Primer día de clase
Aveces las apariencias no engañan. Un grupo de trabajo depara una grata sorpresa.
Suena el despertador. Son las 7:30 AM, hora de levantarse y prepararse para afrontar una vez mas un nuevo curso, en una ciudad nueva. Por motivos de trabajo de mi padre que es militar, desafortunadamente nos tenemos que mudar constantemente de ciudad y empezar de cero cada curso escolar ya es una rutina para mí. Sin mas demora me preparo para triunfar en este instituto.
Hay un gran bullicio en la entrada debido a los reencuentros de los que no se vieron durante todo el verano y los nervios por los profesores que darán cada materia, la dificultad de las nuevas asignaturas y por saber si el chico o la chica guapa de curso te tocará de compañero este año. Empiezo a mirar a mí alrededor, intentando alegrar la vista con algún que otro tanga bien marcado o ese par de pechos descomunales que luchan por salir de sus diminutos escotes. Alguna que otra chica también se fija en el chico nuevo, osea en mi, y con pequeñas sonrisas y cuchicheos se gira y comenta algo al grupo de amigas.
Finalmente entramos a las clases asignadas. Es un aula bastante pequeña, con apenas 30 alumnos donde la población femenina abunda bastante y ni decir tiene que ya le había echado el ojo a un par de chicas apenas crucé la puerta. Poco después entraba en la clase el profesor, un tipo de unos 50 años de altura media, calvo, con barba y gafas. Prototipo de profesor de Biología que era la primera asignatura en el horario.
"Bien, chicos, ya vale sentaos por ahí. Vamos a empezar"-dijo sin demasiada convicción de ser obedecido.
La gente fue sentándose y poco a poco guardo silencio.
"Buenos días a todos. Yo soy Luis, y este año seré vuestro profesor de Biología"
La mayoría de los alumnos ya le conocían de años previos y ya se empezaban a oír murmullos sobre el "palo" de profesor que era y de lo duro que empezaba el año.
"Veo muchas caras nuevas"dijo sonriente "así que ¿por qué no hacemos una pequeña presentación?
"Quiero que cada uno escriba en un papel el nombre de un compañero y lo identifique con un animal, para que los nuevos puedan ir conociéndoos"
¡Vaya! Esto si que es nuevo, un juego de presentaciones con animales! Me pareció una idea bastante ridícula teniendo en cuenta que teníamos entre 16 y 17 años.
Las presentaciones fueron haciéndose, la mayoría describiendo características físicas bastante obvias, así si Pedro era muy alto le asociaban con una jirafa, si Elena era muy rápida le asignaron el guepardo y así sucesivamente. Era el turno de una de las chicas en las que me había fijado, Joana, se llamaba. Una chica sonriente, con ojos color miel y tirabuzones en el cabello. Tenia unos pechos grandes y redondos acompañados por un culo respingon nada despreciable tampoco. Una cara angelical para un cuerpo de pecado.
"Yo he elegido a Natalia, (la otra chica que llamaba la atención: morena de pelo largo con unos ojos negros penetrantes. Tenían algo menos de pecho pero unas piernas que enseñaba gracias a su mini falda que harían enloquecer a cualquiera), y es una gatita"
Hubo silbidos y alguna que otra carcajada picarona, pero el profesor puso orden y Joanna siguió hablando: "es una gatita porque es una chica muy cariñosa y mimosona"
Natalia se levanto: "Vaya, que casualidad, yo te he cogido a ti Joanna y para mí eres una zorra!"
La clase enmudeció. Pues si que había dado su juego esto de las presentaciones, pensaba yo.
"Pienso que eres una zorra porque eres una chica muy astuta y siempre logras lo que quieres"
Al menos se había calmado un poco el ambiente, lo que Luis aprovechó para poner fin al juego de los animales que no había sido como esperaba.
Estaba ya finalizando la clase cuando nos mandó hacer un proyecto en grupo, asignando los grupos al azar. A mí me toco con Juan y Joana, con quien me reuní después de clase para ver cómo lo hacíamos.
"Esta bien, el viernes a las 4 en mi casa" dijo Joana, a lo que accedimos sin más.
Estuve toda la semana esperando a que llegara el viernes y así poder conocerla un poco mejor.
Joana vivía a las afueras de la ciudad en un precioso chalet. A las 4 en punto llame a su puerta. Cuando Joana me abrió, me quede un poco cortado, pues llevaba un pequeño pantaloncito de deporte y una camiseta sin sujetador, que marcaba unos pezones grandes bajo la tela.
"Eh, esto hola! ¿He llegado demasiado pronto?" le dije por decir algo
"No, que va. Juan aun no ha llegado pero vayámonos acomodando" me dijo sonriente.
