y luego actué. Me moví hacia el vaso de Lisa, metí mi dedo en él hasta el fondo y llevé mi dedo empapado hacia su clítoris.

Froté el vino en mi dedo sobre su clítoris, sintiendo cómo ella reaccionaba a mi caricia. Antes de que mi boca la tocara, ya había puesto ella el vaso en el piso. Estábamos listas.

Saboreé el vino primero, luego su piel. Era un sabor increíblemente suave, cálido y dulce. Lamí de nuevo…una larga y lenta caricia de abajo hasta arriba. Para la tercera caricia, pude sentir cómo crecía su clítoris. Y noté que el perfume de Lisa no era la fragancia que prevalecía. Su cuerpo había tomado el control.

Encontrar el lugar en el cual concentrar mis esfuerzos sería más fácil de lo que sospechaba. Me sentí mejor. Los gemidos de placer de Lisa sólo aumentaban mi confianza.

Quería sentir su culito de nuevo, por lo que mis manos resbalaron debajo de ella. Sus nalgas se amoldaron perfectamente a mis palmas y las acaricié con fuerza amasándolas. Para ese momento lamía afanosamente su clítoris, dejando que mis nervios marcaran el ritmo.

"Hazlo más despacio, Chris," me dije.

Cuando lo hice, Lisa separó las rodillas y las llevó hacia sus caderas. Empezaba a sentirme cómoda y ciertamente estaba ganando auto–confianza.

"Ahh, Chris. Cómemeeee," gritó Lisa.

Rodeé su clítoris con la boca e intenté sentir cuál era el lugar propio para lamer y chupar. Pensé que lo mejor era cubrir toda el área con la lengua, así tendría que dar en el blanco en algún momento.

El cuerpo de Lisa empezó a girar alrededor de mi boca, de forma que supuse que estaba haciendo algo bien. Sus suspiros y gemidos me ayudaron a convencerme de que ella se aproximaba. No quería regarla en ese momento.

"Oh, Cielos. Sí. Ahí."

Sus piernas se separaron otros cuantos centímetros y ella se alzó sobre el sillón. Envolví las manos alrededor de la parte superior de sus muslos para sostenerla mientras empezaba su orgasmo.

Gritó mi nombre de nuevo, sacudiéndose salvajemente debajo de mí. Me agarré a ella con fuerza mientras un orgasmo daba paso al otro. Me encontré gimiendo con ella, deseando con urgencia que estuviera satisfecha.

De su conchita fluía mi saliva combinada con sus líquidos. Tragué y continué. Acaricié su clítoris tan fuerte como pude con la lengua y lo apresé entre mis labios. Cada vez parecía hacer que Lisa se viniera de nuevo.

Eventualmente, su cuerpo se relajó y su gemir disminuyó. Rocé con la boca un muslo y lo besé. Su suave piel se sentía tibia e incitante. Besé su clítoris una última vez.

La mano de Lisa tocó mi cabello. Pronto, las dos manos estaban en mi cabeza, halándome hacia ella. Ansiaba colocar mis pechos sobre los suyos esta vez, sintiendo que mis pechos más pequeños se apretaban contra los de ella. La sensación fue tan buena como había imaginado.

Cuando nos besamos, Lisa envolvió sus piernas alrededor de mi cintura. El resultado fue una suave tranquilidad de que todo estaba bien. Me sentía como si fuera parte de ella y ella me aceptaba por lo que era. Intentaría pensar en estas cosas después.

"Estuviste maravillosa," me dijo Lisa al oído.

"Gracias. Me lo hiciste fácil," le dije.

Simplemente nos abrazamos y rodamos juntas en el sillón. La tormenta se había alejado en mucho y la vela siguió ardiendo. Había suficiente luz y agregaba un toque de paz a la tensión sexual que había aumentado y sido liberada.

Lisa ofreció dejarme ir a casa si quería. Le dije que me quería quedar.

"¿Toda la noche?" preguntó juguetona.

"Puede ser."

"¿Qué tengo que hacer para convencerte?" preguntó Lisa.

"Regarme vino por todo lado," dije tras pensarlo un momento.

Rió con una risa genuina y me dio un apretón con sus muslos.

"Podríamos tener que hacerlo."

Por otra media hora nos quedamos en los brazos de la otra, hablando y coqueteando. Muchas veces me cuestioné sobre lo que sucedía. En ningún momento sentí que estuviera mal. ¿Sorprendente e imprevisto? Sí. ¿Decepcionante? No. ¿Valioso de buscar? Ciertamente.

Más tarde, Lisa se bajó del sofá y tomó mis jeans. Me di cuenta rápidamente de que estaba sacando el cinturón. Cuando lo hizo, me ofreció su mano. La agarré y ella me levantó.

"Trae la vela," me dijo.

Me incliné y cuidadosamente la tomé. Caminamos de la mano a través de la oscuridad hacia su cuarto.

Puse la vela en la mesa junto a la cama. Antes de poderme enderezar, Lisa se apoyó contra mi cuerpo y me empujó hacia la cama. Caímos primero de cara, mi cuerpo dejando un gran vaho cuando golpeamos el colchón.

"¡Lisa!" exclamé con una risa infantil.

Sentí algo en la muñeca. Luego una sensación de que la ataban. Alcé la mirada y vi cómo envolvían mi cinturón en mi muñeca y cómo me alzaban el brazo hacia la cabecera de la cama. En un instante, un extremo del cinturón estaba atado a las varas de la cabecera.

Lisa se puso sobre mi cuerpo, con las rodillas a cada lado de mi cintura.

"Eso es. Ahora sé una buena niña y date la vuelta." Lisa se había inclinado y casi susurraba las palabras en mis oídos. La voz sexy exigía ser obedecida.