Prima en vacaciones
Me la cojí.
Todo empezó hace dos años. Yo tenía 15 y mi hermana mayor 18. Planeaba traer a mi prima Paty, de 14 años, a la ciudad. Su cabello es rubio y lacio, tenía unos hermosos ojos color miel, unas piernas bien formadas, unas nalgas sin un gramo de celulitis y bien paradas, una cinturita sexy a la que se le veian ligeramente los cuadritos del abdomen, piel bronceada y, sobre todo, unos senos fuera de escala (al menos para su edad).
En fin, el primer día que llegó fuimos a un centro deportivo del que somos socios. Fuimos un martes faltando a la escuela y, obviamente, el lugar estaba vacío. Nos metimos a nadar en la piscina. Ella lucía como una modelo de revista en bikini. Dentro del agua trataba de abrazarla y jugar con ella lo más que podía y trataba de que mi miembro mantuviera la calma, pero no pude contenerme cuando afuera de la piscina ella dio unos saltos y, para sorpresa mía, de su bikini se salieron sus tetas. Lo mejor fue que dio un par de saltos más antes de que se diera cuenta de que ya no traía la parte de arriba del bikini.
Yo estaba que explotaba. Deseaba ir al baño y masturbarme por lo que había visto. En eso, ya dentro de la piscina ella me abrazó (un abrazo de primos) y, por accidente, su pierna tropezó con mi bulto del traje de baño. Ella lo notó y me lanzó una mirada muy sexy, como preguntándome si ella era la razón. Con una mirada igual le contesté que sí. Estuvimos mirándonos a los ojos un momento, cuando mi hermana dijo que tenía que ir al baño. Apenas entró a los vestidores mi hermana, mi prima me preguntó si habían sido sus senos los causantes de mi erección. Le respondí que no, que había sido todo su cuerpo el que me había excitado. Ella me preguntó si me gustaría ver sus tetas. Yo me puse a temblar y, con voz apagada, le dije que sí.
Mi prima se aflojó el top del bikini y sacó sus tetas por arriba de él, justo enfrente de mí, y me pidió que me masturbara para que cuando saliera de la piscina no se notara mi erección. Yo me negué a masturbarme porque me parecía una ofensa hacia la belleza de ella. Ella me dijo que no quería un teatrito con mi hermana por mi erección. Se acercó a mí, puso su mano sobre mi pene y me empezó a hacer una paja sobre el traje de baño. Yo no me aguanté y puse mis manos sobre sus desnudos senos. Ella me ignoró pero, para mí, sentir su calor y sus pezones era el paraíso. Así hasta que me corrí. Entonces me dijo que no quería que eso volviera a pasar y que yo tuviera más cuidado. Un rato después llegó mi hermana.
En la tarde, mi hermana y ella fueron a una cita "doble". Llegaron como a las 12 de la noche y se metieron al cuarto de servicio de mi casa, que serviría como habitación de mi prima. La habitación estaba un poco alejada de la casa. Yo las acompañé porque quería saber cómo les había ido. Después de un rato de estar hablando, mi prima me dijo que me metiera en su cama, pues yo tenía un poco de frío. Después de un momento, mi prima también se metió y me abrazó. Como así es nuestro trato, a mi hermana no le pareció extraño.
Como a eso de la una de la madrugada, mi hermana se marchó. Yo fingí haberme quedado dormido, para quedarme toda la noche con mi primita. Y como mi hermana es algo inocentona, no se imaginó que pudiéramos hacer algo.
Se apagaron las luces. Yo soñaba sobre lo que había pasado en la piscina hacía unas horas, pero mi sueño fue interrumpido 15 minutos después pues sentí que ella movía mi cabeza en dirección a la suya. Me dejé llevar hasta que nuestras cabezas quedaron una enfrente de la otra y entonces ella me besó. No fue un besito inocentón. Inmediatamente empezó a meter su lengua. Llena de pasión, mordió mis labios. Yo, inexperto en eso, imitaba sus movimientos, hasta que sentí una mano en mi abdomen. Lancé un pequeño grito de sorpresa mientras iba bajando su mano hasta meterla dentro de mi calzón, tocando mi sexo pero sin masturbarme. "Yo te guío", me susurró. Yo seguía sin decir una palabra y sólo dejándome llevar. Tomó mi mano izquierda y la llevó hasta su seno izquierdo. Hizo un extraño movimiento y se quitó el brasiere. Sentí su pezón poniendose duro. "Tu mano está fría", me dijo, sonriéndome. Acto seguido, tomó mi mano derecha y la llevó hasta su vagina. Ahí ya pude tomar un poco de aire pues en masturbar mujeres tengo bastante bien echa la idea.
Empecé masajeándole por fuera su vagina, para después meter mi dedo índice. Ella lanzó un gemido contenido. Entonces, con mi verga como un tubo de presión, ella empezó a masturbarme. Empezaba a utilizar todas mis fuerzas para contenerme y no acabar tan pronto, cuando ella me dijo que eso sería lo más lejos que llegaríamos ese día. Pero yo deseaba más. Quería hacerme una cubana entre sus frondosas tetas.
Así que después de 4 ó 5 minutos, justo antes de que me corriera, me aparté y empecé a bajar mi cabeza hasta su cuevita de pasión. Ella trató de detenerme pues, según me había platicado, no le gusta la idea del sexo oral. Pero al sentir mi lengua en su clítoris no se pudo contener. Su respiración empezó a acelerarse, pero aún sin lanzar gemidos. Esa respiración me excitaba y me dio animos para seguirle dando placer aún después de que se corriera 3 veces (bueno, eso creo yo), en las que lanzó un gemido muy apagado en volumen pero largo en duración.