"Wow, vaya pedazo de casa!!"
"¿Te gusta? Está muy bien, pero un poco lejos del centro, lo cual no es muy cómodo. ¿Qué te parece si subimos a la buhardilla? Allí es donde tengo la mesa de estudio y los libros."
"Me parece bien, así vamos haciendo algo para cuando llegue Juan"
Subimos a la buhardilla, que parecía una gran oficina, con su enorme mesa, un sofá de cuero contra la pared y estanterías por todos lados.
Puse los libros sobre la mesa y al darme la vuelta Joana estaba tumbada en el sofá.
"¿Por que no te sientas aquí un poco conmigo?"
Dude un poco y me senté en el borde.
"Vaya roce que tuvisteis en clase el otro día Natalia y tu con lo de los animales, ¿no? ¿Siempre os lleváis tan mal?" le dije.
"¿Por qué dices eso? Sólo porque me llamo zorra? Lo que pasa es que tiene envidia de que yo me haya liado con algún chico mas que ella. Pero es buena chica."
"No, si yo eso no lo dudo, pero estuvo un poco fuera de lugar la "gatita"
"Vamos a hacer una cosa, no hablamos mas del tema y te hago una mamada" Y antes de que me diera cuenta ya había bajado mi cremallera y agarraba firme mi inevitable pene erecto y comenzaba a acariciarlo. Empezó a mover su mano de arriba abajo mientras me quitaba la camiseta y acariciaba mi pecho.
"Es que no vas a ayudarme, tengo mucho que darte" me susurro al oído mientras me mordía el lóbulo de la oreja.
Natalia no mentía: Joana era una zorra. Una buena zorra.
Le quite los pantalones y la camiseta, dejándola en tanga. Apenas tapaba el vello aquel minúsculo tanga blanco. Ella se agachó y comenzó a lamer mi pene desde la base sin soltarlo. Hasta que se la metió entera en la boca y comenzó a succionar, cada vez con mas fuerza. Vaya forma de chupar que tenia la muy zorra, notaba mi polla fuera de sí, a punto de reventar. Si seguía así iba a correrme sin remedio en su boca, y no quería. Por lo menos aun no.
La tumbe en el sofá y comencé a comerle aquellas enormes tetas y mordisquear sus deliciosos pezones, mientras ella seguía masturbándome. Poco a poco fui descendiendo hasta apartar su tanga y comenzar a lamer su coño húmedo y salado. Mi lengua se movía por todas las cavidades de su concha y mordisqueaba su clítoris haciéndola gemir sin cesar de placer.
"Vamos, no pares ahora cabrón. Quiero correrme, no me dejes así"
Poco después mi boca se lleno de un cálido y delicioso fluido que no pude desperdiciar.
"Me has puesto a 100, cabrón. Ahora quiero follarte, yo" y diciendo esto me empujo sobre el sofá y de un empujón se metió toda mi verga dentro y comenzó a cabalgarme sin piedad. Yo me agarraba y succionaba aquellos pezones desorbitados. Aquella chica de clase que apenas conocía, me estaba follando. Y me estaba follando bien.
"Para, quiero correrme en tu boca. Quiero que te tragues hasta la ultimo gota de mi leche"
"Perdona chaval, pero la leche es para los gatos" y diciendo esto entro Natalia en la habitación a la que yo no había visto.
"¿Leche para la gatita?, ven aquí precioso que te voy a dejar seco" me dijo mientras empezaba a comerme la polla. Mientras, Joana empezó a lamerle el coño a Natalia, con lo que ya no pude más y empecé a echar chorros de semen directamente a la garganta de Natalia hasta quedar exhausto. Natalia se apartó y comenzaron a tocarse entre sí las dos. En apenas dos minutos mi pene volvía a estar erecto y buscaba mas, así que me acerqué a Natalia por detrás y puse mi polla en su culo y empujé despacio mientras su ano se iba abriendo sin dificultad.
"Mira Joana, me descuido y este cabrón ya me está dando por el culo"
Comencé a darle con fuerza mientras ella lamía la concha de Joanna y se frotaba el clítoris con fuerza.
Mis pelotas rebotaban con fuerza contra su culo una y otra vez, cada vez con mas fuerza. Natalia gritaba ya con tal fuerza que debían estar oyéndola hasta en el jardín. Finalmente se corrió y yo retiré mi polla de su culo y me masturbé sobre Joanna que ahora sí recibió mi semen sin objeción sobre sus tetas, que poco después la gatita relamió hasta dejarla limpia.
"Vaya con la zorra y la gatita" dije apoyándome en una silla. Espero que nos toque hacer muchos trabajos más juntos.