Después de eso, ella me dijo: "Mmmm, qué rico me has mamado. Ahora te daré tu recompensa, pero mañana me la devolverás". Se levantó de la cama y me dejó bien claro que quería perder la virginidad conmigo, pero no esa noche y sin protección.
Se puso el brasiere de nuevo, tomó su maleta y buscó entre sus cosas hasta tomar una pequeña grabadora de bolsillo y un cassete de música. Prendió la luz, puso el cassete y empezó a bailarme un streptease solo para mí. Empezó desabrochándose el camisón. Llevaba puesto un sexy brasiere wonderbra negro con el que hacía parecer que tenía el doble de tetas (como estaba oscuro en la habitación no lo había notado) y unas pantis también negras muy sexys, con encaje. Después de quitarse el camisón al ritmo de la música, subía y bajaba sus pantis enseñándome su vaginita y a veces dando la vuelta, inclinándose y mostrándome su fantástico culo. También se masajeaba sus enormes tetas con las manos. Mientras, yo estaba alelado con ella, sentado en la cama del cuarto. Hubo un momento en que se me acercó, me desabrochó los pantalones, sacó mi pene y le dio un beso. Luego se levantó y continuó bailando.
Ya cerca del final de la canción, empezó a dar pequeños saltos, tal como hiciera en la piscina, hasta que, inevitablemente, salieron sus tetas saltando (parecía que tenía ensayado el numero). En ese momento se lanzó sobre mí, cerró sus piernas e hizo que mi pene "penetrara" a traves de ellas justo debajo de su vagina. Yo en mi vida había visto semejante posicion. Ella puso una mano en mi abdomen y empezó a mover su cuerpo en un arriba abajo haciendo que mi dedo le penetrara mientras me mastrurbaba con sus nalgas y muslos. Empezó a gemir con un tono delicado y sexy "aaaaa..... aaaaa.....," sabiendo cuánto me excitaba eso. Y en cinco minutos me corrí como nunca, dando un grito enorme. Ella gimió también conmigo. Embarré toda mi leche en sus nalgas.
Pasado el éxtasis, inmediatamente le dije que me la mamara hasta que se me volvera a levantar la polla. Ella lo dudó un momento, pues no le gusta mucho el sexo oral, pero aún así me sentó en la cama y me empezó a limpiar el semen que quedaba con la lengua. Una vez que terminó de limpiarme se metió mi verga en su boca y lentamente me la empezó a lubricar con su saliva. La sacó de su boca para decirme: "ya tenías ganas de una mamada, ¿verdad?". Le indiqué que quería sentir sus nalgas y nos pusimos en posición de 69, ella arriba y yo abajo, pero yo estaba en tal trance que apenas podía lamerla. Pero, eso sí, amasaba todo lo que podía sus nalgas. En esa posición empezó a mover más rápidamente la cabeza arriba y abajo con asombrosa velocidad, deslizando su lengua delicadamente y cuidando de que no me rasguñara con sus dientes. Volvió a parar y me dijo: "Sabe bien tu pene. Me pregunto a qué sabrá tu lechita caliente en mi boca". Yo estaba sin gemir pues me faltaba aire. Y ella gemía como para hacer la situación peor. En pocos minutos me corrí, y ella dijo: "Mmmm, que calentita. Mañana te la tengo que mamar todo el día".
Aún después de correrme, me siguió lamiendo hasta que mi pene recobró su vigor. Entonces me preguntó si quería otra mamada. Era tentadora la idea pero yo seguía obsesionado con la cubana entre sus tetas. La acosté sobre la cama poniéndome yo encima de ella y le puse el brasiere ajustado en sus tetas para que fuera más facil la posición. Apoyé mis brazos en la cama y le empecé a penetrar las tetas con puro movimiento de caderas. Sus tetas eran mejor a como me las imaginaba. Sentí su calor y su sudor absorbidos por mi pene, mientras ella apretaba las tetas en contra de mi palo y gemía con su sexy "aaaaa.... aaaaaa....". Apenas volvió a gemir empecé a embestirla con más fuerza y rapidez. Ella gritaba: "oh..., sí, sí, fóllame las tetas, córrete en ellas". Hasta que tuve el mejor orgasmo que he tenido en mi vida. Saqué más leche que las veces anteriores, llenándole toda la cara.
Aún después de 3 orgasmos, quería uno más. "Ya es mañana, ¿sabes?", le dije. "Tu pene sabe muy sabroso. Me dará gusto mamártelo todo el día", me contestó ella (probablemente actuando para mí). Enseguida me acosté en la cama y ella en mis rodillas me la empezó a mamar, poniendo sus senos enfrente en una extraña posición en la que podría decir que le estaba haciendo una cubana y me la estaba mamando al mismo tiempo. Yo cerré los ojos y dejé que ella hiciera todo el trabajo, durante 2 horas (con algunos descansos). Me corrí 2 veces y ella aún parecía inagotable. Pero ya después de 5 orgasmos en una sóla noche me dolía bastante el pene y ya ni sacaba leche. Paramos como a eso de las 4 de la mañana y nos fuimos a dormir sin decirnos una palabra.